Partida Rol por web

Los sonidos extraños y húmedos resonaban por el túnel, el chapoteo del agua continuamente agitada por fuerzas invisibles.

Pero poco a poco se hizo evidente que otro ruido se hacía cada vez más y más fuerte: El suave ruido de pies blandos sobre la piedra cubierta de inmundicia y cieno. Detrás de vosotros, acercándose inexorablemente en la completa oscuridad...

Tras el mareo causado por el... ¿viaje dimensional? Echó un vistazo al lugar donde se encontraba, intentando buscar su coche con una ojeada rápida. Acto seguido agarró a Alaquín por las solapas y le inquirió bajando el tono, todavía con sudores fríos y con seis balas en el cargador:
-¡Venga, mequetrefe! ¡Más te vale que me digas de que cojones va todo esto o verás lo que es pasar miedo de verdad!

Niego mientras  me preparo para lo peor, pero aun no hemos muerto ni nada

Necesitamos que esa cosa se este quieta para poder meterle una bala o quemarla visto lo visto de antes. Tenemos que salir de aqui de la manera que sea. 

El hombre trata de desasirse desesperadamente, farfullando en alguna oscura lengua extranjera, mientras las paredes y el techo bajo crujen. Una pared se viene abajo, provocando una pequeña avalancha de tierra negra y fétida. El sótano, túnel o cripta parece temblar, y todo parece agitarse entre las sombras enloquecidas que las antorchas dibujan en las paredes.

En la oscuridad, la primera señal de que alguien os ha alcanzado es un destello azulado cuando la mujer desnuda lanza un tajo hacia la Detective Hall con sus cuchillos rituales. La hoja pasa rozándola, golpeando la piedra húmeda junto a su brazo.

Me ha atacado y eso me da una ventaja, al menos tengo la pistola en la mano asi que disparo contra el bulto, en la oscuridad siempre es muchisimo mejor.
Solo oigo un clic, el del percutor al golpear la bala, tengo que recargarla, no la quedaran muchas, pero tengo cargadores.

Recordando las pesadillas anteriores, el Teniente tiró del brazo del moribundo y dijo - Salgamos de aquí primero. Después tendremos una buena charla.

Jerry se vuelve justo cuando el cuchillo pasa como una exhalación a  a escasos centímetros de su sorprendida cara. Trastabilla en el suelo mojado y está a punto de caer en medio de la oscuridad que queda cuando se le apaga la llama del fiel mechero Martin´s. Por suerte, su hombro izquierdo choca contra el mugriento muro y varias raices que cuelgan del techo y logra estabilizarse justo cuando el disparo de la detective resuena por el túnel y está a punto de dejarle sin audición.

Encañona intuitivamente el revólver hacia la figura que apenas se insinúa en la oscuridad y dispara intentando conservar la frialdad. No es momento para dudar. Esos pirados, y lo que es mucho peor, esa criatura, les están persiguiendo y con los disparos tendrán menos problema para encontrarles.

Un sótano de ladrillo con contrafuertes de 2x2 pies. Edificio construido a principios de siglo. Limo amarillento, alta saturación de agua, capas de sedimento de relleno negruzco. Zona baja de Brooklyn. Un túnel bajo de ladrillo con arco de adoquines antiguos. Contrabandistas. Un túnel hacia los muelles. Una salida.

Arrastrando a Alaquin, te adentras en la oscuridad del túnel, por el que discurre un canal de aguas estancadas y fétidas. Las sombras se proyectan delante de vosotros, lanzas de negrura sobre la piedra y el ladrillo mohoso. Pronto os quedáis completamente a oscuras.

El disparo de Annie hace blanco a corta distancia, haciendo acaer a la mujer al canal cenagoso. El disparo de Thompson rebota en los ladrillos, dejando una marca roja en la mugre que cubre las paredes, e iluminando por un instante el pasillo serpenteante. La mujer desnuda, sangrando y cubierta de barro, lanza cuchilladas al aire, agitándose en un paroxismo de furia y odio, gritando con voz rota

- ¡MORMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡MORMOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡MORMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

El detective encendió el mechero, al mismo tiempo que sacaba un cigarro de la pitillera. Se dió fuego y avanzó con la breve llama en medio de la oscuridad- Todas estas sombras te la ponen dura, ¿verdad Alaquin? ¡Juguemos a despertar muertos! ¡Crucemos mundos imaginarios! ¡De puta madre!- Pensó el detective mientras mordía el filtro.

Noto el corte del aire demasiado cerca y vuelvo a dispara contra esa loca. O la matamos o nos estara persiguiendo todo el maldito rato. 

Vuevlo a disparar mientras retrocedo con cuidado.Movamonos mientras, si lo hacemos  no podra herirnos. 

Los disparos de Annie iluminaron de nuevo la bóveda, los truenos de los disparos resonando. El agua saltó ante los impactos, una vez roja. La oscuridad y un silencio aterrador siguieron a las palabras de Annie, roto sólo por el ruido de los pasos rápidos de los dos detectives alejándose por el túnel.

De repente, tres detonaciones resuenen en el túnel, más allá del pequeño y tímido círculo de luz del mechero. Tres disparos, imposible de determinar la distancia. ¿Estaban disparando contra vosotros? ¿Estaba habiendo un tiroteo al otro lado del túnel? El sonido se deformaba y distorsionaba de formas maliciosas al recorrer los retorcidos pasajes del canal de contrabandistas. El moho y las algas lo cubrían, dándole un tacto legamoso y frío, como si estuviesen recorriendo el interior de las tripas de un cadáver putrefacto.

Avanzando por ese maldito túnel, jadeante, el detective fuma nervioso, con la esperanza de volver a ver la luz del día. Arrastró al pobre Alaquin mientras intentaba con una mano libre asír su pistola.

El caminar errático os lleva bajo las calles y los edificios de la ciudad, siguiendo caminos muertos, senderos y cauces sepultados por el cemento, el hormigón y el asfalto. La geografía perdida y muerta, nidos de ratas, contrabandistas y cultos terribles. El olor del agua estancada va dejando paso al petróleo y salitre de los muelles. La oscuridad, rasgada por las luces inmisericordes de la isla de Manhattan, al otro lado de la bahía.

El canal termina de repente en el mar, en la entrada a los muelles de Brooklyn, las estrellas del cielo despejado confundiéndose con las torres de Manhattan, el ruido del tráfico amortiguado por los barcos que descansan, como leviatanes moribundos, amarrados a los muelles.

Unos escalones rudimentarios excavados en el cemento os llevan a lo alto de un muelle medio abandonado donde los gatos ferales os observan desde las sombras, huidizos.

En algún lugar de la lejanía, hacia Red Hook, escucháis un trueno largo y apagado, un tremor que resuena en los huesos y que se siente a través del suelo cuarteado.

El caminar errático os lleva bajo las calles y los edificios de la ciudad, siguiendo caminos muertos, senderos y cauces sepultados por el cemento, el hormigón y el asfalto. La geografía perdida y olvidada, nidos de ratas, contrabandistas y cosas terribles.

Al girar un recodo, os encontráis con un cuerpo flotando, de espaldas, en mitad del canal nauseabundo, la piel pálida y desnuda cubierta de sangre, el cabello negro arremolinándose alrededor de su cráneo destrozado por una bala.

- Es... Es ella... La... Sacerdotisa... de Mormo... La...

Asombroso-Dijo el teniente. Mirando al cadáver con una mezcla de asco y satisfacción- Una chiflada menos- Dicho eso, el cuestinable miembro de la policía añadió- Será mejor esperar un poco, señor Hirt- Miró a la insondable oscuridad y añadió -Si queremos tener la iniciativa contra quienes la mataron- Arrastró al demente hasta un hueco y decidió esperar... Con la vaga esperanza de que quién la mató fueran amigos.