Partida Rol por web

- ¡Un mapa! Eso quizás podría ayudarnos... - Sarah se quedó por un momento pensativa. ¿Y si de alguna forma pudiera convencerles a esos dos hombres para que les dejaran ver ese mapa?

Sabía que tenían que encontrar una caverna de tonos azules cerca del castillo... ¡Ah, claro! Su mirada de repente pareció brillar mientras miraba en una dirección... - Oh quizás no lo necesitemos... La bruja dijo que se encontraba cerca del castillo. Es lo que tenemos que hacer, dirigirnos hacia allí a través del bosque. - ¿Cómo podía haberse olvidado de un detalle tan importante? La joven se mantuvo escondida mientras cavilaba sobre la ruta a seguir. Su voz había sido un ligero susurro para que tan sólo la pudieran escuchar sus compañeros. Cruzó por un momento su mirada con Juliette y una sonrisa asomó en su rostro. - ¿Preparada para ir de aventuras? - Le preguntó guiñándole un ojo.

 Juliette miró a Sarah, no era que no le gustasen las aventuras, era que había tenido demasiadas por un día, ¿o habían pasado más y ella no se daba cuenta? Como sea, no tenía alternativa y tampoco la iba a dejar en el medio de la nada, porque estaba segura de que ellos, si no peleaban, las encontrarían.

-Supongo que si.

Intentó sonreír a su compañera pero estaba demasiado cansada y en su rostro apenas se dibujó una mueca.

Sarah y Juliette, junto con los otros compañeros, fueron caminando por el sendero que iba al bosque, dejando la casa con la chimenea detrás. Didymus estaba montado en Ambrosius, encabezando la marcha. Tras él se encontraba Hoggle, luego venían Sarah y Juliette, y finalizaba la marcha la elfa Luthien. Creían así que era más seguro para todos.

Estuvieron caminando unas cuantas horas luego de las cuales se encontraron con un hermoso lago cristalino.

Las aguas eran tan nítidas que formaban un espejo en el que el cielo se reflejaba.

El sendero parecía haber terminado aquí, justo en el lago. Lo que había, además de éste, era un grupo de árboles de tronco grueso, muy pegados unos a otros.

Durante unas cuantas horas estuvieron caminando a paso ligero. Cuando llegaron al lago, Sarah se acercó y miró su reflejo en la superficie cristalina. ¿Y ahora qué... ? Se preguntó mirando a ambos lados. 

Se giró para mirar a sus compañeros. En teoría, si había entendido bien las indicaciones de la bruja, la cueva no podía estar muy lejos. - Supongo que tendremos que bordear el lago para encontrar la cueva... - Les comentó con una sonrisa, no iba a perder la esperanza de hallarla y poner fin a la tiranía del rey oscuro.

- Luthien, ¿puedes dejarme nuevamente la bolita para intentar comunicarme con Jareth? - Le preguntó a la elfa tras caer en la cuenta de que al final no había podido comunicarse con él. 

 Sintió que caminaron demasiado pero al mismo tiempo, ya no sabía qué era demasiado en aquel extraño mundo donde Sarah parecía manejarse como cualquier otro oriundo de allí. Sujetó a Sarah de un brazo porque no podía seguir así nada más.

-Sarah... Christian dice que yo soy una bruja muy poderosa de este mundo y no sé pero puedo hacer cosas. Intento comprender pero estoy a punto de volverme loca y como siga así, no sé qué pueda pasar. Se dice que yo era mala...

Juliette miró a su amiga con los ojos brillosos, no creía poder superar aquellas pruebas, por más que ya hubiera pasado unas cuantas con los dos hombres. Luego la soltó por si ella quería comunicarse de todas maneras, porque al mismo tiempo y aunque no lo aceptaría nunca, también estaba preocupada por los hombres.

 En cuanto Sarah miró en el lago y Juliette tomó su brazo, antes de que Luthien pudiera alcanzarle el objeto que la comunicaba con Jareth, dos luces salieron del interior de dicha superficie de agua. Las mismas giraron alrededor de las dos jóvenes y luego tomaron forma.

Formas, dos en realidad.

Eran Christian y Jareth que aún estaban realmente mareados.

Sarah no dió crédito a sus ojos, ¿eran ellos de verdad?

La oscuridad fue cediendo a la luz, una luz que por el momento me cegó y me tuve que cubrir con el brazo.

Poco a poco mis ojos se adaptaron al nuevo entorno, vi a alguien, allí había gente, primero reconocí a Juliette – Juli… - pero en ese momento me quedé petrificado, la que estaba junto a ella era… era… no podía ser, si, si que era… ¡Dios mío! - ¿Sarah? – quedé con la boca abierta - ¡Sarah! – avancé rápido, pero no sabía como actuar, como saludarla, mis deseos se cruzaban con lo que era correcto, quería saludarla con buen pié, pero…

La abracé cariñosamente, se notaba que lo hacía con mucho sentimiento, la hubiese besado pero me atrevía, tras ese abrazo me separé un poco pero sin que mis manos perdiesen el contacto con sus brazos, quería saber su reacción – Por fin… - ladeé la cabeza buscando sus ojos

- ¿Como...? - Sarah no entendía lo que Juliette le estaba diciendo, aunque antes de poder terminar de decirle nada, unas luces salieron del lago. Se giró para mirarlas ¿Qué... Qué es eso? Pero antes de llegar a preocuparse, aquellas luces cogieron forma convirtiéndose en Jareth y supuso, el hijo del rey.

- ¿Ja... Jareth? - Su voz salió débil, temerosa de aquello fuera una burda ilusión producto de algún malvado bromista. Pero cuando él se acercó y la abrazó, fue consciente de que sí, era él. Por un momento quiso perderse entre sus brazos. Ya no era la niña inocente que había soñado con cuentos de hadas en su juventud. Ahora era una mujer con muchos temores y dudas. Y allí se encontraba su conexión con aquella joven que un día soñó con ser la princesa de su propio cuento. 

Cuando él se apartó, las lágrimas recorrían sus mejillas. - Has venido... - Le dijo con voz temblorosa sin poder apartar sus ojos azul grisáceos de los de él.

La vi llorar y traté de sonreírle, me encontraba muy emocionado, después de tanto tiempo sentirla entre mis brazos era la sensación más increíble, quería recordarlo todo, su rostro su voz, había cambiado, pero sabía que en esencia era la misma, además la había echado tanto de menos.

- Claro que he venido, hubiera revuelto cielo y tierra para estar contigo – todos los pesares y los problemas habían quedado atrás, todo había merecido la pena.

Acaricié su rostro con suavidad - ¿Podemos dar un paseo y hablar un momento a solas? – mi corazón latía rápido, pero quería al menos mi momento con ella, tenía necesidad de decirle algunas cosas.

Juliette se quedó de una pieza, sabía que aquello podía ser algo malo pero cuando vio las figuras que ya conocía, supo que ahora estarían completos. Respiró profundo mientras no apartaba la vista de los recién llegados y luego, cuando Jareth pidió hablar a solas con Sarah, buscó un lugar donde sentarse. Una gran piedra le sirvió para tal efecto y se quedó allí, pensativa con las manos en en las mejillas y los codos en sus rodillas. Su semblante era triste.

Christian se sentía aturdido. ¿Dónde estaba? Cuando se preguntaba eso, consiguió discernir las siluetas de Sarah y Juliette. Amaba a Sarah, pero ahora que había conocido a Juliette se preguntaba si eso no era más que pura envidia hacia Jareth. Juliette era una mujer enigmática, y tenía cierto halo a su alrededor. Por otro lado, Sarah era dulce y cálida como una tarde de verano.

Chritian se quedó parado, como un espectro, sin saber qué hacer, mirando al vacío.

Hasta aquel momento, Sarah, solo había tenido ojos para Jareth. Sonrió asintiendo con la cabeza, pero, cuando se dio media vuelta para decirle a Juliette que volvía enseguida, la sonrisa se borró de su rostro al ver a su amiga tan triste. - Espera un momento... - Le susurró a Jareth y se separó de él para acercarse a la joven que se había sentado sobre una roca.

Por un lado sabía que era necesaria esa conversación con Jareth. De jovencita para ella había sido un juego. Era el rey de los Goblins, alguien con quién una vez tuvo que competir para salvar a su hermano. Pero desde que había vuelto a verse sumergida en aquel mundo, sus sentimientos parecían haber cambiado, y temía lo que sentía... 

Se acercó a Juliette. - ¿Qué te pasa, cielo? - Le preguntó con suavidad. Se sentía muy agradecida por lo que habían hecho para localizarla, y se daba cuenta que en ella tenía de verdad a una amiga. Con dulzura le apartó un mechón que le caía tapándole los ojos...

La atención de Sarah ahora había caído en Juliette que se había ido a sentar en una piedra y parecía ahora triste – Claro – no podía decirle otra cosa a Sarah, si había esperado tanto podría esperar un poco más.

Allí también estaba Sir Didymus, que hacía tiempo que no le veía y parecía no querer separarse de ella, por alguna extraña razón comencé a sentirme también un poco abatido, seguramente el cansancio acumulado.

Seguramente aún no estábamos a salvo pero había encontrado a Sarah, eso hizo que mi cuerpo se relajara, me senté en el suelo a esperar a Sarah.

 Juliette levantó la mirada y le sonrió a Sarah.

-Estoy cansada, es todo. Cuando pueda dormir en una cama de verdad, estaré mejor.

Miró entonces a Jareth levantando un poco la vista y sabiendo que él quería hablar con su amiga.

-Ve, hablaremos más tarde. Me parece que tendremos tiempo de sobra.

Cualquier cosa que fuera, sabía que ellos tenían asuntos que arreglar y que todo podía esperar unos minutos más, además, ella podía esperar tranquilamente con la joven elfa y con el hijo del rey. Empujó suavemente del hombro a Sarah para que se fuera.

Sarah asintió, aunque en su mirada se podía ver que no estaba muy convencida de las palabras de Juliette. Su vida debía haber dado un cambio drástico con todo aquello. Todavía resonaban en su cabeza sus últimas palabras antes de que Jareth apareciera. ¡Jareth! Al pensar en él, recordó todo lo que debía haber pasado para encontrarla y se giró para mirarle viéndole sentado en el suelo, esperando. Por un momento levantó la mirada y cruzó sus ojos con los del hijo del rey. Una tímida sonrisa asomó a sus labios. Se apartó un poco llamando al caballero perruno aparte.

- Sir Didymus, hacedme un favor. Mientras hablo con Jareth cuidad del príncipe - ¿Como se llamaba? por un momento se quedó en silencio, pero no recordaba haber sido "presentados" - y de Juliette. Me preocupa su estado, parece estar muy triste... No tardaré... - Le dijo ante su mirada preocupada y tras rozar su peluda oreja en una señal de cariño se acercó a Jareth. 

- ¿Vamos? - Le preguntó alargando la mano para ayudarle a levantarse.

No sabía que le podía haber pasado a Juliette en este tiempo que había pasado, parecía triste más que cansada, aunque si que era verdad que cansada ya había confesado, estar, todos estábamos cansados.

De manera muy acertada Sarah pidió a Dudymus quedarse y por si podía contribuir a ello añadí – No nos alejaremos de tu mirada – realmente sólo necesitaba hablar, sería una lastima haber pasado por tantas cosas para no poder hablar un momento con ella a solas.

Sonreí a Sarah cuando se acercó y tomé su mano, no tiré apenas de ella pero un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando nuestras manos se unieron – Después de tanto tiempo…- Aún no me lo podía creer, todas las penurias habían merecido la pena por estar un momento con ella - Si, vamos – nos alejamos unos metros y tuve la consideración hacia el caballero perruno de que no nos perdiese de vista

No quería que me compadeciera, así que estuvo bien como se comportó, ya tendría tiempo, mucho tiempo para pensar en todo.

Volvimos a donde estaba el grupo, no tenía ganas de hablar, no podía tomar la iniciativa como tantas veces, tampoco quería exteriorizar lo que sentía, así que era una mala situación dese el punto de vista que se mirase.

Me acerqué hasta una zona próxima al lugar que aparecimos, con la mirada en el horizonte, escondiendo mi mirada allí, pero no me podía quedar así, no debía – ¿Alguien sabe por cómo podemos volver? – Mi voz no sonó muy fuerte

Tan sólo habían estado unos cinco minutos hablando cuando finalmente ambos volvieron. Los ojos de Sarah estaban tristes y parecían ausentes, perdidos en algún lugar en el que nadie podía acceder. Intentó no mirar a nadie, no quería que vieran aquella pena que asolaba su corazón. Una sonrisa que a tres leguas se veía carente de felicidad asomaba a su rostro como la marca de una llaga que tardaría en cicatrizar. Sarah creía que había tomado la decisión correcta, y aunque le doliera sabía que era lo mejor para Jareth...

Cuando el Rey de los Goblins insinuó que tenían que regresar, ella pareció volver nuevamente a la realidad. Durante un segundo cruzó su mirada con él, sintiendo como su estómago se encogía al ver la pena marcando sus facciones. Sin poder aguantarla rápidamente la apartó, clavándola en el gran lago cristalino.

- No puedo irme... - Empezó a decir alzando la cabeza y observando el cielo claro... - Tenemos que hacer lo que nos dijo Grarl - . Continuó explicando, mirando a Lady Luthien y a Sir Didymus alternativamente. - Debemos encontrar el corazón del Rey Oscuro que está oculto en una cueva por este bosque. Sólo así podremos salvarle y devolver a estas tierras la paz y tranquilidad - . Terminó diciendo volviendo su mirada a Jareth, y esta vez manteniéndola firme mientras su corazón latía con fuerza.

No pudo ni mirar a los ojos a Sarah cuando ésta le sonrió.

-Debe pensar que soy un estúpido- pensó con amargura.

Con la cabeza baja vió como el Rey de los Goblings y ella se marchaban a un lugar cercano, como hablaban y volvían con la mirada triste y perdida.

Hubiera querido abrazarla y quitarla todo el pesar que había sombra en su alma, decirla que no tuviera miedo, que él la protegería de todo mal. Pero se quedó parado, mirando al suelo.

Sólo alcanzó a decir:

- Mi padre no nos lo pondrá fácil- susurró cuando oyó el plan que habían decidido.