Partida Rol por web

No había una cosa más terribles que la espera. ¿Por qué la criatura tardaba taaaanto en hacer acto de aparición? La habíamos descubierto, por lo que no había mecanismo de sigilo capaz de paliar tal situación. ¿Por qué no había saltado ya con sus afilado dientes para masticar nuestras carnes y huesos? ¿Por qué alargaba nuestro sufrimiento?

Ay, los miedos de la mente. Te hacen pensar cosas donde no las hay. Una pobre viejecita salió de su escondite. La pobre parecía que tenía pie y medio en el otro barrio. ¿Cómo es que paseaba por la noche sin estar acompañada de nadie?

- Pero por favor, venga aquí y siéntese con nosotros.- le dije con solemnidad, la pobre anciana me daba lástima.- ¿Por qué no prueba un poco de este delicioso estofado de mi amigo, aquí presente, cocinero? Le ayudará a recuperar fuerzas.- Hack siempre decía que con los viejos había que ser serviciales, pues era fácil ganarse su confianza. Así cuando estuviesen bien dormiditos, mirar el cajón de las joyas. Beneficios instantáneos.

- Y digános, ¿dónde se encuentra esa cueva? Estoy seguro que mi amigo y yo podremos acompañarla, ¿verdad?- Miré a Volstagg esperando una respuesta.

Mi querido compañero me ha quitado las palabras de la boca. Siente a nuestra vera y disfrute de estás exquisitas viandas que he preparado con esmero. No se preocupe, llega para los tres pues tengo por costumbre hacer de más por si hay gula le respondo a la anciana mientras relleno un nuevo cuenco con comida.

Una vez terminada de servir una copiosa ración se la entrego a la anciana cuéntenos más sobre su contrariedad buena mujer. Nosotros somos nobles y poderosos aventureros, seguro que estará al alcance de nuestros vigorosos brazos el poder ayudarla.

-Ay, zagales, que güenas personas que sois! Que majos...- dijo la abuela acercándose hasta la lumbre y aceptando el cuenco que le ofrecía Volstagg.

-Si es que siempre me pasa lo mismo: salgo de paseo por estos bosques tan bonicos y se me pasa el tiempo volando, niño!-dijo agarrando el brazo de el joven Terney.- Y mira que mi pequeña ya me lo tiene dicho "Maaaa, que ya no tienes la cabeza como para irte tan payá, que mira que si te coge alguien...". Pero, por suerte, me he encontrado con este par de simpáticos muchachotes bien educaos y amables.

La vieja Maya dió un par de cucharazos al potaje del enano y continuó.

-Pero tengo que volver rápido a mi casa, que no es una cueva alma de cántaro, que es una casita en medio del bosque. No puedo entretenerme, porqué si no mi hijita saldrá en mi busca y no quiero que sea atacada por las peligrosas criaturas de estas tierras. Me acompañaréis? De verdá de la güena? Mirad, para encontrar el camino a casa, mi Sofi me enseñó una adivinanza que me ayudaría a encontrar nuestra casa. Es esta:

Soy un árbol frondoso

que da buen fruto

pero cuando oyen mi nombre

dicen que hurto.

Debemos encontrar ese árbol y llegaremos a nuestro hogar. Allí podréis descansar cómodamente.
 

-Uyyyyyyyyyy! cena con espectáculo! vamos a quedarnos grandullón- digo toda animada tirándole de la manga, las orejas o lo que pille -Y de cenar ponme algo rico, lo que quieras, pero que esté rico, eh? y un buen remojante de gaznate, que estoy más seca que el toto de frígida totoseco, y rapidito

Me encantan los espectáculos, la gente no presta atencion a sus carteras.

Mientras aguardábamos a que el japiflagüer del camarero nos sirviera algo de comer y de beber, me giré hacia Kadisse, dispuesto a tratar temas importantes.

-Muy bien, señorita de mano larga, deberíamos ir comenzando a evaluar nuestras posibilidades. Mañana a primera hora de la mañana habrá que terminar de recorrer el trayecto pero, ¿qué haremos una vez que lleguemos a nuestro destino? Ya has oído al tendero barrigón: la zona hacia la que nos estamos acercando es así como un pelín peligrosa, con gente con un gran apetito sesuaaarrrrl y otros peligros de tal calibre y... ¿Y qué hacemos esperando para ir a reunirnos con el enemigo entonces? Quiero decir, tendremos que estar preparados para lidiar con todos los peligros con los que nos vamos a encontrar. Y no me digas nada de ir sigilosos cual gatete nocturno, que con mi tamaño puedo hacer cualquier cosa menos pasar desapercibido.

Mientras la genuina pareja conversaba y establecía un plan de acción en su parte de búsqueda de la espada mágica, el posadero les postraba frente suyo una minúscula cacerola de humeante caldo de calabaza, acompañada de un insulso vaso de agua.

Krugg y Kadisse se miraron sorprendidos, pensando que era una broma aquel tipo de cena digna de un gnomo. Pero no, de broma, nada de nada. Puede que aquella sopa fuera de lo más deliciosa, pero era casi seguro que aquella noche se quedarían con algo de hambre...

De repente, alguien o algo golpeó la puerta de entrada. Si el silencio reinaba en aquell posada, tras aquellos golpes, no se sentía ni el volar de las moscas. La gente quedó congelada, nadie respiraba, ni tan siquiera pestañeaban, no se escuchaba ni el más minimo rui...

-PPPFFFF!!!

Una sonora ventosidad se escuchó en el fondo de la posada. Un fornido hombre comenzó a sonrojarse avergonzado y solo pudo excursarse con un "es que ese plato de colesssss....".

A continuación, los clientes del local miraron de nuevo a la puerta de entrada, esperando conocer el responsable de aquellos golpes. La puerta, lentamente se abrió y dejó ver una imagen impactante.

Un muchacho, vestido con ropas humildes, se presentó en la sala con paso tambaleante. Mostraba heridas varias en el cuerpo y sus ropas estaban empapadas en sangre.

-Es Nelson, el ayudante del maestro Japyflauers!-dijo el posadero corriendo hacia él para prestarle ayuda. -Qué ha sucedido Nelson? Donde está el maestro?

Balbuceando entre gorgoteos de sangre, el joven ayudante intentó explicar lo sucedido.

-Aparecieron entre las sombras...por sorpresa...se han llevado al maestro...

Atendí con atención a la explicación de la pobre y agotada anciana. Qué suerte había tenido aquella anciana al no toparse con alguna terrible criatura que la acechase por la noche. Por suerte, ya no había peligro para ella. Lo único que peligraba ahora era su alijo de joyas bien hermosas que tendría a buen recaudo en la casita de campo. Y además con una moza. Con suerte, pensé que sería igual o más fea que la anciana para que no me entrase un ataque de balbuceo. Sería incapaz de quitarle un rico caramelo a una bella dama (tampoco tuve ocasión de hacerlo).

Entonces fue cuando nos metió prisas. Se encontraba en una situación delicada y necesitaba por todos los medios regresar al hogar. Para ello necesitaba encontrar el camino de vuelta. Y sucedió la peor de las tragedias: una adivinaza.

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Malditas adivinanzas, no les encontraba la lógica. Pero debía ser capaz de ayudar a tan pobre anciana, por lo que escuché tan odiosas palabras.

- ¿Hum?- me pregunté.- ¿Un árbol que roba? YA LO TENGO. - grité entusiasmado.- Debemos buscar un Arbolroba, un árbol con antifaz y un cuchillo en una de sus ramas que si no le pagas su tributo, te roba hasta el alma.

¡Por mi barba que es esta una misión para bravos guerreros como nosotros! No tema buena mujer, pues está en las mejores y más poderosas manos que recorren los Reinos Recordados.

Terney, ¡has demostrado ser tan inteligente como valiente y bravo en combate al desentrañar los misterios del enigmático acertijo! Con esta pista de seguro podremos encontrar el camino a la morada de esta pobre anciana. ¡Partamos pues sin demora! y dicho esto comienzo a recoger los trastos y hacer el macuto, no sin antes dar buena cuenta del resto de la comida, pues como mi madre me había enseñado es de mala educación dejar comida en el plato y en el puchero.

Tras levantar el improvisado campamento (y era una lástima porqué les había quedado bastante cuco, la verdad!), los dos aventureros junto a la vieja Maya, comenzaron el camino que les llevaría hasta la cabaña que daría cobijo a Terney y Volstagg.

-Pero...ya tenéis claro pá onde hay que ir, mozuelos?

Ambos se miraron y coincidieron que muy lejos no debía ser, ya que una abuelita torpe y cegata como aquella, no debería haberse alejado mucho de su humilde hogar. Por ese mismo motivo, estaban convencidos que sería más que fácil encontrar el dichoso árbol y, de rebote, la cabaña.

La pareja miraban de un lado a otro buscando el árbol de la adivinanza propuesta por Maya, pero no estaban del todo seguros de saber a cual se refería. Estarían toda la noche en aquella búsqueda o serían más prestos en el reecuentro de Maya con su queridísima hija?

Me levanto de un brinco cual ágil felino cleptómano:

-Ahora hablamos de eso machote, pero parece que este chaval necesita ayuda, y las ayudas se pagan! 

Me acerco al chico, con cara de preocupación:

-Eh, chaval, relaxing in the reinos recordados. Seguro que a este AMABLE TABERNERO no le importará invitarte a una jarra fresquita que te alivie las tensiones mientras encontramos algo con lo que tratarte las heridas y nos cuentes que ha pasado, verdad?- le guiño un ojo al posadero, como si no se notase que lo acabo de meter en un compromiso bastante chungo, mientras le hago una seña a cualquier camarera, responsable aparte del ''barman'' para que avise a un médico o algo.

-¡Por todos los demonios! ¿Dónde has estado, muchacho? ¿De tertulia en un plató de Telecirco?- exclamo al ver las horripilantes heridas del joven.

Si esto es lo que nos espera en el bosque, más vale que tenga mi tremenda hacha a mano, por si las moscas. Aunque a estas moscas me parece que vamos a tener que cazarlas a cañonazos. ¡Madre mía, qué ruina de chaval!

-¿Quién es tu maestro, quién se lo ha llevado y por qué?- pregunto, mientras de un manotazo aparto a todo el mundo de la barra para que se coloque el sanguinolento muchacho.

En tal situación me hallaba, buscando ese árbol que robaba a las personas. No tenía que ser una tarea complicada. ¿Quién no sería capaz de ver un árbol así? Ciegos deberían estar para no poder verlo.

Levantamos el campamento con sorprendente rapidez. Yo había participado con gran ánimo, pues mi mente pensaba en el hogar de la anciana y más concretamente en las joyas que se esconderían en los rincones más insospechados. Riquezas inimaginables. Sería un buen comienzo para un pirata que acababa de perder su nave y capitán.

- No andará muy lejos ese árbol, lo encontraremos enseguida y de rebote vuestro humilde hogar.- lleno de joyas.

Tras montones de peligrosas y complicadas aventuras, tras luchar y vencer a las más fieras y poderosas criaturas de los Reinos Recordados, una empresa de la magnitud de encontrar un misero árbol no entrañaba dificultad alguna para el grandioso y valeroso Volstagg.

No temáis buena mujer, encontraremos el camino a su morada en menos de lo que tardo en comerme un pastel.

Poco tardaron Volstagg y la abuela en encontrar el curioso árbol del acertijo: un algarrobo. La búsqueda de Terney parecía ir en otra dirección... Curioseaba entre matorrales, florecillas y se ensimismaba con el vuelo de algún que otro bicharraco. Pero afortunadamente, la vieja Maya reconoció de inmediato su humilde hogar...

La cabaña era muy simple, hecha de madera y con clara apariencia de sencillez. Un vallado daba paso a un pequeño huerto con tomateras, patatas y alguna que otra lechuga. Pudieron escuchar, posiblemente de la parte trasera de la casa, el sonido de lo que intuyeron era alguna gallina turuleca. De una de las paredes exteriores, colgaba alguna pieza resultado de alguna trampa de bosque: un conejo o parecido...

Estaba claro que aquella mujer, junto a su hija, vivía en un estado de pobreza aparente, pero que habían sabido sobrevivir con lo poco que les ofrecía la naturaleza.

De una de las ventanas, se podía observar la luz que ofrecía el interior del hogar. Por fin habían llegado al lugar donde descansarían cómodamente...

-Pequeña! Tu mami ya ha vuelto a casa! Y tenemos compañía...-gritó la abuela. Acto seguido, la puerta se abrió y apareció la hijita de Maya.

-Mamá, donde te habias metido? He estado muy preocupada por ti!- dijo con voz aterciopelada, la inocente chiquilla.

El muchacho respiraba entrecortadamente, mientras le fregaban las múltiples heridas mediante paños húmedos que el posadero limpiaba sin cesar. Habían situado a Nelson encima de la barra del local, mejorando las atenciones médicas que necesitara.

Todos en la sala mostraban un rostro de temor y preocupación. Alguien, o algo, había atacado a aquel muchacho y a su maestro. Ante la insistencia de Krugg, Nelson explicó lo sucedido.

-Necesito agua!- demandó el chico para aclararse la garganta antes de la intrigante narración- Mi maestro, el venerable Japyflauers, y un servidor, nos dirigiamos hacia aquí para realizar nuestra reunión semanal con sus seguidores y poder deleitarlos con la extensa sabiduria. Como siempre, seguiamos el camino entre bromas y agradable charla cuando...

Un escalofrío recorrió el cuerpo del muchacho, frenando por unos segundos la explicación de los sucesos. Tras respirar profundamente y recuperar la compostura, continuó:

-Aparecieron de repente...entre las sombras...con aquel olor a fritanga...

Varios "oh, no!", "dios, otro vez ellos!" y "se va a vé un follón que no sabe ande sa metío!" recorrieron la posada dejando una estela de pánico y terror. Nelson dio la respuesta a la cara de dudas de Krugg y Kadisse.

-Eran los Chistorros! Unos salvajes "colesterados" que solo piensan en acabar con la sana idiologia del maestro Japyflauers. Lo han secuestrado!!! Noooooo!!!... Lo obligaran a comer morcilla, patatas bravas y cerveza fría. Por favor, ayudadlo...

Todos los ojos de la posada se postraron en la mujer y el enano gigantón. Todos mostraban una súplica. Todos deseaban el retorno de Japyflauers... Cual sería la respuesta de la pareja?

Así empezó la búsqueda del árbol que te robaba a punta de cuchillo. Como no sabía muy bien qué forma tenía semejante vegetal, me dediqué a buscar por los suelos. Quizá encontraría algún rastro de hojas caídas del árbol de la adivinanza. Creo que estuve varios minutos mirando por los suelos y pronto mi ánimo cayó. Mi búsqueda había fracasado, por lo que me dediqué a seguir a Volstagg y la anciana mientras miraba algunas mariposas nocturnas o luciérnagas. Su color verdoso me recordaba siempre a la jarra de grog con aroma a limón, patentado por LucoArts.

Entonces sucedió el milagro. La cabaña de la anciana apareció. Ternye se frotó las manos, pensando en las joyas que se encontraría ahí dentro.

- Magnífico olfato, mi querido Volstagg. Los rumores de vuestra grandeza no exageraban nada en absoluto.

La anciana llamó a su hija para que saliese. Nunca estuve preparado para ver una joya en carne y hueso. Mis ojos se abrieron como platos y al igual que mi boca. Si ésta fuese de goma convencido estaba de que me hubiese legado al suelo. La "niñita" parecía salida de una revista de jóvenes bellezas.

Quise saludarla, decirle mi nombre y muchas más cosas, pero de mi boca salieron sólo balbuceos ininteligibles. Tras mucho esfuerzo, conseguí decir algo:

- H…h…ho…hol…hola… S…So…Soy… T…Te…Ter…Tern…Terney… ¿Qu…. Qué t…ta….tal est… esta-ta-tás?

Durante unos instantes me atuso mi barbilla barbilampiña, mientras pienso en las posibilidades.

Nosotros tenemos una misión que cumplir y no deberíamos estar atendiendo a los problemas de un puñado de zoquetes. Sin embargo, si fuese alguien de mi vecindad quien estuviese en peligro, me gustaría que un par de aguerridos héroes ayudaran a mi panda de zoquetes...

-Nosotros ya tenemos una misión que cumplir y de la que no podemos desviarnos- comento con seriedad- Pero bueno, siempre podemos posponerla por unas horas para ayudar a un buen hombre, sobre todo si tal gesto heróico se ve generosamente recompensado...

Bueno, si cuela, cuela. A ver si me saco alguna que otra monedeja para comprarme un tónico crecebarbas.

-Mami, qué le pasa a este muchacho en la boca? Mira que es mono...pero también un poco tartaja! Ji, ji, ji...- dijo la linda chica removiendo con la mano una de sus coleta, mientras realizaba una caída de ojos y le ponía a Terney unos dulces morritos.

-Mi nombre es Sofi y te agradezco muchísimo que hayas ayudado a mi despistada madre a volver a casa. Este bosque está plagado de peligros. Pero que veo que eres un aguerrido y valiente aventurero, curtido en más de un encuentro peligroso... Uy! Pero si también hay un enanito del bosque! Qué cuco...

La esbelta muchacha acompañó estas últimas palabras, acariciando las barbas del enano cocinero como si se tratara de una mascota del joven pirata.

-Pero entrad, entrad... Debéis estar cansados y en nuestro humilde hogar podréis pasar la noche y descansar...- y mirando al pirata, le susurró al oído-...entre otras cosas... Ji, ji, ji, ji...

Siguiendo las indicaciones el joven ayudante del venerable maestro Japyflauers, Krugg y Kadisse llegaron al lugar donde habían sido emboscados aquella pareja de "come-hierba" hippiosos.

Kadisse observó que había sido una ataque rápido, organizado y coordinado casi a la perfección. No se trataba de simples aficionados... Krugg, por si parte, observó que existía un rastro que se adentraba hacia la maleza, posiblemente hacia el lugar donde los "Chistorros" había llevado su presa.

En total sigilo, o al menos todo el sigilo con el que puede desplazarse un enano gigantón por el bosque, la pareja siguió el rastro un buen trecho hacia el interior del terreno boscoso. De repente, Kadisse indicó el alto a Krugg. Utilizando unos gestos a los que el enano no pilló de la misa a la mitad, la mujer acabó señalando hacia unos metros más adelante donde se podía ver la luz de una fogata y el animado griterio de un grupo de hombres.

Sería aquel el campamento de los secuestradores o era el conocido encuentro nocturno de la "pajeria vasca" donde unos rudos hombres del norte competían por su hombría, dándose pedradas en el miembro viril a modo de masturbación extrema?

Quién sabe...solo había una manera de descubrirlo. O dos...