Partida Rol por web

| JUGADA MASTER |

La aldea recibía un nuevo día... El sol aparecía en el horizonte, filtrándose por las ventanas para despertar a todos los trabajadores que tendrían que sembrar los campos, recoger cosechas, alimentar a las gallinas o vender en el mercado.

Un mago anciano era el responsable de curar las enfermedades y los males de todos los aldeanos. Cualquiera que tuviera una dolencia o mala suerte, él lo solucionaba acercándose a su cazo mágico. Los aldeanos adoraban al mago anciano y no dudaban en consultarle a él cuando tenía un problema que solucionar.

Aquel día, el mago había preparado en la mesa leche y pan para desayunar, esperando que su hijo (el mago joven) se despertara para comérselo. Hacía unos días que el mago anciano no se encontraba demasiado bien, pero lo lograba disimular.

Mientras tanto, las campesinas se acercaban al mercado con una cesta para intentar llenarla de comida, o al menos llevar a casa algo para que su familia pudiera comer. Y el mismo anciano de todas las mañanas, estaba ya preparado cerca de los puestos del mercado para mendigar.

Me acerco con mi cesta a los diferentes puestos y empiezo a ojear los precios.

 Ahhhh- bostezo. Había dormido de maravilla esa noche, después de un duro día de trabajo como fue el de ayer. Salgo de la cama y todavía somnoliento tanteo la ventana que se encuentra cerca de mi cama hasta lograr abrirla. Un rayo de luz cae en mi cara de improviso y me despierta completamente del todo. 

Caray- digo- hace un buen día.

El sol está radiante, por lo que no será mala idea dar una vuelta por el pueblo, siempre y cuando mi padre no me mande nada que hacer. Voy hacia el baño y allí me aseo un poco. Terminado de hacer eso, me visto y corro hacia la cocina. Allí esta mi padre que ha dejado el desayuno preparado en la mesa.

Buenos días- le saludo- um,...tengo un hambre de mil demonios.

| JUGADA MASTER |

Los precios en el mercado habían vuelto a subir. La fruta, la verdura y el pan era lo que más había subido, pues en los últimos meses habían recibido un temporal en la aldea, que lo dejó todo anegado de agua y las plantaciones quedaron inutilizables. Sin embargo, el pescado había descendido de precio ligeramente, al igual que la carne y la leche, aunque seguían teniendo precios desmesurados.

Las campesinas sólo disponían de veinte monedas para alimentar a toda su familia y no sabían si podrían hacerlo. La gente comenzaba a tener mucha hambre y la comida empezaba a escasear. Los ladrones y los mendigos hacían su presencia en la calle. Los ladrones provocaban más altercados que antes y los mendigos se volvían más insistentes con sus peticiones, llegando al punto de perseguir a las personas hasta conseguir enfurecerlos, pero nadie podía prestar nada, y menos en esos momentos...

Todavía no había amanecido cuando el gallo puntual como cada mañana, despertaba al anciano. Abrió los ojos y en seguida se sintió lleno de energía e ilusión pues durante los próximos días podría vender sus mecancías en el mercado. Últimamente las cosechas eran muy pobres, pero por lo menos seguían comiendo cada día, que no era poco, y podría ganar algunas monedas vendiendo algo de fruta, maíz para hacer harina, lechugas, berzas y tal vez algunas judías.

Sus 77 años, como hombre de campo que era, todavía le permitían dar mas de una lección a alguno de sus hijos a la hora de recoger la fruta, o a la hora de cargar con las espigas hasta el viejo burro. Estos muchachos de ahora ya no tienen el coraje de mi generación...pensaba mientras se vestía, al mismo tiempo que una sonrisa de dibujaba serenamente en su rostro.

Bajó a la cocina haciendo el menor ruido posible, para no despertar a su anciana y amada esposa, motivo por el cual seguía luchando cada día. El amor de mi vida...decía siempre a sus allegados, mientras con una inmensa sonrisa depositaba un tierno beso en la frente de ella, que lo recibía con el orgullo de saber que había dedicado su vida al HOMBRE, con mayúsculas. Amor, ternura, pasión, dedicación, respeto, serenidad e ilusión, eran solo alguna de las cualidades que podrían definir el transcurso de los años al lado de jeff Barrows.

El desayuno de Jeff, como cada mañana, consistía en una rebanada de hogaza de pan de maíz, un trozo de cecina de vaca-burra del Aconcagua, y un triangulito de queso curado de oveja calva del Moncho, (antes llamado Ramón, (XD), una región vecina, que siglos antes también se llamó, La Mancha).

Una vez dió cuenta de tan suculentos manjares, se dirigió a las cuadras para recoger a su burro Nicolás. Un burro fuerte todavía, pero que parecía tener mas años, si cabe, que el propio anciano. Le dedicó un cariñoso pescozón y procedío a cargarlo con las mercancías que pretendía vender, y sin mas demora emprendió el viaje hacia la plaza del pueblo. No quería retrasarse para poder elegir uno de los sitios que el consideraba, de los mas fructíferos para la venta.

Realmente podía considerarse un hombre con suerte, pues había recogido la mayor parte de la cosecha, justo dos días antes de las grandes inundaciones, y si bien es cierto que el resto se perdió, todavía le quedaban algunas provisiones para poder subsistir, y vender o cambiar por otras mercancías.

Cuando casi estaba llegando se topó con el anciano vagabundo, que como siempre llegaba antes que nadie para reservar su sitio de costumbre.

.- Buenos días buen hombre...le dijo mientras le lanzaba una manzana de las más pequeñas y feas para la venta, aderezada con una de sus mas cautivadoras sonrisas matutinas.
 

Jeff llevó su mano al ala del sombrero a modo de despedida y continuó caminando a buen paso alzando la vista al cielo para recibir los primeros rayos que ya atravesaban como flechas amenazantes el horizonte, como anunciación de un día, que prometía ser bastante hermoso.

Sin mas dilación empezó a colocar las mercancías de la forma mas llamativa que conocía tras innumerables años de experiencia. Antiguamente solía colocar los precios bien a la vista, pero en los tiempos que corren y debido a la pobreza reinante, el prefería negociar ese precio, por demás ya conocido sobradamente por los aldeanos, e incluso proporcionar la opción del trueque, como moneda de cambio.

Una vez montado el chiringuito, Jeff se acercó a un árbol no muy lejano para atar allí a Nicolás, y que no se pusiera nervioso con el bullicio que estaba por llegar, sin perder en ningún momento de vista su puesto, pero casi seguro de que los ladrones y maleantes no tienen por costumbre madrugar, y una vez de vuelta, empezo con su retahila habitual...

.- MANZANAS, JUDÍAS, MAIZ...APROVECHENSE DE ESTE ANCIANO, QUE ESTA MAÑANA ESTOY DE OFERTAAAA...

En seguida el anciano reparó en una hermosa y joven campesina que caminaba espectante entre los puestos, con una cestita colgada del brazo al mas puro estilo del lugar, e indagando los precios de los carteles que anunciaban las mercancías. Al llegar a su altura el anciano comentó con una de sus mejores sonrisas...

.- Buenos días hermosa señorita...- inclinando levemente la cabeza a modo de reverencia...- Tal vez pueda ofreceros algo que sea de vuestro agrado, y llegar a un acuerdo en un precio que sea conveniente para los dos. También acepto trueque, si os pudiese interesar o fuese mas beneficioso para vos...

Como los precios habían vuelto a subir y solo tenía veinte monedas para alimentar a su familia se estaba paseando por todos los puestos con su cesta mirando en donde eran más baratos los alimentos . En estos tiempos no se podía usar más dinero del necesario.

Buenos días buen señor -le saludo con la mejor de mis sonrisas- Me gustaría comprar algunas judías para mi guiso ¿qué precio tienen? -le pregunto con menos desconfianza de la que tengo con el resto de vendedores, sabedora de que podríallegar a algún acuerdo.

.- Ohh, judías...buena elección señorita...Como ya hebreis oído, hoy las tengo de oferta en dos monedas mas baratas de lo habitual, o sea, 8 monedas el kilo si os llevais solo las que necesitais, pero como pareceis una buena señorita y teneis una sonrisa tan pura y radiante, si os llevais el kilo entero, os lo dejo a 7 monedas y os regalo 3 piezas de la fruta que tengais a bien escoger, o una lechuga...¿Que os parece...hacemos trato?

El anciano era consciente de la necesidad por la que atravesaban muchas de las familias de la aldea, y no se veía con corazón para esquilmarlas, pues su años de experiencia le habían demostrado, que era preferible ganar muchas veces poco, que pocas veces mucho. El anciano enseguida palpó la indecisión de la niña, así que decidió liberarla de la soga de la premura diciendo...

.- Paraceis tener la boca seca...dijo de pronto mientras tomaba un tomatito Cherry y se lo tendía con gesto amistoso...tened a bien saborear este presente mientras tomais tranquilamente una decisión...

La vista del anciano se desvió de repente hacia otra campesina con el mismo afán de investigación, y que poco a poco se acercaba al puesto...

.- Buenos y hermosos días, buena señora. Observe sin miedo la calidad de la mercancía mientras termino de atender a la señorita, y enseguida estoy con usted...¿Un tomatito para refrescar los labios?...dijo el anciano tendiendo el fruto con una acogedora sonrisa...

Mmm, gracias, señor. -le digo cogiendo el tomatito de sus manos y comiéndomelo poco a poco, Una vez he terminado le comento- Realmente es una buena oferta señor y con lo que hay hoy en el mercado no se puede encontrar nada mejor. Asíque, sí, hay trato señor. Y como me deja escoger la fruta me llevare esas tres manzananas. -continúo, escogiendo las mejores manzanas del puesto. Cuando me entrega la mercancía le doy su dinero- Aquí tiene, muchas gracias por su amabilidad buen señor -termino estrechándole la mano con gracia y dirigiéndome al puesto de la carne. Allí compro algo de la carne más barata y algo de pescado, lo compro en el mismo puesto y el mercader, viendo que le daba muchas vueltas al asunto, decide dejármelo todo en otras siete monedas. Esa táctica era infalible. Los mercaderes estaban ansiosos por vender y si veían que estabas interesada pero qeu se te iba de precio, te lo ebajaban con tal de quitarse la mercancía de encima. En total me quedaban aún 6 monedas y en casa tenía pan leche y queso a placer, pues yo misma lo fabricaba con ayuda de mi marido y también vendía algo. Los precios eran más baratos de los del mercado, asíque teníamos bastante clientela.

Me dirijo hacia la casa del anciano de la esquina (off rol: el mago anciano, vamos). Últimamente mi hermana ha empeorado. Él ya la salvó una vez, asíque confío en que esta vez también pueda ayudarme. Me conozco la casa de memoria, por las muchas veces que iba a por los ungüentos que necesitaba mi hermana. Llamo al llegar y espero a que el amable anciano abra la puerta.

Me acerco al anciano que me ha saludado y me pongo a examinar sus productos . Una vez que la campesina a la que estaba atendiendo se marcha a otro puesto me acerco y le digo - Buenos días señor , ¿ podría decirme cuánto valen sus frutas? - digo mientras las miro - Parecen muy apetitosas .

Veamos...La oferta del día en frutas está en 8 monedas si solo os llevais las que necesiteis, o 7 monedas si os llevais el kilo entero y os obsequiaré con una lechuga, o tres mazorcas de maiz...¿Que os parece?

- Pues come hijo, come...- dijo el mago, sirviéndole más comida por si quería repetir. Las cosas le iban bastante bien y podían permitirse comer todo lo que quisieran, hasta un cierto límite.

Dirigió una fugaz mirada a su caldero mágico, con el que ayudaba a las personas que lo necesitaban, y unos golpes en la puerta le sacaron de su ensimismamiento.

Se apresuró a abrir la puerta y descubrió a una campesina, la misma a la que había ayudado en otras ocasiones. La mujer estaba cada vez más bella y al verla le sonrió.

- Dígame, ¿qué sucede?- le preguntó el mago anciano, haciéndole una señal con la mano para que pasara al interior de la casa.

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El anciano seguía intentando vender la mercancía y el mendigo le agradeció con una reverencia la comida que le había dado. Cada vez que pasaba por delante del puesto del hombre, le dedicaba una sonrisa, mientras seguía en su búsqueda de más comida.

Mientras el anciano y la campesina negociaban, el burro comenzó a rebuznar, quejándose sobre alguna dolencia que tenía. El anciano podía adivinar más o menos de lo que se trataba, pero no disponía ni de los medios ni de los conocimientos para curarle. Sólo le quedaban dos opciones y una de ellas estaba descartada, pues había mucho camino de viaje hasta la aldea más próxima, donde se encontraba el cuidador de animales. Él sabía perfectamente cuál era su única opción...

Entonces me llevaré un kilo de fruta y ya que me la regalais , buen señor , me llevaré también una lechuga...- dijo mintras sacaba su dinero y recogía la fruta que le entregaba el anciano - Que tenga suerte con la venta ...-de repente dió un respingo, pues el burro de el anciano había empezado a rebuznar sin motivo aparente. - Debería ir a ver al anciano que vive allí para que le eche un vistazo a su burro - dice  alejandose del puesto.

El desayuno era la comida más importante del día (o eso decían) y yo comía con ganas. No solía levantarme con mucho apetito pero hoy era una excepción.

¿Que haré hoy?-  un buen día como hoy no se podía desperdiciar así como así. Tendría que pedirle permiso a su padre, pero lo más seguro es que no le impidiese a ir a dar una vuelta, tal vez al lago... eso si, antes tendría que hacer sus tareas (si es que había hoy alguna).

Pensando en eso, el joven mago se dispone a preguntarle a su padre sobre la posibilidad de salir de allí cuando entra una joven campesina. 

Buenos días- le saludo mientras termino de beber mi leche.

El anciano se guardaba el dinero de la venta y se despedía de la campesina cuando de pronto el asno empezó a rebuznar a viva voz...

.- Nicolás... pronunció azorado dirigiéndose raudo hacia el jumento mientras le veía golpear el suelo con las patas delanteras, y menear la cabeza de lado a lado, entre rebuzno y rebuzno…

.- viejo amigo, ¿Qué te ocurre?- dijo mientras le examinaba, por si el problema físico fuera evidente a la vista, pero tras unos minutos fue consciente de que debía llevarle con alguien que pudiera ayudarle… Tranquilo, recogeré el puesto y nos vamos enseguida, aguanta unos minutos- le dijo mientras le acariciaba para calmarle dentro de lo posible…

Regresó al puesto y empezó a guardar la mercancía en los capachos bajo la curiosa mirada de comerciantes y aldeanos, con la seguridad de que hoy sería él, el que cargaría la mercancía por lo menos hasta la casa del anciano mago, al que conocía sobradamente desde hacía muchas décadas, y al que por dolorosas circunstancias del pasado, le unía una profunda amistad…

Nicolás era como de la familia, y le había acompañado tantos años, que el dolor del animal, en cierto modo se convertía en su propio dolor, pero además no nos engañemos, debido a la avanzada edad de Jeff, Nicolás era su única oportunidad para transportar los vegetales hasta el mercado, y sin él, sus mercancías se echarían a perder y su familia se moriría de hambre.

Sin perder ni un segundo, cargó sobre sus hombros la mercancía, dando gracias a los dioses por la cercanía de la casa del mago, y tomando a Nicolás de la soga le condujo con paso cansino hasta las afueras de la plaza mientras el animal continuaba con el recital de rebuznos. Una vez en la puerta descargó la pesada carga y llamó con firmeza con sus fuertes manos en la gran puerta de madera…

POM...POM...POM

Buenos días, querido anciano. Lamento mucho molestarle tan temprano, no lo haría de poder llevar a mi hermana a un médico. Ha empeorado de un tiempo a esta parte ¿sabe usted? Ayer ya no pudo levantarse de la cama y hoy tampoco ha tenido voluntad -le comento muy apresurada- Tiene la piel blanca como la cera, reseca y cada vez está más delgad, aunque come todo lo que le puedo ofrecer. Como sabe, su marido murió y ella es la única que puede proveer de alimento a su familia. Sus hijos están con mi hija mayor en este momento. Mi familia y yo les proveemos de alimento. Yo hago la compra para las dos casas, pero francamente, el dinero no alcanza para todos. Pero eso no importa -expongo en voz más alta- ella es la única hermana que me queda y aún es joven. Necesito su ayuda. Dice constantemente que le duele el pecho, no duerme bien; cada noche sufe graves pesadillas. Tiene mucho calor, aunque ya es tiempo de coger ropa de abrigo. Suda mucho y tengo miedo de que se resfríe por andar siempre en mangas cortas. Dice que le duelen los huesos, pero es joven y no tiene ningún mal de huesos. Dígame, por el nombre de Dios, buen hombre ¿qué puedo hacer? -durante todo mi monológo la voz se me ha ido quebrando hasta que al final no puedo aguantar y me siento en una silla sollozando a viva voz. Mi hermana estuvo muy enferma durante mucho tiempo y ahora apenas empieza a recuperarse. Temo que esta nueva enfermedad se la lleve de mi lado.

El viejo mago abrió la puerta e hizo el ofrecimiento a la campesina. Le señaló la mesa en la que todavía comía su hijo, y espero a que se sentara y le contara sus problemas.

Mientras, siguió con su querida canción mientras disimuladamente recogía los sobrantes de la mesa.

- No te preocupes chiquilla, aprobecha y desayuna con nosotros. No te preocupes por lo demás, cuando recuperes el color de tu cara te acompañaré a ver a tu hermana, y mi caldero y yo haremos lo posible por ayudarla, de acuerdo?

Oh, no me atrevería a aceptar vuestra comida, gentil anciano. Bastante mal están las cosas como para que dé de comer a una miserable como yo. Ya desayuné en mi casa leche y pan con algo de queso, muchísimas gracias. En cuanto quede libre de sus ocupaciones mi hermana, el resto de nuestra familia y yo le esperaremos gustosos en nuestra morada. -le digo azorada- Si tiene a bien venir ahora, me encantará acompañarle, pero he visto que el anciano comerciante y su burro tienen algún tipo dr problema. Nosotros le esperaremos en casa, aún tengo deberes que atender. Por supuesto usted recuerda el camino ¿cierto?