Partida Rol por web

Mil balas sobre Avalon Hill.

Cap. 6. Cuando partas hacia Ithaca...

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26/10/2009, 07:08
Carlos Príamo.

Príamo, que llegaba empapado y apoyándose en Miles, con la pierna derecha despidiéndole centellas de dolor, se dejó caer en una silla y explicó inmediatamente:

-Están borrachos como los quiere el diablo: el sheriff, sus hombres y demás rufianes. ¡Los he visto, y escuchado! Atraparon a Speaker y lo hicieron cantar como un canario, prestando oído a sus disparates. Él les contó que estaba seguro de que su esposo, señora Wales, le confió a usted el tesoro de guerra de la Confederación: quinientos mil dólares en lingotes de oro que se habrían puesto a salvo antes del fin de la guerra, destinados a restaurar la facción en un lugar seguro; un tesoro que nosotros habríamos transportado en aquella diligencia hace poco más de un año.

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26/10/2009, 07:09
Catherine Wales.

La señora Wales atrapó en su boca un alarido de pavor.

-¡Quinientos mil dólares! ¡Es imposible, le juro por mi alma que Josey tan sólo me hizo entrega de un hatillo por valor de dos mil dólares! Y usé ese dinero para contratar a estos hombres y…

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26/10/2009, 07:10
Director

-Eso no importa ahora, señora –zanjó el soldado. –Miles, ¿dónde está Potter? Tenemos que organizar la defensa. Ellos vendrán antes de que amanezca.

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26/10/2009, 07:11
Director

La lluvia arreció allá fuera.

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28/10/2009, 22:25
Lee Miles

 Sarah ve a buscar a Potter. - le dijo con una apremiante voz de mando - Zack, coge un rife y ve a apostarte a uno de los edificios anexos donde haya buena visibilidad y tengas una fácil ruta de escape hacia la casa principal. - agregó mientras maquinaba un plan para defender la casa.

Todos los demás, busquen armas y munición y ropa de abrigo. Vuelvan a reunirse aquí con nosotros. - Tras hablar a los demás se dirigió a Josey y a la señora Wales - ustedes dos deberían retirarse... de seguro este sitio tiene algún refugio, un sitio donde puedan mantenerse a salvo mientras dure el tiroteo. No se preocupen por nosotros: Príamo, Potter y yo somos veteranos de estas lides y los demás con ocultarse bien y no errar al disparar...

Debían prepararse mientras Potter llegaba y planeaban todo.

 

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29/10/2009, 08:33
Director

Pero Sarah no tuvo que ir muy lejos; apenas había abierto la puerta obedeciendo a Miles cuando distinguió a Potter y Bonito avanzando bajo la lluvia desde el edificio de los empleados.

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29/10/2009, 08:33
Catherine Wales.

La señora Wales estaba contestando:

-No se me ocurre un lugar más seguro que arriba, en una de las habitaciones. Oh, dios mío, mi pobre hijo…

Y comenzó a moverse hacia las escaleras seguida de Gertrudis.

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29/10/2009, 08:34
Carlos Príamo.

Príamo se apresuró a decir:

-El rifle es lo mío. Yo me apostaré en los establos, Miles.

Apretó la mandíbula, aferró su rifle Spencer y se levantó. Se dirigió hacia la despensa a la izquierda, en donde le habían indicado que se almacenaba la munición, y, luego de trastear brevemente, salió metiéndose dos cajas de balas en los bolsillos de la chaqueta. A continuación, apartó a Sarah y se cruzó brevemente con el capataz y el pistolero en el porche.

-¡Miles les explicará todo, está ahí dentro! –advirtió escueto.

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29/10/2009, 09:00
Darius Potter.

Potter compareció ante ellos por fin, ojeroso, demacrado, a tiempo para ver desaparecer a Catherine y Gertrudis.

-¿Qué ocurre, Miles?

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29/10/2009, 09:01
Tommy "Bonito" Smith

Bonito, por su parte, estiraba el cuello, apenas había tenido tiempo de dar una cabezada.

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29/10/2009, 12:55
Zacharias Buckner

EL joven vaquero se sentó en la mesa, justo enfrente de Sarah, a la que regaló una sonrisa confiada, le era difícil abstraerse de la eufórica presencia de la chica, pero también se sentía algo culpable de no poder sentir más profundamente la muerte de su compañero. Bien es cierto que había visto morir a varios, y que a esos hombres que vio caer, nadie les dedicó nunca más de un par de palabras. Tal vez esa sea la explicación, había asumido la muerte como algo que podía pasar en cualquier momento.

Asintió con un movimiento de cabeza a modo de agradecimiento cuando la joven depositó la comida delante suya, y sin mucha dilación, la atacó vorazmente, a la comida claro está, por mucho que su cabeza deseara “atacar” a Sarah, debía esperar.

La llegada de los veteranos hizo que la tormenta de ayer quedara en ridículo, las noticias que contaban, el peligro que entrañaban aquellas palabras. Quinientos mil era mucho dinero, más que suficiente para matar, y más que suficiente para empezar una nueva vida. Por su mente rondaron ideas avariciosas, sueños de una rica casa en el este, un viaje a Europa, pero todo aquello no tendría sentido si ella no estuviera, y ella no querría a un fugitivo y mucho menos a un traidor.

Intercambió una mirada de preocupación con la joven, había temido hacerlo, pues no quería que viera el miedo que reflejaban sus ojos, el temor de que todo terminara casi antes de haber empezado. Apenas la sostuvo, se levantó cuando Miles pronunció su nombre, arrastrando la silla pesadamente. Miró a la viuda, esta no era su lucha, quizás lo mejor sería mantenerse al margen, coger dos caballos y salir por la puerta de atrás, buscando un nuevo comienzo. Pero supo que si hacia aquello, los fantasmas de los que había estado huyendo toda su vida, lo acorralarían sin piedad.

Su reacción fue la de ir detrás de la chica cuando está se disponía a salir, ignorando la petición de Miles, una que Príamo afortunadamente solucionó con su ofrecimiento, Zach no era un buen tirador, sería más útil en otra función. Sujetó el hombro de Sarah con suavidad, deseaba decirle que subiera con las otras, que se mantuviera al margen, pero ella no lo aceptaría, podía comportarse con más valentía que el mejor de los hombres, la incitó a girarse, y en ese momento, apareció Potter, y Buckner lo dejo pasar, sin soltar el brazo que tenía aferrado, y desviando su mirada de nuevo al más veterano de los vaqueros.

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29/10/2009, 16:36
Sarah Hudson-Parker

Sarah escuchó con atención lo del dinero y pasaron montones de cosas por su cabeza pero si la viuda juraba que ella no había guardado más que un tanto, entonces debía ser verdad; la joven aún quería creer en las personas. Echó una mirada rápida a Zack intentando que no se notara lo nerviosa que se había puesto y se encontró con la mirada del vaquero, sólo unos instantes bastaron para que la cowgirl imaginara más o menos en qué iba a terminar todo aquello y la muerte de aquel cuyos restos aún estaban frescos, no iba a ser la única. El menudo pero recio cuerpo se estremeció brevemente, sí, tenía miedo, era normal pero no lo exteriorizaría.

Iba a echar a correr para cumplir la orden que se le había dado cuando sintió la mano de Zack aferrarse a su brazo y se detuvo en seco. No podría explicarse bien lo que sintió pero lo cierto es que lo agradecía, más aún cuando vio a aparecer al hombre que le habían enviado a buscar. Sarah no tenía nada material por lo cual quedarse en el rancho pero si tenía una razón y esa única razón la sostenía precisamente del brazo. Sarah se volvió y lo miró, asintió pero ambos sabían lo que había que hacer.

Aguardó en silencio, muy cerca de Zack, esperando por la respuesta de Miles hacia Potter. Hubiera deseado un abrazo, una palabra pero no era el lugar y además, no estaba segura de que él se sintiera igual por ella. Sólo se mantuvo de pie y tranquila, esperando las órdenes, pues sabía perfectamente que vendrían a continuación y que seguramente, una lluvia de balas bañaría el rancho dentro de muy poco.

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02/11/2009, 11:20
Gabriel "Buentino" Garrison.

Príamo llegaba al rancho a toda prisa y Garrison partía de Little Troy a la cabeza de trece hombres.

No dejaba de vigilarlos, los captaba de soslayo, patibularios bajo la lluvia, una panda de brutos insensibles devenidos en ministros de la muerte. De quiénes menos podía fiarse eran Balance y Desdentado Jones, pistoleros de los que no les hacía falta alcoholizarse para armarse de valor; además, Garrison estaba seguro de que habían hecho el paripé en el O’Malley, como él mismo, y de que no se habían creído el cuento: el de una convocatoria oficial –remunerada, por supuesto- para “inspeccionar” el rancho Ithaca, un más que posible reducto de sudistas. Por el contrario, los otros cinco espontáneos no eran más que unas acémilas: iban un tal Jimmy y un tal Spencer, que habían pertenecido a la banda de Avariento Turner (un viejo compañero de andanzas que, según habían contado, había muerto el invierno pasado, cagando sus propias tripas), y Linceo, Idas y Anfiloquio, tres propietarios de una mina agotada en la colina.

Contaba por suerte con sus propios hombres para tenerlos controlados y darles boleto en cuanto el trabajo sucio estuviese hecho: Sam Cooper, el cara de ciruela pasa, Cananeo, el mestizo comanche, Taylor, aquel gordo barbudo, Richmond, Eleuterio y Venceslao, los tres mexicanos asquerosos. De estos, sólo Cooper y Taylor conocían la verdad de lo que perseguían en el rancho: el tesoro de la confederación.

Y el entusiasmo, como hiedra, iba abrumando a la templanza con cada tramo recorrido. El hechizo del oro arrancaba sonrisas despiadadas a Garrison de seguido e iluminaba sus pensamientos:

No puedo creerme mi buena estrella. ¡Es para carcajearse de las legiones de desgraciados que llevan un lustro desmochándose en la colina! Quinientos mil dólares… ¿Qué haré con esa fortuna? Esa clase de fantasías se quedaron con el niñato que mataba mexicanos en la frontera, y ahora que no sé ni la edad que tengo, me dan mareos. Atenderemos al cuerpo entonces, que ya no me tolera los excesos ni las mordeduras de las balas."

Eventualmente, Garrison se llevaba la mano al costado con disimulo y rumiaba:

El doctor se esmeró con la herida, pero duele como sus muertos. Me consuela haber podido despachar enseguida a ese hijo de la gran puta. ¡Que los gusanos le roan la picha! ¿Y qué pensar del otro, ese Miles? ¿Es un cobarde o un prudente de los que hay que temer? Allí delante están congregados esos malnacidos, con Potter liderándolos. Apostaría esos quinientos mil a que es un afeminado ese Potter. ¡Y le ha salido un novio confederado, qué te parece! Eso si el tuerto de mierda no ha mentido. Espero que no, porque si sí, lo trocearé en cuanto vuelva.

Cuando dejaban atrás la última casa del pueblo, algunos quisieron acelerar la marcha, lo cual obligó a Garrison a gritar:

-¡Estaos quietos, cornudos! No queremos alertar a nadie…

Y menos aún al teniente Blake”, completó para sí.

La aurora se batía en el este y tejía fantasmas sobre la pradera. Pero Garrison no temía a los fantasmas: sólo eran espantajos que recorrían la memoria y buscaban proyectarse hacia la vida usando los ojos de uno. Recordó a su esposa, desdeñoso:

Dios sabe que no fue culpa mía. Esa perra displicente se mató ella sola. No niego que le estaba zurrando, pero eso fue antes, ANTES, de que ella se cayese. No la tiré por las escaleras, fue ELLA la que pretendió escapar por ellas. Iba desorientada, esos accidentes ocurren. Qué desgraciada… Somos todos unos malnacidos.

La lluvia se inclinó por arreciar. Los mugidos del ganado ya llegaban hasta ellos y Garrison se las prometía felices:

Con suerte, los pillamos durmiendo a esos buenos para nada, y este baño habrá merecido la pena.

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09/11/2009, 23:22
Lee Miles

 Miles se dirigió a la mesa y colocó varias cosas encima de ellas simulando el aspecto del rancho, los edificios y cualquier cosa que pudiera servirles al mismo tiempo que explicaba a Potter las noticias que había traído Príamo.

Seguramente nos superen en número, éste no es un rancho muy grande pero si somos suficientes para defendernos. Buentino no es precisamente estúpido, y sabe que aunque seamos vaqueros sabemos disparar así que... nuestra ventaja está en conocer el lugar. - Miré a todos y luego al exterior - Debemos apostarnos en las mejores zonas, a cubierto y con buena visibilidad, aunque eso signifique coger una pulmonía.

Me dirigí a la señora - Usted y su hija deberían permanecer ocultas. Dejadnos a nosotros matar a esos bastardos. Potter, tú conoces mejor que nadie cada rincón de este sitio... ¿dónde debemos colocar a los tiradores? - luego me dirigí a los demás - Si alguno tiene ideas sobre cómo cobrarnos la vida de esos malhechores... que la escupa. No habrá mejor momento.

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20/11/2009, 20:43
Director

Tras haber sido informado sobre el asunto, y haber consultado con Príamo, Potter había diseñado la mejor estrategia que se le ocurrió, en connivencia con Miles:

Gertrudis, Jeremy y Catherine se refugiarían en una de las habitaciones de la planta superior, custodiados por Potter y Josie, que se apostarían en las ventanas del pasillo, el primero a la espera de la señal de Príamo y Bonito, ocultos en el piso superior de los establos, presto a situarse en el tejado, junto al cañón de la chimenea.

A Zach, Sarah y el propio Miles se les había encomendado la defensa de la planta inferior.

La consigna era disparar en cuanto la cuadrilla se asomase, sin darles cuartel, puesto que si ellos los superasen, no podrían esperar clemencia; esto opinaban los dos veteranos de guerra.

Los minutos iban cayendo como soldados en el campo de batalla. La lluvia persistía, si bien el cielo se iba embebiendo en un resplandor difuso.

Nubio, que permanecía a los pies de Jeremy, inquieto, lanzó entonces un gañido.

Todas las luces del rancho estaban apagadas, y así, cuando Príamo encendió brevemente el candil, quienes estaban atentos en las ventanas, pudieron avistar la señal –insoportablemente esperada- sin lugar a equívocos.

Los pretendientes estaban llegando.

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20/11/2009, 20:47
Director

Notas de juego

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20/11/2009, 21:04
Director

Dos, tres bultos (Linceo, Idas y Anfiloquio) evolucionaban desde la entrada del rancho, y toda una masa borrosa detrás, transportados a un paso furtivo. Discurrieron con cuidado hacia la calzada entre edificios, seguidos de cerca por otros dos jinetes (Jimmy y Spencer), mientras que la masa se lanzaba en una breve cabalgada y se dividía hacia extremos opuestos.

Dos de ellos (Balance y Desdentado Jones) comenzaron a rodear los establos; el resto confiaba en poder asaltar la casa por detrás. Potter y Josie pudieron distinguir a cuatro de ellos (Cananeo, Richmond, Eleuterio y Venceslao) y tenerlos a tiro.

Los cinco primeros estaban en trance de descabalgar haciendo esquina con los establos cuando resonó un trueno y un cuerpo cayó como un fardo (el de Idas). Príamo había cazado a su primera víctima, desatando el infierno.

Notas de juego

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25/11/2009, 18:44
Sarah Hudson-Parker

No había marcha atrás, la vida que ella habría deseado cuando era una niña y correteaba por el rancho de su padre, se había esfumado tras la muerte de este y su inmediata orfandad con todo y los malos, bajos y cansinos rumores del pueblo. La vida que ella había soñado desde aquel acontecimiento al lado de Zack cerca del río se terminaba esfumando, dándole la espalda con un cruel sonrisa de ironía que parecía querer gritarle que ella siempre lo perdía todo. Sentía el pecho como si un caballo le hubiese caído encima y no pudiera respirar pero no era el miedo, ni el olor a muerte lo que la mantenía así, era otra cosa y ella lo sabía; sólo que no estaba dispuesta a mentarlo en voz alta.

Sarah se puso el sombrero, había empequeñecido, no sólo en altura sino en edad, parecía ser una pequeña de 12 o 13 años pero muy decidida con la pistola en la mano. Siguió a sus compañeros sin decir una sola palabra, ya sabía que estaba de más; sólo esperaba no ser la última, no ver lo que iba a pasar y llevarse a unos cuantos en el camino y sin con eso moría, al menos lo haría con una sonrisa. Se alejó de Zacharias luego de tocarse el ala frontal del sombrero en una señal clara de saludo, un último adiós quizás pero no tenía las agallas para acercarse y besarlo a pesar de Miles porque no quería echar a llorar y que se comprobara que no servía como vaquero. Negó suavemente con la cabeza y desvió su mirada de la de su antiguo compañero de juegos.

Se apostó al lado de la ventana, dejando que su menudo cuerpo fuera cubierto por un ladero de la ventana, claro que eso no iba a servir de nada llegado el momento pero lo cierto era que el factor sorpresa estaba de su lado y el que pegaba primero, pegaba dos veces. Respiró profundo y se colocó el arma sobre el hombro, con la cartuchera colgándole alrededor de la cintura y el corazón latiéndole a mil por hora. Había pensado en salir corriendo de allí como una cobarde, salvar su vida porque al fin y al cabo aquella no era su empresa y ella no iba a ganar nada pero no había una razón para hacerlo porque la única que tenía quizás fuera mera imaginación de Sarah y porque además, él se quedaba allí evidentemente.

Nuevamente respiró profundo y tras el gritó de fuego, apretó el gatillo mientras una lágrima escurría por su mejilla. Los hombres que temerariamente fueron a por el frente del rancho eran blanco fácil o así parecía pero dado que segundos antes había caído uno ya no estaban tan de sorpresa, sin embargo la bala de Sarah buscó a uno de ellos que ya empezaban a moverse para evitar las balas que venían desde la casa, la joven no dejó de disparar buscando los blancos más vulnerables o quizás aquellos que pudieran hacerles daños, por ejemplo los que habían ido hacia los establos pero para ello necesitaba poner parte de su toráx en la ventana; lo dudo un instante, un instante en que de nuevo miró a Zacharias desde su posición en la casa y luego se decidió, moviéndose para disparar también hacia los costados. Las balas de Sarah resonaban muy cerca de los bandidos, esperaba darle a alguno y se daría por servida, luego todo lo demás era ganancia.

Notas de juego

Bueno, me decidí a postear porque veo que nadie lo hace y dado que parecen que quiere que esto termine, pues alguien tiene que ser el primero.

Saludos

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01/12/2009, 01:37
Tommy "Bonito" Smith

La jauría implacable tomaba forma humana poco a poco, al acortar la distancia con asombrosa velocidad a pesar de la aparentemente lenta cadencia de su galope uniforme. Sobre sus cabalgaduras, "Bonito" concluyó en que bien parecían inmensos lobos, aún más en la lóbrega soledad que aparece cuando uno ha de plantar cara a la muerte.

En la cancha se ven los pingos pensó mientras movía sus entumecidos dedos medio enguantados para que la sangre corriera a prisa, y el frío no le jugase una mala pasada en el momento de la verdad.

Para su sorpresa, a iguales partes grata y desapacible, se encontró a si mismo encantado y sonriente ante el baño de sangre que se avecinaba, tan solo maldijo el no haber prendido un "armado" que preparara tras aquella jarra de café negro Tan negro como la noche, y como el alma de Garrison y sus muchachos Sobre esta premisa, y desde lo más profundo de su corazón y su memoria comenzó a tomar forma un odio viejo, amargo y vetusto como la misma injusticia...  Malditos perros... Y son ellos quienes debieran impartir la justicia, quienes tendrían que cuidar el sueño de los yankis, ese que con sangre pagaron mis hermanos confederados Ese resentimiento por la brutal e injusta autoridad del salvaje oeste, quizá por esa gente llamado de aquel modo, ese rencor por una autoridad utilizada para encubrir bestias, lobos con disfraz de perros pastores.

Ya entraban bordeando el cerco y evitando el árbol que en tantas "siestas" diera sombra al joven de Presidio tras arduos días de faena dura, pero a la vez placentera... Supo reconocer a dos que se apartaban por la derecha del establo, y le vino a la memoria la mirada petulante de desdentado y Balance al verlos sin pudor ni vergüenza alguna, cuando ingresaban al pueblo Ya habrá plomo para ustedes cabrones Pensó al calzarse el sombrero hasta las orejas para que luego le cubriera de la molesta lluvia sin peligro de perderlo en un momento inoportuno...

Carlos abría fuego y un malhechor enfilaba su camino rumbo a los nueve infiernos, al tiempo que desde la casa alguien abría fuego en respuesta a la señal Potter pensó Smith con sangre fría como un finado mientras en semi flexión de rodillas, con el brazo derecho a medio extender para facilitar el gatillado frenético que habría de ejecutar contra los incursores en el preciso momento en que su corceles se encabritaran briosos al recibir la orden de girar en pos de los furtivos atacantes...

¡BANG! y una bala que surcaba el aire buscando a Spencer, aún perdido sobre el origen del trueno;

¡BANG! otra buscando el pecho de Jimmy antes de que siquiera apuntara a la segunda planta de las caballerizas;

¡¡¡BANG-BANG!!! trazando el surco entre la boca del revólver y el corazón y cabeza de Anfiloquio...

Algo saldría de aquella matanza, eso era seguro, quizá si sobreviviera a la misma "Bonito" recordaría el dicho que un esclavo de aquél general (del cual su nombre era mejor ni recordar) que le mencionara tiempo atrás, casi en otra vida... Y cuyo origen fuera el tal Rey Jaka Zulu "Algo siempre muere cuando comen los leones, pero aún con ello, siempre hay comida para quienes los siguen" quizá, parte de ese tesoro del que hablaban quedara para los supervivientes... Quizá un proyecto de vida...

 

 

 

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01/12/2009, 17:45
Zacharias Buckner

Los ojos de Zach se quedaron fijos en Sarah, pero su mirada parecía atravesarla, ir mucho más allá, sus pensamientos se tornaron oscuros, sólo tenía que coger el rifle y terminar primero con Miles y luego con ella, y el acceso sería franco para aquellos que ansiaban el sabor de un buen botín. Escapar de la muerte con los bolsillos llenos, eso le decía siempre su padre, esa frase marcaba la vida del viejo, también debía marcar las de su vástago.

Y el alma vacía… así pensaba el joven vaquero que terminaba aquel maldito dicho, pero nunca se atrevió a decirlo en voz alta. Esbozó entonces una sonrisa franca y sincera como respuesta a aquel sencillo gesto que, la que había comenzado a despertar en él intensas emociones y sensaciones, le había brindado. No podía decir lo sentía por aquella mujer, no quería planteárselo, sólo quería estar con ella.

La siguió unos pasos mientras agarraba su rifle, y se acercó a ella antes de que comenzara el tiroteo, en ese periodo que la propia muerte les otorgaba por si querían acicalarse para ella, Tenemos cosas pendientes, que resolveremos lejos de aquí, y sin interrupciones el tono era el de una promesa, algo burda tal vez, pero tenía la esperanza de que lo entendiera, de que le estaba ofreciendo lo único que podía darle, él mismo. Volvió a sonreírle, a pesar de las circunstancias era lo que más natural le salía cuando la miraba, y se dispuso a ocupar su lugar, para poder seguir haciéndolo durante mucho tiempo.

Se apostó en otra de las ventanas, la que daba a la parte lateral, y murmuró una rápida plegaria tras la cual se santiguó. El dedo voló de su pecho al gatillo, no era un experto tirador, pero luchaba por algo justo, por defender a los que estaban a su lado de gente como su padre.