Partida Rol por web

No somos dueños de nuestro propio destino, al menos eso se suele decir. El hombre no es más que una marioneta que se mueve al son de unos hilos tirados por caprichosos dioses, o eso nos han hecho creer.

Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar de su destino, pues este pasará a buscarle allá donde se encuentre.

Pero en ocasiones, sólo en muy pocas ocasiones, el hombre se ha alzado con mayor o menor fortuna en contra de su destino con pequeñas acciones... y es entonces cuando nacen las historias.

Historias, mitos y leyendas que alegran nuestros corazones y nos hacen soñar con emocionantes aventuras y lejanos parajes.

Y ésta que os voy a contar es una de esas historias, en la que unos pocos hombres se alzaron para hacer frente a su destino y cambiaron el rumbo de la humanidad.

Todo comenzó una calurosa mañana de Junio en una pequeña aldea de los recónditos bosques de Alberia, el sol despuntaba al alba y el cielo estaba despejado.

Para los jóvenes del pueblo, quienes acababan de despertar de un plácido sueño, no era más que un hermoso día cualquiera... pero este día marcaría para siempre el resto de sus vida.

Nadie podía imaginar lo que estaba por acontecer, pues nadie podía pensar que una banda de foragidos tendría algún interés de entrar en los recónditos parajes del bosque de Eamon para asaltar una pequeña aldea en decadencia.

Sin embargo, con el sol aún despuntando al alba, una docena de jinetes capitaneados por una extraña mujer de piel de ébano se adentraron en la aldea quemando varias casas y preguntando insistentemente por unas extrañas llaves.

Varios de los jóvenes se alzaron contra todo pronóstico y se alzaron en contra de los jinetes, el combate fue corto pero intenso y los jóvenes lograron rechazar a los asaltantes. Consiguiendo incluso apresar a uno de ellos e hiriendo a la misteriosa mujer de ébano, que se hacía llamar Meghan.

Sin poder ocultar más su destino varios habitantes del pueblo confesaron a los jóvenes ser los guardianes de una de las llaves que liberarían a unas bestias ancestrales que antaño ayudaron a Zhorne Giovanni a encerrar a un antiguo mal que acechaba a Alberia, como único premio esas bestias fueron encerradas bajo poderosos sellos.

Los guardianes guiaron a los jóvenes a un lugar en medio del bosque que antaño se usara para los rituales de los sacerdotes Lillium donde se hallaba oculta una de las criaturas. Allí sumieron a los jóvenes en un estado de trance que les reveló algunos secretos que el bosque quiso compartir con ellos, y allí tomaron la decisión más importante de sus vidas.

Durante la noche los pensamientos fluyeron más que los sueños entre los jóvenes que veían ante ellos surgir un mito digno de las más grandes aventuras del pasado. Y al amanecer prácticamente todos habían tomado una determinación. Liberar a la criatura para intentar que les ayudase a derrotar a Meghan en sus ansias de liberar el mal ancestral que se ocultaba en la región.

El joven Braendan preparó un ritual para invocar a la criatura, siguiendo los pasos aprendidos en viejos libros de su familia mientras el resto aguardaba.

Breandan empiezó a dar órdenes y a realizar distintas acciones para comenzar con el ritual de Invocación, durante cerca de cinco horas estuvo preparándo el lugar tanto física como espiritualmente para atraer a la bestia de la isla.

Cuando finalmente terminó la preparación del ritual comenzó a pronunciar unos extraños ensalmos y a vuestro alrededor comenzó a soplar el viento con una fuerza inusitada. El amuleto de Anáriel comenzó a brillar con gran fuerza hasta que finalmente se quebró y ante vosotros comenzó a formarse una espesa neblina en el centro de la isla de la cual surgió una despampanante mujer de casi dos metros de alto.

Joder

Fue lo único que se le ocurrió pensar a Alberth. Se aferraba fuertemente al libro que tenía entre sus manos sin mediar palabra con los ojos desorbitados.

Entonces miro a Breandan a la espera que este se dirigiese a la mujer con algunas palabras, ya que él la había convocado.

"Vaya, me pareció mas pequeña la otra vez..."

Con la mente todavía centrada en el ritual, por un instante no siento miedo ni dudas ante la criatura que se encuentra ante mi, tan sólo la euforia momentánea que sigue a las convocaciones exitosas. Saber que lo he conseguido y que no he muerto por el camino, es una sensación maravillosa.

Sin embargo, mi propio instinto de supervivencia me recuerda que un conjurador no puede quedarse extasiado durante demasiado tiempo en mitad de una invocación. Esto no ha hecho más que empezar.

- El sello se ha roto y has sido hallada e invocada - digo procurando no parecer demasiado ceremonioso -. ¿Deseas realizar un pacto, Faerie?

La espera durante el ritual se me hace eterna, no me gusta la inactividad y durante el ritual lo unico que puedo hacer es observar. Eso me hace estar intranquila aunque no dudo que estamos haciendo lo que debemos, puede tener repercusiones.

Recuerdo haber oido que la definian como una mujer diminuta... lo que invocaron no se ajusta demasiado bien a esa definicion.

Me mantengo tensa esperando ver la reaccion de Faeire ahora que la liberaron del sello.

Me habéis liberado joven Breandan, tantos siglos de cautividad han hecho mella en mi aspecto pero al menos he dejado de ser ese diminuto ser.

Faerie miró su cuerpo admirando de nuevo ser libre.

Mi pacto es sencillo Breandan, uno de vosotros debe tomar mi lugar en la Vigilia y mi don te será otorgado.

El pacto de Faerie me hace dudar de si he oido bien.

No entiendo... ¿Ocupar tu lugar en la vigilia? Es decir, uno de los otros se vería confinado allí, y tú... ¿vivirías aquí permanentemente? Pero eso sería la muerte para el que se marchase...

Alguien tiene que rechazar voluntariamente a su vida en Gaïa para pasar a vivir a mi lado en la corte de las Hadas si quieres obtener mi don.

Faerie miró a Braendan de forma bastante seria.

Ese es el pacto.

Sigo apartado mirando y escuchado todo con interés, mi primera impresión es de asombro pero rápidamente me adapto a la nueva situación y relajo mi cuerpo tenso hasta hace un momento, para más tarde volver a preocuparme con la petición de Faerie.

Por lo menos su reacción no ha sido la de destruir todo inmediatamente

Pienso mientras observo las distintas reacciones de los presentes.

Asiento lentamente y en silencio y luego, en el mismo tono serio, pregunto:

- ¿Nos permites unos minutos para deliberar?

Después miro uno a uno a mis compañeros. Necesitarán la inteligencia y la guía de Eisana para completar su misión. Ailin, Anariel y Alaric han sido entrenados desde niños para tomar el lugar de los guardianes, aunque ellos mismos no lo supieran, y de todos los demás, no creo que ninguno esté espiritualmente preparado para vivir en la Vigilia. Quizá la única sería Phiala, pero temo que quizá sea demasiado inocente para salir adelante en la corte de las hadas. Lo más justo sería que, ya que soy yo quien va a recibir el don, sea yo también el que cumpla el pacto. Además, quizá el don me permitiese abrir una puerta para regresar...

- Si os parece bien, iré yo - digo con calma -. Pienso que es lo más correcto.

Lo bueno es que, si alguien viniese después de nosotros y lograse invocar a Faerie, ella no aceptará que envíen a alguien de forma forzosa. Estoy seguro de que, quien quiera que sea que pretenda liberar a la bestia maligna, estaría dispuesto a sacrificar a cualquiera de sus seguidores con tal de cerrar el pacto. Sin embargo, para sacrificarse de forma voluntaria es necesario tener una cierta generosidad de la que pienso que deben carecer.

Generosidad o fanatismo... quizá sean suficientemente fanáticos... pero es mejor no pensar en eso. Creo que este pacto es una ventaja para nosotros que debemos aprovechar.

Anáriel puso la mano en el hombro de Breandan.

Tú no puedes ofrecerte, necesitáis el don de Faerie para avanzar en la misión.

Luego agacha la cabeza.

Iré yo, desde joven lo he deseado... ese es mi destino, aguardaré en la Vigilia junto a mi madre, vosotros tenéis una misión aún más importante, detened a esa mujer.

No... Tú no vayas... - susurro, cogiendo la mano de Breandan, mi mano ligeramente tiembla.

Observo detenidamente a Faerie... - ¿¡No era pequeña en teoria!? ¡Es inmensa! Y además da miedo - no aparto la mirada de aquella "mujer", sin soltar la mano de Breandan.

La peticion de Faerie me coge de sorpresa.

No la vamos a liberar solo para encerrar a otro en su lugar... tiene que haber otra forma. Miro hacia Faerie un tanto frustrada.

Noto la mano de Philala en la mia y la aprieto con suavidad de manera instintiva, quizá con la esperanza de calmarla un poco. De reojo miro el nivel del agua del lago, que sube a toda velocidad.

- Un pacto es un pacto, Eisana. No es lo mismo que encerrar a alguien por nada. Ninguno de nosotros tiene la obligación de ofrecerse voluntario para ir a la vigilia. Si no cumplimos el pacto, Faerie simplemente se marchará y no podré volver a invocarla nunca, porque no acudirá a mi llamada. - Miro a Anáriel y noto que ahora es a mi al que le tiemblan levemente las manos y se le quiebra la voz -. Así que no tienes por qué ir con ella si no quieres. ¿Estás segura de lo que vas a hacer? La vigilia es un lugar extraño y peligroso para los humanos. Allí los espíritus tienen cuerpo, y los cuerpos tienen espíritu. Sin embargo, la Madre no olvida a sus hijos ni cuando abandonan su seno, y creo que tendrá un ojo puesto sobre ti. Y tal vez, como dices, tu madre esté allí aguardándote... - no puedo evitar repetir la pregunta una vez más - ¿Estás segura?

Es lo que tengo que hacer... nací para cumplir esta función, ahora está todo claro ¿Puedo al menos despedirme?

Faerie asintió con la cabeza.

Bueno chicos, no volveremos a vernos así que... no tengáis miedo, que este sacrificio no sea en vano.

Dicho esto Anáriel dio un paso al frente y un fuerte viento volvió a soplar creando de nuevo una escalera que se dirigía a las entrañas de la isla, como antes había ocurrido en un sueño. Anáriel descendió por las escaleras y Faerie sopló sobre Braendan, para lugar desaparecer.

Todo pasó muy rapidamente ante mis ojos. Me mantuve alejado, boquiabierto ante la imagen de Faerie, la cual no coincidia mucho con la descripción de Breandan.

Ya pense que tenia algo de malo esto. No podemos permitir que uno de nosotros tenga que irse, debe haber otra manera

Sin embargo a pesar de lo que ocurre, no logro moverme. Mi cuerpo no responde y se limita a quedarse mirando la situación

¿Sera miedo a lo que esta frente a nosotros?...