Partida Rol por web

Potter, que había asentido a regañadientes a las determinaciones de Miles, hizo una señal a Lewis y Sarah para que se posicionaran y diesen cobertura a los dos bravos. En cuanto pusieron pies en polvorosa, el capataz susurró, como cayendo en algo:

-¿Tres, Lewis? Juraría que nos dijiste dos… En fin, ya se verá.

La pareja abandonaba la sombra del granero, procurando perturbar en lo mínimo los charcos y zafándose de los zarcillos de las matas, ora aplastándose tras del menor montículo, ora sorteando las grietas que cuarteaban la colina, siempre con la cabeza gacha.

El cobertizo que había captado Miles resultó ser una caseta, una suerte de retrete. Parecía ser la única edificación que los indios habían respetado. Asomaron las cabezas y escudriñaron en las ruinas de la casa principal, ya a una decena escasa de metros. No percibieron nada. Nadie replicó a su avance con plomo ígneo.

El tuerto se ladeó un poco para observar detrás de Josie. Inmediatamente, su tosco rostro se deshizo en una sonrisa harto desagradable, cuajada de dientes amarillos y enfermos.

-Eeeh –titubeó el muchacho- Enseguida. Tard… ¡Augh!

La respuesta de William Clayton finalizó de esta forma tan abrupta, con un gemido de dolor.

Potter se volvió hacia los muchachos y anunció:

-Nada, ni un alma. Lewis, Sarah, dijisteis que había otro tipo abatido cerca del pozo y que no le disparasteis vosotros. ¿Qué me cuentas de éste que está aquí, Buckner?

Tras llegar a la relativa protección que le brindaba la vieja caseta, completamente a salvo y sin siquiera escuchar disparos en respuesta a los de su gente se permitió pensar por un momento que quizá todos los bandidos habían sido abatidos.- Lewis dijo que eran dos... - se dijo al tiempo que desestimaba esa explicación - No te confíes... nunca.

Confiaba en la habilidad de todos sus compañeros, pero a lo largo de los años se había asentado en su naturaleza, a traves de la experiencia, que toda cautela era poca.

Y en todo caso, ¿quien nos decía que no tenían amigos esperando aquí para llevar las reses hacia su verdadero destino?

Desenfundó el revolver - "Bonito" ¿ves a alguién? - le pregunté mientras yo mismo echaba un vistazo.

Lewis guardó silencio respetuoso mientras Miles explicaba su estrategia a pesar de resultarle un poco exagerada... pero podía suponer que el viejo vaquero ya había visto muchas cosas y a veces era mejor resultar algo paranoico que descuidado, así que se limitó a asentir tomando posición con una rodilla apoyada en el suelo.
-No sé quién le abatió, supuse que fue alguno de vosotros- se limitó a responder a Potter mientras apoyaba la culata de su rifle en el hombro para cubrir la carrera de sus compañeros... sin que nada extraño pasara.

Bajó el arma un instante, permitiéndose el lujo de arquear ambas cejas para mirar con mayor detenimiento alrededor y cerciorarse de que no había ni un solo movimiento a parte de ellos mismos. ¿Tantos lugares había para esconderse...?
Negó ligeramente con la cabeza y volvió a levantar su rifle a pesar de que parecían estar fuera de peligro.
Si Miles creía que podían haber más bandidos sería mejor no bajar la guardia a tener que lamentarse.

Bonito aún rumiaba la muerte que había causado y no había abierto la boca hasta ese momento:

-Nada, Miles. ¿Les hago una seña a los otros para que se adelanten?

El capataz sacudió la cabeza y concluyó:

-Es imposible que haya sido uno de nosotros. ¿Qué diablos habrá pasado aquí? ¿Se habrán matado entre ellos?

Todo continuaba en silencio, y mientras los dedos de la aurora iban desmenuzando la tiniebla.

Sarah hizo un gesto cuando Buckner le sonrió, no estaba segura de que fuera una sonrisa lo que había brotado de ella pero se juró que lo intentó al menos. Esa sonrisa le recordaba a alguien, un buen pasado quizás algo placentero. Se dedicó a escuchar a los demás pues sentía que su mente ya le estaba jugando malas pasadas. Además, no le cuadra de ningún modo lo que está pasando, es como si estuvieran jugando con ellos. Se adelante apenas un par de pasos, es obvio que la claridad no jugará a favor de ninguno o quizás de ellos si en verdad son más que los bandidos. Como sea aún no están seguros de ello.

-Creo que nos esperaban…

Dice en voz lo suficientemente clara como para que todos la escuchen, es lo que ella cree, no tiene por qué ser precisamente así pero de vez en cuando Sarah se permite confiar en sus presentimientos.

Adelante, "Bonito" - afirmó, escueto. Se quedó revisando la casa desde su posición, un esquinazo de la caseta, intentando ver cualquier cosa que pudiera alertarle de que uno de esos canallas seguía ahí dentro parapetado y esperando a que salieran al descubierto para agujerearles.

De inmediato, Bonito lanzó una serie de silbidos cortos para reclamar la atención del grupo en la retaguardia.

-El camino está expedito –interpretó el capataz. -Convendrá que algunos nos adelantemos: Lewis, vamos. –Y a Zachary y Sarah: - ¡Como Argos os quiero, con cien ojos!

El hombre abandonó el resguardo del edificio; su cuerpo robusto, poco flexible, se presentaba como un blanco perfecto: los compañeros permanecían expectantes a sus progresos. Finalmente, alcanzó la casetilla y, resoplando, se cobijó entre Miles y Bonito. Los pitidos en su resuello advertían de los padecimientos que podían alcanzarles después de una noche a la intemperie.

-¿Cómo lo ves, Miles? –preguntó.

Había algo que le olía a chamusquina en todo esto, desde que habían llegado siguiendo las huellas a este sitio, sentía que algo de todo esto no cuadraba, había algo equivocado... y esta incertidumbre de que estar ahí haciendo esto no era buena idea le reconcomía por dentro.

Pero había seguido adelante, no era el único responsable de la situación y no podía poner en peligro a todos, solo por una corazonada.

Hay demasiado silencio, quizás estén todos muertos - le respondió a Potter, sin una sombra de duda en su rostro ceniciento - Pero no por eso hay que perder la calma, seamos cautelosos. - agregó, sus ojos azules como el hielo se clavaron en los acerados de Potter.

Terminemos con ésto de una vez. - afirmó a ambos. Miró a Bonito y luego a Lewis y a Potter, que parecía vencido por la carrera y falto de resuello - Nos adelantaremos de nuevo, cubrid nuestro avance. - dicho esto, volvió a prepararse, esta vez cogió el revolver y revisó que estuviera bien cargada, la mantuvo en su diestra, preparada para hacer fuego. Y se posicionó preparado para correr hasta la casa, a una de las paredes que pudiera proporcionarle algo de protección una vez llegara a ella.

Algo le decía que cuando alcanzaran a la casa, descubrirían lo que andaba mal... lo que esperaba es que no fuera demasiado tarde.

El ceño de Lewis quedó fruncido tras la confirmación de Potter acerca de que ninguno de ellos podía haber abatido a esos bandidos que vieron de camino hasta este punto. Sin duda todo resulta cada vez más extraño y tranquilo, como si una trampa estuviera a punto de ponerse en funcionamiento en cualquier momento, y sin embargo ninguno de los presentes es capaz de distinguirla ya que no hay nada sospechoso alrededor que permita nuevas hipótesis.
El montañés salió de sus propias cavilaciones cuando el capataz le pidió que le acompañara, siguiéndole diligente y velozmente hasta la posición adelantada de Miles y Bonito, dividiéndose nuevamente en grupos pero esta vez pudiendo verse unos a otros con un simple vistazo.

-Tened cuidado, hay dos cadáveres en la zona y todavía no sabemos quiénes han sido sus ejecutores- se limitó a decir secamente mientras volvía a apoyar la rodilla en el suelo, levantando el ala de su sombrero para cubrir el avance de los dos vaqueros de nuevo.

Sarah sigue tiritando un poco pero vuelve a su lugar para cubrir las espaldas de los que se alejan; se pregunta si no sería mejor estar todos juntos pero prefiere no decir nada, al fin, poco caso hacen de lo que ella dice y en verdad, ella tampoco se haría mucho caso tal como tiene la mente, el cuerpo y el ánimo. Se agacha a unos pasos de Lewis y sostiene el arma, no sin cierto dolor, siente los dedos adormecidos del frío.

Había permanecido todo el tiempo en silencio, señalando con la cabeza Smith cuando Potter me preguntó sobre él, señalando las heridas que le habían provocado la muerte, pero ese hombre ya estaba herido con anterioridad, era evidente, y prefería no recordar lo cerca que había estado de acompañarlo en su eterno descanso.

Avanzó a la orden que se le dio, todo era confuso en una situación así, por lo menos para él, que poco podía hacer, únicamente lo que le había dicho el capataz, mantenerse con cien ojos, y eso intentaba. Lewis parecía seguro de lo que hacía, así como Miles, ojalá se sintiera la mitad de firme que ellos. Aferrando con fuerza la escopeta se situó al lado de Sarah, a la retaguardia, el lugar donde iban los menos expertos, los que dudaban en el momento de la verdad, puede que le doliera, pero así tenía que asumirlo.

Tal vez esto fuera una emboscada, ladrones que contratan a otros para hacer el trabajo sucio, y ellos aniquilarnos al amparo de la oscuridad, quedando sus nombres limpios y ajenos si son capturados con las manos en la masa. Nuestra persecución ha sido rápida y eficaz, mucho más de lo que esperaban, no sabía hasta que punto eso era bueno.

Josie al oír el lastimero gemido, por un instante se quedó estupefacta. Algo le había pasado a Bobby, de eso no había duda, pero si frente a ella tenía a los dos hombres... ¿significaba entonces que existía un tercero?

El único modo de que esa pregunta tuviera respuesta era que Josie volteara a ver y así hizo, no podía evitarlo, la preocupación por el poco avispado muchacho y la para ella casi certeza de que había un tercero justo en la puerta de la casa, a pasos de las tres personas que estaban en su interior, la obligó a hacerlo y volteó...

…justo para ver confirmadas sus peores sospechas: un tercer desconocido había atacado a Bobby por la espalda y, aunque el chico se había desmadejado bajo el primer culatazo y no podía hacer otra cosa que agarrarse a la barandilla, continuaba machacando concienzudamente el cráneo del chico. Los jalones de luz provenientes de la casa iluminaban la sonrisa despiadada del asesino. Un crujido espeluznante sucedió a tres golpes secos y precisos.

Y de súbito, antes de que Josie pudiese siquiera pestañear o mostrar su indignación, un cuarto extraño irrumpió en la escena por el extremo opuesto de la galería, portando un rifle. Apuntó con celeridad al verdugo de Bobby y le disparó inmisericorde. La bala le penetró en mitad del rostro y convirtió la parte occipital de su cabeza en una flor de sangre y sesos.

El cuerpo cayó como un fardo y Gertrudis gritó en el interior de la casa. El tirador encaró el establo y voceó:

-¡Speaker, perro lestrigón! ¡Vengo a por ti!

Bonito siguió al segundo sin titubear. No hubo disparos, ni gritos de alarma. Ellos se agazapaban contra el costado derecho de la casa y el alba continuaba derramándose inexorable sobre los campos.