Partida Rol por web

Anguy frunce el entrecejo, agudizando la vista para observar en la distancia.

- Sí... Las mujeres a caballo se han juntado a una pequeña tribu Truil. - Se queda pensando un momento. - Por la distribución del campamento diría que son Caras Azules, pues los Cazadores de la Noche suelen dejar una zona despejada para los ritos de sus chamanes. Calculo que serán unos 300, a lo que hay que sumar el medio centenar de amazonas.

El número no es lo bastante elevado como para enfrentarse a un gran ejército, pero sí lo suficiente como para salir airoso contra una cohorte de 500 soldados truil, especialmente teniendo en cuenta a la caballería y su capacidad para anular a los hechiceros.

Sea como sea, son demasiados como para plantearse enfentarse a ellos.

- ¿Cuál es el plan, Yi Fan? - pregunta finalmente Anguy, que debe haber seguido un hilo de pensamientos similar al tuyo. - No podemos enfrentarnos a ellos, e intentar infiltrarnos puede ser una locura sin saber exactamente qué buscar. Entonces... ¿qué?

Se sienta en la ladera y acaricia la cabeza de Serbal, pensativo.

Yi Fan observa desde la distancia el campamento Truil. Y entonces descubre que sabe exactamente lo que debe hacer. De alguna forma siempre lo ha sabido.

Las palabras de su madre vuelven a él, después de tanto tiempo. Cuando tras la ejecución de su padre Yi Fan quiso seguir el camino del honor cometiendo suicidio, tal y como su hermano mayor había hecho. Ella se lo había impedido, le había obligado a jurar que nunca lo haría y le había dado un objetivo en la vida, una vez exiliado de Dindavara.

Uldholm. Debía dirigir sus pasos hacia la emergente nación para infiltrarse en los que un día se convertirían en sus enemigos, para aprender sus usos y sus costumbres, sus secretos, sus fuerzas y sus debilidades. Así, cuando llegase el tiempo de la guerra, él podría retornar a Dindavara con esos conocimientos y convertirse en una pieza para la derrota de los Ulds, lo cual le llevaría a recuperar su apellido y su honor.

Siempre había pensado que esa misión le llevaría años, sino décadas, pero lo presenciado las últimas semanas pueden haberlo cambiado todo. ¿Acaso los Truil no eran ahora un enemigo más peligroso que los mismos Ulds? Unidas las tribus como nunca antes, con inesperados aliados y con la capacidad de anular a los temibles hechiceros alados y a los danzantes del fuego, los Truil podían muy bien convertirse en la próxima amenaza para Dindavara.

Por tanto, su misión continuaba siendo la misma, salvo que cambiaría su objetivo.
Intentaría infiltrarse entre los salvajes.

Voy a descender la colina hasta el campamento. Dice con voz desapasionada, tanto para él como para Anguy. Y voy a ofrecer mi Dinda al servicio de su líder.

La mirada de incredulidad que le devuelve el explorador le indica que cree que se ha vuelto loco. Yi Fan lo entiende perfectamente. Lo más probable es que los Truil le maten en cuanto lo vean, y si no, es muy posible que lo torturen para averiguar lo que sabe.

Sin embargo, lo que no saben es que Yi Fan ya eligió la muerte hace mucho tiempo, cuando quiso reunirse con su padre y su hermano. Y si no consigue devolver el honor a su apellido, morir aquí y ahora es un lugar y un momento tan bueno como cualquier otro…

Anguy te mira sorprendido... luego asiente lentamente.

- Asceltis me comentó que algo así podría pasar. Al fin y al cabo estás en Uldnacht para vigilar a nuestra nación en favor de Dindavara... ¿Por qué no unirse a sus enemigos cuando ves que tienen la capacidad de hacernos daño? - Su gesto deja entrever una ligera decepción. Parece que se ha malinterpretado tu decisión de ir con los Truil, aunque desconoces si es una conclusión errónea de Anguy o un fallo en la previsión de la mujer enmascarada.

- Sea como fuere, ella quiere que tu dinda siga a su servicio. Esperaba que fuera Henry quien te hiciera este ofrecimiento, pues a mi no me gusta hablar de pagos ni de servicios, pero no está aquí así que no me dejas otra opción... - Se aleja unos pasos, pensativo. Serbal se queda entre ambos, mirándoos con un gesto de comprensión casi impropio de un animal.

- Al parecer, no es oro lo que deseas, sino honor y venganza. Desconozco los detalles, eso tendrás que preguntárselo a ella directamente, pero me dijo que tiene información que te gustaría conocer... Pruebas de transacciones comerciales de tu familia con Uldholm. Algo relacionado con tu tío.

Te mira con evidente gesto de quien transmite unas palabras sin conocer realmente su significado. Le notas incómodo, y no únicamente por verse obligado a hablar más de lo que le gustaría, sino porque realmente desconoce los juegos que te traes con al mujer enmascarada y qué es toda esa historia de venganza que le han dicho que te recuerde. Parpadeas un par de veces, consciente de que ahora eres tú quien tiene una mirada de incredulidad.

¿Qué sabrá Asceltis sobre tu tío, sobre la supuesta traición de tu padre a la familia? Recuerdas la conversación que tuviste con la mujer en el Cerro de Oro, cómo mencionó tu apellido cuando hace tanto tiempo que habías renunciado a él, y no puedes sino preguntarte hasta dónde llegarán las redes de la misteriosa mujer.

El Dindavara queda paralizado ante las palabras de Anguy. Realmente no se lo esperaba.

Todavía recuerda la última conversación con Asceltis, donde quedó claro que ella conocía su historia previa. Recuerda la forma en la que arrancaba notas a su koto… En ese momento, donde quizás hubiera podido averiguar algo más de las razones que habían causado que la mujer del velo se hubiese cruzado en su vida y que cada vez más le hacían creer que no había sido por casualidad, en ese preciso momento, Yi Fan había reaccionado de mala manera y ese momento íntimo se había transformado en una amarga discusión llena de reproches. El Dindavara salió esa noche del Cerro del Oro pensando que quizás Asceltis estuviese replanteándose el mantenerlo a su servicio. Quizás incluso el mantenerlo con vida…

Y ahora resulta que no. Volvía a ser parte de sus maquinaciones.

Ulds… Sisea Yi Fan con los ojos entrecerrados, diciendo la palabra como si le dejase un regusto amargo en la boca. Su mirada oscura se clava en el rastreador, acusadora.
Incluso a ti te hacen formar parte de sus juegos… Dices las palabras que te han pedido que repitas para mí, aunque no las entiendas, aunque para ti no signifiquen nada…
El Dindavara da un paso hacia Anguy. Lo que no entiendes es lo que esas palabras significan para mí. Tú no sabes lo que me hicieron… Lo que me arrebataron… ¡Me lo quitaron todo! ¡Lo que poseía, lo que amaba, lo que fui y lo que podría haber sido! ¡Me despojaron de mi propio nombre! ¡De mi nombre!

Yi Fan resopla. Su rostro está deformado en una terrible mueca. Agarra con fuerza la empuñadura de su Dinda, con los nudillos blancos. Anguy está viendo un lado del Dindavara que casi nadie ha percibido nunca, la parte de él sumida en la rabia que esconde muy adentro, oculta bajo un férreo autocontrol fruto de una vida de guardar las apariencias.

Estaba dispuesto a acabar con todo por mi propia mano, ¿entiendes? Aún lo estoy. Es lo que debes saber… no me importa morir, no temo a la muerte. La respiración de Yi Fan se hace más regular y su rostro vuelve, poco a poco, a convertirse en ese semblante serio que es su expresión habitual.
¿Qué es la muerte para mí? Yo ya no tengo nombre.

El Dindavara se sienta en el suelo de rodillas de espaldas al rastreador, al estilo Dindavara, y coloca el Filo de su Corazón frente a él.

Esperaré entonces. Anuncia. Aguardaré y vigilaré el campamento Truil, en lugar de unirme a ellos. Aunque ello signifique que probablemente no podré obtener la información para la que Asceltis me ha enviado aquí… Pero así podré conseguir que diga lo que deseo saber sobre mi tío ¿verdad?
Yi Fan sacude la cabeza. No entiendo vuestros juegos… pero jugaré el papel que me habéis otorgado…

Y así permanece el Dindavara. Sentado y vigilando el ejército acampado en la distancia. En silencio. Silencio sólo roto cuando, al cabo de unos minutos, susurra:

Y Anguy… haz el favor de no dirigirme la palabra.

Durante horas, observáis el campamento en silencio. A la distancia a la que os encontráis no podéis ver demasiado bien la disposición de las tropas ni de los guardias, pero algo sí os queda claro: pese a encontrarse todos juntos, el campamento está dividido en varias partes, probablemente formadas por distintos clanes truil que, pese a haber decidido combatir juntos, no llegan a tener la cohesión de unas tropas formadas para luchar como una sola unidad.

Ligeramente separadas del resto del campamento, las amazonas parecen haber acampado por su cuenta. Por supuesto, eso les permite tener mucha más movilidad aprovechando la velocidad de sus monturas pero de alguna forma las hace más vulnerables. El flujo de gente entre el campamento principal y la zona de las guerreras parece constante, pero te llama la atención que en más de una ocasión algún caudillo de los clanes truil acuda a ver a las amazonas con un séquito precedido de sus portaestandartes.

Al notar que vuelves a moverte tras unas horas de profunda concentración, Anguy decide acercarse a ti.

- ¿Crees que eres el único que ha perdido algo? ¿El único que ha estado a punto de acabar con su vida? - Sus palabras, aunque ligeramente agresivas, tienen un tono de dolor que te hace volverte hacia él. Se sienta junto a ti, mirando al campamento sin es más mínimo rastro de desafío en su expresión.

- También yo he perdido todo lo que tenía, dindavara. Los truil destruyeron mi aldea y mi familia, mientras que los batallones uld que tenían que protegerlas desertaban en masa... - Su voz se quiebra un momento y ves cómo una sola lágrima resbala por su mejilla. Se vuelve hacia ti.

- Asceltis me salvó. Me dio un motivo para vivir. Sé que es una gran manipuladora, que en su afán de poder maneja a la gente como peones en un tablero de ajedrez... Pero también sé que cuida de los suyos. Es cierto que me dio el mensaje para ti sin saber qué hay detrás de esas palabras, pero te puedo asegurar que, aunque dichas por mi, esas palabras no han sido pronunciadas a la ligera. - Niega con la cabeza y respira antes de proseguir. - Desconozco cuál es tu relación con Asceltis, guerrero, pero si se ha preocupado en investigar tu pasado para buscar una información que te pueda interesar, puedes estar seguro de que eres importante para ella.

Se queda al fin en silencio, acariciando la cabeza del perro que se tumba a su lado mientras devuelve su atención al campamento truil.

Yi Fan permanece en silencio tras escuchar las palabras de Anguy. Todavía siente la ira bullendo en su interior, pero se da cuenta de ha hecho mal en desatar su ira contra el explorador. Él no tiene la culpa de su situación. De hecho, ambos comparten historias de pérdida similares. No tiene sentido lamentarse ni culpar al destino, sino mirar adelante y hacer algo para conseguir un futuro mejor.

Si no fuera por su férrea educación Dindavara y su estúpido orgullo, quizás se dignaría a pedir disculpas a Anguy.

En lugar de eso, señala hacia el campamento Truil mientras dice: Da la impresión que la autoridad en ese ejercito de varios clanes lo ejercen las amazonas con su caballería ligera. ¿Ves? Son los otros clanes quien acuden a ellas, no al contrario.
Les rinden pleitesía…

Yi Fan creía hasta ahora que los salvajes Truil eran una sociedad muy machista, pero esa idea se desvanece ante lo que ven sus ojos. La fuerza de la caballería hace que las mujeres compensen su aparente debilidad frente al género masculino. Esto le hace pensar en Asceltis. El Dindavara no se atrevería a decirle a la cara que pertenece al llamado “sexo débil”.

Ellas dirigen este ejército, por tanto debemos concentrar nuestra vigilancia en las amazonas.

Tardáis un par de días en viajar hacia la frontera. Pese a que Anguy y Yi Fan tan sólo os llevan unas horas de ventaja, pues no pasó demasiado tiempo desde que os separasteis hasta que os capturaron los truil, ellos viajan tan rápidamente como vosotros. La habilidad de Martha como guía os ayuda a viajar rápidamente, pero no es suficiente como para recortar la ventaja que os lleva Anguy.

Aceleráis el paso cuando encontráis el escenario de una batalla. Se te revuelve ligeramente el estómago al ver todos los cadáveres, recordando cómo muchos de los compañeros que dejasteis atrás Diana y tú hace a penas unas semanas cayeron durante la batalla sin que nadie tuviese tiempo para recoger sus restos.

- Han pasado por aquí, - dice Martha señalando unas huellas de pisadas que se alejan de los despojos de la batalla. Junto a las pisadas, los cascos de numerosos caballos dejaron también su marca en la tierra. - Con suerte ellos estuvieron explorando esta zona durante un tiempo, así que tal vez podamos recortar algo de tiempo.

La mujer impone un ritmo incluso más exigente que el que habíais estado llevando hasta ahora y a una media jornada de camino observáis un enorme campamento truil a lo lejos.

Bordeáis el campamento principal para acercaros un poco más a la zona donde se han establecido las amazonas. Os movéis en silencio, siempre vigilantes para no encontraros con ningún centinela cara a cara.

Desde vuestra nueva posición, podéis ver claramente cómo las mujeres pertenecen a la tribu Truil de los Caras Azules.

- Probablemente sean jinetes de varios clanes diferentes - te informa Anguy. - Al menos yo no tengo noticias de ningún clan de amazonas tan numeroso. Me pregunto qué les habrá hecho unirse.

La respuesta parece clara. La posibilidad de vencer a los invasores Ulds. De alguna forma, estas mujeres han debido descubrir el modo de contrarrestar la hechicería de las tropas de Uldholm y, viendo en esa habilidad un arma para luchar contra sus enemigos, se han debido unir para enfrentarse a ellos, arrastrando a la beligerante tribu de los Caras Azules con ellas.

Sea lo que quiera que utilicen para enfrentarse a los hechiceros, el secreto está sin duda en ese campamento.

La mano de Anguy te toca el brazo. Pendiente como estaba de buscar a los vigilantes parece que ha visto algo a lo lejos. En lo alto de una colina a media distancia te señala cómo un pequeño grupo de gente se acerca al campamento.

Los ojos entrecerrados de Yi Fan se esfuerzan por distinguir al pequeño grupo que le señala Anguy, pero no están lo suficientemente cerca para que el Dindavara aprecie los detalles.

Aun así, parece que después de tantos días, por fin se les presenta una oportunidad. Ese grupo se dirige directamente al campamento de las amazonas, y quizás posean información importante respecto a ellas. Este es precisamente, el momento de arriesgarse que tanto el explorador como él han estado esperando.

Por medio de gestos, Yi indica a su compañero que deben aproximarse más al grupo que viene para determinar de quién se trata. Tienen que moverse rápido, antes que se acerquen demasiado al campamento de las líderes Truil. El Dindavara se prepara mentalmente para una inminente lucha, ya que si les es posible, emboscarán a los que llegan para obtener la información que Asceltis ansía.

Pero si lo hacen, deben actuar rápido, para no alertar al campamento y que no se de la alarma, ya si eso sucediera estarían acabados...

Vaya una suerte la mía, llevamos un ritmo frenético, y si bien siempre me he considerado en forma, tanta exigencia física unida a un mala nutrición no hacen sino empeorar mi mal humor. Me muerdo la lengua constantemente para no quejarme, estamos mejor al aire libre que en una jaula.

El campo de batalla, se asemeja demasiado a otro que he visto, parece haber un caos ordenado en la posición de los muertos, los rios de sangre mezclados con tierra y el olor a heridas abiertas y putrefacción, que le hace común a otras matanzas. Llego a la conclusión que todas las batallas son igual, centenares de muertos sin rostro en un mar de desolación a su paso. Esto no puede llegar a ninguna ciudad.

Más determinante en mi propósito dirigo la vista hacia el campamento que se extiende a lo largo de un gran trozo de tierra. Dejo escapar un silbido bajo.

- Son muchos...- es lo único que acierto a decir-.

Os aproximáis al grupo que se acerca, adelantándoos a su camino intuyendo su trayectoria. Cuando os acercáis, os dais cuenta de que no se acercan directamente al campamento, sino que tratan de mantenerse entre las sombras de los Yermos. TA esta distancia podéis distinguir tres siluetas, aunque poco podríais decir de su identidad. Agradeces la excelente visión de Anguy que os ha permitido distinguir las figuras en la distancia, esperando que ninguno de los truil haya tenido esa suerte, aunque el hecho de estar ligeramente separados del campamento de las amazonas juega en vuestro favor.

Os colocáis con cuidado a ambos lados de una pequeña zanja por la que calculáis que se acercarán los viajeros. Anguy coge su arco y coloca una flecha en la cuerda, mientras que tú sujetas con fuerza la empuñadura de tu dinda, dispuesto a saltar al camino en cuanto puedas identificar a los caminantes.

Os aproximáis al campamento, utilizando una pequeña garganta en el rocoso suelo para cubrir vuestro avance. Tratáis de moveros en silencio, aunque estéis suficientemente lejos como para que sea improbable que ningún centinela os pueda llegar a divisar.

De repente, Henry se para y casi jurarías ver cómo su sonrisa se acentúa más de lo habitual.