Partida Rol por web

Desde que los Amos de Orión dejaron de gobernar la galaxia, el Gran Consejo Galáctico ha servido como órgano de gobierno y comunicación entre las diferentes civilizaciones. 

La única forma de entrar al Gran Consejo es por invitación de otro de sus miembros. Cuando esto ocurre, los embajadores especialmente escogidos de cada raza realizan un viaje astral hasta el Consejo dejando sus cuerpos físicos en su planeta.

La carencia de cuerpos en este lugar tiene varias ventajas: evita que se sepa la localización exacta del Consejo, impide cualquier acto violento entre sus miembros y nadie necesita comer ni ensucia nada.

Los que han estado allí, describen el Gran Consejo como un misterioso palacio de paredes traslúcidas y luces cambiantes. 

Uno a uno aparecéis en una enorme sala que parece estar hecha de luz y visiones extrañas. La oscuridad cambiante de más allá de las paredes se ve poblada de luces misteriosas que aparecen y desaparecen sin orden ni concierto.

Os encontráis sentados en círculo en unas calidas sillas que parecen hechas de luz. El techo es un caleidoscopio de mágicos colores que cambia constantemente de forma.

Reina el silencio y, por lo menos de momento, os sentís en paz.

Una figura encapuchada y cubierta con un hábito morado aparece en el centro del círculo. Por algún extraño milagro óptico, os mira a todos a la vez con sus ojos de pupila vertical. Todos podéis verle la cara.

-Saludos, ciudadanos del universo-dice con una voz suave y tranquilizadora-Sed bienvenidos a los salones del Gran Consejo Galáctico, el Gran Taller donde se elabora la Paz y la Armonía Universal. El Gran Consejo me ha elegido a mí, Tanatius de Ingerbol-5, para guiaros a vosotros, representantes de jóvenes razas que habitan en el cuadrante cuatro mil doscientos doce de la galaxia, en vuestra búsqueda de la iluminación.

El enviado de los Vrykul no estaba acostumbrado a estar sentado: la transmisión a este lugar daba una idea de "sentado" con lo que ello implicaba, pero sentía que con la forma de su especie eso era algo difícil de entender. Superada la ola inicial de extrañeza, decidió responder:

- Caiga la benevolencia del Vylkator sobre Tanatius de Ingerbol-5. -que nombres más curiosos tiene esa especie- Uno se siente honrado de su invitación. -saludó el Vylkus.

Esa sensación etérea, la libertad de carecer de un cuerpo físico, hacía tanto que no la sentía a este nivel...

Ragnaris observó meticulosamente a Tanatius, como si analizara su fisionomía.
Parece que, a priori, no hay nada a destacar.

Presté atención ahora al segundo ente que pronunció palabras. Parecía confuso. ¿Por qué será?
Sin más datos no podría conocer sus características de manera precisa...

Tras esta pérdida total de interés -acusada por el desconocimiento de los cuerpos originales de quienes me rodeaban- me dispuse a presentarme.

-Me llaman Ragnaris, y a los míos Rag'kraia. Bien hallados sean los que en el cielo habitan.
 

Hasta que se las han ingeniado para evitar que nos matemos en estas reuniones...

Odio estar en este estado, me siento débil. Pero bueno, por algo en mi planeta no solo nos enseñan a ser guerreros, cultivamos la mente de igual manera. Y este es el momento de usarla, hay que ser muy estratégicos aquí. Eso sí debo respetar el codigo de honor de los Aquila. Si pacto una alianza debo ser leal a ella, un Aquila no rompe su palabra. 

Un encapuchado se presenta como el "director del consejo". Nos dice que el nos guiará a la iluminación. Patrañas, los que adornan sus palabras no son de fiar. Luego se presentan los representantes de la raza Vrykul y Rag´kraia. Sus palabras son pocas, no logro tener información suficiente para darme una mejor idea de con quien estoy lidiando. Tendré que esperar para saberlo. 

Decido presentarme, me levanto, me paro totalmente erguido y coloco mis alas de forma majestuosa. - Saludos, soy el embajador de los Aquila. Es un honor estar aquí,  me parece muy grato la idea en la que se basa este consejo. Espero podamos llegar a medidas que sean de beneficio para nuestros pueblos. Si desean hablar conmigo, siéntanse libres de hacerlo. 

La cordialidad es muy importante en la diplomacia, el respeto es lo que nos diferencia de los bárbaros. De ser brutos que solo viven para asesinar. 

Tomo asiento y quedo expectante para la presentación de los demás miembros, así como para conocer más de los que ya se presentaron. 

La luz de uno de los asientos toma finalmente forma, dejando ver la imagen astral de una mujer de piel blanca como la nieve y cabellos plateados, sus ojos brillan con un resplandor rojo anaranjado, como si fueran una pareja de estrellas gemelas. Para la mayoría de los seres que la ven su complexión les resultara posiblemente indiferente, mas para aquellos con una fisionomía próxima a la humana podrán notar que posee unas facciones bellas y casi perfectas.

Mostrando una cálida sonrisa, la Embajadora Ashari se presenta.

Suma Vicaria Atia:

Saludos hijos de las estrellas. Soy la Suma Vicaria Atia Richter, Voz de su sagrada excelencia el Gran Patriarca del Dominio Ashari, Darius III. Nuestro pueblo se congratula al descubrir que existen nuevos hijos de la creación y confía en una prospera relación  entre nuestras diferentes culturas. Que las bendiciones de Solaris, Creador de las Estrellas, sea con vosotros.

Súbitamente, encontrarse en aquel lugar etéreo, produjo cierto sosiego al embajador Kwan-Yi. Los personalismos de las presentaciones era un formalismo incómodo para un Kwan-Yi, pero era el tipo de cosas que habían sido aprendidas para poder ejercer de embajador con culturas individualistas.

Su majestuosa silueta se dibujó en aquel vaho etéreo, en el que todos los presentes tenían una apariencia translúcida y de escasa definición de colores.

La postura adoptada para la ocasión fue erguido sobre las extremidades inferiores, las extremidades medias cruzadas sobre el primer pecho y las extremidades superiores moviéndose grácilmente para acompañar sus palabras con delicadeza y distinción.

- Os traigo los saludos del planeta Scarteer, así como de Yunibeoseol Hwangje, Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, nuestro más alto dirigente. - La voz era grave, casi gutural, pero con un timbre acompasado que daba aspecto de solemnidad a sus palabras. - Scarteer confía que este Consejo Galáctico sea la vía cordial y pacífica para hallar el bien común para toda la galaxia.

El Vylkus se dio cuenta de que no se había presentado y añadió:

- Mi nombre no tendrá pronunciación con las cuerdas vocales de que disponéis, pero me llamo Tr'arken, y represento al gran Mzukryn, el gran líder de la raza Vylkus. -dijo.

Las demás representaciones se daban cuenta de que en verdad movía los labios, pero los movimientos eran por algún otro motivo, pues para nada se correspondían con las palabras que pronunciaba.

El pensamiento de Tr'arkan se dirigió notoriamente hacia sólo uno de los emisarios:

- Le deseo las bendiciones del Vylkator, morador del aire, embajador de los Aquila. -saludó la representación de pez, que parecía inofensiva- Me gustaría conocer con mayor profundidad a tu especie, pues me intrigáis. Vuestra presencia en la galaxia que compartimos nos honra,  ¿Procedéis del norte espacial o del sur? Quizás podamos establecer relaciones comerciales si podemos localizarnos, pues hay otras razas que me parecen más agresivas. -explicó el Vylkus.

El embajador de los Aquila sintió de repente como el pensamiento de uno de los representantes allí presentes lo llamaba. Era  Tr´arkan, el embajador de los Vylkus. 

- Saludos Tr´arkan, muchas gracias por los buenos deseos. Asiento la cabeza en señal de agradecimiento. Los Aquila somos una raza de guerreros, pero no te preocupes, creemos que es fundamental también educar la mente. Somos descendientes de una antigua raza de guerreros humanos. Pero como verás hemos sufrido ciertos cambios... Muevo un poco mis alas para ser más evidente. 

- Es interesante lo que planteas sobre unas rutas comerciales, creo que podría ser beneficioso para ambos. Y quien sabe, si resultan bien, podríamos hablar luego de una posible alianza.  Nosotros estamos al sureste de la galaxia. ¿Ustedes donde se encuentran? Por favor cuéntame más sobre tu especie, estoy igual de intrigado. Levanto las cejas y permanezco expectante a su respuesta.

El embajador Tr'arkan escuchaba con atención las palabras del Aquila, y se dejó notar su extrañeza en cierto punto.

- ¿Humanos? No conocemos a tal especie, somos nuevos a éste consejo, aunque no conocemos a todas las razas. -respondió con tranquilidad, sabiendo que no habían tenido apenas contacto con otras especies.

- Los Vylkus habitamos la zona Suroeste de la Galaxia. Nuestro gran líder ha determinado que debemos buscar formas de vida inteligentes en dicho sector para poder expandirnos y brindar un futuro a las siguientes crías, por lo que buscamos planetas inhabitados que colonizar. Creemos que podemos tener relaciones diplomáticas con vuestra especie y respetar vuestro territorio, mientras actuéis en la misma medida. Para las relaciones comerciales deberíamos fijar un punto en el que reunirnos para intercambiar credenciales. -respondió el Vylkus- Nuestro planeta es muy rico en minerales, ¿de qué goza el vuestro que pueda ser comerciable? -preguntó el embajador.

Una forma etérea emite una luz cegadora al tiempo que toma una precisión y dinamismo visual mayor. En el consejo se ve, de forma serena como si ya llevase allí algún tiempo, el Embajador Ekelekt-Nro, Vocal del Poder de los Zarcorp, Ministro del Gran General Eterno Zeckron.

-En nombre de la pureza de mi raza, los Zarcorp, imparto la bendición de Solaris, Creador de las Estrellas y Patriarca de las Galaxias, a este Consejo, con la esperanza de que sea próspero y constructivo para mi raza y sus amigos, y todos los que deseen acercarse al Poder del Benevolente General Zeckron. 
Soy el Embajador Intergaláctico Honorífico de los Zarcorp, Elekt-Nro, al servicio del Magnífico Zeckron, General Eterno de los Zarcorp.
Paz a las razas del Gran Consejo.

No todas las razas alaban al Gran Solaris, ni parecen mostrar una semejanza política con nosotros, como la raza del Dominio Ashari... Es de igual forma un patriarcado... Me parece muy interesante. Seguro que la energía que emana de esa raza deleita a mi Señor Zeckron.

Noto la sorpresa que se le dibuja en el rostro a Tr´arkan. 

- Disculpa, aveces olvido lo poco que conocemos del universo. Los humanos era una especie de otra galaxia, muy parecidos a nosotros. Solo que ellos no tenían alas y eran algo más pequeños y menos fuertes. Unas catástrofes naturales destruyeron su planeta, eso los obligo a salir en busca de un nuevo hogar. Con el tiempo sus genética fue cambiado, hasta lo que ves frente a ti. 

- La palabra de un Aquila es algo inquebrantable. Eso forma parte de nuestro código de honor. Si prometemos algo, ten por seguro que lo cumpliremos. Así que puedes contar con el pacto de no agresión.

- Pues depende de que necesites, mi planeta es rico en hierro, en alimentos y en plantas, las cuales purifican nuestro aire. ¿En que coordenadas te gustaría que nos encontremos? 

Escucho las palabras del otro emisario con curiosidad. Así que descienden de una raza a saber a cuántas galaxias de distancia... ¿Estarán todavía vivos?¿Qué pensarían de ellos si los viesen? Me pregunté.

- Tengo interés en explorar las coordenadas Biye-Sior. Podríamos reunirnos allí... -digo con tranquilidad, y luego transmito un pensamiento que semeja la típica sonrisa de "olvidaba con quién trato"- Disculpa, ese es el sistema de coordenadas que usa mi especie. Quería referirme a lo que se conoce como Beta-Seis por estos lugares. -explico.

Me habla en un lenguaje extraño que no logro comprehender, creo que nota la expresión de desorientación en mi rostro, que se percata de lo que hizo y lo corrige. 

- Oh, ahí es más claro. Suelto una sonrisa, es difícil acostumbrarse a interactuar con otras especies.  - Pues me parece bien ese punto de encuentro. Yo llegaré en unos días ahí. 

- Pues hasta entonces camarada, es un gusto y un honor el haberlo conocido. Le extiendo la mano para despedirme. 

El diplomático asiente mentalmente a las palabras del otro.

- Muy bien, intentaré llegar en dos períodos. -digo refiriéndome a las medidas de esta orden, que se medía en TPA (tiempo Promedio de Actuación*) al ser el "día" algo muy variable según el planeta, dado que algunos, como el mío, tenían una cara eternamente de día y otra eternamente de noche, puesto que el único giro era la traslación y un leve giro que mantenía iluminada siempre la misma cara- No obstante, recomiendo precaución, iré fuertemente armado por si se encuentra oposición en dicho planeta. Pero comentaremos a nuestras tropas sobre estas palabras con las vuestras, para intentar evitar que el desconocimiento cause conflicto**, ya sabemos cómo son los soldados. -explicó el diplomático- Propongo que acudáis al planeta sólo con un "Carguero" por ser la unidad móvil más barata, en previsión. Si nuestros guerreros cometen el error de destruirlo, compartiremos los costes de dicho error. -sugiere el Vylkus- Igualmente, si no existe conflicto, les enviaremos una compensación  por la poco ventajosa posición, si están de acuerdo, para que el viaje no sea infructuoso para ninguna de nuestras especies. -concluyó el embajador, claramente pensando en que las cosas estuviesen lo más equilibradas posibles entre ambas especies.

Escucho las palabras de alerta del embajador, asiento y le digo: - Nosotros estaremos llegando en 3 periodos. Si es que se encuentran con hostiles, espero que lleguemos a tiempo. En todo caso iremos llevando un carguero, como has sugerido. Así también podrán reconocernos más fácil.  Me pareció muy considerado de parte de ellos que nos ofrezcan una compensación en caso de sufrir perdidas. Las relaciones con su especia van caminando por buenos pasos. 

La mente del Vylkus se acerca a la de la Suma Vicaria Atia Richter:

- Caigan los parabienes del Vylkator sobre usted, Suma Vicaria. Me alegro de conocer a nuevas razas en éste consejo. Espero que vuestro magnánimo Gran Patriarca goce de buena salud. -desea el embajador Vylkus, claramente de buena fe- Me gustaría conocer más sobre su especie y sobre aquel que llamáis el Gran Solaris, Suma Vicaria. Vuestra presencia en nuestra misma Galaxia nos honra. Por favor, decidnos, ¿pertenecéis al Este o al Oeste galáctico? Somos una especie en expansión y estamos actualmente buscando nuevos acuerdos comerciales para satisfacer las necesidades de nuestro pueblo. -comunica el Vylkus con gran respeto.

El Vylkus mostró el equivalente mental a una sonrisa aprobatoria.

- Muy bien, embajador Aquila. Ha sido grato tratar con usted. Trataremos los términos del acuerdo más adelante, una vez que nos encontremos, y si le parece bien en ese momento acordaremos los términos exactos de nuestro intercambio. -sugirió Tr'arkan, creyéndolo la opción más conveniente- Si quiere cualquier otra cosa no dude en contactarme y estaré encantado de atender cualquier duda, petición o sugerencia por su parte. -claramente, eso estaba cerca de dar por finalizada la conversación, si bien el Aquila no podía dejar de notar que aún no había despedida por su parte ni tampoco había cortado la conexión mutua, pues no quería cerrarle sin la oportunidad de añadir cualquier otra cosa si aún estaba de acuerdo.

Si el embajador Aquila estima que no hay nada más que tratar o se despide, el Vylkus responde:

- Muy bien, amigo Aquila. Que el Destino te guarde. -concluye al despedirse, cortando el lazo mental.

- Yo llegaré igualmente en dos periodos, sin embargo estaré en Conis Septimus en este periodo. Por cierto los Aquila no damos nuestro nombre a cualquiera, pero tu ya no eres cualquiera. Así que mi nombre es Magnus.