Partida Rol por web

La espada se dirijo hacia mí como ralentizada dentro del tiempo de combate. Descendía en un corte diagonal muy peligroso. Lentamente también, alcé el escudo y lo dirigí hacia el exterior de mi guardia, de forma que el filo de su arma chocó con la robusta superficie y se desplazó a la izquierda rápidamente, dejando su pecho al descubierto. Mi brazo reaccionó instintivamente lanzándose a fondo contra su guardia abierta en aquel momento.

La espada de Carlo entro por la parte superior del pecho, y con un movimiento el tileano abrió la caja torácica del arquero, llenándole de sangre. El muerto dejó caer la espada, junto alarco y un par de flechas. La sangre resbalaba por la camisa de Carlo. Iba a necesitar ropa limpia.

El otro arquero puso pies en polvorosa.

!Pardiezzz, porca miseria! Comento con una de las expresiones que se me van pegando tras los años junto a Carlo, cuando el tipo se da la vuelta y sale corriendo por el bosque sin que mi arma llegue a darle ni un golpe de despedida. No podía permitir semejante ofensa, así que con una carrera rápida lo alcancé y no le quedó más remedio que darse la vuelta para que no lo pillara de espaldas.

- ¡A por él!-

grita Carlo señalando con su espada al pobre infeliz que intenta huir de su destino. El tileano ve como su compañero se lanza en pos del enemigo y él también echa a correr hacia el arquero.

Tras de sí deja un cadáver destrozado por varios tajos de su fiel acero. La sangre va empapando la hierba alrededor del cuerpo.

- ¡Mátalo camarada, mátalo!-

le grita cuando está cerca.

El hombre giró en redondo con la espada en horizontal describiendo un arco, había adivinado que no iba a salir de esta corriendo...

Justo cuando llegué hasta el su espada cortó el aire hacia mí, pero tuve la suficiente habilidad para echar el cuerpo atrás rápidamente e impedir que me cortara la barriga y me sacara las tripas como aun cerdo colgado de un gancho. Cabrón con pintas. Con el cuerpo un poco más atrás de lo debido mis dos siguientes ataques cortaron el aire al igual que el suyo, dejando una zona de hierba alta bastante más rasa que cuando llegamos al lugar. Mierda, joder que desentrenado estoy. Comento en voz alta mientras sonrío al arquero. No pasa nada, mi amigo el tuerto aquí presente te va a dejar ciego para siempre.

- Vive Dios que este sinvergüenza deseará no haber venido a cazar.-

dijo el Tileano. Con agilidad y presteza, lanzó un primer mandoble que pasó largo, pero luego volvió a descargar la espada contra la cabeza del tipo. Le dió en la mandíbula, haciéndole saltar varios dientes y cortandole los labios. Fea herida.

- ¿Lo ves?, le estoy arreglando bien la cara, la cirugía a base de hierro afilado funciona bien y es barata, ja ja ja.-

se carcajeó el hombre del Sur. Una vida de violencia y excesos hacía que se tomara a broma algo tan brutal como hacer filetes a un desconocido en un perdido bosque del Imperio.

El tipo cayó al suelo moribundo, pero vivo. La espada quedó a sus pies y la sangre empezó a brotar de su boca, y de su segunda boca, un espantoso corte en las mejillas

Con un movimiento rápido saco mi daga y se la hundo en la nuca, acabando rápidamente con él con una "piadosa" puntilla. Vamos a ver que tienen. Hagámonos con todo lo posible. Comento a Carlo mientras separo sus objetos de valor.

En primer lugar a los dos individuos les despojamos de sus arcos, espadas, y demás objetos que tengan a la vista, así como sus flechas, dagas, botas, armaduras corporales si es que llevaban y por ultimo rebusco en sus bolsillos. No había que dejar nada a la naturaleza en este mundo tan duro en el que vivimos, y los dos tipos ya no iban a necesitarlo, más adelante repartiríamos los bienes de ambos difuntos a partes iguales entre mi camarada y yo.
 

Los mercenarios vieron el botín de su hazaña. Dos espadas viejas, dos arcos, una docena de flechas, dos pares de botas de montaraz, de buena calidad aunque bastante parcheadas, dos justillos de cuero, uno completamente inservible por la brecha que Carlo había dejado en el cuerpo de su víctima, un sombrero de paja, seis monedas de plata y un anillo de bronce, una alianza.

No era un botín muy heroico...

- Perfecto camarada, incluso hemos obtenido algo de botín. Como en los buenos tiempos-

dice Carlo después del saqueo inmisericorde de los cadáveres.

- Creo que deberíamos de volver con lo que hemos obtenido y el ciervo. Quizá no estuvieran solos y tampoco creo que debamos arriesgarnos más.-

le comenta a Ulrich.

De acuerdo, vamos. Le digo a mi camarada recogiendo los trastos a medias para que no nos pesen y agarrando el ciervo por las patas traseras. ¿Te encargas tu de las delanteras? Vamos, volvamos cuanto antes. Y dicho eso, partimos hacia nuestro buen y extrañamente fortificado idílico pueblo. Joder como pesa este bicho, al menos seguro que nos reciben con buenos ojos si en vez del enano traemos este pedazo venado...

- Muy bien camarada, vamos a ello.-

dijo Carlo cogiendo al venado por la parte delantera. En breve llegaron al pueblo.

Espero que no se ponegan muy pesados con esto, les llevamos comida gratis.