Partida Rol por web

Cuando vi acercarse a los guardias y verifique que eran d ela asamblea, un escalofrio recorrio mi espalda, no s epor que fue, puede ser por que sabia donde habia una nave con una de las miticas gargolas en el sistema Bannockburn.

Tras que los guardian se pronuncien, les hago un leve gesto de saludo con mi sombrero y digo

no llevo ningun arma de fuego -Mientras abro mi gabardina y muestro las pistoleras vacias- , venimos para abstecernos, si fuera tan amable me podria indicar algun mapa o terminal para poder guiarme en las estacion-

Los guardias dejaron pasar al grupo sin poner mas problemas. Todo estaba en orden.

Con paso acelerado Klaiton se acercó a una de las terminales públicas y pulso unos cuantos botones. En pocos segundos un plano se mostró en la pantalla, en una versión extraña de Ur, aunque legible.

Tras mirar la terminar mire al grupo

el agora esta unas cuantas cubiertas por encima nuestra, y la ciudad en lo mas alto, vamos primero al agora a ver que podemos hacer con nuestro equipo, y despues podemos ir a la ciudad

Una gran multitud indica claramente la localización del ascensor más cercano. Tras esperar unos interminables minutos las puertas se abren y sois arrastrados por la muchedumbre al interior de un viejo ascensor que debió usarse en algún momento para carga.

El olor a sudor y el calor se hace insoportable una vez las puertas se cierran. El fuerte zumbido de los sistemas de soporte vital ya es tan común para vosotros que casi no lo notais. Un fuerte estrepito indica el inicio del movimiento del ascensor. Vuestro estómago se encoje por la aceleración y tras unos minutos interminables el ascensor frena, abriendose las puertas al ágora.

El Ágora debe cubrir toda la cubierta, atestada de muros móviles que conforman diferentes tiendas de todo tipo. Podéis ver puestos de comida rápida, de piezas de recambio, libros, reliquias, arte y muchos otros que no son más que simples despachos donde se venden mercancias al por mayor. 

Una multitud se mueve entre los puestos como si se tratase de hormigas. Mensajeros corriendo de un lado a otro, nobles con su séquito, agentes de la liga, mercenarios buscando donde gastarse su botín, guardias de la asamblea asegurandose de que todo esta en orden, un monje hesicasto grita fragmentos de los Evangelios Omega sobre un improvisado atrio.

El techo dispone de fluorescentes cada pocos metros que iluminan bastante bien el nivel y el sistema de soporte vital parece funcionar mejor que en los niveles inferiores, siendo el aire más fresco y con mejor olor.

Con sus vagos conocimientos de la tecnología y de los gremios, Pablo intentó ayudar a duras penas a Klaiton.

Deambulais durante unas horas por el atestado bazar. La munición no supone ningun problema y pasais por varios puestos donde Klaiton puede comprar lo que necesita.

El escudo es otra historia. Preguntais a varios miembros del gremio de armeros y parece ser que ninguno es capaz de reparar escudos o conoce a nadie que sea capaz en la estación. Claramente es una tecnología demasiado avanzada para los artesanos de Cúmulo. Aun así encontráis un tratante de objetos de combate que dispone de dos escudos a la venta:

- Una caja de 10cmx20cmx10cm que puede colgarse del cinturón, que proyecta un escudo estándar por 750 fénix

- Una pequeña cinta negra, similar a un reloj de pulsera, con filigranas de oro, que proyecta un escudo de duelo por 1500 fénix.

En ese tiempo pasais por un par de puestos donde sirven bebidas y se congregan algunos de los visitantes del bazar. Preguntais por Saladino pero nadie parece conocerle. Un mercader os aconseja que pregunteis por los bares de la ciudad principal, que es donde suelen encontrarse a los nobles.

Tras deambular por varios puestos finalmente John consigue la munción que iba buscando.

Tras finalizar vuestras compras os dirigis al ascensor que conduce hasta el nivel superior, donde esperais poder encontrar información sobre Saladino.

La cola para entrar en el ascensor es, igual que la vez anterior, bastante grande, pero sin problemas conseguis haceros un hueco en el siguiente ascensor que sube.

Dentro se encuentra el variopinto grupo de personas habitual de Cúmulo. Mercaderes, siervos, hombres libres, algun guardia y esta vez os llama la atención un hombre joven vestido con ropas caras al que acompañan tres hombres de aspecto duro que diriais son guardaespaldas. El tipo os mira cuando entrais en el ascensor, evaluandolos, pero no hace ademán de hablar con vosotros.

Pablo se fijó en los ropajes del joven, buscando algo que le indicase quién era para necesitar tanta protección. Ya que sus facciones no le sonaban...

Pablo buscó algún simbolo en el atuendo del hombre, pero pese a que los había ninguno le era conocido. Si era un noble no debía ser de ninguna de las Casas Reales.

Le lanzó una mirada inquisitiva a John, quizás a el le sonasen de algo.

viendo la cara que me pone pablo me fijo en el joven y sus acompañantes, pueden que sean un comerciante o miembroo de algun gremio menor

Cruzáis varias miradas tratando de buscar la respuesta el uno en el otro mientras uno de los guardaespaldas os taladra con la mirada, tras darse cuenta de que lleváis un rato mirando en su dirección. 

Antes de que podáis hacer nada las puertas del ascensor se abren y sois empujados por los otros ocupantes hacia el exterior. Los guardaespaldas abren paso entre la gente y podéis ver como el hombre y su escolta se alejan de vosotros.

Cuando os paráis a mirar donde os encontráis los carne se os pone de gallina. John ya ha visto la imagen con anterioridad, pero para Pedro es la primera vez.

Lo que hasta entonces había sido una claustrofóbica estación espacial ha dado paso a una majestuosa urbe. Grandes rascacielos de cristal y acerámica escalan hacia un inexistente techo por cientos de metros. Las estrellas del espacio abierto pueden verse en lo mas alto, ligeramente escondidas por la multitud de neones y antorchas de fusión que iluminan las calles y un majestuoso pero distante Magoj puede verse entre ellas con sus grandes remolinos atmosféricos. Vehículos eléctricos recorren calles que discurren entre los edificios y la gente anda por las aceras entrando en diferentes bares y cafés.