Partida Rol por web

El rey habia terminado la reunión con su familia y se disponia a seguir haciendo su tarea, las invitaciones habian sido enviadas, la familia avisada y ahora era el momento de pensar que ofrecer y que tomar de parte de los otros reyes.

 Ethan camino hasta su habitación en donde estaba mas comodo, hizo que la reina se retirace y envio a uno de los guardias a buscar al maestre. El Soberano sabia que al anciano maestre le costaba caminar pero no le importaba, el era el rey y tenia un poder divino sobre el resto de los seres de su castillo y si alguien tenia que reunirse con el entonces que sea ese alguien el que se desplace.

Uno de sus guardias, Sam, tocó la puerta respetuosamente y le informó que uno de los Guardias del Rey le mandaba a llamar. Sin prisa, pero sin pereza, tomó un buen trago de vino y luego comenzó a dirigirse hacia allí, apenas ayudado por Sam. Mientras caminaban, el viejo le preguntaba por su familia, y parecía sumamente interesado en el devenir de dicha familia.

Mientras crea que me preocupo por él, mejor servirá...

Finalmente, luego de largos minutos, llegó a las habitaciones del Rey. Despidió con una sonrisa al soldado, y luego tocó la puerta con su cayado.

-Alteza, aquí estoy, disculpe la demora- dijo el maestre.

El rey se encontraba de pie junto a su escritorio de madera, en la mesa había varios pergaminos en blanco, plumas y tintero. La silla se encontraba vacía y parecía que el rey no tenia intención alguna de sentarse.

-Maestre Krilan necesito que hablemos sobre que tratos podemos ofrecer a los reyes. Tome asiento que quiero arrancar con esto lo más rápido posible.

-Por supuesto, Alteza, por supuesto- respondió Krilan al tiempo que dejaba su cayado apoyado en la silla y sus manos tomaban diestras la pluma y los diferentes papeles.

Alzó la mirada y la fijó en los ojos del Rey.

-¿Qué tiene pensado, Alteza?- preguntó humildemente y preparado para escribir lo que el Rey deseara que escribiera. Él debía dar consejo cuando se lo pidieran, aunque a veces, dada la confianza y su longevidad, se atrevía a opinar o sugerir. Su modo siempre era cortés por lo que pocas veces era mal recibido.

El Maestre tenía una función muy importante: adornar y sutilizar las palabras escritas en nombre del Rey. A veces, su carácter hacía que las palabras fueran un poco duras, por lo que Krilan debía embellecerlas para que no diera un mal mensaje. Claro que esa función era cuando el Rey se lo pedía, sino, transcribía literalmente lo que salía de la boca de éste. Aún no había dicho qué quería que hiciera, pero estaba preparado por años de servicio para cumplir con habilidad y diplomacia cualquier tarea.

-Por lo que se de estas casas reales puedo decir que me desagrada tener que unir mi sangre con la de estos.- Dijo al Maestre e hizo una pausa.
 Einar Bonegnawer tiene tres hijos y una hija con la que podemos hacer unión.- Comento mientras comenzaba a caminar por la habitación, un habito que tenía desde pequeño. -Si tengo que enviar a alguien a que se enfrié el culo en esa isla de porquería rodeado de cadáveres ese seria Till o tal vez Draken, son los más salvajes y podrían adaptarse a ese ambiente, aunque no creo que quieran unirse con Draken, es el tercer hijo y ellos querrán la unión con un heredero.- Ethan seguía en su caminata por la habitación mientras seguía pensando. -También hay que ofrecerles a Lyra, así aprende esa puta estúpida a no contradecirme cuando digo algo, que se case con el tercer hijo, con el bastardo o con el porquerizo y que se lleve a ese hijo idiota que tiene también a Skagos a ver si lo hacen hombre de una vez.- Al hablar del destino de su hermana el rey sonrió, el hombre era muy vengativo y tomaba cada mínima ofensa para tomar revancha. -Si quieren tierras les podemos ofrecer todo lo que este por el Umber cuando se lo quitemos al Stark, son tierras aun fértiles y están cercanas a sus territorios por lo que les interesara de seguro.- El rey rojo se acerco a la ventana que daba hacia uno de los jardines del castillo y quedo mirando hacia afuero, dando pie al maestre a hacer alguna acotación.
 -Los hombres del pantano son gente difícil, no sabemos mas de ellos que entredicho que habla de que no hay que beber ni comer nada que ellos ofrezcan.- Comento aun mirando hacia afuera.
 -Se habla de que Warlock es viudo por lo que podría ofrecer a Mia como esposa para él o para su hijo. También tiene una hija, sería bueno casarla con Gorek o con Corum, yo creo que ellos no querrán tierras, no le interesa nada que no tenga barro y ranas.

El maestre escuchó con atención las palabras de su Rey. Mientras lo hacía, su mente iba revisando virtualmente mapas, relaciones nobiliarias, y otras posibilidades a las propuestas por Ethan.

Se mesó la barba con tranquilidad mientras pensaba.

-Alteza, creo que podemos negociar precisamente con eso: tierras y casamientos.- comenzó a hablar el viejo -Mayor calidad de los casamientos, menos tierras. Menos calidad, más tierras. Me explicaré mejor- hizo una pausa en la que aprovechó a buscar con la mirada una jarra de vino -Con el Rey de Skagos podríamos ofrecerle más tierras, como las que propone usted, las de los Umber cuando hayamos vencido, pero dos casamientos: Draken, el más salvaje y el que más se puede adaptar a sus costumbres; y Lyra- hizo otra pausa y esta vez miró resignado que la jarra se encontraba lejos de su alcance -Con el Rey del Pantano, dos buenos casamientos: Mia, con el mismísimo Rey, a Till con la Princesa, y a Vanya con el Príncipe.- otra pausa, esta vez para ver la reacción del Rey ante su propuesta -Así le quedarán Gorek, Corum y Ludwing para casarlos con hijas de vasallos de los Stark y así solidificar su dominio sobre los vencidos... sin contar las tierras que vaya a conquistar, claro está-

Ante cualquier negativa tenía posibilidades, pero creía que si era lo suficientemente convincente podría concretar los acuerdos.

El maestre se había quedado pensativo por un momento y retomó la palabra luego de tocar la barba con un gesto inconsciente.

-Algo que tal vez debería tener en cuenta, Alteza, es que es probable que haya que tener contento al Rey de Skagos más allá de la promesa a largo plazo. Sería como mantener segura la inversión...- miró al Rey para ver si lo seguía en su razonamiento -Tal vez dejarles alimentar sus fétidos cuerpos con los cadáveres de los caídos, de los Stark no los nuestros, claro está, les agradaría y sería una "cortesía", por llamarlo de alguna manera, hacia nuestros aliados-

-Habia pensado en algo asi pero la idea no me gusta.- Dijo el rey -Si en la batalla ven a estas bestias comer otros humanos seguro se perdera la moral del ejercito, hay que ser cuidadoso con lo que se promete.-

-De todos modos creo que lo haran de todos modos tanto si nosotros se lo permitimos como si no, pero tal vez podamos fijar alguna codicion para que hagan sus malditos rituales.-

-De seguro no será algo que nos guste, pero tal vez, si logramos poner esas condiciones que usted tan sabiamente ha destacado, podamos encauzar ese fervor caníbal quedando nosotros como buenos aliados y a la vez lo suficientemente humanos como para que no se nos tilde de monstruos- opinó el Maestre -Apenas estén en nuestras tierras, haré que investiguen sus costumbres para ver qué podemos sacar de provecho... por otro lado, creo que podríamos limitar con la distancia. Me explico: podemos hacer que coman a los caídos, como seguramente hará con o sin nuestra venia, pero que lo hagan apartados, tal vez unos minutos del campamento principal.-

Era un tema peliagudo. Que esos salvajes comenzaran a comer a los caídos sin previo aviso, seguramente tendría algún efecto sobre los soldados: o malo, pensando que ellos podrían ser los siguientes, o bueno, pensando que por suerte ellos están de nuestro lado. De todas formas, era un tema complejo.

-Son buenas ideas, por lo menos me quedo tranquilo de que tenemos opciones para negociar con esos locos.- Comentó el Rey comenzando a caminar por la habitación. -También deberíamos pensar en los del pantano. No conozco mucho sus costumbres ni sus gustos por lo que no se que podría ofrecer además de matrimonio y tierras.-

El Maestre meneó la cabeza apesadumbrado.

-Le pido mil disculpas, Alteza, pero aún no he podido averiguar mucho sobre ellos. Son muy herméticos a la hora de recibir gente nueva, por lo que mis contactos no logran ingresar a sus tierras y mezclarse. Eso es algo que pienso remediar...- dijo Krilan verdaderamente apenado, no le gustaba no tener las cosas bajo control -Tal vez, lo que podríamos hacer es que cuando lleguen retrasar todo lo que se pueda el momento de las negociaciones para así tener más tiempo para recabar información... O sino enviar a alguien como espía... alguien de la Familia. Así, con esa persona un tiempo antes entre ellos, puede buscar la información que necesitamos para cuando lleguen aquí.-

-El Rey Adam no es estupido, si se percata de que lo espiamos lo tomara a mal, es una persona muy orgullosa y seria capaz de irse con toda su comitiva si se entera de que lo estamos espiando.- Dijo el Rey, la idea no le agradaba.

-Usa tu ingenio, tienes libros y pergaminos por todos lados. Ahi busca si encuentras algo sobre sus costumbres ¿O sera que tu cerebro ya no sirve y tengo que buscar un maestre nuevo? Como siempre sucedia luego de un rato de estar con el rey este se hacia insufrible.

El Maestre agachó la cabeza en señal de respeto y humildad, algo que, si no fuera porque frente a él estaba el Rey, no haría con nadie a menos que sirviera para sus planes.

-Alteza, lamento que dude de mis capacidades, que creo que han sido largamente justificadas a lo largo de mi servicio- dijo Krilan -Como siempre, haré todo lo posible por encontrar algo que nos pueda ayudar tanto en nuestras negociaciones como en la guerra que se avecina.- finalizó, para luego levantar la cabeza nuevamente -A lo que me refería con alguien de la familia capaz de espiarlos, era a que alguno, Corum tal vez, se hiciera cargo de su buena estadía y por lo tanto que se acercara a todos ellos de una manera poco sospechosa... pero si a usted no le parece, claramente seguiremos su sabio juicio. Mi función es la de servir y aconsejar, ambas cosas que hago con toda la entrega de la que un Maestre puede hacer gala. Pero usted tiene la última palabra, y eso se acatará.-

El maestre Krilan sabía que había momentos para hablar con el Rey y momentos para no hacerlo y vio que estaba llegando el momento de guardar silencio o largarse.

 -Si ese es tu plan puedes llevarlo a cabo, pero si te descubren te hare responsable a ti y a quien te haya ayudado. Y no hace falta que te diga que es lo que les sucederá.-

Y aquí llegó su momento... pensó Krilan al ver las señas claras de aquellos momentos en los que se volvía intratable. Había aprendido a convivir con ellos y hasta a lograr que no le generaran nada en lo absoluto.

-Por supuesto, Alteza, no hace falta agregar nada más- respondió agachando la cabeza -¿Necesita para algo más mis servicios?-

-No por el momento.- dijo el rey dandole pie al maestre para que se retire. -La proxima vez trate de estar debidamente informado.- Ordeno con ese tono de irritación que ya tanto conocia

-Sí, Alteza, haré todo lo que pueda...- dijo el Maestre agachando la cabeza en aquel gesto que tanto le agradaba al Rey y salió de la habitación directo a su biblioteca a investigar al respecto: no podía fallarle de nuevo.