Partida Rol por web

Devon se alzó sobre sus patas traseras todo el tiempo que fue capaz para poder ver desde la mayor altura posible sin tener que pasar a una de las formas con menos pelaje. Joder, no había nada de nada a la vista... ahora dudaba de si era mejor morir en manos de unos Garou o por congelación, ¿dónde demonios estarían metidos?

Se quedó mirando fijamente el rastro, recorriéndolo con la mirada hasta que desaparecía de su vista. - Al fin parecemos haber encontrado algo... Vamos a seguirle, con suerte encontraremos una madriguera y podemos pegarnos un pequeño banquete. -

El metis avanzó penosamente en la eterna tempestad, que parecía no dejar de arreciar. Sin embargo, su cuerpo parecía ahora soportar mejor las inclemencias del clima o, como se demostró algo más tarde, que la tormenta estaba a punto de terminar. El paiseje se mostró ante ellos esplendoroso, un paraiso inerte de blanco salpicado de verde, con esa belleza intrinseca de los lugares consagrados al Kaos, aún puro y sin mancillar. El aire frío y cortante, les recordaba que estaban vivos activos, y dispuestos, les recordaba en todo momento que debían luchar por sobrevivir...y que eran libres. No había ataduras, ni convención, ni especies, ni clanes...nada. Sólo ellos y Gaia, la lucha por la supervivencia y el camino bajo las patas. Voz se sentía a gusto en su condición de lobo merodeador, aunque su mente inquieta empezaba a adolecer de la falta de estimulos intelectuales, a pesar de que las situaciones nuevas y extremas le hacían ser dolorosamente consciente de que debía concentrarse como nunca lo había hecho antes en el aquí y ahora. Como un animal, como un lobo.

Más por azar que porhabilidad, se toparon con el rastro de un animal pequeño, semiborrado y apenas visible. Sin embargo su nariz decía otra cosa. Voz de Ptah actuó como había visto hacer a sus padres más de una vez: plantó el hocico en el suelo, alli donde estaba la pista y la siguió en linea recta, manteniendose ajeno a cualquier distracción. Cuando perdía la pista, retornaba al ultimo punto donde lo había olido y comenzaba a trazar circulos concentricos, cada vez más amplios, hasta que conseguía retomar la pista. Era muy posible que sus compañeros pudieran hacerlo mejor que el, aún a pesar de que sus sentidos eran delicados y agudos, nunca había tenido que sobrevivir en la naturaleza por sus propios medios y a su lado siempre habían estado su padre y su madre. Ahora, en parte, la supervivencia de la manada dependía en sus escuetos hombros. Lentamente, con titubeos y retrocesos, consiguió seguir la pista a la presa, el olor era cada vez más intenso y sus pasos, más cautos, listo para lo que pudiera acontecer...

Allá fuera, en la tormenta, se escuchó un gruñido. No era el viento. Era otra cosa. Sonaba más profunda, animal. Y animal furioso.

El tótem cortó la conexión momentáneamente, lo que les dio oportunidad para salir a investigar o lo que quisieran hacer...

Amy se levantó de inmediato, antes que los otros dos lobos. Ellos estaban escuchando al tótem, ella no. Le hizo una seña a Luyben para que la siguiera y caminó lentamente hacia afuera, procurando no hacer ruido. Si eran los del otro Clan posiblemente no hubiera posibilidad de diálogo, así que se preparó para cambiar en cualquier momento.

Javier miró a los demás y maldijo por no tener nada reflectante a su alrededor. Quizás desde la Umbra se viera mejor... Así que se limitó a seguir a Amy con torpeza. Lo suyo no era el sigilo, ni la investigación...

A Lyuben le picaron las orejas. Siempre le pasaba igual cuando esuchaba un ruido que no le era familiar. No necesitó esperar a que Amy le dijera nada, peus ya se había peusto en pie cuando aquel sonido entró en el refugio. Con cuidado, siguió a Amy a la salida.

Donny siguió a Devon y Voz de Ptah en silencio. Corría hacia donde el alfa le indicaba, y observaba atentamente a Voz seguir los rastros. No respondió a las palabras de Devon, ni a las que dijo cuando salieron del refugio ni a las que pronunció cuando se cansó de dirigirles hacia el sur. Había mejorado un poco el tiempo, pero el frío se le metía en los huesos, y según la ira que sentía se iba disipando, la sensación de estar congelándose a cada paso aumentaba. Fue perdiendo la paciencia a la vez que la resistencia. No quería comerse un animal salvaje. Prefería mil veces sus ramitas con pis. Nunca había comido conejo, pero tenía la sensación de que no iba a dar para los seis, y tampoco tenía la esperanza de que consiguieran algo más grande.

Finalmente, mientras Voz estaba ocupado buscando el rastro de la alimañana, se puso junto a Devon.

-No estamos consiguiendo nada y nos vamos a perder o a congelar. Deberíamos volver y rezar para que Voz consiga algo de comer por el camino.

Entre la nieve, como una mancha de petróleo en la nieve, un oso enorme avanzaba a trompicones, tambaleándose, enajenado. Los osos solían ser de naturaleza tímida y nunca se acercaban a los que percibían como depredadores y competidores en potencia (los Garou) pero éste había perdido el miedo. Gruñía y bramaba como si lo hubiesen herido, y nada más ver aparecer a Amy cargó contra ella.

- Voz nos llevará hasta la madriguera... es lo único que hemos encontrado y en lo único que podemos confiar. Si no la encontramos pronto volveremos al refugio, pero es esto o no comer. - y no, no consideraba la delicatessen de Donny 'cocina'.

El Alfa continuó, quedándose ahora detrás de Voz de Ptah, intentando no molestarle en su búsqueda. Si alguien podía encontrar comida mejor que ninguno era él... tenían que confiar en sus habilidades 'de campo'.

Sufrió un escalofrío. Hacía menos frío que hacía unos minutos, sin duda, pero aquello seguía siendo anormal... Al menos ahora tenían más visibilidad.

El primer impulso de Javier fue echarse a un lado y prepararse para combatir. No le gustaba adoptar la forma de Crinos, porque se sentía incómodo, así que pasó a Glabro, una forma intermedia, con la suficiente potencia como para dañar.

Y luego, miró al oso, deseando que Amy fuera capaz de esquivarlo, para lanzarse él.

El oso rugió con gran fuerza, babeando una saliva negruzca que goteaba sobre la nieve y dejaba un rastro mientras avanzaba. Lanzó un garrazo a Amy, pero la Moradora del Cristal se movió a un lado justo a tiempo y las negras uñas de la bestia no la alcanzaron. El oso soltó un gruñido enfurecido.

Javier y Lyuben lo vieron claro. Aquel oso no era normal. Parecía suicida, y no sólo eso. Algo lo estaba controlando. Javier tenía en la punta de la lengua aquello de lo que se trataba...