Partida Rol por web

Nathin miró con preocupación a Lorayne, había atinado con sus palabras, y la adepta les dió más peso cuando habló despues.

-Entonces, vamos a tener que andarnos con mucho ojo. El puente de mando es nuestro principal objetivo, y esto solo indica que allí puede haber "algo" esperándonos. Echarnos ahora atrás no es una opción. Reresar sin nada sería una muerte lenta para todos... y mucho menos honorable.

Y además... Lo que hayemos a bordo de esta nave puede ser mucho más interesante que la nave en si. Pensó sabedor de que su insaciable búsqueda de conocimiento, estaba dejando de lado todos los miedos iniciales a abordar la Recompensa del Emperador.

Los polvorientos y oscuros pasillos cubiertos de cadáveres dieron paso a una zona iluminada de planta triangular. A su izquierda había una zona de computación inoperativa y a su derecha una docena de cómodos asientos de forro de piel de versuda, con una mesa de madera noble cubierta de lujosa decoración. Frente a ellos había un elevador operativo que conducía al puente de mando.

     Sarvus caminó por la habitación, fijándose en cada detalle, sobre todo en el elevador. Una vez mas, pernamientos funestos de emboscadas o algo peor bulleron en su cerebro. Se froto la frente, preocupado. - ¿Que opináis de ésto, deberíamos probar a subir sin mas? M4RI4 ¿puedes hacer algo con ese terminal o está estropeado mas allá de una posible reparación? Mientras hablaba con sus tripulantes, sus ojos acabaron por posarse sobre la decoración de la mesa. Tomó uno de los objetos y lo estudió con ojo de comerciante para estimar su valor, pero por desgracia no estaba familiarizado con ese tipo de artesanía.

M4R14 se fijó en el terminal de datos incluso antes de que Sarvus siquiera lo mencionase. Claramente se encontraba inoperativo pero los sacerdotes del Mechanicum conocían oraciones especiales que podían obrar milagros en las maquinas.

Una de sus mecadendritas se conectó al puerto específico del terminal mientras que entonaba la Oración del Sagrado Despertar en un murmullo, tan grave que apenas parecía una vibración, a fin de evitar que oídos profanos escuchasen las Palabras Sagradas. Utilizando su propia bobina de potencia insufló energía en el terminal y trato de acceder al espíritu de la nave. Maldición, alguien se ha encargado de sabotear el terminal. Nada de lo que pudiese intentar tendría éxito.

- Capitán, este terminal pertenece al control de daños pero lamento informar que ha sido saboteado, no puedo acceder a ningún dato de interés - su voz monocorde no era capaz de transmitir la frustración que sentía por la profanación de un hijo del Dios-Máquina.

Nathin inspeccionó la habitación nada más entraron. Observó cómo los hombres que los acompañaban tomaban posiciones para asegurar la zona sin necesidad de orden alguna, por mero procedimiento, y se dedicó a estudiar el lugar con el fín de encontrar cualquier cosa útil, mientras Sarvus contemplaba lo que había sobre la mesa, y M4R14 se dedicaba a tratar de acceder al terminal que allí había.

Nathin se acercó al elevador, inspeccionándolo.

-¿Debo suponer que no tenemos otra forma de llegar al puente de mando? Preguntó. No me hace gracia arriesgarnos a usar esto. No sabemos en qué condiciones puede estar el elevador.

Nathin observó los mandos del aparato tratando de hayar un modo seguro de llegar a su objetivo, o cerciorarse de que el elevador lo éra.

-Sarvus. Llamó Tsanthos, tras inspeccionar con sumo cuidado el aparato que debía lllevar al puente de mando. El elevador está en perfecto estado y funciona a plena potencia. Tiene capacidad suficiente para todos los presentes, y veo que a través del hueco ascienden los cables que hacen funcionar el puente, suministrándole toda la energía restante de la nave.

Nathin, se volvió para mirar a Task antes de concluir.

-Sugiero que unos pocos hombres se queden aquí, mientras el resto continua. Debemos mantener seguras las zonas registradas, y es arriesgado ir todos allí arriba. Si necesitáramos ayuda más adelante, no dispondriamos de ella, y apostar aquí a algunos hombres nos la ofrece en caso de necesidad.

     - Me parece buena idea. Dijo Sarvus a su senescal. - Que media escuadra asegure la entrada al elevador. El resto vendrá con nosotros. De nuevo impartió ordenes a sus hombres. - Vamos al elevador. Solo espero que no sea una trampa, pero no merece la pena demorarlo mas... - Ya que te has echo con ello, haz los honores Nathin. Dijo señalando a la consola del elevador.

Campo de batallas
Las Fauces se cierran

Dejaron atrás la mitad de las fuerzas, para que cubrieran aquella zona mientras los demás ascendían por elevador. Un hilo musical, sustituido por estática casi en su totalidad amenizaba el ascenso por el hueco del ascensor, hasta llegar al puente de la Recompensa del Emperador. La vista era inquietante, al igual que en el resto de la nave; pero en esta ocasión había una notable diferencia respecto al resto de la nave: aquí había señales de lucha.

Los mamparos mostraban impactos de proyectiles bolter y quemaduras, los cristales que protegían el puente del vacío exterior estaban quebrados, aunque se mantenían intactos. Pasando por encima de cadáveres que inundaban el puente del recompensa del Emperador, ascendieron hasta el zócalo, a los pies del trono del Lord Capitán. En la base del trono se encontraban los restos del propio capitán, quebrados y retorcidos, con cables y tubos crudamente cortados o arrancados de sus cubiertas. Usurpando su lugar sagrado se sentaba un hombre vestido con las túnicas propias de un navegante, con su cabeza inclinada hacia abajo y sus ojos carentes de vida. Sus brazos muertos descansaban a ambos lados del trono.

Curiosamente, la capucha del hombre estaba descubierta, y todos aquellos que se dieron cuenta apartaron la vista, es sabido que mirar el tercer ojo de un navegante es mirar a la disformidad: una puerta a la locura. Sin embargo no surtió anda, y es que donde debiera estar el tercer ojo de un navegante se hallaba adherido un xenoartefacto. Semejante a un gusano metálico.

Sus sospechas se confirmaban e incluso se tornaban más y más acertadas conforme avanzaban por la nave. Llegados al puente, incluso superaron sus expectativas.

Pero sus compañeros tenían razón. Morir allí era estúpido hasta el punto de que su existencia no dejaría la más mínima estela en el devenir de la historia y el tiempo, ni siquiera en sus más cercanos compañeros, pues estos perecerían con ellos allí. Pasarían a ser simplemente gotas de agua que se desvanecen y pierden su individualidad, su esencia al mezclarse con una masa de agua mayor. Pero, en contrapartida, ¿qué les quedaba atrás? Una vida abocada al fracaso, al eterno arrepentimiento, al vagabundeo e incluso a la lastimosa tarea de luchar cada día, arrastrándose, por conseguir algo que llevarse a la boca. El retorno, la cobardía, desistir en general... no era una opción...  y sin embargo su mente, al parecer independiente, se lo sugería varias veces por minuto, como una alarma interna. Lorayne siempre había apreciado la prudencia. Eso la mantenía viva... al menos hasta hoy

- Cadáveres de la tripulación, pero nada que recuerde a enemigos. En el lugar del capitán, un desconocido con un xenoartefacto... incrustado. Sarvus, Sarvus.. -dijo con inusitada familiaridad-, donde nos hemos metido. Hay mucho más aquí que una recompensa del Emperador. Hay también un castigo para los que son demasiado osados... -Lorayne calló un instante-, eso parece indicar que habrá un buen premio detrás, pero parece evidente que nos tocará enfrentarnos a fuerzas que desconocemos... y doy fe que soy más feliz desconociéndolas. En cualquier caso, os daré un consejo. Disparad primero y preguntad después. Los muertos dan menos respuestas, pero son significativamente menos peligrosos -una carcajada respaldó estas palabras.

-Bien, pues allá vamos. Le respondió Nathin a su Capitán. Operó en los controles y se metió en el elevador, a la espera del resto.

Cuando Sarvus asignó las tareas a los hombres que se quedarían esperándolos allí, el resto del grupo se metió en el elevador con Tsanthos, y acto seguido, Nathin le dió la orden al elevador para ue los llevara al puente de mando. Segundos más tarde ya se encontraban en el lugar al que querían acceder y lo que allí vió, le gusto tan poco como a los demás.

-Era previsible. Dijo. Todos los indicios que teniamos sobre el paradero de la Recompensa del Emperador auguraban algo como esto.

Tsanthos, acudió de nuevo a su placa de datos para recibir toda la información que pudiera serles de utilidad en ese momento, mientras el resto del grupo se desplegaba por el puente. No hizo mucho caso a lo que iban encontrando, hasta que alguien reparó en el trono y xenoartefacto.

-¡Por nuestro Sagrado Emperador! Exclamó. ¿Qué...? ¡No os acerquéis! ¡No la toquéis! Tsanthos se acercó. Buscó información en la placa, mientras trataba de recordar por si mismo cualquier cosa que en el pasado hubiera descubierto en relación con aquello. M4R14... ¿Puedes decirnos algo del estado de la nave a través de los accesos del puente? Preguntó a la adepta mientras estudiaba el objeto de su atención.

Por mucho que se esforzara, Nathin no era capaz de reconocer aquella cosa agarrada al ocupante del trono de la nave, y aquello lo frustraba sobremanera.

¿Dónde había visto antes algo como eso?

El puente era un desastre, parecía operativo, pero había muestras evidentes de lucha. Nada más entrar, sin poder evitarlo sus ojos se fijaron en el sujeto que ocupaba el asiento del capitán parecía... ¡un Navegante! Cuando quiso apartar los ojos de su rostro para evitar el temido tercer ojo se fijó en que este parecía reemplazado por un artefacto de aspecto xeno. Un misterio que merece la pena estudiar, pensó automáticamente y reguló de forma manual las secreciones de adrenalina de su cuerpo para mantener la calma. Es impropio de mi condición alterarse de esta manera... aunque tal vez el artefacto lo valga.

Ante la advertencia de Nathin, M4R14 se contuvo de ir directa al sillón de mando. Todavia no hemos calibrado la amenaza. Ya habrá tiempo Por lo tanto, se acercó a uno de los terminales pero parecía bastante dañado como para poder obtener algún tipo de información de él.

- Trataré de encontrar algún tipo de información útil, capitán.

Nathin se esforzaba en recordar algo sobre aquel xenoartefacto. Sabía que en algún sitio había visto algo similar, o al menos, se había documentado sobre ello, y escarbaba en los rincones más reconditos de su mente en busca de algo de información que revelara datos sobre lo que allí había sucedido.

Aquella cosa pegada al Navegante le daba muy mala espina, y no esperaba nada bueno de ella.

-¡Lo tengo! Exclamó Nathin eufórico por haber recordado datos sobre lo que tenía frente a él. He leído algo sobre este artefacto, algo... interesante. Sarvus, se trata de un dispositivo Halo, un artefacto xeno descubierto entre las ruinas de los mundos del Halo de Estrellas. Comenzó a explicar Tsanthos. Estos artefactos tienen extrañas y potentes propiedades, y pueden llegar a alcanzar precios muy altos dentro del Imperio, en donde las colecciones codician su capacidad para potenciar la forma humana y derrotar incluso a la propia mortalidad. Sobra decir  que la posesión de uno de estos artefactos es considerado como algo peligroso, y es altamente herético.

Nathin miraba con fascinación el objeto frente a él, no quería mostrar la alegría que sentía por estar en presencia de un artefacto como ese, pero su rostro lo delataba.

-Un artefacto prohibido... que tal vez pudiera dar luz a lo ocurrido aquí. Concluyó

     - Entiendo... susurró Sarvus. - ¡Eh, Navegante! Dijo el capitán con tono autoritario. - ¿Que ha ocurrido aquí? ¿Donde está el capitán de la nave, para que te sientes en el trono de mando de ésta tumba flotante? No tenía paciencia para éste tipo de cosas y estaba bastante claro que ésto no tenía visos de acabar bien. Aquel tipo estaba claramente bajo influencia xeno, ya que ningún navegante mutilaría así su tercer ojo por propia voluntad de esa forma.

     Con la mano derecha hizo un gesto táctico para que sus hombres supiesen que debían apuntarlo, aunque suponía que no necesitarían tal orden para hacerlo por el aspecto que presentaba la escena. Había que terminar con ésto rápidamente, fuera por las buenas... o por las malas. Seguro que Lorayne está deseando apretar el gatillo... y tal vez la deje hacerlo. pensó.

El navegante abrió los ojos, y miró a los exploradores a través de sus ojos muertos. Un ruido a sus espaldas les alertó de que el puente se había cerrado. Una tenue niebla roja brotó del gusano, envolviendo lentamente al navegante, y comenzó a extenderse como si de los tentáculos de un calamar se tratase, reptando entre los cadáveres.

Primero fue un temblor, como si de la sacudida de un nervio aún vivo hiciera mover una pierna, pero poco después los cadáveres empezaron a moverse, y a incorporarse torpemente.