Partida Rol por web

Uno de los ladrones iba a hacer "relativo" caso a las palabras del menudo clérigo, pero cuando vio a esa especie de toro desfogado que era el varisio, instintivamente sacó su arco y disparó ante la amenaza que suponía para su integridad, sin pensar en las futuras consecuencias.

Dredmor entró en el callejón de manera pausada y sin aspavientos. Aquella gentuza había tenido muy mala suerte, pero mucha, y si no eran capaces de huir su penosa vida acabaría en aquel lugar. Todo aquello le cansinaba bastante, y todo porque al renacuajo redicho le había dado por ser un héroe salvaviejas en la ciudad del latrocinio y la bellaquería. Le ayudaría desde la distancia, no era plan de arriesgar demasiado por aquel viejo.

Se puso junto a su hermano, alzó un dedo hacia el primer feo que pudo ver...

A ver, cagallos, ya estáis dándoos el piro o os van a caer las ostias a pares. Que no sabéis quien soy yo...

Un haz de energía brotó de su dedo y fue a impactar indefectiblemente en el truhán.

Ha sido solo un disparo de advertencia... El próximo será letal!!

Uno de los asaltantes se atrevió a disparar contra el varisio. El proyectil le impactó en el hombro, hundiéndose en la carne y provocándole un agudo dolor.
- ¡Aaaah! ¡Maldito seas tú y la puta que te parió, mamón!
Al ver que el indeseable se ocultaba detrás de su compañero, el bueno de Zendr se enfureció aún más: - ¡No hombre, no! No te escondas, ¿No ves que ya me he quedado con tu careto? Como te enganche, voy a hacerme un puré con tus muelas...

El grandullón observó el callejón que se abría ante él. Le iba a resultar difícil avanzar entre tantos desperdicios, de modo que estudió el mejor modo de aproximarse a los contrincantes.
Extrajo sendas hojas y se puso en movimiento.

Los ladrones que se encontraban en ese momento ante el indefenso anciano, reaccionaron como el primero, olvidándose de su víctima y extrayendo los arcos, que fueron utilizados contra los rescatadores del anciano desvalido.

Tras ver fallido su intento de hacer deponer las armas a los asaltantes con sus educadas y civilizadas palabras, el mediano perfumado correteó hasta situarse tras Zendr sujetandose el sombrero de ala ancha para evitar que se le cayera. Ya bastante aguantaba caminando por aquellas calles sucias y mugrientas, como para además perder una prenda de tanto estilo como lo era su sombrero de diseño galtiano.

Cuando Mirn se escondió tras el grandullón varisio y este amenazó a los ladrones, el clérigo de Shelyn le dió dos palmadas en uno de sus muslos de sus gruesas piernas para animarle

- ¡Bien dicho Zendr! ¡Dales su merecido! - exclamó el mediano, quien estaba claro que sugería que no sería él mismo quien avanzará a enfrentarse a aquellos malhechores.

El tiefling contempló como una lluvia de flechas se cebaba con el guerrero tatuado. Aquel grupo de "hartosopas", le estaban dando para el pelo, con lo que había que actuar rápido o pronto sería alguna modalidad culinaria en algún antro de mala muerte. Mordred extrajo su arco y asomando de entre el entramado de maderos y cajas que se amontonaban en la calle, disparó al matón rezagado que todavía no había hecho prácticas de tiro con el paladín varisio...

- ¡¡Vaya puta ful de calle para liarse parda!!- exclamó mirando a su hermano, sin saber muy bien si su flecha había acertado o no...

El ladrón, detrás del cuál se había escondido su compañero, recibió la precisa flecha disparada por Mordred. Esto fue demasiado. Había recibido el impacto del proyectil mágico de Dredmor, que aunque doloroso, no dejaba de ser superficial. Pero el proyectil físico, fue a alojarse en su brazo izquierdo, atravesándolo y provocándole olas de dolor.

No se lo pensó dos veces: un nímio botín de un anciano, no merecía la pena en contraposición con su vida. E inició rápidamente la huida por el callejón del fondo.

El druida de las lejanas tierras sureñas, se situó al lado del, llamado por Mordred, "paladín varisio" e invocó los poderes de la naturaleza, que moldeó en energías curativas. Una calidez reconfortante invadió el cuerpo de Zender.

El causante de la importante herida en el luchador varisio que era Zendr, se encontró de nuevo "sólo" ante la carga de este. Por puro instinto le volvió a disparar, pero su disparo se clavó inofensivamente en el carro desvencijado. Y sin pensárselo mucho, se desplazó hacia el callejón del fondo, ..., no tenía ganas de comprobar la ira varisia en sus carnes.

Ante la actitud cobarde de los zafios que pretendieron enfrentarse al variopinto grupo, el hechicero tiefling empezó a carcajearse de manera ostensible. Empezó a mover los brazos doblados simulando unas alas... Un paso a un lado y otra hacia el otro...

Cocococococó, Cocococococó... Os vamos a despellejar... Cocococococó... Que buen caldo haremos con vuestros huesos.... Cocococococó...

En un momento determinado se frenó, se quitó la capucha que ocultaba sus infernales rasgos y señalando al ladrón más cercano espetó:

Yo de ti seguiría a tus compañeros, parecen muy listos... Si te quedas esta noche cenaré tus hígados

En un momento dado, Zendr sintió un toquecito en la pierna. Al fijar la vista, vio a Mirn dándole ánimos.
- ¡Qué gracioso el chiquitín!- pensó el varisio y le dedicó una fiera sonrisa que pretendía ser de agradecimiento.
Momentos después, el extraño hombre de oscura tez se aproximó a él y pronunció una seguidilla en un idioma que no pudo entender. Instantes después comenzó a sentir un cosquilleo muy agradable que le recorría el espinazo. Con un gesto involuntario, toda su musculatura se tensó, pues la magia le seguía pareciendo peligrosa y nociva; mas lo cierto era que se encontraba mucho mejor, incluso sus heridas habían dejado de sangrar...
- Maldita sea mi estampa. Estoy rodeado de tipos raros. Suerte tienen de tener a su lado a alguien cabal como un servidor.

De repente, fue sacado de sus pensamientos por el sonido de un proyectil que pasó muy cerca suyo.
- ¡¿Qué pasa, señoritas?! ¿El miedo os hace temblar el pulso?
Por el rabillo del ojo vio al desgraciado que le había disparado emprendiendo la huida.
- ¡Tú! ¡Sí, tú! No te hagas el sordo. ¿Ya te vas? ¿No quieres hablar un rato conmigo?

Zendr continuó avanzando con dificultad entre desperdicios y basura.
Clavó sus ojos en el tipejo que tenía directamente frente a él y comenzó a soltar espumarajos por la boca:
-¡Perros! ¡Las mariconas de vuestros colegas os han dejado tirados! ¡Esperad que llegue, os voy a sacar los ojos por las orejas!

El ladrón no hizo caso a las palabras de Zendr, acostumbrado como estaba a este tipo de bravuconerías y a otras mucho peores. Sin embargo, el grupo estaba desplegándose hacia ellos, y tenían a un arquero eficiente, y parecía que a un mago que podía ser letal, ..., con lo que la prudencia aconsejaba una retirada a tiempo. Con una simple frase instó a su compañero:

- ¡Vámonos!

El compañero pasó detrás de este, mientras el ladrón tensaba el arco y disparaba una flecha con la intención de detener a la amenaza más inminente: el guerrero varisio cabreado. Pero la flecha se clavaba inofensivamente de nuevo en el carromato desvencijado.

Sin embargo, un silvido de su compañero lo alertó para que emprendiera la retirada, y en una especie de táctica marcial, mientras este iniciaba su retirada, el compañero disparaba nuevamente sobre Zendr para detener su avance. Quizá por la línea de visión más despejada, o simplemente por puro azar de Desna, el proyectil del truhán se alojó dolorosamente en la pierna de Zendr.

Los matasietes, después de hacerse los supermachitos con el "jubilado" que yacía en el suelo, decidieron salir por pierna de allí. Lo que no tenían nada claro, es que Mordred y su hermano los iban a freír a flechazos y conjuros... ¡¡Por gilipollas!! 

El tiefling cogió una nueva flecha de su carcaj y tensó el arco corto. Casi pudo notar la tensión de la cuerda sobre su rostro. Cuando por fin tenía a su objetivo bien apuntado, liberó la cuerda. La flecha salió como en cámara lenta, cimbreando sobre su propio eje longitudinal. La excursión de la misma fue perfecta hasta impactar en el cuerpo de uno de esos pillastres de tres al cuarto.

- ¡¡Así aprenderás comemierdas!!

El mediano, que se había estado ocultando de los ataques de los asaltantes tras la robusta fachada del guerrero varisio titubeó durante un instante en el momento en el que este se adentró entre los escombros y los desperdicios para tratar de alcanzar a alguno de aquellos malhechores, pero cuando vió que uno de los virotes había impactado en la pierna del varisio provocandole una herida importante el clérigo de Shelyn cogió aire y con determinación trató de seguirle entre aquella inmundicia, a riesgo de manchar su tupido y colorido traje.

- Allá voy.... - se dijo a si mismo y se dispuso a avanzar hasta volver a colocarse tras el varisio. - Esa herida parece ser muy fea... deja que los dones de la Rosa Eterna cuiden de esa piel de guerrero - dijo al tiempo que frotaba las palmas de las manos 

El ladrón más herido, pero también más alejado de la escena de combate, se giró y comenzó a correr lo que sus piernas y estado le permitían, sin hacer ademán, ni preocuparse lo más mínimo, de la suerte de sus compañeros de fechorías ....

El oriundo ser de la selva, se acercó hacia el varisio guerrero, para infundir la sabiduría de la naturaleza en él, y así esta, guiase sus actos ante aquellos truhanes en clara retirada.

Otro de los ladrones, al amparo de las espaldas de sus compañeros, decidió que ese el mejor momento para poner pies en polvorosa y escapar lo más lejos posible del enfurecido varisio ....

El hermano inteligente de la familia dio por finalizado el combate. No tenía sentido malgastar más recursos con aquella chusma. Se volvió a colocar la capucha que ocultaba sus rasgos infernales y con una poderosa voz de tenor empezó a declamar usando el eco del callejón como altavoz de su diatriba.

HUID, MALDITOS BASTARDOS!! Y SABED QUE LA PRÓXIMA VEZ QUE NOS VEAMOS OS DESTRIPAREMOS!!! QUE NOS HEMOS QUEDADO CON VUESTRA CARA!!! DECIDLES A VUESTROS AMIGOS Y CONOCIDOS QUE LOS HERMANOS HAN VUELTO!!!

Con un paso tranquilo se fue dirigiendo hacia el fondo del callejón, sorteando toda clase de objetos, y se colocó tras sus acompañantes... ya podía notar el olor del negro... y el perfume del pequeño... menuda mescolanza de efluvios.

Otro proyectil le alcanzó la pierna produciéndole gran dolor.
- ¡Aaaaaaaaah! ¡Grfdshjbvflejfgds de Dios!- Zendr se atragantó con su propia saliva y a punto estuvo de ahogarse.
Los malnacidos estaban huyendo y él ni siquiera había podido acercarse a ellos.
- ¡Cobardes! ¡Cucarachas! ¡Venid aquí si teneís huevos! ¡Jamás olvido una cara! En el próximo callejón os estaré esperando. Habéis cabreado al varisio equivocado.

... Por cierto, gracias.- el bueno de Mirn había aplicado sus talentos curativos igual que hizo el hombre oscurecido por el sol.
- Eres grande, pequeño.

Atravesando con dificultad la calleja, el joven se dispuso a acercarse al viejo que seguía tirado en el suelo.
- Ah... se han perdido los valores... ya no hay respeto entre los hombres...- Zendr iba mascullando mientras avanzaba. - ...Menos mal que aún quedamos tipos íntegros...

El mediano de la Rosa Eterna se escurrió rápidamente desde detrás de Zendr hacia la mitad del callejón y puso los brazos en jarra

- ¡Y NO VOLVÁIS A COMETER MÁS FECHORÍAS, O MIS AMIGOS OS DARAN UNA BUENA TUNDA! - les advirtió. 

A continuación el mediano miró a un lado y a otro de aquel callejón abundantemente lleno de porquería, y se lamentó de haberse ensuciado sus pantalones de tela fina y sus lustradas botas de viaje que bien podrían haber pertenecido a un muñeco. - Oh pardiez, espero que estas manchas puedan quitarse con un buen jabón... - añadió con un claro tono de preocupación.

A continuación, el clérigo de Shelyn se acercó hasta el anciano en estado ebrio que había sido víctima del atraco. - Buenos días buen señor, ¿os han herido? - preguntó el pequeño bohemio al tiempo que le saludaba con un gesto de sus sombrero de ala ancha de roja pluma