Partida Rol por web

-No te fuerces. Nos has sido de gran ayuda. Ahora iremos a reunirnos con nuestros compañeros para planear lo que debamos hacer. Muchas gracias, señora.-

Siento no haber sido de mas murmura apenada sentandose de nuevo en su silla

-Como digo, no te preocupes.- dice Ishamar y mira a su compañero a la espera de ver si tiene algo que añadir. Al ver que no...

... Ishamar sale de la posada, seguido de Aralar, por lo que podéis ver desde la distancia. Se paran un momento a recoger algo que han dejado antes en el suelo, en el exterior de la posada y se vuelven a saludar a la misma mujer que les recibió junto a los niños antes.

Poco a poco, dan un paseo hasta llegar a la altura del resto del grupo. Cuando lo hacen, Ishamar lanza una sonrisa y como si estuviese a punto de reir, dice -Haré la guardia del primero que adivine qué nos estaba esperando en la granja.-

Nheilens parece confundido pero aventura una respuesta.

- ¿Habeis visto a algún tipo de dios que habita en las granjas? Creo que sería lo único que me sorprendería ya si bien no me sorprendería ahora. Sea como sea comparte la sorpresa porque me muero de impaciencia. Aquí en el campamento todo ha estado muy tranquilo.

-No, no era un dios, aunque esa hubiera sido también mi primera apuesta.- responde Ishamar dándole un amistoso golpecito a Nheilens en el hombro. -Era.... OTRA vidente. Al parecer hay diez en total repartidas por el mundo.-

- No se si es una mala o buena noticia, mujeres... y su dichosa intuición femenina, el día que las entendamos será el fin de los tiempos y también cuando pierdan su encanto.

¿Qué te contó? ¿A qué horrores se enfrento Atriel? -

-Bueno... en realidad me contó poco, muy poco. Ya he comprobado que las videntes tienen mucha menos capacidad de la que parece. Más bien intuyen que ver y tienen muchos más problemas con el futuro que con el pasado...pero ha sido útil.-

-Al parecer, Atriel fue detrás de un grupo de tres dioses (sí, habéis oído bien) que se ocultan en algún lugar más al norte. Al parecer, Atriel vino para coger un arma de un templo que hay en medio de las Arenas Ardientes. Este arma, la Espada del Destino, sirve para matar a los dioses y ella, en su locura, pretendía usarla contra tres dioses a la vez: Zema, Illik y el mismo Dios al que creíamos haber vencido bajo cierto cementerio... Atriel se dirigió al norte para luchar con ellos y como era previsible, fue vencida y ahora ellos tienen este arma. Quieren usarla para acabar con el Guardián. Pero al parecer necesitan algo que tenemos nosotros. Estoy razonablemente seguro de que es algo que tengo yo, pues de lo contrario habrían raptado al hermano de otro y torturado y liberado a drede a la ex-amante de otro.- dice Ishamar, mirando al suelo y negando con la cabeza. -Creo que nuestro objetivo está claro y que hemos tenido mucha suerte de encontrarnos con esta vidente para avisarnos. Debemos volver de inmediato a Limoria.-

Nheilens había escuchado atento con su ya sempiterno punto de confusión e incredulidad en el rostro. Ya había empezado a empacar su equipaje pero se detuvo acercándose un poco más a los guerreros. La visión de la posibilidad de que su propio hermano corriese peligro hizo que su corazón latiese con fuerza.

- Entiendo que un mortal necesite un arma especial para abatir a los dioses. Pero... ¿Para qué la puede necesitar un Dios? ¿Acaso necesitan tres dioses más ventaja para acabar contra uno sólo? - escupe en el suelo - Valiente panda de cobardes. - queda un momento confundido con su última expresión pero en el rostro del resto lee que no hará falta que se explique así que prosigue - Si necesitan algo más para aumentar su rastrera ventaja, algo que tenemos nosotros ¿Por qué vamos a su encuentro? ¿No sería imprudente llevárselo? ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Lo sabes Ishamar?

-Los dioses, como tales, no deben morir facilmente, Nheilens. Por eso deben necesitar un arma especial. Pero sí, me temo que no estamos ante los más valientes de los dioses. En cualquier caso, tienes razón en una cosa: no hay que ser tan tontos de ir a su encuentro a entregarles lo que buscan. Lo mejor es volver a Limoria, consultar con los clérigos del Guardián y buscar la mejor forma de preparar el terreno para que cuando se produzca la lucha, sea en nuestros términos y con nuestra ventaja. Si pudieran matar al Guardián sin enfrentarse a nosotros, ya lo habrían hecho. Nos esperan allí, en ese palacio en medio de las nubes del que me habló la vidente, porque quieren pelear en su terreno.-

- Creo que hay algo que se nos está escapando, estoy de acuerdo contigo en que si pudieran matar al Guardián lo habrían hecho sin dudar, pero me surgen otras dudas.

Para empezar son Dioses, no creo que tengas nuestras limitaciones mortales a la hora de desplazarse, comer, dormir, descansar, sanarse, reunir información, etc.

Han tenido quien sabe, siglos, milenios o directamente eternidades para averiguar cosas sobre el Guardián y como matarle, por no hablar de esa extraña arma "deicida".

Es extraño que nosotros seamos su obstaculo, nosotros que estamos condenados a una muerte más tarde o más temprano, al nacer con el don de la vida adquirimos la enfermedad de la muerte.

No se si me explico amigos míos, pero si yo fuera esos dioses y un grupo como nosotros su último obstaculo, yo dejaría simplemente pasar los años hasta que llegará nuestra hora. Teniendo ya en mi poder el arma deicida, ¿que es una vida mortal para un ser inmortal?.

Algo más se nos debe estar escapando.

De todas formas un arma deicida es justo lo que necesito, tengo una cuenta pendiente con varios traseros divinos. -

-Justamente has dado la clave, Erik. Parece que no necesitan sólo la espada, sino algo que uno de nosotros posee. No sé qué es, pero esperar a nuestra muerte podría ser peligroso si es, por ejemplo, nuestra sangre. O si es un objeto que podemos destruir. Por otro lado, pueden tener prisa para evitar que reaccionemos y hagamos algo al respecto, como ya intentó Atriel.- dice Ishamar -Sigo creyendo que lo más sensato es no seguirles el juego y volver para preparar el terreno con ayuda de los religiosos. Puede que sean dioses, pero eso, al parecer, no les libra de las pasiones y por tanto de los errores y la mala planificación. Aprovechémonos de ello ahora que estamos a tiempo.--

- El noble Blahu y tu sois los más sabios en estas cuestiones. Si realmente creéis que lo más adecuado es retornar e informar para prepararnos no tengo nada que objetar.

Pase lo que pase espero que sea la sangre lo que esos cobardes buscan, porque se van a ahogar en la suya cuando se enfrenten a hombres libres.

Volvamos, pero creo que además de los clérigos deberías hablar con Atriel, de muchas cosas... es algo que necesitáis los dos. -

-Ahora mismo, eso no es posible en su estado. Ya veremos. Pero gracias.- dice Ishmar posando su mano en el hombro de Erik -¿Qué opináis los demás?-

- Yo voy donde vayais. - se apresura a decir Nheilens - Estamos juntos en esto y no seré yo quien se separe del grupo hasta que todo esto esté resuelto.

Queda un momento en silencio hasta que se da cuenta de que lo que se le pide es una opinión sobre la estrategia que van a seguir.

- Me preocupa lo que Erik ha comentado. Los dioses no tienen problema para aparecer donde les plazca. Me pregunto que les impedirá aparecerse aquí y ahora si ven que lejos de ir a buscarles, regresamos al punto de partida. Confío en que podamos regresar. Si volver es bueno para vosotros es bueno para mí.

-Ya había pensado en eso. Casi prefería ni decirlo en voz alta por si acaso.- dice guiñándole un ojo a Nheilens. -Pero como humanos, exentos de sus poderes, debemos hacer lo que podamos. Si vienen a nosotros... bien, igualmente no estaremos en el terreno que pretendían. Creo que lo prioritario es intentar saber qué tenemos que buscan. Esta vidente no pudo decírmelo y me temo que lo mismo que se lo impidió a ella se lo impedirá a todas.-