Partida Rol por web

Con la noche por delante, la invitación a investigar, sin dejar de estar alerta. De arriba a abajo la casa fue registrada por el minucioso e inteligente Gangrel. Encontró que aquel hombre no vivía solo, al menos no parecía ser así. La habitación nupcial tenía una cama doble, que estaba arreglada, había poco o nada que ver allí, los armarios tenían ropa de hombre y de mujer, zapatos de la misma distribución... nada que llamase la atención, nada que delatara algún error. En una de las mesas de noche, pudo ver el retrato del matrimonio, el hombre calvo con la mujer bajita. Luego otra de toda la familia, y finalmente uno de la chica sonriente.

El segundo cuarto, era el de una pequeña, un chica. Había varias muñecas sobre la cama, aunque algo viejas y sucias, pero de uso constante, así como algunos peluches sobre el suelo, un escritorio de madera con algo de edad, que tenía varios dibujos infantiles y tiernos. Desorden reinante en el suelo. Nada que llamase tampoco la atención, el closet tenía ropa de niña, y dos pares de zapatillas.

Lo siguiente  a recorrer son los baños. Inodoros y algo húmedos, el espejo guarda un botiquín bastante amplio, y algunos implementos de aseo. Una toalla medio húmeda descansa allí. Un olor a agua que no parece más que reforzar la normalidad de los descubrimientos. Lo siguiente es una especie de biblioteca-sala. Pobre, hay pocos libros y bastantes viejos, una silla y un escritorio, que parece no son usados en demasía.

El tiempo vuelta, y después de buscar y buscar, no hay nada que te indique algo diferente a que se trataba de una familia normal que no se encuentra en casa. Nada fuera de lugar, nada sobrenatural... incluso ese aire filial, que de no ser por el aspecto de la esposa, y la tragedia que se cierne silenciosa sobre aquella casa, parecerían un estereotipo alegre de un núcleo familiar de Filadelfia.

Por desgracia, este es un mundo en tinieblas... y aquello no te arrebataba ni una sonrisa.

Curioso.

Simplemente curioso.

Aunque la desaparición de toda la familia puede deberse al acontecimiento de la muerte del hombre, no basta para convencerme. La tohalla húmeda en el baño es un signo de que alguien estuvo aquí, hace poco. Por no hablar de la pulcritud de la casa... tan artificial... tan montado...

Curioso.

Pero tengo otra dirección.

Ya que aquí no he encontrado nada en especial, debería investigar la otra fuente.

Y así, el Gangrel salió tan silencioso como había entrado... en busca de algo que pruebe su inocencia.

La noche avanza y con la otra dirección, Edward se mueve. El siguiente guardia fue el que presentó la carta de renuncia sin regresar más a trabajar. Quizás le aguardara una desagradable sorpresa, quizás encontrase un mortal asustado, quizás no hallara nada. Esta vez decide caminar, y dejar sus últimos dólares para el regreso a su refugio. Las calles son solitarias, el pavimento húmedo emana aquel olor apenas perceptible, pero tan ambientador. Las nubes con reflejos grisáceos que cubren el firmamento parecen eclipsar la vista nocturna, de vez en cuando algún agujero deja ver las estrellas pálidas en la noche de Filadelfia.

El rumor de una brisa húmeda ocupa por momentos el trayecto, algunos transeúntes se apresuran, mientras el barrio lentamente va dejando lugar a calles estrechas y edificios de varios pisos que pintarrajean el paisaje urbano de una forma melancólica, lejos de la naturaleza. La suciedad mojada apesta peor después de una tormenta tan fuerte. Las luces son de una intensidad baja, opacas, son insuficientes para evitar que los últimos pisos de los edificios se pierdan en medio de la oscuridad nocturna.

Finalmente lo encuentras, leyendo, no hay aviso alguno, pero el número es el correcto. 912 Cherry Street. El primer piso, está en total oscuridad, no parece haber nadie vigilando o una recepción, y la puerta de hierro que da la entrada huele a óxido. Seguro que será más fácil. Un vagabundo duerme a unos metros, resguardado entre bolsas plásticos y mantas, olfateas un poco y desde tu posición puedes sentir el olor a alcohol y a mierda.

Es un sitio muy... apropiado. Los tintes de Filadelfia varían en intensidad, aunque sientas nostalgia por aquella parte salvaje, todo Gangrel ha llegado a mantener cierta distancia respetable de los alrededores... de ese sentimiento extraño, pero ninguno puede dejar de sentirse algo incómodo al estar demasiado tiempo en la ciudad. La bestia, esa caprichosa enemiga...

La cosa estaba complicada.

Tampoco era necesario montar un numerito, pero ahora mismo, necesitaba respuestas.

Ed miró el intercomunicador y se lo pensó. Si había alguien allí y llamaba, seguro que lo espantaba. Aunque también puedo hacer otra cosa... una cosa interesante...

El primer piso estaba completamente a oscuras y la escalera de incendios me llevaba a un piso que no sabría decir si es el correcto o no. Pero la idea puede funcionar.

El vástago sonrió ante su idea y tocó uno de los timbres del aparato. Pero no el del primero en cuestión, sino en el de su lado. Se alejó un poco hacia atrás, para observar que luz se encendía en el primer piso, y continuar con su plan.

Edward se acerca y con en el comunicador presiona el piso 101 y el 103. Durante unos instantes espera, De las cuatro ventanas del edificio, tras unos minutos se encienden la segunda de derecha a izquierda. Una voz femenina y gruesa, con tintes apagados que denotan cansancio se dejan oír a través del aparato.

-¿Hola?...¿Quién es?- pregunta lentamente, como si hubiese un bostezo en toda la intervención, y  algo de furia. No hubo una segunda pregunta de otro apartamento, sino el silencio -Hola... hay alguien ahí?- continuaba la voz en medio del silencio de la calle, y el mutismo anatómico del L'strange.

Edward se extraño que sólo se encendiera un sólo piso, pero calculó que por la posición de la ventana, ese es el piso número tres de la primera planta. Ahora tendría que desubrir cual era el dos o el uno, y sacar conclusiones.

Se acercó y toco el 201 y el 301, y esperó alejado del portal para ver si se enciende alguna ventana.

Y cuando se enciendan, calculará si puede llegar por la escalera de incendios.

Es un plan sencillo y sigiloso.

La del segundo piso no se enciende, la del tercero tras unos minutos se enciende, mientras la voz del primer piso sigue vociferando. Las luces que se encienden son las de las dos ventanas que están a un piso de separación de las que se encendieron de primero. Entonces, una de las ventanas del primer piso se abre y una mujer de facciones regordetas y ceño fruncido, que parece estar muy molesta, se asoma y empieza a gritar.

-¡¡¡¿Quién es usted y que quiere?!!!- le grita -No es de gente decente andar despertando a medio edificio, maldito borracho, o se voy a echarle a los policías!!- empieza a gritarte.

Tranquila señora, es que me he olvidado la llave y quería picar en la casa de mi compañero, pero parece que no está en casa. Lo siento mucho señora, no era mi intención despertarla y no, no estoy borracho, simplemente estoy cansado del trabajo de esta noche. Dijo Edward mientras metía la mano en la chaqueta y sacaba su billetera.

No sé preocupe por llamar a la policia... Dijo mientras mostraba la cartera abierta. Aquí tiene uno, señora. La noche ha sido larga... ¿podría abrirme la puerta o me quedo aquí sentado en la escalera hasta que llegue mi compañero?

Si el farol no colaba, bueno, siempre estaba la opción de salir corriendo y regresar después.

Por lo menos ya sabía cual era el piso correcto.

La mujer chilló algo que no pudiste entender, masculló con fuerza y cerró la ventana con suficiente fuerza como para que pudieses sentir como el marco se reciente. La luz se apaga y una nueva voz desde el comunicador reclama tu atención. Es una voz masculina más suave, con los rezagos del sueño y algo de juventud.

-¿Quien es?- cuestiona con un matiz ronco. Arriba, la segunda luz del primer piso, donde vive la mujer que acaba de irse furibunda se apaga, dejando solo la que proviene del tercer piso.

El viento silba entre los edificios, y el motor de un auto ruge a lo lejos, la soledad se cierne sobre el sitio, y las sombras parecen moverse con letargo y extenderse... quizás sea solo un efecto de tus pensamientos enredados y de este misterio, de tu naturaleza, no obstante la sombra opaca de viejos temores regresa con un eco que resuena en tu ser no-muerto y es desdeñado por esa salvaje bestia que guardas en tu interior... como todos los tuyos.

- Disculpe, me he confundido. - Dijo Edward mientras se alejaba del edificio en dirección a las escaleras de incendio.

Las escaleras suben hasta el cuarto piso, y me dejan cerca de la ventana de la 401, así que ya sabiendo quién habitaba el sitio, el vástago se lanzó hacia las escaleras de emergencias y comenzó a subirlas lentamente, hasta llegar al tercer piso.

Allí, se detuvo y escuchó.

Quería saber si había alguien más despierto, allí, o en el piso de arriba.

Tenía que ir con cuidado por dos cosas: la gente no debía verle o llamarían a la policia y no quería despertar más sospechas de las que ya había sobre él.

Romper la mascarada ahora mismo significaría el fin de su no-vida y eso, eso no era algo que iba a permitir.

El comunicador responde con algunos gruñidos e improperios distorsionados, mientras observas hacia arriba, tomas un poco de impulso y saltas para tomarte con una mano de la punta de la escalera. El peso es suficiente para que el seguro ceda y descienda con un ruido metálico. Al mismo tiempo la luz del tercer piso se vuelve a apagar.

La prisa es suficiente para que no pienses demasiado y te lances a subir la escalera, hasta el primer descanso, silencioso. Se mueve tratando de no cometer otra torpeza, mientras los barrotes fríos y metálicos se ven estremecidos por los movimientos de Edward. Casi es posible imaginarse el contraste entre la gracia felina que tendría Samantha en una situación así, contra el desgarbado escalar de L'strange, impericia propia de quien pasa más tiempo entre sus libros y estudios, que haciéndole caso a su naturaleza bestial.

Tras varios minutos, llega al tercer piso, la luz de nuevo está apagada, las cortinas entrecerradas, son de velo, y dejarían ver levemente el interior de no estar completamente oscuro. La luz de la habitación del lado se apaga con otro "clic", indicando que el residente acaba de irse a la cama nuevamente tras tu irrupción nocturna.

Edward se quedó allí quieto durante un minuto, escuchando, agazapado junto a la ventana para que no lo vieran ni de dentro ni de fuera. Sus ojos rojos permitían que vea en la oscuridad de la noche como si fuera el mediodía, por lo que miró todo con detenimiento buscando algún problema.

Parece que estaba todo despejado.

Subió el último tramo de escalera hasta el cuarto piso y se colocó junto a la ventana del piso que iba a visitar.

Ahora es cuando la cosa se puede complicar un poco más.

Asomó un poco la mirada hacia dentro, mirando el piso a ver si descubría algún peligro que lo esperara dentro.

Concentras tu naturaleza vampírica, mientras tus ojos adquieren el rojo fulgor antinatural de la visión en la oscura, la bendición de la bestia que te permite sondear más allá de la oscuridad. Las cortinas están entreabiertas, adentro no se ve más que una mesa de madera en mal estado y unos muebles de vetusta condición que nadie conservaría más que por mera necesidad. La puerta de entrada se ve desde allí, asegurada desde adentro con una cadena delgada que encaja en un pestillo. El piso parece no haber tenido demasiado atención, pues diversas manchas de suciedad se divisan de forma descuidada.

Pones tus manos en la ventana, intentando abrirla para entrar, pero un esfuerzo contrario te indican que están aseguradas desde adentro. Tu movimiento no alerta ni provoca ninguna reacción desde el interior de la casa. Las opciones son contadas, pero al menos la suerte parece estar de tu lado por el momento.

Mierda, como era de esperar, cerrada por dentro.

Mierda y más mierda.

Sacó una daga de su sobretodo oscuro y la colocó entre las ventanas. Primero, no tenía que hace mucho ruido, por que esto iba a ser un desastre si dentro de la habitación se despertaran.

Intentó forzar la ventana con sigilo, intentando que nada sucediera más que el cierre se rompiera y así podrá entrar a la habitación 401.