Partida Rol por web

No veis escapatoria aparente en ese piso, pero el árbol no solo daba a la ventana del salón, subía hasta el segundo piso. Quizás os podáis arriesgar a subir y buscar una ventana abierta desde la que alcanzar el árbol. Aunque arriba están los humanos y vuestros compañeros combatiéndolos fieramente.

-¿Y la puerta humana?-tampoco era ninguna locura. Su dueña no cerraba con puerta la llave y, aunque Sphynx no era muy grande, varios gatos sí que podrían llegar a su picaporte... ese era el tipo de planes que hacía en su casa cuando se aburría.

La otra opción pasaba por crear más caos y ayudar a Bola de Nieve y a Ofelia, claro.

No había salida, lo que proponía el pelado era una posibilidad pero… ¿y si “la puerta de humanos” también estaba cerrada? Todo aquello era posponer nuestro destino y no estaba dispuesta a dejar atrás ni un solo gato más, éramos un equipo y habíamos demostrado nuestra valía.

Hinchada de orgullo con éste pensamiento me frené y me giré hacia mis hermanos felinos.

-¿Vamos a abandonar a Bolita y Ofelia? ¿O vamos a dar una lección bien dada a esos humanos?- Maullé arrastrada por la convicción. -¿Por qué no vamos allí saltando de un lado a otro, haciendo que nos persigan? Somos cinco y nada fáciles de atrapar. Los mejores cinco gatos que cabría esperar. ¡Los mejores!- Me sentía inspirada y creía en mis propios maullidos. -Hemos conseguido salvar lasalergias de su destrucción. Completar la misión que ni el mismísimo Rayas consiguió. ¡¿Nos vamos a frenar ahora?! Vamos a abandonar a nuestros compañeros a su suerte. Meuw ¡No! Vamos a ir ahí y vamos a marear tanto a los humanos saltando de un sitio a otro y corriendo por todos lados, destruyéndolo todo a nuestro paso que serán ellos mismos quienes nos abran la “puerta para humanos” para que salgamos de aquí. Y dentro de muchos años, treinta quizás, nuestras proezas serán maulladas hasta por nuestros nietos, aquellos que por culpa de los humanos yo no podré tener.

¿Estáis conmigo?- Y antes de esperar respuesta o observar si me seguían, subí las escaleras antes de cambiar de opinión o perder coraje, porque solo se vive siete veces. Quizás nueve, si tienes suerte de ser un felino americano.

Fusfus estaba pensando en saltar y atravesar la ventana, pero eso sería muy malo para él aunque salvaría a sus compañeros. Estaba seguro de que podría ser capaz de hacerlo, pero podría guardarlo para más tarde, cuando fuera una emergencia total- Yo me quedaré medio escondido en las escaleras, si necesitáis ayuda acudiré como refuerzo letal -dijo Fusfus mientras se ponía en movimiento siguiendo a sus compañeros escaleras arriba.

Bola de Nieve estaba indefenso. ¡Lo manipulaban! No disponía de su voluntad. Comenzó a recordar cuando lo trataban así en su antigua prisión. Esa maldita tortura del placer. Una vez consiguió escapar. ¿Cómo lo hizo?. Lo recordó. Lo recordó todo. 

Se encontraba entre los brazos de la humana, boca arriba, siendo rascado en la barriga. Tenía las patas extendidas hacia adelante. No se movía, estaba como en letargo, con los ojos cerrados... De repente los abrió, de par en par. Grandes y amarillos.

Contorsionó su cuerpo compulsivamente arañando en el proceso a la humana en los brazos. Consiguió enganchar sus uñas en la bata de su enemiga e impulsarse hacia arriba, hacia la cara.

Le propinó cuatro zarpazos rápidos con las patas delanteras en toda la zona de la cara: Mejillas, lados de la nariz. Intentó llegar hasta los ojos, pero la gravedad tiraba de él hacia abajo. Maldita gravedad. Contorsionó su cuerpo por última vez para caer de pie. Como cualquier gato. Y aprovechando que había caído en el suelo, instantáneamente comienza a correr rápidamente hacia el cuarto de baño de nuevo. Desapareciendo de la vista de los humanos. 

Al llegar, todo se nubla ligeramente. Hizo un esfuerzo sobregatuno para conseguir alcanzar la cara de la humana. Necesita descansar unos instantes. Divisa la ropa sucia que había en el baño y de un salto no muy certero consigue llegar y comienza a esconderse debajo de toda la ropa. Asoma la cara fuera. 

-Oh... Por la cola de un Lari Lari... Esa maldita tortura me desarma. No puedo volver a dejar que me atrapen. Esto es la guerra. Aqui estoy encerrado, pero no puedo hacer que me sigan hasta donde están los demás. Más vale que huyan...

Comenzó a lamer los restos de piel y sangre que se encontraban en sus uñas. Pestañeando de vez en cuando.

POR TODOS LOS PECECITOS DE COLORES QUE NADAN INGENUAMENTE EN PECERAS DEL MUNDO

Maldijo para sí el gato mientras Felicia entonaba su peculiar carga enardecedora de ánimos felinos para ir en ayuda de Bola de Nieve y Ofelia... y de paso encontrar una salida alternativa.

Sphynx soltó un resoplido por el hocico y sacudió la cabeza, corriendo tras Felicia mientras Fusfus se ofrecía como elemento sorpresa.

Un gato de casi ¿30, 35 kilos? Si eso no les sorprende... me afeito los bigotes.
 

El quinto de gatunería subía por las escaleras a ayudar a sus camaradas (o a buscar una salida alternativa, quién sabe). Cuando los tres gaticos llegan al final de la escalera ven a Ofelia siendo alimentada por un humano macho, que suponéis el señor Smith, ¡el malvado señor Smith!

Bola de nieve se encuentra ronroneando entre los brazos de una humana hembra, que le tiene boca arriba rascándole la panza. Los tres gaticos que pensaban que estaban torturando a sus camaradas, se los encuentran disfrutando de la compañía humana, ¿qué significaba todo aquello?

De repente Bola de nieve da un par de zarpazos en la cara a la humana, esta grita y va a taparse la nariz dolorida donde sufrió sus arañazos. Bola de nieve huye corriendo hacia la caja de arena humana (el cuarto de baño). Quizás es que sepa de alguna salida por aquel camino.

Sphynx arqueó el lomo y emitió un sonoro bufido de indignación y rabia. ¡¡Les estaban tratando como si fuesen sus gatetes!! No solo eso, ¡hasta parecía que les gustaba! Muy indignante sí, y él se chivaría de todo eso al Coronel Bigotitos en cuanto tuviese oportunidad, para que les diesen en los hocicos con pipote de perro por dejarse hacer esas guarradas domésticas que estaban haciendo los humanos.

-Fusfus mueve el culo ¡MEW!- le apremió para emprender la carrera empujando a Felicia con el hocico para impulsarla a correr más rápido en pos de Bola de Nieve, que parecía haber salido del hechizo domesticador, y evitar así también que la intentasen coger  aquellos humanitos repelentes.

Pero Ofelia... de Ofelia sí que no se esperaba que se dejase alimentar por cualquiera.. ¡Menuda traición traicionera y facinerosa!

Subí decidida. Con los ojos entrecerrados repitiéndome "mosca" (mi letanía) todo el rato para no distraerme. Pero no esperaba lo que iba a encontrar, aquél cuadro gro-¡grotesco! Me dejó helada. -Bolita... ¡Ofélia!- Mis dos ídolos cayendo en lo más bajo. -Meuw... No. Vosotros no.- La tristeza me llenaba, dejé mi peso a plomo sobre mis cuartos traseros, con las orejas caídas y los bigotes mustios, habría sido presa fácil e incluso olvidé cual era la misión y porqué habíamos subido las escaleras, hasta que Sphynx me sacó de mis pesadillas.

Volví en mí, sacudiendo la cabeza y recuperando mis energías, haciendo saltos sobre un sillón, la cama, y un mueble, y crucé veloz por debajo de sus piernas hasta ir tras el pelado, sin atreverme a mirar más a aquellos dos compañeros. Dolida.

Mi rumbo era errático pero divididos éramos menos fáciles de atrapar y quizás podría hacer tiempo para que llegase Fusfus. 

Al entrar al baño los gaticos ven que la ventana del mismo está entre abierta, empujándola un poco podrían salir. Además el árbol de la vecina odia gatos llega a esa ventana. Los gaticos no solo iban a tener mala suerte, aunque el gatico Fusfus no ha visto eso, habría que informarle que tenéis una vía de escape.

Al oír los chillidos de la humana por los certeros zarpazos de su compañero de armas, subió un poquito los ojitos para mirar, apurándose en tragar más rápido. ¡Es que tanto delicioso atún no se podía desperdiciar! Escuchó un bufido y miró en su dirección mientras masticaba, encontrándose con la malvada mirada del gato pelón. ¿Cómo era que esos gatos siempre tenían mirada de estar planeando una conspiración mundial? ¡Quizás eran ellos los que ayudaban a los humanos, y no los perros! De cualquier manera, no se dio cuenta de que lo que hacía estaba realmente mal hasta que vio los ojitos de Felicia entristecerse y a la gata llamar su nombre con un maullido. Sabía que no debía sucumbir a la tentación pero, una vez que lo había hecho, ¿Para que parar?... 

Vio la postura derrotada de la gatita y tomó una decisión, zampándose de una vez por todas todo el resto de emparedado de atún que quedaba, siguiendo a Bola de Nieve a la caja de arena gigante de una carrera mientras miraba avergonzada a los dos gatos que la habían juzgado. ¡Es que nadie podía resistirse al atún!

¡Una salida!¡Una salida! Me emocioné cuando vi que había una escapatoria de esa casa que tenía monstruos tragagatos. -_{Prrr...¡¡¡Meuwwww!!!}

Pero... ¿Dónde estaban Fusfus y Ofélia? Suspiré, no había forma de mantener junto al grupo, en cuanto Ofelia pensé que nos habría cambiado por un par de humanos, pero ¿el gatogigante también?

-¡Rápido a la salida!- Los animé a segiur. -Iré a avisar a Fusfus, mientras mejor vamos saliendo, así nos aseguramos que alguien llega para informar al coronel.- Dije dispuesta a volver para avisar, nada animada con la perspectiva de hacerlo pero lo había dicho, no dejamos uno atrás. -¡Fusfus! ¡Corre ven! ¡Aquí hay una vía de escape!- Maullé lo más alto que podía desde la puerta.