Partida Rol por web

Blanco, todo completamente blanco. ¿Cuántas veces ya habrás visto ese color?

Aunque creo que la cuestión reside y el problema es que siempre es el mismo lugar. Siempre la misma sala del hospital. Todos podrían tener su vida normal y decir: “Oh, yo vivo en mi casa” y lo que tú sueles decir “Yo vivo más en el hospital que en la mía” y eso es super raro, pero uno se acostumbra... en parte . 

Sabes que tienes que ir al colegio pero no te apetece, ni tampoco quedarte en el hospital. Hoy te apetece un día diferente.

¿Qué haces?

Un hálito de luz se filtra a través de las cortinas blanquecinas y, gracias a las paredes del mismo tono, la intensidad de éste aumenta hasta que sus ojos se incomodan por el repentino despertar del astro sol para sacarla del amnésico mundo onírico.

¿Acaso alguna vez podré recordar mis sueños?

Se pregunta mientras se despabila. Aún recostada bajo las sábanas pudientes, Antye estira su cuerpo adormilado en una rutinaria actividad y se frota los ojos con una mano libre para luego incorporarse, con la vista cansada busca sus pantuflas y al encontrarlas, se las coloca para así dirigirse a su baño privado. 

Al menos eso podían costear sus padres mientras se encontraban fuera. Tanto tiempo ha pasado sin verlos que le cuesta recordar sus rostros y sus voces, pero la añoranza familiar se ve interrumpida por mojarse el rostro con agua fría y así despertarse por completo. Levanta la vista para verse en el espejo y esboza una leve sonrisa, pues se da cuenta que sigue siendo la misma. 

Siguiendo el protocolo instado por su salud, la joven se introduce a la ducha para bañarse y al terminar, deja otras prendas para volver a hacerlo cuando regrese de la ciudad y así mantener su higiene. Ahí mismo se coloca su uniforme a la vez que piensa si Zacharias por fin habrá hecho la tarea y sin darse cuenta su sonrisa se ensancha más, pues aquél chico le da un poco de diversión a su vida de hábito. 

Cuando abre la puerta ve en una mesita al lado de su cama una bandeja con su típico desayuno: una naranja para sus defensas, medio sándwich de pavo por las proteínas, un vaso con agua sin conservadores y una gelatina para combatir el insípido despertar. Sin sorprenderse, en un pequeño vaso de plástico hay píldoras y pastillas de distintos colores y tamaños que  la mantienen sana... o eso le dicen. Como una autómata, ingiere cada cosa de la bandeja sin siquiera saborear, pues lo único que le interesa es salir de ahí para que en la escuela le enseñen algo nuevo y después ir a la biblioteca a sacar un nuevo libro, pues anoche terminó una historia que relataba las hazañas de un hombre de edad adulta junto a su fiel compañero que buscaban aventuras a la par de "desfacer entuertos" para así convertirse en caballero y no manchar el nombre de su amada.

E hizo todo eso aún arriesgando su vida...

Antye se va a lavar los dientes y toma su mochila. Antes de girar la perilla se detiene sobre ella y suspira.

¿Qué pasará si hoy hago algo diferente?

Gira sobre su espalda para ver una vez más la habitación y, decidida, abre la puerta para ir al parque en vez de la escuela.

Zacharias no me va a creer... al menos Odel sí.

Decides ir corriendo hacia fuera, aún sabiendo que sin dar aviso esto puede recaerte con consecuencias por parte del Doctor que te cuida. Aún así, cuando estás corriendo, escuchas la voz de alguien familiar. Giras sobre tus talones y ves a Keira. Decide:

-Volver a entrar y prepararte para ir al instituto

-Irte directamente al parque como habías pensado

- Hablar con Keira
Tu decisión afecta a las interacciones de Keira.

Mientras se dirige hacia el nuevo rumbo para intentar experimentar algo diferente, cae en cuenta que no había avisado a nadie de su repentina decisión. Sería raro en ella seguir algo fuera de la rutina y menos que nadie se enterase, mas se siente inspirada en aquél anciano caballero que se enfrentó a los gigantes de cuatro brazos a pesar de todo. Cuando menos lo espera, Antye escucha aquella voz melodiosa que en otras noches calmaba sus pesares y se voltea para ver un par de ojos azul cielo hermosos que parecen mirar su alma.

En vez de asustarse o ponerse nerviosa, la joven sonríe de oreja a oreja y se acerca para saludar a su enfermera Keira, pues le tiene bastante cariño y es una especie de hermana mayor en la cual puede confiar.

Buenos días, señorita Keira.

Antye realiza una pequeña reverencia para demostrar su respeto y aprovecha para acomodar aquél libro de aventuras de caballero, pues aún debe llevarlo a la biblioteca. Alza su vista sin dejar de sonreír y cierra los ojos mientras ladea su cabeza y su fino cabello lacio cae sobre su hombro para teñir en violáceo parte de su antebrazo.

Hoy es un bonito día, ¿no cree? ¿Cómo se encuentra?

Como si el cielo confabulara con sus palabras, un rayo de luz atraviesa una ventana y toca cálidamente a ambas chicas, resplandeciendo aún más el brillo de sus ojos dorados cuando los abre al terminar su pregunta.

Veo a la chica correr energética, o eso parece. 

Buenos días ¿Quieres galletas?- Pregunto con una sonrisa.- Igualmente te las tienes que comer, en un rato te tengo que hacer  el chequeo.-  La guie hacia mi consulta. Mientras comía empecé a sacar algunas herramientas necesarias.-No deberías hacer esos esfuerzos tan pronto.. Me has asustado-dije mientras ordenaba todo y me colocaba el estetoscopio. Debería comenzar por medir las pulsaciones de después del esfuerzo.

Ante el ofrecimiento de las galletas, y a pesar de no sentir apetito, Antye acepta la invitación y toma un par de bocadillos mientras la sigue hacia al consultorio. Cuando entra a la habitación no descubre nada nuevo, pues la rutina se la sabe de memoria y de pies a cabeza para, hasta donde le han dicho, su "bienestar física y mental". La joven sigue caminando hasta una de las ventanas para mirar al exterior y deja escapar un suspiro nostálgico, pues se siente como un pequeño ave encerrado en una jaula de cristal y pulcritud. Sin voltear su vista hacia la enferma, habla en un tono normal hacia su receptora.

Disculpa si te asusté, estaba un poco emocionada... Es todo, me dejé llevar...

No le mentiría llanamente, ella la ha cuidado desde que tiene memoria y no sería una malagradecida en este preciso instante. Acto seguido al terminar, Antye se dirige a una camilla para iniciar el protocolo sanitario antes de salir de ahí.

Puedo traer tus dulces favoritos-se dibuja una sonrisa en su rostro-.Señorita Keira... ¿Qué hizo ayer? ¿Durmió bien?
 

Dormí regular, últimamente me despierto llorando pero no te preocupes, es como nostalgia..

Bump, bump, bump... me quité el estetoscopio al oír como se regulaba el latido. Suspiré de nuevo aliviada. Eso ha sido bastante peligroso. Lo guardé y me senté enfrente suyo, sería complicado revisar el resto mientras come.

Siempre venia bien hacer más desayuno, aquellas galletas las había hecho ayer y habían estado guardadas en aquel tarro de porcelana blanca y azul.. si aquella de las decoraciones doradas, la debería limpiar un poco por debajo. 

La verdad es que era la primera vez que las hacía, no era de cocinar galletas ni mucho menos, pero me alegraba que le gustaran. Se veía arrepentida mientras comía, a pesar de su edad me hace pensar como si fuera una hermana pequeña de la que hay que estar al tanto todo el rato.

Menos mal que esta bien, ninguna anomalía cardíaca por correr de esa forma.

Mi mirada fue a ella. Oh claro, los resultados debían llegarle al doctor de todas formas, pero no creo que eso entre en el expediente y resultados del análisis diario.

Mm.. veamos. Si que el doc debe saber que hiciste un esfuerzo y estás bien. Fuera de eso nada más.-le sonreí despeinandola un poco y me acerqué a arreglar aquel desastre de cama. Doblé la manta un par de veces. - Por cierto, debes ir a la escuela. Tal vez llegues un poco tarde aunque eso igualmente estará justificado.

Estará justificado siempre que por el camino no pase nada raro. Es cierto, y si durante el camino le pasara algo? ella suele ir sola y eso, pero después de lo de esta mañana estoy un poco preocupada. Oh vaya estoy empezando a preocuparme demasiado tal vez. 

Sacudí la cabeza para volver a lo mío y acomodé la almohada.

Luego me senté a escribir el justificante. Que letra más fea hago de mañana, típico, la letra de aquellos en el campo de la medicina es ilegible. Volví a escribirlo, la letra no se entendía de verdad, si ni yo puedo leerlo es que esta peor de lo normal.
Acabé y firmé. Luego dejé el papel cerca de Antye para que lo entregara en caso de llegar tarde, de aquí a la escuela hay un largo camino, a la otra punta cerca de casa..

Cuando una persona llora e incluso lo admite, no es para sentirse menos... Eso habla de alguien valiente y decidido...

Antye sonríe por lo bajo de una manera comprensiva. Keira es una chica transparente y por ello le tenía aún más cariño, pues la ve como una flor: frágil y resistente ante las tempestades al mismo tiempo, alguien a quien cuidar y que a la vez no lo necesita. 

Le han gustado las galletas que le dieron, tenían un sabor especial a hogar y eso le recuerda de nuevo a sus padres. Una fugaz mirada triste surca sus ojos por aquellas voces y rostros que le parecen tan lejanos, tan extraños... mas sus pensamientos se interrumpen otra vez cuando le acarician el cabello. Ese gesto tan cálido la anima otra vez y de cierta manera le otorgan más fuerzas, pues alguien se preocupa por ella y eso es de agradecerse.

Cuando Keira termina de escribir la nota, la agarra para guardarlo entre sus libros. Quiere ir al parque, pero también no desea faltarle al respeto si no va a la escuela...

Ya se. Iré a la escuela y pasaré por el parque al mismo tiempo. No me quedaré, pero al menos caminaré sobre el pasto y por los árboles... eso me hará sentir mejor.

Sabe que llegará un poco más tarde, pero tiene el justificante. No se aprovecha de la situación, es solo que quiere ser un poco aventurera al tomar esa decisión. Mientras hace tiempo en que Keira le de algunas indicaciones más, posa su vista en el jarrón de porcelana y se acerca para verlo mejor***.

Antye tengo que irme ya lo siento.- Musito Keira mirandola, ya que notaba que la pequeña que miraba embobada el tarro de las galletas queria al parecer quedarse un poco más

Después de las galletitas pequeñas que trajo Keira y el chequeo, es hora de ir al centro de estudios y continuar con las diferentes labores del centro. Pero, ¿es todo tan sencillo? Bueno, el tiempo pasa y, al menos , Keira promete guardar el secreto y darle facilidades a Antye.

-Obedecer e ir al instituto
-Desobedecer y embarcarte en tu aventura de nuevo
-Insistir para  quedarte en el hospital

Ante la urgencia de Keira por retirarse, Antye asiente para indicar que la escuchó y se despide agitando levemente la mano.

Cuídese mucho, señorita Keira.

Da media vuelta y con una leve sonrisa en su rostro se encamina hacia fuera del hospital. Al llegar a la salida se detiene unos momentos a reflexionar: ¿cuál sería el camino correcto a escoger? Tiene una obligación de ir a la escuela y por otro lado, tiene ganas de hacer algo diferente, esa extraña sensación de hacer algo diferente... o al menos cambiar un poco la dirección de las cosas.

Iré a la escuela... tomando el camino del parque.

Con una sensación valiente para sí misma, se desvía hacia al frente y camina por la calle donde se encuentra el Ayuntamiento y el orfanato, pues en medio de éstos se encuentra el parque. Así puede estar en el parque un ratito rumbo a la escuela.

Odelien camina hacia la chica solitaria, pronto se da cuenta que no es más que... ¿Antye?

- Seguir con lo planeado

- Hablarle y abalanzarte a ella

- Irte no tienes ganas de verla

Vas saliendo, con intención de ir al parque. O por lo menos pasar por allí, de repente ves a alguien que se acerca a ti es un chico, con orejas de gato y un helado... Parece que lleva panfletos en las manos...

No es menos que odelien...

-Abalanzarte sobre Odel de inmediato
-Intentar darle un susto
-Irte corriendo, no quieres hablar con él.

El cabello violáceo flota con ligereza tras la espalda de Antye mientras la joven se encamina en esa pequeña aventura que se propuso antes de salir. Por supuesto, intentará hacer sus obligaciones como la chica responsable que es, pero no está mal que cambie un poco su rutina.

Sin embargo, en su andar hacia su destino ve a lo lejos una persona que reconoce de inmediato y una sonrisa se dibuja nuevamente en su rostro. Sus mejillas se colorean en son de soñadora y sin esperar más, se dirige hacia Odelien con una mano alzada y tratando de no acelerar su paso debido a su propia salud.

¡Odelien!

Antye exclama contenta mientras se acerca hacia al chico. Sin esperar respuesta, se abalanza tratando de evitar que él no tire sus documentos o el helado que trae consigo, por lo que intenta aterrizar de manera suave ni fuerte.

Hola, ¿cómo estás?

La saludo con la mano y veo su intención de abalanzarse sobre mí osea que espero su impulso y cuando la tengo encima le doy un par de vueltas en el aire riendo. Viendo que está bien, seguro que fue a ver a alguien o algo al hospital.

-¡Anty! que guapa estás- la bajo al suelo- mira lo que te he compra...- miro un cucurucho vacío, por el rabillo del ojo veo la bola de limón a unos metros.- ¡un cucurucho!- disimulo descaradamente- vamos a ver si aquel hombre de allí- el heladero- le puede poner algo dentro, jajaja.

Intento animarla, no se porqué ha estado en el hospital pero si ella no me dice nada, no voy a ser grosero.

-Bien, voy al centro a repartir publidad de los recreativos- me saco con la otra mano un montón de panfletitos y un poco de desayuno que me había olvidado que me había guardado- ¿tienes hambre? tengo medio bollo- sonrío-.

Si me sigues diciendo así me harás sonrojas más, Odelien.

Antye suelta una pequeña risa tímida mientras sus mejillas se sonrojan un poco más debido a las vueltas dadas por él y por el cumplido. Cuando Ode juega con ella acerca del cono de nieve* su sonrisa se hace un poco más grande y la risa que quería disimular se suelta más. Después de lo acontecido en el hospital, una descarga de alegría es un ingrediente activo que no está escrito en una receta médica.

Jajajaja... Ay, Odelien... Me duele el estómago.

Antye respira para recuperar el aire a causa de la risa y sus ojos dorados brillan más por el momento agradable. Cuando recupera su compostura, niega con su cabeza y la inclina levemente a modo de disculpa.

Gracias por la invitación, pero desayuné hace poco y no tengo hambre. Disfruta tu bollo, jiji.

Al darse cuenta del trabajo de Ode, Antye recuerda que tiene algunas obligaciones.

Debo ir a la escuela. Llegaré tarde, eso es seguro... Me iré por el parque para variar un poco la rutina de siempre...

Sus ojos pierden aquel brillo para hacer notar una mirada nostálgica, la cual desaparece en un par de parpadeos y ahora su vista es netamente normal.

Voy hasta el heladero y le pido que me pongo otra bola y otro helado para mí. Le pago y pongo cara de disgusto por no hacerme descuento por traer mi propio cucurucho. Se lo doy a Anty. Pienso que no voy a dejarla sola tan pronto, parece que necesitaba reirse.

-Toma- se lo ofrezco- te acompaño hasta que cruces el parque, yo me quedaré por ahí repartiendo folletos. Seguro que pillo a alguno que se ha fugado de clase- le guiño un ojo- pero eso no debe hacerse... más de una vez a la semana- concedo.

Los dos os habéis juntado en un momento  terriblemente efusivo y familiar. ¿Demasiado familiar? 

Pero algo extraño pasa...

Antye curiosamente, tal vez, fueron las palabras o aquellas orejas de gato, pero puedes ver por un instante a Odelien con cierto aspecto felino. Parpadeas un par de veces, ubicándolo con normalidad pero, aún así, su sonrisa se te hace muy, muy pero, que muy familiar... ¿será que le tienes demasiado cariño sin darte cuenta ? La cuestión está clara por un momento, enserio creíste que era un gatito de verdad... ¡qué imaginación más insana!

Odel, dando saltitos a tu alrededor, no puedes evitar reírte con la ingeniudad de Antye y sonreír ampliamente. Tus pupilas se afilan enfocándola bien pero, ahora  que te das cuenta, acabas por tener unas terribles ganas de burlarte de ella o entretenerte haciendo cualquier cosa en su compañía, porque raramente siente que este no es el primer momento que tienes ganas de molestarla un poquito, ¿será el tiempo que os lleváis conociendo?

Antye:
-Quedarte a jugar con Odel
-Mejor ir a otro lugar
-Volver al hospital, quizás es un efecto secundario de algún medicamento

Odelien:
-Secuestrar a Antye para jugar  con ella
-Irte a jugar  solo y hacerte el difícil
-Pedirle que se retire, antes que se te ocurra alguna travesura y salir a airearte de tus ideas locas.

Al ver que Odelien va por otra bola de helado no puede evitar pensar que uno es para ella, así que cuando él se acerca para dárselo, no puede evitar sonreír más y acepta con bastante afabilidad, retomando el brillo que había perdido hace unos instantes. Cuando él sugiere acompañarla al parque y bromea con su llegada tardía a la escuela, Antye esboza otra sonrisa para dar paso a una pequeña risa, declarándose culpable por ello.

Gracias por venir conmigo, me gustan las compañías y más si se tratan de buenos amigos. También agradezco el helado, ahora los dos comeremos juntos esto.

La joven sonríe una vez más y al mirarle con atención, el rostro de Odel le parece bastante curioso, tanto que su semblante se torna un poco serio y así su sonrisa se esfuma un poco. Segundos después sacude la cabeza con efusividad y se frota la sien con su mano libre para aclarar ideas.

Vaya... no creí que las medicinas me hicieran tanto efecto. Debe ser por haberme agitado en la mañana, solo debo ser más precavida... Pero aún así... Si esto continúa, mejor regreso al hospital.

Recupera su compostura y al verlo de nuevo, una idea surca en su mente y su sonrisa reaparece. No es la misma alegre de antes, sino con cierta mezcla de nostalgia y curiosidad.

Me pareció ver un lindo gatito...

Antye se aclara su garganta y, como si quisiera refrescar sus pensamientos, empieza a lamer el helado para después dar un pequeño bocado.

¿Vamos al parque como quedamos antes?