Partida Rol por web

Había girado la cabeza para continuar hablando con Madame Kingsley cuando ese hombre, gruñó insolente y amenazante contra ella, las facciones de su rostro se endurecieron conforme se volvía a encarar ante el extraño - No acostumbro a dar el nombre de personas ajenas cuando ellas pueden presentarse... - espetó inclinando ligeramente la cabeza a la derecha - Además, no deberiais hablar de alguien que está a vuestro lado, como sino estuviese. - indicó señalando a la mujer con gracia - Para concluir, nos estaís molestando; Así que os invito a que os MARCHEÍS de inmediato. - terminó sin dejar de clavar sus ojos en los de él en ningún momento.

Me quedo perplejo ante la arrogancia del insolente mortal, en otras circunstancias ese seria su fin, lo encontrarian en una bolsa de basura con todos los huesos rotos a la mañana siguiente. Pero no, esta no era la situacion, este momento requeria cautela y etiqueta. Dejo que el recipiente se aleje y me encamino al primer grupo que divise, aquel de la mujer de verde y el guason. Me les acerco y me pongo a observar alguna pintura de las cercanias, espectante a algun hilo del cual me pueda enganchar. 

Madame Kingsley observaba con una mirada no muy alegre. Guardó silencio hasta que intervino nuevamente, lanzando una dura crítica -Os estáis comportando como salvajes, Señorita Rienne, me halaga su deseo de ayudar, pero al parecer ha agravado más las cosas de lo que pudo haberlas solucionado, le recuerdo que este hermoso museo es uno de los Elíseos de la ciudad, y que no esté actuando en consecuencia, no me da buena referencias suyas y de su mentor...- y luego da un paso interponiéndose, mirando al otro sujeto.

-Muy bien Will- dice con cierto tono sarcástico, como si resaltara lo absurdo que sonara. -Mi nombre es Amanda Kingsley, y soy la anfitriona de este evento, no se que asuntos tenga usted aquí, pero ya había decidido tener las puertas abiertas, así que solo le hago un llamado a que trate de ser más educado, ha sido una noche fantástica, y me temo que usted no querrá arruinarla- dijo con aire ligeramente siniestro, y lo suficientemente intimidante como para que dudaras tu próxima intervención al menos. Sus ojos se fijaron directamente sobre ti, respiraba apenas, como si fuera un reflejo poco importante, y su rostro demostraba el rubor y la calidez de los humanos, aunque algo te decía, que esa condición no podría aplicarse a ella. 

-...fantástico, ya te lo he dicho Rachel, me tiene impaciente la sorpresa de Amanda, ha dado largas, nos ha entretenidos, pero para serte sincero, mi paciencia se empieza a agotar...- era el sujeto de la sonrisa anormalmente grande, parecía estar diciendo alguna especie de broma, porque por un momento se ensanchó, luego el brillo blanco desapareció tras sus labios para beber un poco de su copa, en una especie de brindis en solitario.

La mujer, de cabello oscuro, y rasgos delgados, y afilados, con los labios pintados de un rojo reluciente y unos ojos claros, suspiró con fuerza. -Debes calmarte Philip, si tan emocionado estás, deberías ir y preguntarle directamente a nuestra anfitriona, y te diga lo que todos te hemos dicho- la mujer era más pequeña y menuda que sus acompañantes, ambos al menos una cabeza más grande que ella. Rió por lo bajo observando al rubio risueño.

-Estás empezando a hacerte molesto, ten paciencia quieres?- había un aire afeminado en las palabras del hombre de cabello largo grisáceo, tenía un rostro incoherentemente joven en relación a la edad que podrías concluir observando solo su cabello. -Disfruta de la bella música, ni siquiera has visto las obras por completo- reprochó

-Eso es cierto...- la mujer favoreció al del cabello grisáceo.

-Que pesados, es que acaso no les pica la curiosidad? en especial a ti Rachel?- parecía esperar una respuesta afirmativa

-Pero lo disimulo- cortó la mujer.

Estaban al frente del cuadro de la revolución, realista y quizás inédito, parecía más una fotografía y no una pintura, llena de detalles que requerirían una observación detallada.

- Habrá paz, señora Kingsley. No estoy aquí para golpear estirados. Mi trabajo aquí es otro.- Responde lo más cortéz que puede Danton a las palabras de Amanda, sin de dejar de sonar rustico por ello. Luego mira fijamente y con desprecio a Lauren y la señala con su dedo indice.

- Contigo no puedo decir lo mismo. Asegurate de no cruzarte en mi camino fuera de estas paredes, porque entonces será tu muerte. - Dijo en una con una sonrisa poco amigable en su rostro y sin perder la compostura. 

"Otros tiempos, otros lugares", volvió a decirse a el mismo. Siendole a el muy extrañas tales reuniones tenía a pesar de ello el recuerdo de los consejos de su sire. Guardar decoro en un Eliseo era un mandamiento base que hasta un recio como el tenía en cuenta.Le molestaba que no todos tuvieran esa memoria tan simple y sincera a pesar ser gente "sofisticada".

- Lo lamento... - suspiró negando algo avergonzada - Mi protector suele decirme que he de controlar mi caracter, pero a menudo me cuesta más de lo normal... - explicó haciendo caso omiso del maleducado y maltrecho individuo, sin recibir módales, ella tampoco los daría - Sobretodo en casos tan claros de falta de educación. - inquirió dedicando una lánguida mirada al hombre al recibir aquella clara amenaza - Os pido disculpas de nuevo, Madame Kingsley. - terminó inclinando la cabeza levemente.

Me acerco un poco al retrato y con fascinacion agrego - Es impresionante, es una obra excelente. ¿No lo creen? - exclamo sin quitar la vista del cuadro, elevando un poco la voz. - Podria decir que estoy en la escena, casi puedo escuchar el estruendo de la artilleria. - Tras lo cual giro mi cabeza levemente buscando la de estos personajes.

La refinada anfitriona guardó silencio unos momentos, por un momento pareció cambiar por completo, pétrea cual estatua vigilante, examinó con dureza a William Danton, antes de intervenir nuevamente. Parece reflexionar por unos instantes, y finalmente su voz vuelve a irrumpir en el silencio local, mientras el salón es ambientado por la música clásica que proviene del centro del salón, demasiado relajante, parece burlarse de la tensión entre las tres figuras sobrenaturales en medio de los invitados mortales. Seguramente nadie podría imaginar que tipo de situación se desarrolla allí.

-Por favor, cualquier problema que tengan, lo arreglarán fuera de las paredes de este Elíseo del arte, han armado el suficiente revuelo y casi me arrepiento de haber sido tan laxa con estos asuntos- vocalizaba cada palabra como si el sabor de la agria situación calara a través de sus sentidos. -Más le advierto, Will, que espero su amenaza no llegue a cumplirse, ha sido demasiado poco inteligente al augurar la muerte de la señorita Rienne en mi presencia, tendré que pedirle que se calme... - Luego volteó a mirar a Lauren, su mirada era tan dura como las que le dedicaba al recién llegado.

-Señorita Rienne, de verdad esperaba más de la protegida de Lawrence Cramer, pero veo que son solo apariencias, me considero ofendida por tu comportamiento, pero debo confesarte que admiro quien reconoce sus errores con sumisión, espero que una falta de etiqueta de tal magnitud no se vuelva a repetir- y luego vuelve a mirar a William Danton.

-Por favor señor Will, me considero bastante comprensiva, y admito que me tranquiliza no venga con malas intenciones- y con un comportamiento refinado, prosigue en una petición. -:Muy bien, siendo yo la anfitriona, quizás quiera decirme cuál es su "misión", quizás yo podría ayudarle-

Los tres personajes portan características inconfundibles de mortales, lo puedes percibir con algo de facilidad, respiran con cierto ritmo, la bebida, ese aroma a... a humanidad, tan cálido, tan añorable, tan apetitoso, y quizás podrías oir sus corazones en el constante palpitar en el que sus cuerpos con vida se decantan, de no ser por la música que llega a tus oídos con cierta pasión clásica desatada por los violines y las percusiones de una tonada clásica.

El trio de mortales, interrumpe inmediatamente su conversación para dirigirte una mirada fija, para ninguno de los tres pasó desapercibido tu comentario, y con la elegancia que ostentas en una recepción así, podrías hacerte una idea aproximada de que estarían pensando.

-El artista es todo un profesional, aunque un poco simple al limitarse a representar una escena...- comentó el rubio sonriente, con lo que parecía ser una hilarante mueca de desagrado por el estilo en general.

-Es increíblemente detallada, creo que fue una obra que recientemente se descubrió...- El de aspecto más viejo comentó. Y tenía razón, si observabas con cuidado el fresco, el rictus de dolor o sufrimiento de los soldados heridos, casi invisible debido a sus diminutos rostros, era realmente impresionante, al igual que la sangre en la escena, el artista parecía que había captado hasta las más minúsculas gotas, en el aire, en el suelo, o en los luchadores. De no haber vivido momentos terribles, y ser un vástago, aquella pintura te habría estremecido ligeramente.

-Aunque parece que el artista usó un seudónimo...- dijo ahora la dama. Mirando a sus dos compañeros.

Al oír la pregunta de Kingsley se acercó a ella y le explicó en voz más baja su situación, esperando encontrar alguna que otra pista o respuesta que le ayudara en su caso.

- Busco a una persona: Jeremy Ericksson. Mentor, filósofo y párroco. Desapareció hace unos días sin dejar rastro, solo una carta con remitente en Filadelfia, a nombre de Mika. Desconozco que relación pueda tener esa mujer en el asunto, pero lo averiguaré. ¿Sabe usted algo de estos dos sujetos?

El hombre parecía preocupado en el tema, omitiendo lo sucedido hace minutos atrás.

No dijo nada más, simplemente se limitó a asentir a la anfitriona Toreador, bastante avergonzada por haberse dejado llevar por su ira.

Me giro hacia donde estan las tres personas y agrego en tono cortez - Josep Smith, encantado. Ni bien me entere de esta muestra no pude dejar de asistir. Habia oido hablar del virtuosismo de esta coleccion pero creia que eran simples exageraciones, me plaze contemplar mi error. - mientras dirijo mi mirada hacia el cuadro un instante para luego volver a ellos. -

Amanda guardó silencio durante unos instantes, luego grácilmente se volteo para mirar a Lauren Rienne, pareció meditar por milésimas una respuesta apropiada y habló con su voz, calmada y refinada, habiendo recuperado la neutralidad y ese aire de anfitriona delicada y elegante.

-Lauren, querida, creo que tu pintura ya debe estar lista, porque no vas a comprobarlo, quieres? por el Salón independencia, yo te alcanzaré en un momento, pero creo que puedes disfrutar de la obra mientras llego para culminar la entrega- y sin mediar una sola palabra extra de despedida, se dirigió ahora hacia William Danton.

-Agradezco su sinceridad, señor Will... aunque un nombre mucho más completo, aumentaría su cortesía, quisiera preguntarle, acaso estos dos... sujetos que busca, son vástagos o mortales?- y ante esta última frase bajo el tono de su voz considerablemente. -... además me intriga que sea justamente aquí, en mi recepción que los esté buscando... Filadelfia es bastante grande... no lo cree?

Asintió de nuevo para darse la vuelta y comenzar a recorrer aquel museo con paso parsiomonioso; hasta llegar a donde se encuentra lo que ha venido a recoger.

Distraída un poco, por las escenas y observando de reojo hacia atrás, entre pensativa, casi chocas con el periodista de hace un momento, que venía justo en la dirección contraria a la tuya, ambos alcanzan a percatarse, el hombre, mucho menos sonriente, da un paso hacia atrás, está serio y te observa fijamente.

-Tenga más cuidado, señorita Rienne- comenta muy poco amablemente y con rapidez gira y se dirige hacia el otro lado del salón, por detrás de las columnas inferiores, tiene las manos en los bolsillos de la chaqueta, y el maletín donde recuerdas guarda su cámara.

Continúas hasta la puerta doble, que tiene al lado una placa en bronce que dice "Salón Independencia". La entrada es blanca por completo, en madera, con un grabado hacia los marcos apenas visible, y una perilla alargada de un color oscuro, que está tibia, la giras sin dificultad, mientras un ruido apenas audible del mecanismo, anuncia que puedes seguir.

Aquel lugar no es tan grande, como suponías, pero tiene unas vitrinas en vidrio con pinturas apenas visibles apagadas, la baldoza es blanca y la luz suficiente como para poder ver el centro del sitio, y allí, como organizadas cuidadosamente, rectángulos gruesos en fila cubiertos de sábanas coloridas y de aspecto fino, supones serán las obras de la subasta. Percibes al mismo tiempo un olor familiar y agradable, pero que no puedes identificar por su debilidad, y al fondo del lugar, a justamente unos 5 pasos tuyos, está parado Lewis, de espalda, frente a una pintura bastante grande, sin dejarla ver, el detalle incompleto, por la obstrucción del artista es fascinante, en el extremo derecho hay una mujer en un vestido blanco de pliegues azulados y cristalinos, que ilumina con su sola aparición un escenario oscuro y sombrío, una especie de pantano quizás, con los árboles visibles, hacia el extremo izquierdo de la pintura, se pierde las perspectiva en un camino fangoso e imperceptible, cubierto en penumbras.

El pintor no se movió, siguió dándote la espalda, con una mano sostenía el marco superior de la pintura, y la otra estaba oculta, podías sentir el latido de su corazón, calmado, sereno, lento.

- Fascinante... - susurró observando la pintura - ¿Es la adquisición de Cramer? - preguntó al mortal con sonrisa amable.