Partida Rol por web

-Biza, ¿y si probamos las dos a destruir ese poste? -Dice la hechicera mientras se concentra ya en su energía mágica.

La chica deja de golpear el poste y se separa unos pasos.

- Cuidado con la cadena - avisa a Jezz mientras empieza a conjurar su hechizo. Tras pronunciar unas palabras de poder el sonido se transforma en un potente rayo que impacta contra el poste de madera.

Ilsa se concentra y de la palma de su mano brota una poderosa descarga eléctrica que impacta contra el poste violentamente.

Vuestros dos hechizos parecen sincronizarse y golpean casi en el mismo lugar del poste. Con un crujido, la madera se convierte en astillas y llena el fondo del sótano de polvo y serrín. Jezz se levanta y saca la cadena del tocón de madera que ha quedado, cargándosela sobre los hombros.

- Gracias - dice poniéndose en pie a duras penas. - Pero tenemos que darnos prisa en salir de aquí. Aunque Alder lleve unos días sin venir, es posible que aparezca en cualquier momento.

En su voz aún se nota el nerviosismo de quien teme que sus captores aparezcan. Después de todo, ella misma es una hechicera y tal vez podría haberse liberado de sus cadenas de la misma forma que la habéis soltado vosotros.

- El portón hace semanas que no se utiliza - afirma Jezz - pero si se puede abrir nos llevaría directamente a la calle... - La otra salida alternativa es volver por donde habéis vuelto, pero la joven cautiva no tiene fuerzas para decidir cuál puede ser la mejor ruta.

Ilsa se acerca al portón para examinar su apertura... ahora con el jaleo ya empieza a estar dispuesta a destruirlo todo.

Por lo que ves, el portón no se ha abierto en varias semanas (probablemente desde que Jezz está aquí), pero está en un estado más o menos decente. No sería necesario destruir nada para salir, con retirar el pesado travesaño de madera que lo sujeta desde el interior podéis empujarlo para que se abra.

Ilsa trata de quitar el travesaño que obtura el portón para salir por ahí directamente. La premura de las circunstancias y los nervios hacen que no se sienta en absoluto segura. Quizá por los nervios ni había advertido la situación de Jezz... ¿Tiene alas? se pregunta y se gira para observarla. Si ella no ha podido lanzar un conjuro básico de nuestra escuela tal vez esté todavía bajo los efectos del amuleto. Aunque eso es secundario, puesto que la gran pregunta sigue siendo... ¿por qué está con vida después de todo este tiempo? Si Alex ya está muerto, ¿por qué Jezz todavía vive? Mientras trata de levantar la madera miles de preguntas inundan su mente, pero Ilsa es consciente de que mientras Jezz esté con vida, las respuestas estarán depositadas en ella. Por lo tanto su prioridad ahora es mantenerla con vida a cualquer precio, para, tal vez así, emprezar a resolver el caudal de enigmas que invaden el laberinto en que se hallan envueltas.

Abres el portón y ayudas a Biza a llevar a Jezz hasta ella. Sus alas parecen intactas, pero no parece en estado de poder volar. Cuando llegáis a la escalerilla por la que podréis salir, la hechicera se queda mirando el cielo asustada.

- ¿Cómo...? ¡No! Ahora lo entiendo. Esto es otra prueba para ver si vuelvo a tratar de escaparme... - dice dándose la vuelta. - Decidle a Alder que aprendí la lección. Decidle que me quedé aquí... - Se echa a llorar mientras intenta caminar cojeando hacia el lugar donde estaba encadenada.

Biza la sujeta del brazo y te mira.

- No sé qué le habrán hecho aquí, pero no voy a dejar que se quede... - dice. Algo ha cambiado en la voluble chica desde que ayer se enfrentase a esos hombres, pero no tienes mucho tiempo para preguntarle. Antes de poder decir nada, Biza golpea a Jezz en la cabeza con la empuñadura de su espada. Con cuidado, sujeta a la hechicera antes de que caiga al suelo.

- Ilsa, ayúdame y vayámonos de aquí... - dice con seriedad. Entre las dos conseguís sacarla a la calle, pero no tardaréis en llamar la atención de la gente: tres hechiceras aladas, una de ellas maestra del gremio y otra inconsciente arrastrada por las otras dos no pasan fácilmente desapercibidas. - ¿Dónde quieres ir, Ilsa? ¿Al hospital, al cuartel de la Guardia, la sede del Gremio, la Casa de Cerberus...? -  dice planteándote varias alternativas.

La actitud de Jezz horroriza a Ilsa. Alder no solo es vengativo, sino que además disfruta arrebatando la voluntad a sus torturados. El fuego interior arde en el espíritu de Ilsa. Por Sorgersaard que esto no quedará así. Se dice. Incluso piensa en quedarse aquí para enfrentarse a ese hombre, pero finalmente advierte, como buena política, que los actos de heroísmo particular nunca sirven para nada...

Aunque a Sorgersaard sí le funcionó... según cuentan las leyendas.

No, nada de eso. Todos debían saber qué tipo de hombre era Alder. Ello legitimaba su causa y por fin podría demostrar a todos qué tipo de gente era aquella, y cuáles eran sus propósitos. Y mentiría si no estuviera pensando en una persona en concreto, más allá de sus reflexiones genéricas en el Consejo, el Senado o los miembros del Gremio...

Merak.

Esto es lo que defiendes. Te lo mostraré. Se lo mostraré a todos.

-A la sede del Gremio. Ahora mismo, es el único sitio donde nuestra compañera puede estar segura.

Ilsa observa a su alrededor. Levantar el vuelo entre las dos puede ser demasiado complicado.

-Necesitamos un transporte. Dice a Biza.

Uno de los vecinos se acerca a vosotros y no tarda en salir corriendo a buscar un carruaje ante las imperativas palabras de una maestra del gremio. Cuando llega el vehículo, subís con cuidado a Jezz y emprendéis el camino hacia el gremio de hechiceros.

Cruzáis los barrios medios hasta que, al fin, la sede de vuestro gremio se hace visible al final de la calle. El cochero os deja en la puerta y os ayuda a bajar a Jezz mientras le das unas monedas para pagarle el trayecto. En cuanto los guardias de la puerta os ven aparecer, se acercan a ayudaros preguntándoos qué ha ocurrido. Algunos aprendices salen corriendo al interior del gremio para avisar a sus compañeros.

Entráis en el gremio y el Consejero Christian se acerca a vosotros corriendo. Al parecer la noticia de vuestra llegada se ha extendido como un reguero de pólvora en el edificio.

- ¡Ilsa! - Exclama al verte. - ¿Qué ha ocurrido? - pregunta mientras mira a la hechicera a la que lleváis a cuestas. - ¡¡¡JEZZ!!! - Su expresión de sorpresa al reconocer a la chica es evidente. Te mira con incredulidad antes de volverse nuevamente hacia ella. - Venid a mi despacho. Inmediatamente.

Se da la vuelta y os guía hacia la habitación que ya conoces tan bien. Cuando llegáis a ella os pide que tomeis asiento. - ¿Está bien? - pregunta refiriéndose a la hechicera, aún semi-inconsciente por el golpe de Biza. - ¿Hace falta que llamemos a un médico? Pero, ¿cómo demonios la habéis encontrado?

Acompañamos a Christian a su despacho y rápidamente le contamos lo sucedido.

-Es horrible... Alder la tenía retenida todo este tiempo. Esperemos averiguar por qué, aunque Jezz en estos momentos necesita atención médica, por supuesto. No obstante, también avisaría al Sargento Fiannar de la Guardia de la ciudad, a Eric y la abogada Emma para que el testimonio de Jezz esté protegido. Hay que atrapar a ese cerdo de Alder sin dilación. -Añade al fin Ilsa, que está muy tensa por lo sucedido.

Biza asiente y sale del despacho diciendo que ella los irá a buscar. Mientras tanto, el mismo consejero Christian se acerca a examinar las heridas de Jezz.

- No parecen especialmente graves - dice. - No creo que tarde en recuperarse...

Se separa de la mujer mientras ordena a un aprendiz que vaya a buscar a un médico. Luego se vuelve hacia ti.

- ¿Dices que Alder la tenía retenida? ¡No puede ser una coincidencia que la hayáis encontrada justo cuando vuelve a aparecer en el Gremio!

Se queda en silencio cuando vuelve el aprendiz con un oficial del Gremio de Físicos. Mientras el médico observa a Jezz os miráis, esperando para seguir hablando. Al cabo de un rato el hombre saca un tarro con sales y lo pone bajo la nariz de la hechicera, que no tarda en despertarse sobresaltada. El hombre se da la vuelta y os explica que ha sufrido varias contusiones, pero que físicamente se pondrá bien en pocos días. Tras recomendaros llevarla al hospital para que esté en observación se despide con un gesto de cabeza.

Justo cuando sale el médico, aparece Biza con su cuñado y el oficial Fiannar.

- ¡Ilsa! Ha habido un asalto en una de las casas de la Periferia. Sea quien sea, ha destruido un edificio antes de que pudiéramos llegar allí... Biza me ha dicho que era urgente, así que he dejado a mis hombres en la zona.

Saludan al consejero y al entrar se quedan pasmados al ver a Jezzabel, ya sentada en una mesa que hace las veces de improvisada camilla.

- Pero ¡qué...! - Se retiene antes de llegar a pronunciar ningún tipo de blasfemia y te mira, sorprendido.

Biza te explica que no ha conseguido encontrar a Emma en ningún sitio, pero Fiannar dice que la información proporcionada a la guardia es confidencial. Sin embargo, ante un consejero y una maestra del gremio, se abstiene de añadir que vosotros no deberíais estar tampoco presentes cuando la interroguen.

- Está bien, Fiannar. Yo respondo por ellos - añade Eric mirando a su compañero. - Además, si no hubiera sido por la maestra Svletana, aún estaríamos buscando a la hechicera.

Os volvéis hacia Jezz y Eric deja que seas tú quien lleve la iniciativa con las preguntas. Depués de todo, sabe que estáis trabajando en el mismo bando.

Las preguntas ardían en su garganta, estallaban en su cabeza, ardían en su pensamiento. Tantas que era difícil siquiera articular palabra al principio. Después de una arrolladora emoción inicial contuvo sus sentimientos y ordenó mínimamente sus ideas antes de comenzar el interrogatorio. La presencia de Eric -Eric-, le tranquilizaba, aunque la ponzoñosa mácula de la traición rondaba todavía alrededor de su espíritu con una pesarosa certidumbre. Así que finalmente lo dejó todo de lado para comenzar.

-Díme Jezz, qué ocurrió la noche en la que fuiste raptada... ¿cómo fue herido Rhenar? ¿Qué viste?- Preguntó con ritmo pausado, para que la herida Jezzabel pudiera comprender bien las preguntas y no vacilase. -Tómate tu tiempo.

¿Una de las casas de la Periferia?

Oligis...

La mujer te mira rápidamente, sorprendida. - ¡Rhenar! ¿Sigue vivo? - pregunta. - Lo último que vi es cómo le atacaban...

Se queda un momento en silencio, intentando ordenar sus ideas.

- Eran dos. - Empieza con una frase corta, como si cogiese carrerilla. - Nos estaban esperando en una bocacalle. Cuando les vimos, Rhenar les pidió que se identificasen. Uno de ellos nos habló con acento extranjero. Dindavara. Dijo que querían "escoltarnos" a algún sitio. No parecía muy dispuesto a atacar de entrada, porque Rhenar tuvo tiempo para lanzar su conjuro de sintonización y yo preparé el Gran Golpe de Rayo.

Notas cómo su respiración se acelera con sus recuerdos.

- El otro tipo, un hombre grandullón, se lanzó hacia mí. - Se lleva la mano al costado. - Con su espadón rompió mi armadura en el mismo ataque que me llegó a alcanzar las costillas. Su hoja estaba caliente, como si estuviese ardiendo. Le lancé mi hechizo más potente y se tambaleó, pero siguió vivo pese a sus heridas. Rhenar también lanzó un rayo al dindavara, pero de un solo tajo le golpeó en la cabeza. Si hubiera querido matarle estoy segura de que podría haberlo hecho con la misma facilidad. Lo siguiente que recuerdo es un golpe en la cabeza y cómo todo se oscurecía de repente...

La mujer os mira a todos los presentes, recobrando la serenidad.

- Cuando desperté, ya estaba en ese sótano - añade estremeciéndose.

Rápidamente le informamos de la situación de Rhenar, que por desgracia no pudo informarnos de lo acontecido.

-Por otro lado, ¿ya no volviste a ver a aquellos hombres?

Ilsa todavía se devanaba los sesos pensando por qué esa férrea voluntad de no matar a nadie, ni tan siquiera a Rhenar. El caso es que después tampoco lo intentaron... La hechicera recuerda brevemente el encuentro en el tejado con aquella misteriora voz y el ataque que entonces se estaba produciendo en su casa por obra de un dindavara contra Diana. Entonces el gremio de asesinos ya fue a advertirle (supone), aunque aquello, a la postre, trajo la muerte de Rowan. La figura de Merak revoloteaba ya entonces como una sombra acechante y su última conversación delataba que el maldito maestro de Rulfoun tenía algo que ver con todo esto... ¿desde el principio?

-Pero bueno, dejando esto, lo más importante es saber qué ocurrió después, en el almacén donde estuviste presa. Y en particular, aunque te resulte doloroso -Ilsa le tiende la mano a Jezzabel, con la que antes no tenía un lazo especial, pero con la que ahora tenía una especie de deuda de sangre, después de todo lo acontecido- qué te hizo Alder o te pudo llegar a decir. Aquí estás segura, así que puedes hablar con calma -apostilla, en caso de que el temor embargue sus palabras.

La hechicera negó con la cabeza.

- No... Nunca volví a verles, ni a escucharles hablar - dice dubitativa en respuesta a tu primera pregunta.

Cuando le preguntas por lo ocurrido en el sótano, su respiración se agita y empieza a temblar. Eric frunce el ceño y Fiannar se mueve, incómodo. El Consejero Christian, sin embargo, pone su anciana mano en el hombro de la hechicera, como si con ese gesto tratase de transmitirle sus fuerzas.

La hechicera aprieta tu mano con fuerza, pero al cabo de un rato que se os hace eterno, consigue sobreponerse.

- Al principio me preguntó por lo ocurrido en la Frontera. No le conté nada que no hubiese dicho ya al gremio antes de que me hubieran secuestrado. - Se queda callada un momento más. - Esa misma noche intenté escapar. Alder y otro hombre estaban preparados para ello. Me atraparon y... - Su rostro muestra una mueca de dolor por el mero hecho de evocar el recuerco. - Se aseguraron de que no volviese a intentarlo. Alder había sido un danzallamas, ¿no? - Debe de haber escuchado esa información durante su cautiverio, pues no habéis dicho nada que le pueda llevar a esa conclusión desde que la habéis encontrado. - Su obsesión por el fuego es evidente - añade con un escalofrío. - Pero también es un excelente químico, capaz de preparar ungüentos que curen casi cualquier cicatriz... - Física.

Os preguntáis hasta qué punto ha podido ser torturada la hechicera para haber conseguido quebrar su voluntad hasta el punto de no querer abandonar la casa cuando la fuisteis a rescatar.

- Al día siguiente, o dos días después, no podría asegurarlo, Alder volvió con una mujer. Asceltis, creo que era su nombre. Tenía el rostro cubierto por una máscara y nunca llegué a verla sin ella. Sus preguntas eran mucho más dirigidas, como si hubieran conseguido más información. Querían saber sobre las amazonas truil que nos atacaron, sobre su líder y la joya azul que llevaba en el pecho. Me preguntaron por su color una y otra vez. ¡Como si realmente importase!

Niega con la cabeza, rozando la desesperación.

- Cuando terminaron de hacerme preguntas se alejaron, pero no lo suficiente como apra que no pudiera escucharles. Al parecer lo que les estaba contando encajaba con lo que les había dicho un tal Alex. De alguna forma creían que el medallón de esa amazona era la clave para inutilizar a nuestros hechiceros... - Si hubiérais sabido esto tan solo unos días antes, tal vez el asalto a casa de Biza podría haberse evitado de alguna forma. - Iban a mandar a un grupo a conseguirlo y Asceltis sugirió que sería bueno que ese tal Alex les acompañase.

- Recuerdo que Alder dijo que ya no era de utilidad. Propuso acabar conmigo - se encoge de hombros mientras habla, como si quisiera protegerse a sí misma. - Asceltis no lo permitió. No sé qué tipo de pacto tienen esos dos, pero la mujer parece poder imponerse sobre Alder de alguna forma. Dijo que tal vez fuese de utilidad en algún momento... - Te mira con lágrimas en los ojos. - Si no hubiérais aparecido no sé qué habrían querido hacer de mí...

La hechicera empieza a llorar, completamente rota después de haber recordado todo lo ocurrido.