Partida Rol por web

Cavaliê se giró cuando éste le habló y asintió,somnolienta, abrazándose a él por la cintura y dirigiéndose hacia el taxi...

- ¿Vamos a casa...? ¿Te ha llamado la policía?

Cuando le rodeas con tus brazos vuelve a darte un beso, casi lleva más que en el último mes, te ayuda gentilmente a entrar en el taxi, da la dirección de vuestra casa y permanece todo el viaje en silencio, sólo mirándote, acariciándote el brazo con parsimonia, pero sin pronunciar palabra, el taxista os deja en vuestro edifico.

Coge la maleta y el portero os saluda con educación, el ascensor os espera, como respuesta a tus miradas solo sonrisa y gestos cariñosos, pero ni una palabras, no hasta que cruzas la puerta que para ti dejaste hace apenas unas horas, aunque en realidad hayan sido ya cuatro días, pero no es la misma, la ha cambiado.

Al entrar ya no hay inscripción, ni rastro de la policía, te conduce al sofá y se sienta junto a ti, Sol, estuve hablando con la policía si, las huellas en el cuchillo, por la puerta, junto a esas inscripciones, todas, todas eran tuyas, no había de ninguna otra persona. respira profundamente, serio, pero no enfadado.

Ya sé que no recuerdas nada, no te preocupes, hace tiempo, cuando te conocí, cuando decidimos casarnos, un hombre se presentó un día en mi despacho, me dejó un teléfono y me dijo que tu eras especial, que tenias un don que muy poco poseían, pero no le dejé continuar, lo eché de allí, no quería oír tonterías, pero, me dijo, que llegaría el día en el que parecería que te volverías loca niega con la cabeza…

Y que entonces debería llamarlo, aún guardo su teléfono, es una locura, tu debes decidir lo que hacer Sol,

Su mujer permaneció pegada a él durante todo el viaje, dedicándole caricias y apoyando su cabeza en el hombro. Fue al poner los pies en su hogar cuando pareció que la joven se templaba, aunque observaba los cambios de ésta con cierta inquietud, como si temiera que alguien irrumpiera en la casa para arremeter contra el matrimonio... Aún así, cuando Alais se echó en el sofá ella se acomodó junto a él, descansando la cabeza en su pecho y doblando las piernas sobre el sofá, relajada... Cuando éste habló de aquel extraño, frunció el ceño...:

- ¿"Don"? ¿De qué hablas...? ¿Quién era? ¿Era médico...? - preguntó, alzando la cabeza para mirarlo de frente.

Mikael suspiró negando con la cabeza, No se quien era, no sé si era médico, no le hice mucho caso, pensé que era un chiflado, aunque no lo pareciese, y sé que ahora soy yo el que lo parece, te mira mientras masajea con sus dedos la parte frontal de su cabeza, Tengo aquí su teléfono, pensé en esa posibilidad cuando no despertabas, cualquier cosa, no podía verte ahí postrada, sin hacer nada por ti, me estaba consumiendo de impotencia la tensión que ha acumulado amenaza con liberarse, él siempre ha sido un hombre ingenioso, nunca paraba hasta dar con un posible solución, tenaz y obstinado, pero ahora tenía un punto de desesperación nada tranquilizador.

La relajación de La-Roux Solaine Cavaliê apenas llego a consumarse, había temido una irrupción en aquel refugio que hasta hace poco consideraba seguro, y esta se produce, secuencias de una escena que quedarán grabadas en la mente de la joven francesa…

Un hombre entra, no, más bien aparece junto a la puerta, sus ropas son extrañas y sus movimientos veloces, porta una espada en la mano derecha que blande con rapidez, Mike se levanta del sillón en un veloz movimiento, pero no es lo suficiente, el arma se introduce con limpieza en el pecho de tu marido, ves la punta salir por su espalda, su sangre te salpica los pies que tenías sobre el sillón, se gira hacia ti, aún en pie, los ojos sorprendidos que comienzan a derramar lágrimas al encontrarse con los tuyos, pérdida, vacío, ira, esos sentimientos te abordan con fuerza, te golpean mientras mueve los labios pronunciando algo que no logras entender, dejando que sea tu mente quien lo haga, se desploma en el suelo como un fardo, ahora no importa que lo engañaras, o él a ti, ya es imposible que nada vuelva a ser como antes, es imposible que Sol siga existiendo, para despertar, debes dormir eso te había dicho, pero ya has dormido durante tres días…

Frente a ti se alza la figura de aquel extraño asesino, espada en mano, Me guiarás al resto

La celeridad de su marido no había sido suficiente. Roux se lleva las manos a la boca, pegándose al respaldo de su sofá ahogando un grito, absolutamente horripilada ante la dantesca escena.
La sangre salpica sus pies, y la joven se lleva las manos a la cabeza, presa del pánico y del shock… - … Haaaah… - de nuevo un grito que se pierde por su garganta, sin apartar los ojos del hombre al que tanto amaba y al que tanto daño creía haberle hecho… Ni siquiera hubo tiempo para analizar esa frase que ella misma terminaba, que había escuchado en algún otro momento de esos labios, los mismos de los cuales fluía ahora sangre…tan violentamente...

Se llevó una mano al pecho y se inclinó hacia delante, mareada, llorando, contemplando a aquel hombre, el mismo que le acababa de destrozar la vida, consciente de que no podía hacer nada contra él… ¿Era de otro tiempo? ¿Blandía una espada? ¿Qué importaba aquello…? Él ya no estaba a su lado…
Finalmente, negó al desconocido.

Los ojos del desconocido, color castaño claro, bonitos y vacíos, no expresan nada, la espada aún mancillada, de un paso esquivando el cuerpo caído, un desagradable sonido el de sus botas al pisar la sangre que ha comenzado a formar un charco en el suelo.

Parece incrédulo cuando los bucles rubios de la francesa ondean de manera negativa, no está muy acostumbrado a ser contradicho, su mano izquierda aferra tu cuello, apretándolo, obligándote a enfrentarte a él, acerca su rostro al tuyo, puedes percibir su olor, sudor, tierra, sangre, su aliento sobre tu nariz, tus lagrimas podrían mojar su cara debido a la proximidad.

La presión en tu cuello aumenta, la respiración se hace dificultosa, te ha levantado sin esfuerzo, sus dedos rodean tu delgado cuello casi en su totalidad.

Lo harás Al hablar, parte de su saliva cae sobre tu barbilla, su voz es ronca, tosca, con un marcado y extraño acento.

En pleno aire, Roux posó una de sus blancas manos sobre la del hombre que la sujetaba del cuello, sin poder hacer fuerza siquiera, pues era más un gesto de súplica porque la soltara más que un encaro... Completamente espantada, con los ojos abiertos de par en par, volvió a negar levemente con un suave meneo de mandívula, cerrando los ojos con fuerza, sin poder detener las lágrimas, el sudor frío...

- No sé quién... eres... - apenas musitó mientras el extraño presionaba su garganta, con mirada suplicante... Alzó las cejas, enfatizando el gesto. Parecía completamente confusa, y el cansancio volvía a recaer en sus párpados, mareándose... - No... sé de... qué me hablas... Por f... avor...

Suéltame... ¡¡¡¡¡SUÉLTAME, POR FAVOR!!!!!

La presión sobre el cuello de la joven disminuyó de repente, cayendo de nuevo sobre el sofá buscando el aire que le permitiría seguir viviendo, el desconocido de aleja un paso, lo suficiente para enarbolar la espada nuevamente junto al rostro de Solaine, no era una espada medieval, tenía cierto aire más a una katana, aunque de peso y dimensiones más elevadas, aunque en las manos de aquel gigante parecía sostenerse con facilidad.

Soy el Buscador su inglés era confuso, no terminaba de pronunciar correctamente, Y tu eres la Luz, enuncia algo que parece evidente, guíame al resto la punta de la espada en tu garganta, no era una petición, o por lo menos no una muy amable, la gota de sangre que brotaba de tu cuello se mezcla con la de Mike, que aún permanece en el acero.

Nada más caer, la joven se llevó una mano a la garganta, echándose a toser... Cuando la espada la rozó se hundió en el sofá, rompiendo a llorar y negando nuevamente, completamente desarmada, dijo...:

- ¡¡N-No sé de qué me habla...!! - insistió de nuevo, hecha un mar de lágrimas y tiritando del pánico... - No sé quién eres... No ssé quién es el restto... - desvió la cadáver al cadáver, hundida... - Mike... ¿¿Por qué lo ha hecho...?? ¡¿Por qué le ha matado?! ¡No le hemos hecho nada...! - cerró los ojos, inclinando la cabeza a un lado para evitar la visión del arma que pronto acabaría con ella. Su respiración comenzaba a fallarle, provocado por un ataque de ansiedad...

Sigue tu mirada hasta el cadáver caído en el suelo, pero lo mira sin mucho interés, casi como si acabara de darse cuenta de que está ahí, luego vuelve a ti, guarda la espada en la parte trasera de su espalda, pero no por ello relaja su actitud.

Tus.. duda por un instante, como si buscara una palabra sueños, vuelve a acercarse a ti y te agarra de los brazos, levantándote del sillón, y te lanza con fuerza contra la pared, el impacto es fuerte y doloroso, uno de los cuadros se te clava en la espalda, el ruido de cristales rotos al chocar contra el suelo.
Sus botas, sucias, manchadas de barro, tu llanto se ahoga, te cuesta respirar, apoyas tu mano en el suelo, sin darte tiempo a verlo venir, un fuerte golpe dado con su pierna en tu estomago hace que caigas bocarriba, el sombrero le oculta parcialmente los ojos, pero no tienes ninguna duda de que te mira.

Habla

- ¡¡¡AAAAAGGHH...!!! - rugió de dolor, quedando postrada bocarriba sobre el suelo, teñido de sangre y cristales... Vuelve a coger aire con dificultad, percibiendo, ahora de forma borrosa, la imagen de aquel asesino sin escrúpulos...:

- (...) Un... bosque... - reveló tras largos segundos en los que parecía ir pendiendo la consciencia... - Una mujer... Alguien gritando... Gente... - en aquel punto negó con lentitud, sin llegar a comprender lo que ocurría... - Me persiguen...

Posa una mano sobre su tripa y apoya la cara de lado sobre el parqué, cerrando sus ojos, exhalando aire... Rendida...

La oscuridad, eso es lo único que te envuelve tras pronunciar tus palabras, oscuridad y dolor, su recuerdo, esa sonrisa, esos besos, risas, peleas, pero esa espada atravesando su pecho puso fin a todo, ¿por qué?, debes dormir.

Pero la luz te ciega, el reflejo del sol en el agua, un pueblo, nieve, una joven sale de una casa, alguien va con ella, parece triste, su mirada es triste, confusa, un chico, la mira, un buen rato mientras caminan.

El callejón oscuro, la pistola en tus manos, los pasos, un sonido metálico, ¿espadas?, dispara Solaine, no ves a nadie, la pelirroja del anuncio, llora, desconsolada, sangre en sus manos, una habitación, todo cambia rápido, demasiado, un espejo, eso parece, no, no eres tu, tu hermana, no te ve, no está sola, corre por las calles, tu respiración se agita a la vez que la de ella, te duele respirar, te duele.

Abres los ojos, una tenue luz y un lacerante dolor en tus muñecas, hace frío, mucho, tus piernas están mojadas, estás tumbada en un suelo de piedra, esposada a un barrote de hierro que parece una tubería, enfrente de ti un camastro, y sentado en él aquel hombre que se hacía llamar El Buscador, todo ha ocurrido, todo es real.
Levanta la mirada oculta de nuevo bajo aquel sombrero, pero luego sigue a una rata que acaba de cruzar la estancia perdiéndose por un pequeño agujero demasiado cerca de ti.

Habla, el tiempo es importante mordisquea alguna pieza de fruta, al verla tu estómago, a pesar de todo, ruge hambriento.

Sol pegó la sién a la tuberia, hastiada... Su mirada carecía de brillo y rebosaba un vacío absoluto... Agitó las muñecas levemente. ¿Dónde se encontraba...?

Alzó la vista para reparar en aquella especie de cazador...

- ¿Por qué? ¿Por qué tengo que hablar...? - cuestionó al hombre. La voz ya no le temblaba. No había ni rastro de temor en su gesto. Aunque, en realidad, no había rastro de nada... - Si vas a matarme, no pierdas más tiempo...

Aquel hombre se quita el sombrero con parsimonia, una larga melena negra se escurre por sus hombros, lo coloca en el camastros, a su derecha, y junto a el la fruta a medio comer, luego se levanta y se aproxima a ti, se agacha para ponerse a tu altura, un movimiento rápido de su mano y cuando regresa a su posición una rata en ella, no es muy grande, pero chilla de una manera estridente y desagradable, la acerca hasta tu nariz, pero no tanto como para que pueda morderte.

¿Sabes cuanto tardan un par de ratas en devorar a una persona?, habla despacio, con ese particular acento, con paradas, como si tuviera que rebuscar en su mente lo que tiene que decir, casi nueve días parece que habla en serio, como si lo hubiera comprobado alguna vez.

Sin luz no veo, si no veo, me enfado expone sus argumentos, si me enfado, te mataré, pero entonces el tiempo no apremiará la rata ha dejado de chillar, descansa con la cabeza en un ángulo extraño sobre la palma de su mano, te escupe en pleno rostro y se incorpora.

Ahora tú decides

La francesa retrajo el gesto en una mueca de repulsión cuando acercó al animal, echándose hacia atrás y limpiándose aquel repugnante escupitajo con la manga de su mano. De nuevo, sus ojos se volvían vidriosos...:

- ¿Para qué me quieres...? ¿Qué es eso de la Luz? - algún que otro gallo salían de improvisto de su garganta, presa de la angustia... - ¿Por qué me has hecho esto...? No entiendo nada... ¿Quiénes son "el resto"? ¿Sólo quieres mis sueños...? ¿Por qué? Sólo son pesadillas... No conozco a nadie, no sé quiénes son...

Vuelve a sentarse y colocarse el sombrero con la misma ceremonia que cuando hizo el paso inverso, otro mordisco a la fruta, hablando aún con la boca llena Tu eres la Luz, tu me dices a quien buscar, yo lo hago,
parece sorprendido de que no logres comprender algo tan aparentemente sencillo para él.

Sueños o pesadillas, llámalos como quieras, es el futuro eso que ves, uno que debe ser erradicado, tu solo tienes que decirme lo que ves, no es tan difícil, mientras antes me lleves a ellos, antes de dejaré libre respira pesadamente, terminando de tragar.

Ahora es de noche, depende de ti cuanto tarde en amanecer, el sol hace innecesaria la luz

La joven se mordió los labios, perdiendo la vista en el suelo. Se sentía tan desamparada... Pero no tenía opción. Aunque aquello le pareciera una locura, darle lo que pedía era lo único que calmaría la sed de violencia de aquel hombre...:

- Un... pueblo... - cierra los ojos con fuerza, intentando recordar y controlando su respiración... - Nieva mucho... Hay una mujer... pelirroja, con un hombre... Ella llora - vuelve a morderse los labios, apoyando la frente en la vieja tubería a la que esta esposada... - Llora en un callejón, con las manos manchadas de sangre... Estoy allí... - tragó saliva, frunciendo ahora el ceño - Mi hermana... Corre por los callejones... Alguien la persigue... No sé quién... - finalmente negó con la cabeza, volviendo a fijar la imagen en el extraño sujeto que la estaba torturando... - ¿Por qué le matastes...? - musitó en apenas un hilillo de voz, destrozada...

Ahora te percatas que hay una especie de cartera de cuero en una esquina del camastro, el color es casi igual al de la raída, de ahí que hasta que el hombre no la ha cogido para abrirla, no te hubieras percatado de ella. Extrae de la misma algo que a primera vista te parece un ordenador portátil.
Lo coloca sobre sus piernas y pulsa un botón, entonces, como surge del mismo una especie de holograma con el símbolo de Apple, y luego, aquel hombre, comienza a teclear algo y la imagen va cambiando, es una especie de ordenador en tres dimensiones, de pronto para y se vuelve a mirarte.

Dame todos los datos, descripción física y alguna pista para encontrar a esas personas, no me importa el orden, mientras más tardemos, más tiempo pasaremos juntos el aparato vuelve a retomar su atención.

Tarde o temprano habría muerto defendiéndote, en la guerra, hay víctimas, no fue nada personal dice desapasionadamente, indiferente por completo a tu sufrimiento, aunque tampoco parece disfrutar con él.

La joven apenas prestó demasiada atenci´n a aquel aparato de alta tecnología. En otras circunstancias quizás lo habría contemplado sorprendida, pero vuelve a sollozar en silencio tras aquello último, inclinándose hacia delante, mirando al suelo... ¿Morir defendiéndola? ¿Se suponía que aquello era el motivo de su asesinato...?

- Pelirroja... Alta... De ojos azules... Pelo largo... - musitó completamente desganada. Las lágrimas no cesaban... - Parecía modelo... Mi hermana es como yo... Mi... - se detuvo, volviendo a fijarse en el asesino... - ¿Qué les va a hacer...? ¿También va a matarlos...? ¿De qué tendrían que defenderme? La única amenaza... has sido tú...

Parece que toma nota de aquello que le vas diciendo en su “ordenador”, mueve las manos con rapidez sobre él, ya has comprobado sus reflejos a pesar de su aparente tosquedad, así que tampoco es demasiado sorprendente.

Probablemente tenga que hacerlo dice con calma, Pero a cambio tu vivirás, una vez los encontremos ya no me serás útil, pero tampoco tengo porque matarte, podría estar dando las noticias del tiempo, o hablando del nuevo coche que se ha comprado.

¿Una hermana como tú?, ¿gemelas?, es como si hubiera caído ahora mismo en una posibilidad, deja el aparato sobre la cama con cuidado y vuelve a levantarse hasta ponerse cerca de ti, pero sin agacharse esta vez, mirándote desde su elevada posición.

Gemelas vuelve a repetir Luz y Oscuridad