Partida Rol por web

Mordred comenzó a notar que la gente de su mesa se lo pensaba demasiado a la hora de apostar. Algo se olían... 

Si era así, era hora de cambiar de estrategia y comenzar a jugar de forma purista. El tiefling era un mecánico excepcional, un chanchullero más grande que la Cifrapuerta, pero también era un jugador experimentado, pues no sólo de trampas vivía el seminfernal...

- ¡¡Que va!! Esto lo arreglo en un par de manos...- dijo sonriendo a su hermano. Luego cogió la baraja y comezó a mezclar los naipes con su rapidez habitual. Acto seguido, comenzó a repartir cartas entre los jugadores que allí se reunían, manteniendo una actitud afable y distendida

- Parece que la Dama del Camino les sonríe señores... Hagan juego por favor-  y tras la coletilla de inicio esperó a que todos comenzaran con sus apuestas. Esta vez no tiraría de engaños. Necesitaba chequear que sucedía en la mesa.

Martin comenzó a hacer rodar los dados del juego. El azar empezó su ruedo. Comenzó a situarse en buena posición, eludiendo al dealer (repartidor), pero siempre alguno de los otros jugadores terminaba por arrebatarle parte de la suerte. No le iba nefastamente mal, pero tampoco parecía irle bien.
Bodhi lo observaba desde la cercanía. Seguía sin entender el mecanismo del juego, pero observaba como parte de las piezas se iban, y no volvían ...

Después de diversas tandas con una suerte más que distraída, un pequeño resplandor pareció cernirse sobre Zendr cuando en una de las jugadas recuperó una parte de su apuesta ...

El buen ojo de Mordred, supo leer entre líneas las expresiones de los jugadores de su mesa: se olían algo. Su buen hacer de croupier le indicó que era hora de dejar que la suerte fuese su única guía para intentar volver a su cauce al rebaño de jugadores y que no se oliesen los amaños que estaba realizando.

Sin embargo, la suerte se alió contra él. Las cartas no se terminaron de alinear como a él le gustaba, y las sucesivas manos, aunque sirvieron para calmar a los jugadores (según volvió a leer en sus expresiones y gestos), se saldó con una mala cuenta de resultados para la mesa ....

Dredmor se quedó mirando como el juego parecía fluir en la dirección contraria a la que Mordred estaba acostumbrado. ¿Qué le estaba pasando a su hermano?, no parecía estar haciendo trampas ni influyendo en el resultado del juego, y parecía estar "perdiendo" (o mejor dicho, "dejando de ganar", ya que la banca nunca perdía) un montón de dinero. Pero su hermano no hacía gestos de subsanar el error, y las siguientes tandas siguieron en una especie de debacle para la mesa en la que estaba, mientras los jugadores, al ver que allí había un filón, comenzaban a hacer apuestas mucho más grandes, con el peligro que podían comportar ...

¿Qué le estaba pasando a su hermano? ¿Tenía controlada la situación?

Los va a machacar.... No hay otra explicación.

Y con un ademán teatral típico de él se marchó hacia otros pastos. Confiaba en su hermano y no había más que decir. Aunque bien mirado no podía estar seguro al cien por cien de lo que pudiera hacer el hijo bueno de una ramera de Iomedae, pero... ¿Qué podía pasar? ¿Que no ganara suficiente pasta aquella noche y lo echaran? ¿Y a él también de rebote?

ESO SÍ QUE NO!!!

Dijo más alto de lo debido el atribulado tiefling. No volvería a mendigar un trabajo por las esquinas. ¡Ni hablar! Volvió a rondar la mesa de Mordred con cara de pocos amigos, y en el caso del hechicero era cara de muy pocos.

Hijo de la grandísima puta que nos parió entre horribles sufrimientos, que allá donde esté reviente de dolor por los cuatro costados!!!! Espero que sepas lo que estás haciendo... Porque como nos jodas el curro te parto, mamón...

Los susurros surgían de la boca de Dredmor con inusitada levedad pero iban cargados de una ira visceral apenas controlada... Había sido una temporada muy mala y la oportunidad no era para echarla a perder en una mesa de juego.

El bueno de Zendr casi dio un brinco cuando recuperó parte de su apuesta. Su suerte empezaba a cambiar y se sentía casi extasiado con su victoria parcial. Se sentía realmente confiado, de modo que dejó en la mesa su ficha ganada y añadió dos más. ¡Estaba en racha!.
Los compañeros de mesa le lanzaban miradas de incredulidad, pues su efusiva celebración estaba totalmente fuera de lugar, dado que llevaba toda la partida palmando...

Mordred contempló la interpretación melodramática de su hermano. Dredmor era inestable, y sus comportamientos rozaban en ocasiones el histrionismo más salvaje, pero sus intentos de intimidar poco efecto tenían en la persona que tuvo su vida en sus manos. Lo conocía bien y sabía que en todo caos existía un nimio orden, y en el caso de su hermano, eso no era diferente.

- !!Deja de liarla y echame una mano!! ¡¡Los voy a desplumar como patos antes de asar!!- susurró casi sin mover los labios. Los hermanos gemelos eran capaces de entenderse con simples miradas o gestos, casi no necesitaban el uso de la palabra para exponer sus ideas o sentimientos. Dredmor era un libro abierto para Mordred. Quizás un libro difícil, pero un libro abierto al fin y al cabo.

Sin perder la compostura, el croupier comenzó a barajar el mazo de naipes. La gente se había venido arriba con al racha de partidas perdidas por la banca, pero ahora era el momento de pegar el palo. Hasta el momento sus tiradas habían sido bastante medianeras, pero había llegado el momento de que Desna le otorgara una buena partida.

- ¡¡Hagas sus apuestas señores!!- exclamó el pícaro con risa desafiante, mientras repartía los naipes que conformarían la mano del Gólem. Luego comenzó a repartir por el jugador portador del amuleto y finalmente... la banca.

- 

Mirn se sorprendió al ver aquella figura entre el tumulto de jugadores, una especie de demonio o tal vez alguien disfrazado de tal. ¿Qué diablos era aquello? se preguntó el educado y límpio clérigo de la Rosa Eterna que degustaba una pequeña jarra tamaño mediano de hidromiel.

La curiosidad le llevó a meterse entre el gentío, con jarra en mano, y encontrar a aquella criatura para observarla de más de cerca. Por un instante pensó que tal vez haya sido efecto del la bebida....

Mirn se introdujo en la miríada de gente, y sólo después de sumergirse en ella, y sentirse como un naufrago a merced del vaivén de las olas, comprendió su error. Se llevó algún que otro rodillazo por parte de jugadores, camareras o personal de seguridad del Goblin Dorado, ..., no se esperaban tropezarse con un ser tan menudo. Hubo de todo, desde gente que le increpó que se apartara, hasta otra gente más cortés que le pidió disculpas, ..., ¡incluso una camarera le regaló un beso a modo de disculpa!

Igualmente, la triste realidad le enseñó, que un halfling lo tiene muy difícil seguir a una persona en medio de una multitud de humanos ....

Definitivamente a Zendr le comenzaban a ir las cosas bien. La suerte, o la misma Desna, parecía sonreírle, y ahora sí que pudo recuperar parte del dinero perdido ...

La mesa estaba perdiendo una oportunidad de oro. Los jugadores campaban a sus anchas y conseguían sumas ganancias ante los atónitos ojos de Dredmor, sin que este pudiese dar crédito a lo que estaba viendo. ¿Qué estaba haciendo su hermano? ¿Acaso estaba tirando por la borda su vuelta a su antiguo y preciado trabajo?

Las palabras, enmascaradas en un imperceptible susurro, inquirieron, en su lenguaje particular y con la confianza que existe entre hermanos, una respuesta en la aparente locura que Mordred parecía estar realizando. Y esta llegó, también en el lenguaje esperado, hacia Dredmor, ..., sin embargo, Dredmor no estaba del todo tranquilo y decidió quedarse en las inmediaciones.

Entonces, Mordred, zorro viejo en estas lides, puso todo su arte y sapiencia, al servicio de la banca. Guiado también por los susurros de su hermano, desplegó toda su sabiduría con un único objetivo: recuperar y extraer todo el oro posible de los jugadores. ¡Y VAYA SI LO HIZO! Ronda a ronda, fue desplumando sin piedad a todos y cada uno de los jugadores de la mesa, de una forma fría y calculada al milímetro. Para los jugadores fue tarde cuando se dieron cuenta de que su "suerte", extrañamente se había acabado. Pero en ese momento de pura realidad experimentado por los jugadores, un par de ellos se levantaron de golpe, ya que tenían la sensación de haber sido timados, con muy malas intenciones para con Mordred. Sin embargo, no llegaron a proferir, ni siquiera, palabra alguna. La presencia de Dredmor parecía haber helado su sangre; es como si estuviesen presenciando la invocación del peor de los demonios del más profundo infierno. No hizo falta que Dredmor utilizase sus trucos para comunicar nada, su simple presencia y pose provocaron un temblor en ambos jugadores que no pudieron disimular, mientras sus rostros mutaban en la más espantosa de las expresiones de puro miedo. Los jugadores empezaron a retroceder, y fueron interceptados por un par de camareras que, aparte de implantar la marca del diablo en sus mejillas, los acompañaron amablemente hasta la salida, sin necesidad de intervención por parte de ningún miembro del equipo de seguridad.

El resto de jugadores, aunque anonadados por la escena, fueron abordados por otras camareras que también implantaron la "marca del diablo" en sus mejillas, y los condujeron amablemente a la salida debido a que habían perdido todo su dinero.

Mirri se presentó en el siguiente instante, acompañando a nuevos jugadores a la mesa y despidiéndolos "deseándoles buena suerte". Dedicó una sonrisa a Mordred, justo antes de volverse y perderse entre la multitud ...

Mordred estaba disfrutando mientras arruinaba a sus adversarios. Era un verdadero profesional del juego y su celada había dado el fruto esperado. Los ingresos de la banca se habían quintuplicado y Dredmor sonrió aliviado al ver como el pícaro, fluía ligero como un velero en una noche de mar llana como un plato.

A pesar de eso, nuevos jugadores llegaban a su mesa, y debía ser cuidadoso con el triunfo conseguido. Con sumo cuidado, comenzó a tantear a los nuevos, usando su ingenio en varias rondas de juego limpio. Una vez hubo recabado información de cómo jugaban: gestos, muecas, tics e incluso detalles ínfimos como la sudración o la ruborización, comenzó a gestar un nuevo desfalco...
 

Con la debida estimulación, Mordred era capaz de sacar lo mejor de sí... Por ello gracias al acicate en forma de arenga susurrada el tiefling jugador pudo desplumar a los pobres incautos que cayeron en su trampa. Había sido muy sagaz al simular una pérdida tras varias manos para luego pasar al ataque.

Con un giro de capa teatral, Dredmor se dio la vuelta y siguió deambulando por el salón. Su hermano se las podría arreglar solo.... Ya había ganado para la casa más que el resto de mesas juntas.

La suerte del joven Varisio empezaba a cambiar...por fin.
Vio con agrado que empezaba a recuperar sus fichas; quizá fue ese pequeño Zendr que vivía en el lado sano de su cabeza el que le aconsejó una retirada en ese momento en que la suerte le era favorable. Pues todos saben que Desna es muy voluble y caprichosa...

La noche transcurrió bastante bien para la mesa. Después de la "gran desplumada", Mordred se permitió el lujo de jugar normal, pero aún así tuvo la suerte de que los nuevos jugadores eran unos meros principiantes, y sin ni siquiera poner de su parte, perdían ellos sólos grandes cantidades de dinero, que lógicamente iba a parar a la banca. Mordred se cansó de ellos en la segunda parte, y terminó de quitarles lo que llevaban encima como si fuera un simple juego de niños.

Con la nueva remesa de jugadores, algo fue diferente. Fue a por ellos. Sin embargo, algo se debieron de oler, porque supieron leer entre líneas y no cayeron en el juego, cosa que les reportó que no perdieran apenas pasta, ..., el detalle no le gustó a Mordred. Buscó a su hermano por la sala, desde la "gran desplumada" no lo había visto ni oído cerca, para ver si le podía echar un cable para ver qué estaba pasando ...

Dredmor fue pululando por la instancia, deteniendo en primera instancia posibles peleas. Parece que se estaba ganando un renombre aquella noche. Pero en lo más alto de su autoestima, tropezó con un pequeño bulto que le hizo caer de bruces al suelo, todo lo largo que era. Inmediatamente después, un coro de risas y carcajadas se empezó a gestar a su alrededor. Había sido humillado, ..., era lo peor que le podía pasar.

Se levantó echo una furia para ver que era con lo que había tropezado. Resultaba ser un halfling. Qué hacía un mocoso tapón en aquella fiesta, se debió de preguntar. Pero rápidamente vio que el tropiezo había sido fortuito, debido al hecho de que no se estaba riendo, y mostraba una expresión como de disculpa.

Pero el resto, ..., el resto, sí que se estaba riendo, ..., a su costa, ..., ¡¡¡COMO SE ATREVÍAN!!! .... Con una mirada asesina, promesa de los mil y un dolores imaginables, fue repasando todos y cada uno de los rostros. A medida que su mirada se cruzaba con uno que se reía, este cesaba de golpe y comenzaban a tragar saliva dificultosamente. El respeto que se había esfumado de golpe, parecía volver poco a poco ....

La noche parecía haber cambiado para Zendr. Era como si las mismísima Desna jugase por él. Comenzó a recuperar, juego a juego, las apuestas perdidas al inicio, hasta que se encontró con que empezaba a ganar algo de dinero. Quizá fue este punto el que le nubló algo la vista, ya que decidió en última instancia volver a probar un poco de suerte, ..., pero esta vez, algo se pareció torcer, y la última ronda no fue todo lo bien que esperaba ...