Partida Rol por web

Mil balas sobre Avalon Hill.

Cap. 6. Cuando partas hacia Ithaca...

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29/12/2009, 20:11
Lee Miles

 Miles revisó el emplazamiento que había dispuesto como su puesto de tiro. Revisó que no fuera visible desde otras ventanas para que ninguna bala perdida pudiera darle por error, al tiempo que colocó algunos muebles atrancando las puertas y las ventanas que tuvieran peor ángulo de tiro.

Luego situó en un taburete una caja con cartuchos de escopeta y cargó tanto el revólver como la escopeta. Después, fruto de su experiencia en estas lides se agazapó tras una ventana, comprobó la distancia relativa que había entre él y el resto de edificios para no errar al calcular las posiciones. Había comprobado por años de experiencia que, sobre todo en la oscuridad de la noche, era muy importante saber dónde estaba todo. Con la menor cantidad de luz los disparos ciegos podían dar a cualquier cosa menos al objetivo que se quería abatir.

El cielo estaba plomizo y la lluvia no amainaba, truenos y relámpagos indicaban que duraría aun bastante. Con suerte les pillaría la tormenta - pensando en los pistoleros que venían a liquidarles - eso hará que quieran terminar deprisa y cometerán más errores - siguió con su reflexión. Aun así estaba seguro que Buentino no caería así, era un viejo zorro, hábil y rápido, y lo más importante y peligroso, astuto. Un superviviente de docenas de duelos y tiroteos. No, Buentino acabaría muerto, pero no así, no emboscado. - se dijo y sonrió. Tened cuidado con él - advirtió a los chicos, aunque en lo más profundo quería tenerle enfrente, y matarlo como a la hiena que era. Tenía una cuenta pendiente con él, y por sus compañeros muertos que la iba a saldar.

 

Recostado, se quedó mascando algo de cecina seca que siempre llevaba encima y se permitió descansar las manos y la vista. Sabía que pronto tendría que estar muy alerta, sin duda les superarían en número y aunque los edificios les darían una buena protección, una vez se acercaran esos coyotes, ellos también tendrían una buena cobertura y el combate se recrudecería. Se terminaría con disparos a quemarropa si no los mataban antes, y eso no era buena idea: incluso el vaquero más inexperto podría matar a otra persona aunque acabase de recibir un tiro en las tripas. Matar, cuando se estaba dispuesto, era más sencillo de lo que uno podría imaginarse.

El inicio de los disparos le sacó de sus ensoñaciones. Presto se colocó en posición y vigiló. En segundos vio cinco bultos que se movían diligentemente entre los edificios intentando rodearlos. Y luego otros cuatro que se dirigían ocultos por la oscuridad y la lluvia en su dirección.

Apuntó al primero de ellos durante unos segundos, disparó y sin esperar a ver el resultado del mismo cambió de blanco y disparó al segundo de ellos y sin vacilar disparó al siguiente en rápida sucesión, calculando la distancia e intentando predecir los movimientos de sus presas tras el primer disparo. Ignoró al cuarto aunque sabía que aun le quedaban cartuchos, tenia pocas posibilidades de acertarle.

Los casquillos de los cartuchos saltaron de su escopeta al suelo y cuando terminó de disparar se cubrió con la boca del cañón aun humeando contra el acceso más cercano, completamente oculto y protegido, sabiéndose tiroteado por los heridos y supervivientes de su acometida. Esperó unos segundos recargando su escopeta aunque aun no estaba vacía. Tras su inminente contrataque, volvería a llover plomo sobre ellos.

Notas de juego

 Siento la tardanza, tuve un par de post perdidos que me quitaron las ganas de postear una vez y luego me he ido despistando. Sin dudas me merezco todos los negativos que me pongáis. No puedo pedir a los demás algo que yo mismo no predico con el ejemplo.

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05/01/2010, 23:45
Director

La salva desde los dos ángulos no pudo sino sorprender a los asaltantes.

Sarah le descerrajó un disparo a Linceo, que comenzaba a huir de los establos, y el tipo gritó, mas sin caer del caballo, y se perdió por el camino, hacia las porquerizas, en un galope desenfrenado.

Y casi al unísono, Bonito desbarataba a Jimmy, hería a Anfiloquio en el hombro izquierdo y le atravesaba el corazón a Spencer, quien resbaló de la silla con una lentitud dramática y barbotando sangre.

Zacharias, por su parte, acertó sobre el cuerpo de Jimmy, al cual, habiendo descabalgado, y espantado por los disparos sobre su cabeza, no le había quedado más remedio que exponerse ante los de la casa, y ahora el desdichado se echaba sobre la pared del establo, con el hígado hecho trizas, tiñendo de rojo los charcos, devolviendo el fuego inútilmente.

Miles disparó sobre el grupo más cercano a ellos, que también replicaban a los defensores, abatiendo a Cananeo como a un conejo e hiriendo a Eleuterio en una pierna. Los cristales se hacían añicos y saltaban las astillas bajo las balas inmisericordes. Los caballos relinchaban como posesos y pisoteaban los cuerpos aún calientes de sus dueños. A continuación, Potter no le daba oportunidad de escapar al herido y lo acababa de tumbar desparramándole los sesos, mientras que Josie liquidaba con puntería mortífera a Venceslao, de modo que sólo Richmond pudo salir de la línea de tiro.

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05/01/2010, 23:46
Director

Desdentado y Balance se habían detenido y ocultado en cuanto comenzó el tiroteo.

-Esos bastardos estaban avisados –susurró Balance. –Les están dando de lo lindo.

-Bah –repuso Desdentado-, esos son carne de cañón. Es hora de que actúen los profesionales.

El pistolero extrajo un cartucho de dinamita de un bolsillo de su abrigo y se aproximó a la esquina del establo con cuidado.

-Bien pensando, Desdentado. Se van a cagar esos perros de ahí arriba.

El aludido esbozó una sonrisa desoladora y encendió una cerilla.

-Me pregunto, Balance, qué buscará realmente el sheriff aquí. Sea lo que sea, debe de ser muy valioso. Estate presto a liquidarlo en cuanto esto se acabe.

Y sin más, prendió el cartucho y avanzando pegado a la pared unos cuantos pasos, lo lanzó hacia lo alto, colándolo en la apertura en la que se agazapaban Príamo y Bonito.

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05/01/2010, 23:47
Director

Detrás de la casa, Richmond había dado alcance a Buentino, Cooper y Taylor.

-Eh, ¿quién les avisó? –preguntó pálido como un fantasma.

Buentino escupió tabaco. La lluvia repiqueteaba sobre el ala de su sombrero.

-Bah, eso no importa. Que gasten balas. Mientras están entretenidos ahí delante, nosotros entraremos por detrás. Vamos, tú rompe esa ventana –le ordenó (y señaló la de la habitación de Gertrudis y Sarah.)

Simultáneamente, Cooper había bajado de su caballo y estaba rompiendo los cristales de la ventana contigua ( la de la habitación de Josie y Jeremy), y se disponía a irrumpir en la casa junto con Taylor.

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06/01/2010, 02:02
Lee Miles

 Miles aguzó el oído tras el primer repiqueteo de cristales contra el suelo, dudaba de lo que le había parecido escuchar entre tanto tiroteo y truenos, pero al segundo golpe contra la ventana se dio cuenta del asunto. 

Potter quedate cubriendo este lado, dudo que intenten acercarse con la lluvia de plomo que les hemos lanzado antes. - le dijo al capataz mientras se movía en cuclillas diligentemente hacia la parte posterior de la casa, lugar donde había escuchado los alarmantes ruidos.

Parece que tenemos algunas ratas ahí detrás, me voy a ocupar de ellas. - concluyó al tiempo que le hacía señas a Josie para que le siguiera. - Me vendran bien un par de ojos (y manos) extra por si hay más de una.

Y con eso dicho se acercó a la habitación de Josie, donde había escuchado primero los ruidos y le hizo una seña a su acompañante para que vigilara. Luego se acercó a la de Gertrudis y entreabrió la puerta y aprestó el cañón de su winchester aun agachado esperando ver un bulto entrando por la ventana destrozada. - alegrame el día, Buentino. - se dijo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

 Uso solo 2 dados de mi reserva.

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06/01/2010, 17:15
Sarah Hudson-Parker

Le había dado sí pero Sarah apenas podía creerlo y no es que no fuera una buena tiradora, ya otras veces lo había hecho, lo que no sabía era ser una asesina. Respiró profundo e intentó que eso no nublara, ni su juicio, ni su razón aunque ésta estaba ya nublada con las palabras que Zack le había dedicado y a la que ella le estaba dando toda clase de significados y que sólo cambiaba cuando escuchaba otra de las balas hacer blanco y algunos de los casquillos hacer eco en el piso de madera. Un rayo iluminó el rostro de la chica, parecía haber envejecido montones de años de pronto y no es que la esperanza de algo con él no le hiciera feliz, era que era humana y tenía miedo pero de eso se trataba el valor; sonrió como para alguien más, sabiendo que quizás era la última vez y volvió el rostro a Zachary.

-Si tenemos tiempo...

Levantó el arma y la preparó nuevamente, caminó con sigilo entre las penumbras hasta la que era su habitación y que compartía con la entrañable negra; no empujó la puerta, se quedó allí unos instantes y aunque no era muy creyente, hizo algo que una vez su padre le había enseñado algunos meses antes de morir y que ella sólo comprendía como una despedida, poco cariño y mucho menos amistosa pero era el encomendarse a algo y olvidar de que podría arder en el infierno según la mayoría de las señoras "bien" del pueblo. Sarah se acomodó el sombrero y su voz era un susurro apenas perceptible entre aquella guerra privada que estaban sosteniendo.

-Siempre he estado donde me pusiste, hoy me pusiste aquí y no me voy a retirar pero tú también habrás de hacer tu parte, Señor. No permitas que le pase nada a...-Sarah hizo un alto y miró a Zack unos pasos atrás de ella, seguramente él no podía verle los ojos y recordó el momento en que su padre la miró así.-No permitas que le suceda nada y prometo poner mi vida en esto. ¡Todo sea!

Sarah empujó la puerta suavemente, sabía que había dos posibilidades: ser sorprendida o sorprender. Pasara lo que pasara, no se iba a ir sola, llevaba el dedo puesto en el gatillo y no iba a dudar en hacer lo suyo; no, ella ya estaba resuelta desde el momento en que decidió lo que las palabras de su entrañable amigo de niños, del hombre que había vuelto para despertar en ella, significaban. Estaba lista.

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06/01/2010, 20:51
Director

La Providencia había querido que los sentidos de Miles captasen aquel rumor de cristales rotos por encima de la tempestad de muerte. Había hecho una señal para que alguien lo secundara, pero no se había detenido a mirar quién lo seguía: Sarah, intrépida, se había adelantado a Zach, quien tenía puesta la atención en la entrada del racho, puesto que no podían saber si aparecerían más enemigos.

Cuando Miles abrió la puerta, descubrió a uno de los ayudantes del sheriff, de facciones latinas, en trance de saltar por la ventana. El mexicano abrió los ojos como platos al ubicar al viejo vaquero, rodilla en tierra, la boca del cañón por delante, y lo último que vio antes de sentir el impacto brutal en el pecho que le partió en dos el espinazo y lo lanzó otra vez hacia fuera como si se tratara de una marioneta, fue un estallido de fuego.

De inmediato, alguien comenzó a disparar hacia dentro. Las balas perforaron el marco. Se oyó el relincho de un caballo.

Casi sincronizadamente, en la habitación de al lado, Sarah había descubierto a otros dos hombres, un gordo con barbas y un tipo con la cara picada, pero estos, que ya habían irrumpido y habían sido alertados por los disparos de Miles, comenzaron a disparar sus revólveres en cuanto la puerta cedió, impidiéndole responder a Sarah.

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07/01/2010, 20:50
Director

Tres balas mordieron el bastidor, otra más destrozó el picaporte, y una última, más tozuda, se coló por entre la hoja y el marco e impactó contra Sarah. El omóplato izquierdo se le descoyuntó al instante, expeliendo un borbotón de sangre y la muchacha fue despedida hacia su derecha, haciéndola girar hasta dar con la espalda en la pared y caer sentada al lado de la puerta. Tenía una flor de sangre sobre el seno izquierdo, gotas de su propia sangre salpicándole el rostro, blanco como la cera, y el rifle sobre el regazo.

Su cabeza descendió y la barbilla se le clavó en el pecho.

Enseguida, los dos intrusos comenzaron a moverse por la habitación.

-¡Estáis muertos! –gritó uno de ellos (Taylor), apostándose junto a la puerta, presto a darle cobertura a su compañero (Cooper), quien se disponía a salir. -¿Me oís? ¡Muertos!

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12/01/2010, 17:23
Tommy "Bonito" Smith

El estruendo de los caballos en huída sumados al fragor de la lluvia mezclandose con la balacera no podía ocultar la muerte que siseaba a poco menos de un metro de los pies de "Bonito"...

El optimismo haber regado de plomo con eficiencia a los incursores se esfumaba al aparecer aquél fatídico cartucho de fuego, muerte y destrucción... Sin embargo, el robusto pistolero no habría de esperar a que la parca lo tome de las orejas.

¡¿¡¿Pero qué diablos?!?!

Con un salto comparable al de un potro al querer desmontar al vaquero que lo intenta doblegar en el rodeo, Tommy se ponía al lado del cartucho y le propinaba un puntapié para alejarlo lo más posible... y de paso, mandarla lo más cerca que la suerte le dejara de sus victimas de segundos atrás.

Ya habría tiempo de ocuparse del maldito perro que le había obsequiado con tal sorpresa...

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13/01/2010, 18:49
Zacharias Buckner

Por mucho que odiara a su padre, no iba a negar que haberle enseñado a disparar resultaba bastante útil en ocasiones como esta, nunca había sido muy hábil, pero por lo menos era capaz de evitar que le temblaran las manos al empuñar un rifle.

Se alegró de haber dado en el blanco, y se avergonzó por ello, pues quitar vidas no iba con él, pero una sensación de júbilo y excitación le recorrieron cuando los asaltantes huyeron despavoridos ante aquella mortífera lluvia de balas con las que le había recibido.

Pero todas esas sensaciones se desvanecieron con el sonido de un disparo a su espalda, la adrenalina dejó de fluir, aunque si le hubiera preguntado a Zach en aquel momento, hubiera contestado que fue la sangre la que dejó de recorrer sus venas. Sumido en un ataque de euforia, había olvidado cuanto le rodeaba, había permitido que ella corriera tras al veterano vaquero, valiente y decidida, admirable sí, pero Zach la había reprendido por aquel acto, no quería que le pasara nada, la quería para él, ¿egoísta?, sin lugar a duda, pero no podía evitarlo.

Sarah… lo que debía ser un grito de furia se ahogó en quedo susurro debido a la angustia que oprimió su pecho, la desesperación se extendía en su mente con la misma rapidez que la sangre en el cuerpo de la joven. No podía morir, no podía hacerlo, no era justo, él creía que Dios era justo, que siempre premiaba a los que se lo merecían, y lo seguía creyendo a pesar de que el mundo a su alrededor le gritara lo contrario a cada paso que daba.

Pero toda fe tiene un límite, y la de Buckner estalló en mil pedazos, hecha añicos al ver caer a Sarah, la niña con la que había compartido su infancia, la mujer con la que deseaba compartir su futuro. No había pensado en eso hasta este duro momento, había dudado de si lo que sentía por ella iba más allá de un arrebato pasional, de si quería compartir con ella algo más que sus cuerpos. Ahora que tenía la respuesta, se negó a que fuera demasiado tarde.

Los gritos de aquellos desgraciados hicieron que el aprendiz de vaquero reaccionara de nuevo. Dejó caer su rifle, inútil en espacios reducidos, y con los dientes apretados en una feroz mueca, alzó la mesa  de la cocina, sus poderosos músculos se tensaron, los cacharros que quedaban en la mesa cayeron al suelo, y el arremetió  hacia la puerta de la habitación donde aquellos hombres se encontraban, interponiendo la madera entre ellos y su cuerpo.

No quiso mirar el cuerpo de Sarah, no podría moverse si lo hacía.

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15/01/2010, 16:36
Zacharias Buckner

Descargó con todas sus fuerzas la pesada mesa contra la puerta, provocando que esta última se abriera violentamente, golpeando a Cooper, que se había apostado tras ella esperando a que algún incauto la atravesara. Y no eran pequeñas las fuerzas de Buckner.

Dos disparos rasgaron el aire a continuación, Taylor era un buen y rápido pistolero, pero no contaban con que el intruso portara semejante escudo. Saltaron astillas de la gruesa madera cuando las balas se hincaron en ella, un pequeño y sangrante corte en su ceja derecha fue el único daño que recibió el afortunado Zach, que lanzó hacia el vaquero el pesado objeto.

Taylor lo esquivó con facilidad, pero sus ojos leyeron la muerte en los de Buckner, el revólver de este había sido desenfundado, y una bala ya había sido expulsada del mismo. Fue un tiro certero, guiado por la providencia diría el creyente Buckner, guiado por la rabia, que es lo único que le movía ahora.

Se giró rápidamente para apuntar a un Cooper que aún luchaba por levantarse, y su mirada se centró en el caído, el deseo de venganza brillaba en ella como fuego griego, nunca antes había matado a nadie a sangre fría, pero supo con certeza que sería capaz de hacerlo, que era hijo de quien era por mucho que tratara de evitarlo. Tenía miedo de verse obligado a disparar, de perder todo aquello que en lo que se había convertido, y a pesar de todo, le costaba retener su dedo en el gatillo.

Tira tu revolver, si haces algo raro, te arranco la cabeza la grave voz de Buckner, unida a su tamaño, le había ayudado en más de un conato de pelea, y ahora, con una gota de sangre deslizándose por su mejilla, esperaba que resultara igual de efectiva.

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15/01/2010, 22:43
Tommy "Bonito" Smith

 

Un segundo puede ser una eternidad, había pensado "Bonito" una y mil veces al mirar la caída del sol escuchando el aullido melancólico de un coyote en la lejanía... Un segundo sin duda podía ser mucho para uno, pero poco para una mecha encendida como la del mortífero cilindro surgido de la mente brillante de Alfred Nobel... Que fuego y sombras habría de arrojar al bienparecido vaquero...
 
El puntapiés había sido absolutamente perfecto, pero el salto para acortar distancias entre el funesto objeto y la posición del cowboy se había de devorado gran parte del instante en que aquél siseante artilugio demoraría en cumplir su cometido.
 
Girando alrededor de un eje, volando mortífero en espiral, el cartucho caía justo a mitad de camino entre la cerca frente al establo, el sitio en que los desdichados incursores recibieran el fuego cruzado y el mismísimo desdentado, portador de la muerte se encontraba, ahora separado de la pared volviendose al punto en que obtendría resguardo.
 
Balance, agazapado contra el ángulo esquina del establo indicaba con la siniestra y cara de sorpresa que, a espaldas de su compinche, y un par de metros por sobre su cabeza, algo no estaba saliendo según lo planeado... Acto seguido, revólver en mano y como un relámpago de los que a lo lejos completaban el paisaje, desdentado se giraba sobre su cintura como esperando encontrarse con Bonito, Priamo o cualquier otro tirador... Para observar simplemente como el cartucho caía a pocos metros de su ahora sorprendida figura... Quedando por un brevísimo lapso de tiempo, impertérrito.
 
Smith por su parte, maldecía su suerte al no haber conseguido patear directamente a la posición de Jimmy, Spencer y los otros ¡¿¡Con mil demonios! me va a estallar en la cara!?! pensó alarmado antes de ver el fatídico cartucho perderse en el ventanuco por el que una y mil veces se habían arrojado fardos de pasto.
 
Durante el instante que demoró una solitaria gota (única pero igual a las que ahora bendecían Ithaca con vida, y que luego habrían de limpiar la muerte) en recorrer la distancia que separaba la cumbre del establo del fangoso pero enripiado suelo, el ruido pareció formar parte de un mundo lejano... Tanto para Bonito, como para su par Carlos y para los dos petrificados asesinos que tan seguros de cumplir su funesta misión estaban.
 
¡¡¡KABUUUUUUMMMM!!!
 
Resonaba en el rancho que un misterio sin descubrír guardaba.
 
Lejos, nadie habría de oírlo, pero los timpanos de los circundantes dolerían por mucho tiempo, aún cuando el pitido ensordecedor hubiera cesado.
 
En el suelo de la calleja las llamaradas de la explosión hacían honor al nombre de tal herramienta devenida en arma... Potencia e inflamación... Potencia que arrojaba trozos de pedregullo, fango y madera por todos los alrededores, constituyendo una poderosa metralla.
 
El rostro de Tommy Smith era salpicado por tal descarga, y un trozo de ripio le daba en el pecho con brutal violencia, arrojándolo (por fortuna) con apenas un razguño contra una pila de fardos de pasto, casi dos metros más atrás.
Priamo, protegido por la gruesa pared frontal del establo, simplemente "sentía" el repiquetear del otro lado de la madera y atónito veía volar a su compañero tirador.
 
Un trozo de gravilla iba a destrozar la cabeza del ya disfunto Spencer, transformando su cràneo en una impresionante papilla sanguinolienta... Espectàculo dificilmente olvidable sin duda.
 
Balance, muy a cubierto, veía incrédulo como la lluvia de escombros hacía presa de su malvado compinche, el cual en un alarido de furia respondía disparando a la nada, en dirección al frondoso árbol que sin comerla ni beberla recibìa un impacto del poderoso y letal revólver que, mil y una vidas para aquél entonces ya había sagado...
 
Desde la casa, en medio del vertiginoso tiroteo, todos los aún vivos sentían sin duda el estruendo y la vibración por la potente explosión producida... Incluso Cooper, en las puertas del hades, intimidado por el enorme vaquero que Buckner representaba, se paralizaba por una milèsima de segundo preguntándose ¿qué diablos habría ocurrido?.
 
¡¡¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhh!!!
 
Al tocar el fangoso suelo aquella pequeña gota, un alarido desgarrador llegaba a los oídos de cuanto individuo se encontrara a mil metros a la redonda... Era Desdentado.
 
Postrado de rodillas, habiendo dejado caer su arma al fango, el pistolero se cubrìa el mutilado rostro con ambas manos. Entre sus dedos, rojiza sangre, la suya propia, manaba... Como maldecido por las almas de quienes había matado a traición, su propio cartucho había levantado una nuve de piedra y fango que, con inclemente velocidad había pintado su rostro de marrón y bermellón... Transformando sus globos oculares huevos rotos... Dejandolo vivo, sin dientes y sin vista.
 
Los caminos del señor suelen ser misteriosos, diría un pastor... Y en este mundo hay dos clases de personas. Los que tienen vista, y los que no diría quizá desdentado luego de aquella contingencia.
 
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18/01/2010, 11:49
Director

Cooper, noqueado, se disponía a cumplir la orden de Zack cuando aquella detonación y el inmediato alarido inhumano captaron la atención de todos en la casa.

Desdentado estaba postrado frente a la fachada destrozada de los establos; el firme bajo los pies de Príamo y Bonito se inclinó ahora de ese lado de forma abrupta, aunque por suerte para ellos, el edificio había sido construido a conciencia.

Balance, lleno de horror ante el descubrimiento de su amigo mutilado en cuanto el humo se había deshecho, vio entonces cabalgar a un jinete solitario. ¡Era Garrison, y huía de la granja!

Balance titubeó unos segundos, se despidió mentalmente de su compañero y decidió imitar al sheriff. Si el organizador de aquella partida ponía pies en polvorosa, sólo podía deberse a que el asalto había resultado ser un desastre. No tardó en regresar junto a su caballo y ponerse en marcha, pero no hacia Little Troy -aquel sitio ya sólo podía depararle ruina-, sino hacia Killem y más allá.

Mientras tanto, Cooper, si había cruzado por su cabeza la peregrina idea de intentar disparar sobre Buckner, había entrado en razones al fijar la vista en el borboteo de sangre a la altura del corazón sobre el cuerpo del orondo Taylor, que había quedado sentado y apoyado de espaldas en una cómoda. Así que se limitó a componer su mejor cara de canalla e insinuar:

-Te has metido en un lío, muchacho. Has matado a un ayudante del sheriff. Será mejor que me entregues tu arma.

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19/01/2010, 01:22
Lee Miles

Avisado por los disparos de la habitación contigua, y temiendo lo peor el veterano vaquero se marchó medio agachado, con el rifle en ristre. Una vez hubo salido de la habitación donde había rechazado a los asaltantes a escopetazo limpio, cerró la puerta y recargó el rifle.

Fue en ese momento que vio como Buckner asaltaba la habitación mientras Sarah intentaba mantener la sangre dentro de su cuerpo apretandose la ropa contra la herida. Sarah respiraba trabajosamente y un reguero de sangre se iba formando a su alrededor mientras Buckner y sus dos oponentes intercambiaban disparos.

Apenas unos segundos después de un fuerte estallido al otro lado de la casa, todo quedó en silencio. Se alejaba el murmullo de unos cascos al galope y unas palabras al otro lado de la habitación, uno de los ayudantes del Sheriff intentaba jugar su última carta.

El viejo vaquero supo que Buckner, pasado el momento de ira, vacilaría aun después de que estuviera asaltando nuestro hogar, era un hombre de ley, y un hombre de dios. No, Buckner no matara a sangre fría. - se dijo. Y con estas palabras en mente salió de su refugio y colocando su rifle al costado de Buckner, con toda la calma que lo caracterizaba disparó no una, sino dos veces al consabido ayudante del sheriff - Esa es una acusación por la que me haré cargo gustoso. - le dijo lanzando una mirada vacía, como si el alma misericordioso y penitente hubiera abandonado su cuerpo hace ya tiempo.

 

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19/01/2010, 11:00
Director

Dos picas hechas de instante y pólvora atravesaron el cuerpo de Cooper por el camino fácil de los órganos e hicieron que se desplomase sin excesivos aspavientos. La sonrisa taimada se le había descompuesto en una mueca de sorpresa y horror; acaso en la irrupción de Miles en la habitación había descifrado la figura de sus inminentes verdugos allá en el infierno. Sus ojos muertos miraban las botas de los dos hombres.

Entonces, oyeron carreras por las escaleras.

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19/01/2010, 11:00
Josephine "Josie" Wales

-¡Sarah! –era la voz de Josie. –Sarah, ¿estás bien?

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19/01/2010, 11:01
Darius Potter.

Potter se asomó entonces a la habitación.

-¿Qué…? –sacudió la mano para apartar el humo y enseguida comprendió lo que había pasado. –Demonios.

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19/01/2010, 16:41
Sarah Hudson-Parker

El cuerpo de Sarah permanecía inmóvil, apenas movido por una respiración que parecía alejarse más y más de ella. Si se la miraba bien, parecía haberse encogido y su rostro ya no parecía el de la chica joven que era, el rictus de dolor había conseguido aumentarle decenas de años a la vaquera. La sangre goteaba con resignada lentitud desde la herida y el cabello cubría una parte de su cara. ¿Cuán distintas podían ser las cosas cuando uno no invocaba al espíritu? ¿Qué destino enfermizo llevó a la que debía ser la mujer de alguien a terminar como una tiradora y cuidadora de un rancho que apenas le daba lo justo para vivir?

Momentos antes de caer, cuando la joven Hudson supo que iba a ser herida y quizás con ello viniera su muerte, esbozó una sonrisa, podía no ser el mejor momento; no, porque justo estaba por conocer lo que su padre siempre llamó lo mejor de la vida, al menos lo vivido al lado de su madre; no cuando estaba por irse lejos de allí porque quería largarse, empezar de cero donde nadie le recordara cómo y por qué había perdido el pequeño rancho familiar. Hubiera dedicado unas palabras a Buckner pero era tarde porque por mucho que lo intentara, no conseguiría arrancarse las palabras de la boca. La tibieza de una sangre que parecía de otro, el sonido sordo de un balazo que parece no ser para ella, la sorprendieron.

El silencio quedó en su mente, dejó de quejarse ni bien caer contra la pared y hubiera dejado de respirar de no ser porque había demasiada vida en ese pequeño cuerpo, demasiadas agallas como para llegar al final. El infierno se la iba a llevar, ella lo supo desde el momento en que se atrevió a hacer el primer disparo pero no se iba a ir sola, de ninguna manera. El cabello de la joven se movía con el poco aire que salía de su boca entre abierta, quizás el principio del fin.

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20/01/2010, 22:44
Zacharias Buckner

Estaba lejos de preocuparle en esos momentos la posibilidad de ser juzgado por haber matado a un ayudante del sheriff, sólo una cosa rondaba por su cabeza respecto a aquellos hombres: habían disparado a Sarah.

Apretó los labios y afiló la mirada sobre aquel cabrón que ahora imploraba amenazando, aquella sangre sobre su pecho, sus pensamientos se tornaban cada vez más oscuros, y ni siquiera la explosión que se escuchó en el exterior inmutó al joven vaquero. Su dedo comenzó a presionar el gatillo de su revólver, ella no había hecho daño a nadie, sólo queríamos pasar el tiempo en el río y ganarnos la vida honradamente, por mi se podían haber metido todo ese dinero por donde les cupiese, no era lo que necesitaba para vivir.

Un disparo y una confesión a los ojos de Dios, es misericordioso, y a pesar de que nos dice que no matemos, también nos dice que protejamos a los que lo necesiten. El estallido del disparo quebró la tensión que se empezaba a acumular en las hinchadas venas de la frente de Zacharias, pero al mirar su arma, vio que su dedo no había llegado al final del recorrido…

… Giró su cabeza y vio al viejo Miles a su lado, miró el rifle, y luego el cadáver del desgraciado de Cooper, para regresar a aquellos profundos ojos del hombre que estaba junto a él. Enseguida apartó la mirada, tuvo miedo, trago saliva y únicamente inclinó la cabeza a modo de agradecimiento por lo que había hecho, no era demasiado, pero estaba seguro de que lo entendería.

!Sarah! llamó de repente, recorriendo el pequeño trecho que les separaba en tres grandes zancadas, y al ver su pequeño cuerpo allí tirado el pecho volvió a comprimirse de manera angustiosa, dejó caer el revólver y se arrodillo junto a la chica ¡AVISAD AL DOCTOR!, ¡AVISAD A ALGUIEN QUE PUEDA AYUDARLA! gritó a los que estaban a su alrededor, los ojos empañados por las incipientes lágrimas.

Rasgó el trozo de tela que rodeaba a la herida, no sabía muy bien qué hacer, algunas veces había visto a su padre intentar evitar que la sangre siguiera fluyendo cuando disparaban a alguno de su banda, así que se quitó la desgastada camisa, y la partió en dos, presionando uno de los retales sobre el pecho de Sarah, sus manos bañadas en su sangre, viscosa y aún caliente, de un rojo brillante. Se inclinó sobre ella, sobre su boca, para comprobar que aún respiraba, No te mueras, por favor, no te mueras, Dios mío, no dejes que se muera las plegarias se trababan en su boca, inconexas, y únicamente se le entendía cuando pronunciaba el nombre de aquella mujer por la cual haría cualquier cosa.

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20/01/2010, 23:07
Sarah Hudson-Parker

En medio de aquel agobiante estado, de esa sensación de estar y no estar, de ese deseo inmenso de abrir los ojos y ver más que sólo sombras, la vaquera creyó escuchar su nombre. Un leve movimiento de su mano fue todo lo que consiguió pero luego, nuevamente alguien parecía llamarla con desesperación como si ella estuviera en una pesadilla de la cual no pudiera despertar. Con una fuerza que no parecía venir de la propia mujercita herida, Sarah abrió los ojos lentamente, reconociendo aquella voz. En la otra mano aún sostenía su arma, aunque no como debiera. Soltó el arma por donde aún la tenía sostenida y levantó la cabeza con gran pesar, la mano también y la posó en uno de los fuertes brazos de Zack que se apresuraban a querer atarle la herida.

-Zacky...

La voz era apenas un susurro grueso, los cabellos aún le molestaban para verlo del todo y sentía frío, mucho frío. Una lágrima rodó por esa mejilla sucia de sangre y barro y trató de respirar con calma, cosa que no conseguía hacer; cada vez que inhalaba aire, el dolor se hacía más fuerte pero ella intentaba que él no se diera cuenta. Intentó sonreírle pero no lo consiguió aunque ella creyó que aquella mueca había sido una sonrisa, aguardó unos instantes y apretó nuevamente el antebrazo del grandulón que estaba a su lado.

-¿Están muertos...?-un nuevo alto.-¿Todos ustedes están bien? No dejes que muera...

Las lágrimas ya eran copiosas en la muchacha y sabía que no aguantaría mucho más el dolor, así que debía hacer lo que debía hacer. Miró a los ojos a Buckner esperando que se acercara un poco a ella.

-Me habría ido contigo...

Esta vez esbozó una clara sonrisa a pesar del dolor y cerró los ojos intentando mantenerse viva, no se quería morir y sabía que si estaba de Dios, él no podría hacer nada pero al menos quería que supiera lo que significaba para ella. Estaba muy cansada, se sentía más agotada cada vez.