Partida Rol por web

Cuando la sala del trono empieza a vaciarse, esperamos pacientes a que todos se vayan, en nuestro sitio, hasta que aparece el sabio Asriel que nos da nuestras primeras instrucciones. Mi impresión del hombre es positiva. Un hombre con aspecto de hombre de mundo, que sabe lo que éste encierra pese a ser un estudioso y con las ideas claras.

¿Dos horas para prepararnos? Me pregunto algo desconcertado. Yo no tengo nada que preparar, tan sólo volver a mi alojamiento a por las cuatro pertenencias que poseo y empezar el viaje. Pero entonces pienso en los demás. Muchos deben de ser habitantes de la ciudad o pertenecer a esas clases que tienen tantas cosas que no saben ni qué poseen a ciencia cierta. Esperaré las dos horas, entonces.

Cuando por fin nos retiramos, voy al lugar donde me he alojado, recojo mis armas y las cuatro bagatelas que he traído conmigo y me dirijo hacia la puerta del ocaso. Es la puerta por la que entré a la ciudad, por lo que no hay pérdida. Una vez allí, espero con calma a que todos aparezcan y empecemos el viaje.

Salí de la sala y acompañe a mi padre fuera de ella.

Padre,usted es famoso por sus hazañas, deme algún consejo que deba saber,no quiero deshonrar a nuestra familia con un error de principiante.

Mientras hablaba con el comencé a preparar todo mi equipo,revisando cada objeto y viendo que no fallaba o pudiese faltar nada.

Espero tranquilamente a quedarme solo con el Maestro Asriel, a fin de cuentas sabiendo que ibamos a realizar el viaje habia estado ya preparado y las cosas estaban en su sitio asi que en el fondo disponia de dos horas libres que iba a dedicarme a ayudar.

---Maestro, yo ya estoy listo, así que sí necesitas alguna cosa, aqui me tiene...

Mi consejo es que no hay rutas rápidas a la gloria, debes creer en ti y en tus compañeros, no hay otro secreto, nada de lo que te pueda decir se va a cumplir siempre, algunas veces deberas actuar con prudencia, otras veces con arrojo, saber cuando debes hacer una cosa u hacer otra, eso solo tu propia experiencia podrá decirtelo.

Solo recuerda, no deben preocuparte tus fracasos y errores, siempre y cuando podamos vivir para corregirlos otro día. Nadie es perfecto y todos cometemos errores.

Me despedí de mi rey haciendo un saludo. -Majestad, mis reinas... Parto presta para prepara mi equipo y despedir a mis seres queridos.

Tras marchar del palacio, acudí rauda a mi casa y al entrar mire a mi hermana. -Bueno hermanita... Parece que voy a estar fuera por un tiempo... El rey nos ha encomendado una misión muy importante...

Fui hacia mi cuarto acompañada por mi hermana y comencé a preparar mi equipo, revisando con cuidado mis armas.

Muchas gracias padre, tus palabra como siempre me relajan y llenan de valor. Acabe abrazando a padre para después terminar de preparar la mochila con algo de comida,bebida y revisión de todas mis armas y montura, la cual la quería perfectamente alimentada.

Hecho todo,puse rumbo a la puerta del ocaso esperando encontrarme allí con mis compañeros e iniciar la misión.

Os poneis en marcha y abandonais la comodidad de la ciudad para adentraros en el desierto, el cual es de cada vez mas inhospito y yermo, el terreno es poco conocido para vosotros pero no para Hakim, el cual lo considera su hogar. El sol rojo ilumina las arenas mientras poco a poco avanzais hacia vuestro destino.

Poco a poco os vais adentrando en las arenas, mas alla incluso del territorio que los Bani Husain osan explorar, las profundidades del Gran Desierto. Sentis una atmosfera hostil y a veces os da la sensación de que os acechan demonios desde las sombras.

Al cabo de tres días llegais a las ruinas de una ciudad desertica olvidada, Asriel ordena a la caravana establecerse. Percibis una presencia extraña, como si vuestro instinto os digera que algo os observa, no sabeis si esa es una buena o mala sensación. Los siervos que acompañan a los arqueologos empiezan a montar las tiendas mientras que Asriel se dirige a vosotros.

- En fin, ya estamos aqui, ahora, me gustaria que examinarais el perimetro, en busca de amenazas potenciales.

El desierto. Por fin hemos vuelto. Durante tres días y tres noches, caminamos por el mismo, adentrándonos cada vez más en él.

El primer día recorrimos las tierras de los Bani Husain. Decidí no pararme a saludar a los diferentes clanes, pese a que a menudo fuimos recibidos por gentes de los diferentes poblados que nos invitaban a pasar la noche con ellos. Sabía que no podríamos pararnos y como podía me estuve disculpando ante sus líderes por tener que declinar sus invitaciones.

No es así como los Bani Husain hacemos las cosas, pero Illah sabe que mis palabras son sinceras cuando digo que no tuve más remedio. Mis compañeros, y en especial los líderes de la expedición tienen una misión que ha de cumplirse cuanto antes y, escudándome en la posibilidad de haber encontrado Medina pude convencer a los clanes de que no se ofendiesen por rechazar su hospitalidad. En el fondo de mi alma me dolía. Son nuestras costumbres, pero ahora estaba en misión oficial y sólo podía cumplir órdenes.

Por fin hemos llegado a nuestro destino. El desierto se ha estado convirtiendo en un infierno cada vez más inhóspito. Las dunas se mueven a gran velocidad; las rachas de viento, llenas de arena nos ciegan continuamente y el sol abrasa nuestras pieles. Pero estoy preparado. Mi ropa es ideal para el desierto. Incluso para estas condiciones. Sólo espero que mis compañeros estén preparados para esto.

Y luego, las presencias. Puedo sentir como estamos siendo observados. Montamos el campamento. Nos movemos por el desierto de aquí a allá. Y siempre nos observan. No les vemos, pero hasta el más despistado puede sentirlo, como agujas clavándose en nuestra piel.

El maestro Asriel nos encomienda vigilar el perímetro. Saco mis armas y me dispongo a ello. Miro a mis compañeros, esperando un gesto de estar preparados para ponernos en marcha.

Caminaba bajo el ardiente sol del desierto... Desde siempre se nos había entrenado para combatir en cualquier situación... Cientos de días había entrenado en las arenas del desierto, pero nunca me había llegado a internar en el Gran Desierto... Caminaba evitando mostrar cualquier signo de fatiga o cansancio... 

Tras finalmente haber cruzado el desierto y haber llegado a la ciudad perdida, los sirvientes de los arqueólogos comienzan a montar el campamento y Asriel nos ordena comprobar el perímetro. 

Asintiendo dejo mi equipo en el suelo arenoso y tras dar apenas un sorbo de agua apenas mojándome los labios y la garganta, saque mis espadas de la espalda con un silbante siseo metálico... 

Mirando a mis compañeros ya lista asentí con la cabeza. -No nos separemos demasiado, siempre a la vista de el resto... Es posible la presencia de hostiles, y creo que todos nos hemos sentido observados desde que llegamos... Id con sumo cuidado... Mire a que todos estuvieran preparados o que tuvieran alguna otra sugerencia

Aquella dichosa arena finita se metía por todas partes de mi cuerpo cuando soplaba el viento haciendo incomodo el viaje para mi. Cada vez que parábamos aprovechaba para limpiar mi rifle y sacudirme toda la arena que se había posado en mi cuerpo. Era una sensación bastante desagradable

Cada vez que cruzábamos una aldea Hakim se paraba a hablar con sus lideres y parecía pedirles perdón a la vez que suspiraba cuando salíamos de ellas. Quizás sería algún tipo de ritual, pero lo desconocía.

Al tercer día alcanzamos nuestro destino y montamos campamento. Asriel nos ordenó controlar el perímetro cosa me pareció bien ya que hacía un tiempo notaba que alguien nos vigilaba,quizás alguna tribu de las que nos cruzamos.

Me parece correcto Rhiaha. dije sacando mi fusil. Vayamos juntos y con cuidado, no sabemos que podemos encontrarnos. 

Vais analizando el perimetro, parece tranquilo, hasta que de repente, os encontrais con lo que parece ser un demonio. Este sonrie al veros y murmura algo sobre mas almas para su hueste. Chasquea los dedos y cuatro guerreros espectrales se alzan con sus lanzas hacia vosotros.

Al revisar el perímetro aparece frente a nosotros un asqueroso demonio con una sonrisa no menos asquerosa que pronto invoca a unos guerreros espectrales. Parece que la aventura va a empezar con sangre. Sólo espero que no sea la nuestra.

Me preparo asiendo las dos espadas que llevaba en las manos con fuerza. Es el momento. Murmuro una pequeña oración para que Illah me de fuerzas y rapidez en el combate. Parece que su bendición cae sobre mi y me muevo como el viento.

Avanzaba con cuidado atenta a cualquier movimiento sospechoso, por suerte el demonio ni siquiera intentaba esconderse ni atacar por sorpresa... El demonio con una sonrisa confiada, nos miraba frotándose las manos esperando conseguir almas para sus huestes... 

-Jodido demonio... claro lo llevas si esperas conseguir nuestras almas...

Flexionando las piernas y tensando los músculos, hice varios molinetes con ambos kukris con bastante maestría y me prepare para la batalla.

Nunca había visto un ser tan cantoso y estúpido en mi vida. Directamente no es que ya ni intentara atacar por sorpresa , si no que se mostraba fanfarrón delante nuestra soltando estupideces por su boca.

Prepare mi fusil y apunte a su preciosa cabeza. Tu si que vas a ser una buena alma que va a vagar para siempre en este desierto. 

¡Hecarim! ¡Te elijo a ti! 

Mis reflejos me hacen reaccionar antes que nadie y comienzo a acercarme a nuestros enemigos, aunque estos están más alejados de lo que me gustaría. No voy a conseguir acercarme lo suficiente para atacar, por lo que decido usar mi poder. Estoy en el desierto. Hay arena por todas partes. Éste es mi elemento. Comienzo a conjurar mientras corro, concentrándome en el demonio que tengo frente a mi. La arena bajo sus pies comienza a moverse, tratando de engullirle. Gracias a mi dominio sobre la arena, también afecto a una de las almas perdidas.

El alma perdida empieza a despedir grandes cantidades de arena mientras intenta salir de la zona afectada por la magia de Hakim. Tras muchos esfuerzos logra salir y se acerca a Hakim. La mas lejana tambien se acerca, al igual que las otras dos, que llegan a acercase lo suficiente a Hakim como para atacarle con sus lanzas.

Hakim intenta retroceder un paso, pero el alma perdida parece averiguar sus intenciones y da un paso largo, clavandole la lanza en la pierna, mientras, el otro alma perdida aprovecha el momento para darle un golpe en el hombro con su lanza.

Hecarim avanza hacia las almas en pena para socorrer a Hakim, dispara contra una de las almas perdidas, y se fija bien donde se apoyo para arrojar una bola se maraña a sus pies. La cual estalla y llena de una susbtancia pegajosa las almas perdidas.