Cuando sonó aquel timbre y Alanis entro en mi habitación no pude sino tratar de atisbar su mirada, pues quería saber que sentía, y si aquello la incomodaba, sin embargo parecía extrañamente cómoda en mi habitación. Se agachó para coger un pétalo y me miró intensamente a los ojos, siempre recordaré aquella mirada, fue capaz de atravesarme, su arma más mortal, pues se deshacía de todo lo físico para agarrar entre sus manos mi corazón.
La intensidad de esta me hizo reaccionar, y tras cerrar la puerta avancé para unirme a ella y esgrimí una amplia sonrisa. No pude evitar pensar todos los años de amor en silencio hacia aquella chica, todo el sufrimiento autoinflingido por no poder alcanzarla, los castigos reiterados físicos de mi maestro, pero todo aquello se difuminaba en el lejano horizonte del pasado ante esta escena, todo aquello carecía ya de relevancia y formaría parte del olvido si tan solo consiguiera...
No os engañaré si digo que allí se libro el combate más duro que jamás libré, por un lado quería cogerla entre mis brazos y amarla para toda la eternidad, en el otro lado no quería ahuyentarla con mis gestos ni palabras. Sin embargo la resolución en el combate y mi adiestramiento consiguió parcialmente controlar mis emociones que estaban desbocándose en mi interior.
Me acerqué lentamente a ella y añadí:
-Quería practicar un último combate contigo antes de la arena de mañana, eso sí, debo advertirte, esta vez no me contendré y espero que tu tampoco lo hagas conmigo.
Así pues tras conseguirme poner a su lado la abrazo tiérnamente con mis brazos y sin darle tiempo a mi mente a huir y a mis sentimientos a seguir floreciendo, besé aquellos labios cubiertos por la luz de las velas que me incitaban a cometer locuras y me despertaban en mitad de la noche en un revuelo de emociones. Para mi todo aquello era nuevo, nunca antes había hecho nada parecido ni similar con ninguna chica.
El contacto fue devastador, mi primer ataque me provocó un daño irreparable, como si fuera fuera fuego, pude notar como ese fuego me inundaba a través de su boca y recorría cada centímetro de mi ser, y solo fue un simple roce en sus labios. Me separé ligeramente y con mis dedos toqué suavemente sus labios intentando saber de donde manaba ese calor, y aunque el tacto de ellos lo emulaba, no era ni parecido a lo que había sentido hacía excasos momentos, así pues volví a besarla, esta vez tratando de recorrer todos sus labios para absorver aquel fuego el cual nunca más podré olvidar.