Partida Rol por web

En ese momento el bueno de Roger abre los ojos y se incorpora, totalmente desorientado.

Sueñas con verdes prados suizos y con una bonita cabaña de madera en lo alto de una montaña. Tienes un rebaño de ovejas ¡negras! a tu cargo y una de ellas te mira y se pone a dos patas, descubres que se trata de uno de esos horribles hombres que te dieron el vino...

Te despiertas, estás en un sitio húmedo y lóbrego, te mareas, notas movimiento, la sala está poco iluminada, sólo por un candil. Estás encadenado, junto a ti están tus dos compañeros, hablando con un hombre que no conoces. Estás vivo.
 

- En el mío tampoco... ¡Son de la Tierra! Pero no están dormidos, es imposible. Imposible... a menos que... pero nunca tuve conocimiento de algo así- repara en que Roger se despierta -bienvenido a las Tierras del Sueño, el mundo de los durmientes de la Tierra y hábitat de criaturas increíbles y cosas maravillosas que aún no he descubierto. Soy Andrew Tamarline, de Londres, Inglaterra. Estoy durmiendo y he viajado hasta estas tierras por una poción fabricada por gules que adquirí a un curandero wahutu en una aldea remota de Nueva Guinea en uno de mis viajes. Soy prisionero, al igual que ustedes de los hombres de Leng, despiadados y salvajes.

—¿Qué diablos...? —masculló mientras trataba de ponerse en pie.

En ese momento se dio cuenta de sus ataduras. Era verdad, le habían drogado o algo peor y ahora estaba ahí a merced de sus captores. Buscó con la mirada al resto y el verlos ahí le tranquilizó un poco.

—¿Las tierras del sueño? ¿Cómo diablos hemos llegado hasta aquí? ¿Patterson, qué cojones ha pasado?

El carcamal se despertaba y volvía a su habitual tono de jovialidad y el recién presentado como Andrew Tamarline continuaba su desvarío de fantasía.

Miré despectivamente a Bucks pero ni me molesté en responder sus preguntas, no tanto por el tono impertinente con que las había formulado si no porque no tenía mucho idea de cómo responder. Me volví hacia Andrew y le miré un segundo y tratando de mantener la calma le hablé.

- Sr. Tamarline, yo soy Jack Patterson soy profesor de arqueología en la universidad de Miskatonic. Estábamos explorando unas ruinas en las selvas hondureñas cuando caímos por un agujero como bien dice el Sr. Devin. - Digo señalando a Stuart.

Trato de traer al hombre a la razón hablándole de los sucesos más inmediatos. - ¿Podría contarnos algo más de nuestros captores y de cómo ha caído en sus garras?

Lo siento señor Roger, estuvimos viendo como usted nos dijo la situación, ocultándonos de estos seres que comieron con usted para después uno de ellos tocar con sus cuernos su frente y verle cómo caía inconsciente, ¿tiene usted algún dolor en la frente? pues no sabría apreciar si fue algo mágico o un fuerte choque, ¿le duele la cabeza señor Roger?.

De repente empecé a pensar en todo lo que nos decía este tipo, las tierras del sueño que se accede a ellas por una poción fabricada ¿por quién? ¿qué nombre eran aquellos?.

Un momento señor Andrew ¿qué son gules? miré un poco nervioso sabiendo que nuestras conversaciones se entrecruzaban con las de otros compañeros, quizás debido al nerviosismo y la locura de la situación que hacía que perdiésemos los modales y habláramos como en un gallinero.

—¿Gules? —preguntó Roger escandalizado. 

Había leído acerca de esas criaturas pero nunca que fueran reales. Pronto se tranquilizó un poco y se tocó la cabeza.

—¿Dolor de cabeza? Ehh... no, creo que no. Estoy algo mareado pero no me duele la cabeza. Un momento —gritó—. La bebida, seguro que fue eso, la maldita bebida.

Asentí ante el comentario del señor Roger "sin lugar a dudas había sido un efecto mágico de estos seres no era propiciado por la comida como pensaba Roger, pues cayó justamente cuando los cuernos tocaron su frente no cuando comió, y éste hecho provocó la risa del extraño. Pero no abrí la boca me mantuve atento a la conversación mientras pensaba en lo sucedido y de qué manera salir de aquí".

Asiente con la cabeza una docena de veces, tantas que llega a poneros nerviosos. - Así que no saben nada de nada. Verán, de alguna forma que desconozco, ustedes han debido de atravesar una especie de portal entre dos mundos. Nuestro mundo, el mundo de la Tierra, de los seres humanos, el Londres, Nueva York y demás... y este otro mundo, en el que ahora nos encontramos. Es un mundo al que los seres humanos de nuestro mundo, hasta donde yo sabía, sólo podíamos acceder mientras dormimos tras haber consumido una poción especial proporcionada por esas criaturas de las que les he hablado, gules, criaturas de este mundo del Sueño. No se piensen que este mundo es otra dimensión o algo parecido, es un mundo muy lejano al nuestro, con esa fórmula y en sueños somos capaces de viajar a grandes velocidades a través del Universo hasta llegar a él. Lo que ocurre aquí tiene su transcendencia en nuestro mundo. Nuestros captores, son de Leng, una tierra dentro de estas Tierras que tiene fama de criar hombres despiadados que disfrutan con la tortura y el engaño. Yo quería ir a la Gran Biblioteca a adquirir conocimiento, pero de algún modo, uno de ellos me vio y me engañó para salir de Ulthar y hacerme prisionero.

Mi mente se resistía a creer a este sujeto. La monstruosidad que habíamos dejado atrás en la pirámide quedaba muy lejos y este onírico mundo era lo bastante real, por lo que mi mecánico pensamiento lógico se imponía y me hacían ver a este hombre como in lunático.

Sus fantasías no eran del todo novedosas, ya había oído hablar a chamanes narrar viajes parecidos en sus ceremonias alucinógenas, pero de ahí a pensar que estaban realmente en otro lugar era avanzar sobre arenas movedizas.

Me recosté un rato en la pared de la habitación y cerré los ojos, deseando por un instante que los delirios del sujeto fueran ciertos y el sueño nos llevará de vuelta a la realidad.

Pero... le contesté al hombre ¿y nuestros captores de que raza son? ¿Cuales son sus poderes y sus puntos débiles? ¿Las leyes que imperan en este mundo nos dan alguna ventaja a los humanos?

Fueron algunas de las preguntas que salieron de mi boca casi sin controlarme, y aunque en mi mente una cantidad de preguntas iban haciendo cola una tras otra, tuve que pararlas para no desbordar a aquel hombre, ni tampoco desbordarme por la cantidad de información que pudiera recibir sobre un mundo que desconocíamos hasta entonces más propio de las ciencias ocultas que de cualquier otra rama científica, después me callé esperando contestación aunque miraba para el suelo sólo pensando en cómo salir de aquí.

Antes de que pueda contestar, una fuerza exterior parece sacudir el barco, que es zarandeado y todos estáis a punto de caer al suelo tras golpearos con  una de las paredes.

- ¡Caray! no había sentido ese temblor en el viaje de ida. Creo que estamos dejando atrás la caverna... su raza es la de Leng, he oido que el hechicero Haon-Dor prepara algo, no sé si vuestra presencia con vuestros cuerpos materiales tiene algo que ver con eso.

En ese momento se abre la puerta del cabalozo.

Dos de los hombres de Leng entran y pegan una patada en las costillas al tal Andrew dejándolo sin aliento hecho un ovillo. Uno de ellos empieza a desatarle, parece que se lo van a llevar.

Otrora hubiera descartado la idea por bizarra, pero tras leer aquel libro y experimentar en si mismo reacciones del todo ilógicas, el raciocinio del viejo Bucks se molestó en buscar una explicación a toda esa retahíla de historias mágicas y seres magníficos. 

—Bien —dijo tratando de digerir la información—. ¿Alguien sabe porque nos tienen aquí? ¿Quieren algo?

Casi atropelló las palabras de Stuart. Ya había leído bastante de seres hasta el momento irreales y la curiosidad de Devin no hacía más que retrasar la utilidad de sus preguntas. Roger quería, como todos, salir de ahí, volver a su realidad. Pero eso era difícil sin entender los motivos por los que estaban ahí.

De repente el ajetreo hace que todos se desestabilicen y aquellos seres entran a por el señor Tamarline.

—Eh, ¿qué van a hacer con él? ¿Qué diablos quieren de nosotros? —gritó.

Maldición dije en mi interior sin duda nos estaban escuchando, pobre doctor nos ha dicho lo que quieren hacernos ¡es terrible! espero que el doctor no pueda sufrir en este sueño suyo, que sea todo un despertar para él en su casa de Nueva York. No como nosotros que estamos aquí en cuerpo y alma, quizás por eso nuestra alma sea tan codiciada, en un mundo tan horripilante que criaturas de esta índole se pasean por las tierras con un alma condenada diría.

Más no osé intervenir aunque al doctor se lo llevaban esperaba que despertase de su sueño sin sufrir percance alguno, en cuanto a nosotros me mantuve en silencio para sobrevivir y cuidar o proteger a mis compañeros, ahora era imposible pero tendría que haber algún momento en el viaje en que pudiéramos huir.

El brusco movimiento de la embarcación me sacó de mis cavilaciones interiores y miré alrededor comprobando que la estructura no se había dañado. Una fuga de agua con nosotros aquí dentro encerrados convertiría este camarote en una tumba acuática.

Cuando llegaron los extraños seres cornudos para llevarse a aquel sujeto me quedé mirándoles con seriedad siendo consciente de nuestra impotencia por hacer algo mientas estuviéramos atados.

Mientras se llevan a rastras al pobre hombres sin dar ningún tipo de explicación, podéis oir cómo con débil voz anuncia -cuidado con lo que nos puede condenar a todos... -no entendéis del todo sus palabras, aunque deben estar relacionadas con lo que os estaba contando.

Escucháis los pasos de los marineros llevándose a Andrew a algún lugar no muy lejano, en las propias bodegas. Entonces podéis escuchar cómo el hombre grita de dolor mientras farfulla cosas que no entendéis y de una forma que casi hace que os volváis locos.

Después se hace el silencio.

El tiempo pasa de forma muy curiosa, cada unas cuantas horas un marinero os visita y os lleva pescado a medio cocinar y una jarra de agua a cada uno. Esa es toda vuestra comida durante lo que parecen varios días, el barco sigue moviéndose a buen ritmo - por lo que os parece percibir -impulsado por lo que os parecen remos, pues cada poco tiempo escucháis jadeos desde otra sala de esfuerzo y golpes sordos que identificáis como remos golpeando el suelo rítmicamente. Tenéis que hacer vuestras necesidades no muy lejos de donde dormís puesto que las cadenas apenas os permiten libertad de movimiento.

En un momento dado, notáis cómo zozobra el barco de manera extraña y escucháis movimiento arriba. A los pocos segundos, escucháis cómo los marineros bajan a las bodegas, escucháis cómo hablan entre ellos en un su dialecto suave y meloso. No entendéis qué está pasando.

Pero que quería decir nuestro compañero memoricé sus palabras por si más adelante recobraban el sentido que ahora no conseguía discernir, al escuchar los gritos de dolor me llevé las manos a la cabeza intentando ser fuerte ante mis compañeros "malditos monstruos no son más que alimañas bípedas que hablan" .

Escuché el silencio después de la tormenta sin lugar a dudas nuestro compañero estaría en Nueva York despertándose de tan desagradable pesadilla quería así pensarlo para no castigar mi conciencia.

La comida que nos sirvieron me la comí como aquel que come por obligación otra vez nos encontrábamos desprovistos de nuestra dignidad aunque esta vez vestidos, es que nuestra suerte no iba a cambiar...

Pasado una horas el barco hace un brusco movimiento como si intentara esquivar algo que no había visto, a este movimiento le siguió el paso acelerado de los marineros y después el adentrarse en la bodega hablando en su idioma, miraba expectante con los ojos casi desorbitados esperando con ilusión que todo se fuera a pique para poder huir, pero ésto no era posible atados como estábamos sin lugar a dudas que moriríamos si el barco naufragaba.

Los gritos del cautivo me hielan la sangre. ¿Qué demonios han hecho a ese pobre diablo? ¿Serán antropófagos? Las imágenes de la tortura del prisionero y que podía llegarnos en cualquier momento golpeaban en mi cerebro. No era capaz de pensar con claridad y solo un intermitente sueño me permitía descansar de las escabrosas escenas.

Yo sí que comí con ansias el alimento que nos ofrecían de vez en cuanto. No recordaba cuanto tiempo había estado sin probar bocado y a pesar de que no me agradaba el menú, había que reponer fuerzas para lo que estuviese por venir.

Por fin algo sucede, el barco sufre otro movimiento brusco y los captores se acercan. Agudizo la oreja con intención de entender algo de lo que dicen, si bien no el significado de las palabras, quizás el tono o algún nombre recurrente.

Pescado, pescado y más pescado. Esa gente no sabía lo que era cocinar un buen pescado. Roger lo comió con desgana porque no había otra cosa que comer y, en su estado, no se podía permitir el lujo de hacer ayuno.

—¿Entendéis algo? —preguntó a sus compañeros de celda mientras trataba de poner el oído para ver que decían aquellos seres.

Seguramente había llegado la hora de alguno de ellos. Ahora ellos serían los que gritarían de dolor, los que sufrirían una horrorosa muerte por parte de aquellos seres caníbales. Ahora, después de tanto tiempo, el sospechoso Morgan podía llegar a ser un buen amigo en comparación.