Partida Rol por web

Tras ver el camino que habíamos de seguir para continuar nuestra aventura, no pude por menos que quedarme un instante sorprendido de la inclinación de la escalinata y lo poco segura que parecía a simple vista.

-¡Vamos, amigos! ¡Y que nadie se caiga, o se perderá la batalla contra los piratas! -dije, y me dispuse a subir tras Ted, que ya había comenzado su ascensión.

El camino parecía que nos podría dar cobertura, pues el ruido del oleaje era impresionante. Sin embargo toda ventaja tiene su desventaja y la escalinata que debíamos tomar estaba mojada, fruto del oleaje rompiendo contra la poderosa roca. Mis manos se agarraban a roca pero mis pies resbalaban y no conseguían asentarse. Viendo la facilidad con la que Ted trepaba no pude si no bromear:

-Acuérdate que somos un grupo. No te olvides de nosotros.

Era mi turno. Asenté los pies y manos que se movían fruto de la humedad y el nerviosismo y recé a Ulmo para que no me impidiese el ascenso.

Un sudor frío me recorre la frente. Veo a mis compañeros lanzarse a las escalinatas y un nudo se me hace la garganta. Pero no por las escalinatas, sino por el vacío de agua que se posa debajo de nosotros.

"- Alguien que me diga por qué todo tiene que ser tan difícil- me digo a mi mismo en susurros".

Mi respiración se acelera y con dar un único paso pareciese como si las escalinatas se alejaran y acercaran al ritmo de un compás mudo. "Más te vale desposarla, llenarte de hijos y echar barriga, Halmir", pienso al ver al muchacho, mis compañeros y el camino.

Doy unos cachetazos a mi rostro, alzo la barbilla y alimento mi orgullo... "¡una simple escalinata no puede detenerme!", me digo ahora confiado.

Se suceden algunos resbalones, Lorgan Eadar y Angainor entre ellos, el más peligroso es el que le ocurre a Berengond que llega a caer, pero se pudo sujetar con las manos del borde del abismo y tras un momento de peligro el mismo consigue izar de nuevo su cuerpo y proseguir con el descenso.

Finalmente todos llegáis abajo, la entrada... no es seca, las escaleras se sumergen en el agua, justo donde se abre una cueva, no muy alta pero bastante ancha, y con ello recordasteis lo de que los barcos de los piratas desmontan sus mástiles para poder caber en ella.

En agua llega a la altura del pecho de un humano, un enano ha de caminar de puntillas o subirse a hombros de alguien, la oscuridad ya es casi completa, excepto los que tienen visibilidad nocturna el resto ven poco más que una cueva oscura.

Ayudo a Angainor a pasar por este mal trago, sé que a los enanos no les gusta el agua y Angainor suele ser demasiado orgulloso para reconocerlo así que antes de que tenga que pedir ayuda decido prestarle mi brazo para que se apoye en mí y así poder cruzar esta zona con mayor tranquilidad.

- Angainor no seas terco y toma mi brazo...con esa cota no creo que flotes mucho y las ropas mojadas dificultarán tus movimientos - le susurro al enano

Desciendo no sin complicaciones. Al colocar el primer pie sobre las escaleras, este no logra estabilidad, por lo que decido dejar un espacio prudencial entre Lorgan y yo para no llevármelo por delante llegado el caso de caer.

En un par de ocasiones mis manos y pies no consiguen asentarse en condiciones y vi mi cuerpo cayendo hacia el rompiente mar. Intenté tranquilizarme, pues estaba claro que los nervios no ayudaban nada. Paré de bajar unos segundos en los que los de arriba no hacía más que protestar al entorpecer el camino, pero no me importaba. Necesitaba relajarme para poder descender con alguna garantía.

Lorgan que iba por delante fue de gran ayuda, pues me iba indicando los lugares más seguros por los que iba pasando.

Finalmente llegamos al comienzo de la gruta y la oscuridad se hizo patente en el interior de la misma.

El descenso se hace arduo y difícil, en tan agreste terreno. Los resbalones son muchos, y también las falsas rocas, que a punto estuvieron de precipitar mi caída y la de algunos compañeros. Traté de ayudar en lo que pude a los demás, avisándoles del peligro o dónde debían pisar. No hubo pérdidas que lamentar, gracias a los Valar.

Cuando pisé de nuevo roca firme, suspiré, aliviado. No me había gustado el descenso, y menoa aún en tan penosas condiciones.

Observé la cueva, el agua, la oscuridad.

-Podríamos intentar encender antorchas, pero tal vez no sea lo más prudente, pues alertaría de nuestra presencia de inmediato, ¿no os parece?

Entorné mis ojos, tratando de ver algo en la oscuridad.

Mis pasos se sienten pesados, uno tras otro sobre las escaleras naturales. Levanto mis brazos como si hiciese equilibrio sobre una cuerda y dejo mi vista perderse en la nada. Un paso y otro, y alguno que parece flaquear de repente. Se acelera mi respiración pero logra volver a la normalidad al momento en que recupero el equilibrio.

El camino resulta eterno y prácticamente no veo ni el húmedo suelo ni a mis compañeros. Dejo mi mente perderse para no pensar en el lugar en el que estoy... mi cabeza rememora viejas épocas, sueño perdidos entre las rocas, añejas anécdotas que me hacen sonreír de a momentos a pesar de la situación en la que me encuentro. Y de repente, llego al final de la escalinata.

Doy unos pasos y me adentro en la cueva. Mi cuerpo va sumergiéndose a cada paso y con dificultad puedo mantenerme ya con la cabeza afuera para poder respirar. Observo a Ted y levanto una ceja... "- Estás loco humano, mi armadura va a permitirme manejarme mejor gracias a que la corriente no podrá moverme por el peso- le contesto con cierto enfado, manteniéndome lo mejor que puedo sobre las puntas de mis pies-. Pero lo entiendo, te da vergüenza solicitar mi ayuda... sabes que los enanos tenemos buena visión en lugares como estos... no te preocupes, Ted, no pasa nada- le digo, contestándole lo primero que me viene a la mente e intentando dar la mayor credibilidad posible a esas palabras, y tomo su mano al instante asegurándome de no caerme".

Con la sensación de adentraros en la boca del lobo seguís vadeando por el agua, intentando ir cerca de la pared rocosa para que vuestros pies hagan suelo. El prisionero os avisa - Siempre hay gente de acá para allá y hay tantas trampas que no me las conozco todas, vayamos con mucho cuidado...

Con mayor o menor fortuna por la oscuridad, la cueva se ensancha y se vuelve a estrechar ¿Se cierra? No, no del todo, más adelante hay un recodo y la cueva parece seguir montaña adentro, parece increíble que por aquí quepa el navío de los piratas pero fijándoos un poco más podéis ver los laterales escavados para que pueda pasar.

Las palabras del enano me hacen sonreír, y me afano en intentar que mi compañero no pase un mal rato. Los enanos y el agua no se lleva muy bien y menos cuando llevas una cota de malla que pesa más que yo seguramente.

- Vayamos despacio entonces, es mejor no pisar ninguna trampa y más cuando estamos tan cerca de nuestro objetivo... - digo en voz baja para que mis compañeros me pueda escuchar e intentando que el eco no agrande mi voz - ...¿qué tipo de trampas tienen puestas en esta entrada? - pregunto con curiosidad.

Caminamos unos pasos y la ayuda de Ted no me viene para nada mal... "Maldito Umli, pavoneándose de aquí para allá por su altura... por Mahal que lo último que tiene es sangre enana...", me remuerdo en mis pensamientos, envidioso de la facilidad con la que se mueve mi compañero.

Atentos mis ojos en la oscuridad de la cueva, logro percibir un reflejo mínimo, pequeño, que enseguida llama mi atención. Al instante, levanto una mano para intentar dar una señal de alto.

"- Selnoi, cuidado- digo en susurros y agrego-. Cerca del recodo, allí... hay unas cadenas que van de pared a pared. ¿Qué es eso, muchacho?- concluyo preguntándole al Pirata".

Voy unos pasos detrás de Angainor, y logro escuchar su aviso a pesar de sus susurros. Se lo transmito a los que me siguen.

-Atentos, hay unas cadenas de pared a pared.. ¡podría ser una trampa! -susurro a mi vez.

Por si acaso, busco el mango de mi espada bajo el agua. Me hace sentir seguro poder desenvainar a tiempo, o creer al menos que puedo hacerlo.

¡Menos mal que los ojos del enano pueden desenmarañar esta oscuridad, y ver cosas donde para nosotros solo hay negrura!

Esperé a escuchar la respuesta a su pregunta.

Miro a un lado de la pared y a otro, atento a las palabras del enano:

-¿Podría ser un escollo para evitar la entrada de más barcos? Me parece demasiado grande para considerar frenar a una persona. Tiene pinta más bien de impedir el paso de grandes cuerpos como el de un barco.

- Ah... Si, disculpad – Interviene el prisionero - No lo consideré digno de mención, es justo lo que indica Eadar, una medida preventiva para que no se metan embarcaciones por aquí, si se meten como tardan en adaptarse al cambio de luz la cadena evitaría el efecto sorpresa, además puede que les dañara el casco, está sólidamente anclada a la roca...

Visto que no se trataba de una amenaza real para vuestra incursión seguisteis avanzando por el agua, tras el recodo se abrió ante vuestros ojos una caverna aún más grande. Hermosas estalactitas adornaban la bóveda, pero esto no es lo único que os llamaba la atención, justo enfrente de vosotros había un pequeñísimo puerto, con dos navíos atracados. Los dos os resultaban familiares, eran los dos barcos que habían usado los piratas, el más rápido, el que os asaltó aún tenía alguna de vuestras flechas clavadas.

El agua se volvía más profunda en el centro, pero yendo por los laterales se podía vadear hasta poder alcanzar el fondo de la caverna y quizás del agua.

Sigo avanzando con cuidado mientras ayudo a mi amigo Angainor. Miro los barcos y le digo a los compañeros que tengo cerca.

- Deberíamos quemar esas naves en cuanto podamos...así no las podrán utilizar nunca más... 

Era una buena forma de terminar con los ataques de este grupo de corsarios y así ayudar a otros. Además me traen malos recuerdos esos dos navíos.

Avanzamos por el agua y salvamos el recodo. Lo que se abre ante nuestros ojos ahora es una caverna de vastas proporciones. Dos barcos se encuentran amarrados a una especie de puerto.

-Si que tienen bien montado el negocio. Pensé.

Bordeando cerca de las paredes posiblemente pudiésemos avanzar sin tener que meternos hasta el cuello en el agua.

-Ted, no es mala idea -dije al escucharle-. Pero es improbable que salgamos por aquí, con tantos escollos y tan mal acceso de huída. Y ahora no podemos hacerlo, o evidentemente nos delataríamos. En todo caso, plantando fuego cuando no estuviésemos aquí, serviría de distracción, pues muchos de ellos vendrían a apagarlo.. ¡Un momento! -algo se me ocurrió, con tanto divagar-.. Uno de nosotros podría quedarse y plantar fuego a los barcos más adelante. Es más fácil escabullirse a uno solo que a todo el grupo, y parte de sus hombres estarían aquí apagando el fuego, distraídos.. ¿qué os parece la idea?

No me parecía descabellado, en un principio. Y el fuego en este caso puede ser nuestro aliado.

"- O sólo díganme cuando y le haré unos hermosos agujeros a ambos... para cuando quieran usarlos se llevarán la sorpresa- expreso riendo entre dientes".

Continuo el camino por el costado y me sirvo de la ayuda de Ted... no ha sido una mala idea, para nada... la verdad que lo último que me faltaría sería ahogarme aquí a lo tonto.

"- No es mala la idea- menciono ante las palabras de Lorgan-, pero el problema está en que sería uno menos para acompañarnos, tomando en cuenta que no sabemos el número de bandidos que nos esperan, y no sé de qué manera podríamos avisarle al que esté aquí sobre cuándo empezar la fogata- agrego".