Partida Rol por web

 Mientras caía sentía que no iba a sobrevivir, que todo se había terminado demasiado pronto y pese a los gestos de Kiara, no lograba comprenderla hasta que la voz de Eros sonó dentro de mí. Y entonces comencé a mover las alas que hasta ese momento no sabía que tenía y una sonrisa afloró en mi rostro mientras recuperaba terreno y me alejaba del suelo.

-¡Wow! ¡Esto es genial!

Volaba alrededor de Kiara totalmente excitada.

Kiara da saltitos con los brazos extendidos hacia ti, claramente que la cojas.

Eros sonrie mirandoos. Sus alas son de punta a punta, casi cinco metros. Las tuyas en cambio no llegan a los tres de punta a punta. ¡Pero son alas! Igualmente negras, como las suyas.

Va regresando hacia el palacio.

Sujeté a Kiara y volvimos al palacio, me sentía más fuerte y más capaz de cualquier cosa.

-Gracias, Kiara, gracias...

Si no hubiera bebido de su sangre, no habría podido ser lo que era ahora.

Sujeté a Kiara y volvimos al palacio, me sentía más fuerte y más capaz de cualquier cosa.

-Gracias, Kiara, gracias...

Si no hubiera bebido de su sangre, no habría podido ser lo que era ahora.

Cuando llegas, Eros parece algo trste por algo.

Te mira y te hace una sencilla pregunta. Una pregunta que de pronto solo pienses en una cosa, en como te quema la garganta.

-¿Tienes sed pequeña?-

Hace un gesto que te hace mirar a un lado. ahi hay un humano, al cual se lo ve atemorizado.

Verlo y olerlo...DIOS como te arde la garganta...no quieres nada mas que beber su sangre...todo lo demas sobra.

¿Pero serás capaz de matar?¿Y de parar?

 -¿Estás bien, Eros?

Pero entonces mi cara se centra en el humano.

-¡Por Dios!

Me acerco a él, oliéndolo, casi saboreándolo. Sé que no seré capaz de parar.

¡Qué alguien me detenga!

Pero nadie te detiene.

Coges a linfeliz, lo haces con una suavidas que te sorprende, y muerdes su cuello.

Es....es simplemente deliciosa...que placer el sentir como cada latido vacía más y más sangre en tu boca...tan deliciosa...

Es casi un orgasmo cuando el corazón se para con un ultimo y extrañamente fuerte latido.

Sigues bebiendo hasta que no queda una gota. Te sientes saciada, pero aun tienes sed.

El hombre yace muerto a tus pies.

Eros te abraza desde detrás, suavemente.

-Esa es nuestra maldición. Debemos tener tanto cuidado...luchar tanto...siempre...no es facil, pequeña. no es fácil.-

 Me notaba fuera de mí, respirando agitadamente como cuando acabas de tener un orgasmo pero no estaba mal, no me sentía mal.

-Lo sé, Eros... lo siento dentro de mí...

Sujeté sus manos con fuerza, regodeándome en ese abrazo.

-Se puede controlar. No es necesario matar. Pero...puede pasar.-

Seguís así un rato....

-¿Qué piensas?-

 -Pienso que ahora que tengo todo este poder, además de ayudar a que la profecía se cumpla, puedo encontrar a Jamie y traerlo de nuevo a aquí.

La miré a los ojos.

¡Dios, es hermosa!

-Luego, ya juntos, podríamos conseguir una alianza de nuevo y luchar contra lo que sea que venga...

-No, pequeña.- te mantiene la mirada. -Jamie tiene que encontrar su propio camino, tiene que encontrar su destino. Y no es a tu lado. Al menos, no hasta dónde puedo saber.-

Los rostros de ambas están muy cercanos, y ahora puedes ver detalles en él que antes no podias, tanto han mejorado tus sentidos.

El olor de la cama te envuelve de nuevo. Ella parece contenta.

 Bajé la mirada triste, lo extrañaba mucho y quería verlo pero no dije nada. Eros sabía mucho más que yo y además, confiaba en que nos reencontraríamos pronto.

-Está bien, querida Eros... Ese olor... Mmmm, ¿no es delicioso?

Rie sorprendida.

-¿Ese olor? ¿Me estás oliendo a mi? ¿Soy deliciosa?- rie de nuevo, su risa es cantarina, como campanillas tenues.

Se separa de ti, sus gestos son como si...como si te tentara.

Baila entre las flores del jardin.

 -¿Tú? Pues... Yo...

Si, eres deliciosa o al menos eso parece...

La seguí hacia donde jugaba sin poder apartar la vista de ella, Eros era preciosa y mis nuevos sentidos hacían que apreciara mucho más todo aquello.

Bailais, el tiempo pasa.

-Bueno vamos, tienes una fiesta que presidir.-

Te dice tras un rato de ¿provocarte? Sin duda su baile y sus maneras están perfectamente calculadas para encenderte y hacerte sentir...cosas...

Se marcha de camino al armario.

-Tenemos que elegir la ropa....-

Su ropa cae, de espaldas a ti ¿Otra provocación?

-¿Importante? Bueno...no eres más importante que yo no..pero eres una princesa entre los vampiros ahora. Hay que presentarte ¿No?-

Te mira, sin cubrirse en absoluto.

-¡Vamos! Elige ropa.-

Kiara entra  y se tumba en la cama con aire aburrido, mirándoos.

 Intenté no mirar sus senos, su cuerpo perfecto pero fue en vano. Suspiré.

-¿Una princesa? Esto me gusta mucho...

Me acerqué al guardarropa dándole la espalda a ambas y elegí un bonito vestido amarillo con los hombros descubiertos.

-¿Les gusta este? ¿Qué dices, Kiara?

Me lo puse por encima, sólo para que vieran si les gustaba, yo aún tenía mi ropa puesta y de vez en cuando echaba un ojo al cuerpo de Eros.

La fiesta es genial, también está Kio!

Aunque ya no te atrae, tal vez...tal vez te tenía hechizada por ser lo que era. Pero ya no más.

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Casi dos años después, has aprendido a hacer esa magia que te enseñaba Eros...aunque cada vez que la usas, consumes un poco de la sangre de tu cuerpo. También sabes pelear. Vuelas mejor, conoces tu fuerza, tu agilidad...

Eros te ha dejado marcharte al bosque a volar, con la condición de que no te acerques a la zona de ninguno de los cinco clanes de lobos.

Has visto algo...raro. ¿Un reptil? Pero es del tamaño de un caballo....bajas al bosque y lo acechas sin hacer ruido, lo ves, es un dragon pequeño, negro, del tamaño de un caballo. Pero hay algo más.allí...otro dragon, más pequeño y sin cuernos.

Y algo más....es..no puede ser...¡Es Jamie!, con un brazo vendado, sin moverlo, y mucho más musculoso y fuerte que antes, más alto, pero es él, sin duda.

 Me quedé de una pieza, totalmente inmóvil durante unos instantes, contemplando a mi chico que ahora era totalmente diferente, apenas lo podía creer y luego de el shock inicial, olvidándome de todo, me lancé en su búsqueda.

-¡Jamie, Jamie!

Iba a llamarlo mi amor, quizás por costumbre, quizás porque nunca había podido olvidarlo pero lo evité porque no sabía si él había dejado de amarme; después de todo, hacía dos años que estábamos separados el uno del otro y en ese tiempo podían pasar muchas cosas y yo no lo culparía. Lo abracé cayendo sobre él prácticamente, gritando su nombre y sonriendo, me moría de ganas de besarlo pero no lo hice.