Partida Rol por web

Con las clases, el tiempo pasó volando, como de costumbre. Y después de las clases debían ir al club de teatro pues, aunque no sabían si representarían otra obra, al fin y al cabo pertenecían a ese club y tenían un horario. Finalmente llegaron a casa de los Kunimitsu a eso de las ocho y media de la tarde. Mei estaba terminando de arreglarse cuando la puerta sonó.

Al abrir, se encontraron con un más que arreglado Otoya. Aunque normalmente se le veía con la camisa y el chaleco del uniforme, el cambiar de color y el haberse peinado a conciencia, hacía ver que la ocasión era especial. No se sorprendió mucho al ver a Yukino en casa de los Kunimitsu; sin embargo, el pensar que probablemnte aquella noche pasaría algo entre su casi hermana y su cuñado, le ponía algo incómodo. 

Cuando Mei bajó las escaleras, llevaba un vestido sencillo y bastante bonito, con el pelo recogido, un bolso pequeño y bien maquillada. Otoya se quedó aún más asombrado con su belleza que de costumbre, mientras que Tezuka, apoyado en la pared con los brazos cruzados, fulminaba con la mirada sin descanso a Otoya, que no parecía percatarse mucho de aquello.

Fue justo cuando Otoya comentaba lo guapa que estaba, cuando el móvil de Yukino empezó a sonar. En el registro venía que era Ryusei. Era extraño, porque le había dado permiso para quedarse en casa de Tezuka cuando se lo comentó, sin poner ninguna queja. ¿Habría cambiado de opinión?

El tiempo todo lo curaba y aunque necesitó de media hora su sonrojo terminó por desaparecer. En un pacto silencioso, no volvieron a mencionar nada del tema y se despidieron como si todo aquello fuera lo más normal del mundo. Un par de horas más tarde se reencontraron en casa de los Kunimitsu, donde Mei lucía arreglada de forma sencilla algo que parecía no ser de especial agrado de su hermano.

La verdad es que estaba deseando que Mei y Otoya se marcharan y no por la consecuente intimidad con Tezuka sino porque seguía incómoda ante la presencia de los dos, a sabiendas de lo que iban a hacer tanto unos como otros.

Justo en el momento en que el teléfono sonó estaba pinchando con un dedo a Tezuka para que dejara de fulminar con la mirada a Otoya. ¿Para qué la llamaba su padre? Frunció el ceño, extrañada y temiéndose que le diría bajo cualquier excusa que tenía que volver a casa.

- ¿Papá? - preguntó nada más descolgar.

- Oi, Yukino.- se le oía como si no estuviera quieto, recogiendo papeles y poniéndose la chaqueta del trabajo a toda prisa.- Siento decirte esto, hija... pero necesito que vengas a dormir a casa. Ha habido otro ataque del ladrón o lo que sea ya, y tengo que ir a cubrir la noticia. Es en la otra punta de la ciudad. ¿Podrías venir cuánto antes? ¡Ah! Y que Kunimitsu se quede también con Kotaro y contigo. Toda precaución es poca a estas alturas. No quiero que estéis tu hermano y tú a solas. Dejaré a Kotaro dormido, ¿de acuerdo? Esperaré aquí. Venid cuanto antes.

Tezuka, Otoya y Mei, miraban a Yukino, extrañados por las horas.

No podía decir que no se sintiera decepcionada ante las palabras de su padre pero la verdad es que aquel tono grave tan poco característico en él la había dejado preocupada, tal y como denotaban las líneas que habían surcado su frente de repente.

- Hai, hai, no te preocupes, estaremos bien. Pero tú ve con cuidado, por favor. Ahora mismo vamos. Hasta ahora - colgó el teléfono un tanto intranquila. ¿Tan grave era lo del ladrón que incluso prefería que Tezuka se quedara a dormir con ellos? Pero no había motivo de que fuera a su casa, ¿verdad? -. Ah...cambio de planes - musitó con expresión un tanto azorada al darse cuenta de que todas las miradas convergían sobre ella -. El ladrón ha vuelto a actuar y mi padre tiene que ir a cubrir la noticia, tengo que quedarme en casa con Kotaro - no estaba molesta por tener que cuidar de su hermano cuando las causas eran tan serias -. Papá me ha dicho que te quedes también con nosotros si no te importa, por si algo sucediera - recogió la bolsa que había traído sin esperar a la confirmación de Tezuka -. Id con cuidado vosotros dos, ¿eh? Y pasadlo bien.

Otoya y Mei se miraron un poco preocupados. ¿Qué habría pasado? Pero no tenían ninguna opción, así que salieron a la vez que Tezuka y Yukino de casa y se despidieron.

Tezuka decidió llevar la moto para llegar antes y en menos de diez minutos aparcaron en la calle de Yukino. El padre de Yukino ya estaba vestido y parecía preocupado. Debía de ser algo importante para salir enseguida tras dar las buenas noches a su hija. 

Una vez dentro de casa, Tezuka miró a Yukino con la mochila en la mano:

- Tú dirás.

La verdad es que se sentía un poco desorientada con aquella apresurada vuelta a casa y la rápida despedida de su padre. Era consciente de que estaba preocupado, mucho más de lo que le había visto en tiempo pero la verdad es que no había sabido ni cómo empezar a preguntar. ¿Era correcto que alguien de su edad se pusiera a interrogar a su padre sobre algo tan sórdido como robos y ataques? Nunca había mostrado más que un vago interés pero cuando su padre llegaba al punto casi impensable de pedirle a Tezuka que se quedara a dormir en su casa para cuidar de sus hijos lo cierto era que hacía que de repente todo el asunto del ladrón pasara de anecdótico a alarmante y eso que antes ya la tenía escamada por cómo habían intentado inculpar a Tezuka.

Ahora estaba de pie, en su sala de estar, ambos con las mochilas en las manos y tal vez con la misma sensación de desasosiego. Pero, era San Valentín, ¿no? Un día romántico para pasar en pareja. Tal vez lo mejor era dejar lo del ladrón en manos de los adultos y despreocuparse por el momento.

- Pues... - no había planeado nada puesto que aquello no formaba parte del plan inicial. Le dirigió una media sonrisa -. ¿Peli o nos vamos ya a dormir?

Se cruzó de brazos, pensativo, antes de mirar a Yukino y sonreírle levemente:

- ¿Y qué tal ambas cosas?- seguro que Yukino tenía ordenador en su habitación, y mesa de estudio, por lo que podrían tumbarse, agusto, mientras veían la película. Y cayó entonces en que nunca había estado en la habitación de Yukino. ¿Sería muy distinta a la de Fukiyose?- Si quieres, claro.

Se quedó mirando a Tezuka con la boca abierta levemente, paralizada en medio de la pregunta "¿qué quieres decir?", que había concluido antes de empezar al entender el modo en que podían hacer ambas cosas. Ella tenía poca idea de utilizar el ordenador para ese tipo de cosas pero era verdad que serviría así que asintió con ilusión.

- Buena idea, vamos.

Subió las escaleras con paso rápido, repentinamente nerviosa por el hecho de invitar a Tezuka a su habitación. ¡A su habitación! Ni siquiera había tenido la previsión de arreglarla aunque claro, siendo la habitación de Yukino estaba todo perfectamente limpio y ordenado. Lo que menos le gustaba era lo poco caracterizado que tenía su cuarto, sin ninguno de los típicos pósters que acostumbraban a verse en las habitaciones de los adolescentes aunque sí tenía una pared llena de fotos de distintos tamaños: fotos con su madre, de cuando Kotaro y ella eran pequeños, fotos con su padre, de unas vacaciones con sus abuelos, de Kiri-chan, con compañeras de clase de su antigua preparatoria, con Mei, Hayane y Otoya, con Tezuka...; no era algo que hubiera tenido en su antigua casa pero en aquella había sentido que los buenos recuerdos se acumulaban y que quería tenerlos siempre presentes de modo que habían acabado decorando una pared.

- Bueno, pasa - le invitó, un poco avergonzada antes de señalarle la cama -. Ponte cómodo, si quieres puedes ponerte el pijama y si necesitas ir al baño es la puerta que está aquí al lado - estaba un poco ruborizada, intentando actuar con toda naturalidad aunque de repente le costara por el simple hecho de tenerlo en su habitación. Se acercó al ordenador con el fin de distraerse, encendiéndolo -. ¿Qué quieres ver?

Lo cierto es que la habitación de Yukino era tal y como la había imaginado. Le gustó el detalle de las fotos. El verse ahí en el mural le sacó una sonrisa. Él tenía una suya con Yukino debajo de la almohada pero no pensaba admitirlo.

Cuando Yukino se dio la vuelta, empezó a sacar los pantalones del pijama y la camiseta, actuando con naturalidad:

- Me da igual. Tú eliges.

A él le apetecía tumbarse y abrazar y mimar a Yukino. La película le daba igual. Se quitó la camiseta lo primero, y después se quitó los pantalones para ponerse los del pijama lo primero. Después la abrazó por detrás, le dio un beso y cogió la mano que sostenía el ratón del pc, seleccionando una película al azar:

- Ésta mismo.

Tezuka la distraía. Mucho. Muchísimo. Para empezar por ser Tezuka, luego por cambiarse delante suyo sin reparos, por quedarse sin camiseta, por ser demasiado atractivo, por abrazarla y por besarla cuando su cerebro insistía en bombardearla con imágenes de su anterior y única noche juntos.

Para cuando el chico hubo decidido una película echaba tal cantidad de humo que ni siquiera le importó cuál seleccionó, es más, no sabía ni por qué letra empezaba el título. Barboteó algo sin sentido que sonó a algo similar a un "me parece bien", momento en que aprovechó para hacer de tripas corazón y cambiarse delante de Tezuka, más por no parecer una mojigata que por verdadera comodidad. Aunque debía admitir que la última vez no le había importado pero hacía tanto de aquello que toda aquella situación volvía a ser un poco bochornosa.

- ¿Prefieres que deje la luz encendida o apagada? - preguntó una vez recuperada su capacidad para hablar.

Intentó dejar que Yukino se cambiara tranquilamente, sin tener que soportar la mirada de Tezuka, pero alguna que otra vez se le iban los ojos. ¡No podía evitarlo! Yukino tenía, al menos para él, un cuerpo perfecto. Se entretuvo abriendo la cama y colocando el ordenador de manera en que pudieran ver la pantalla desde la cama sin dificultad. Después le dio al play y mientras empezaban los créditos, se tumbó en la cama, cediendo a Yukino uno de los lados de ésta:

- Apagada.- decidió. Le hacía gracia que ella le preguntara por la luz después de haber echado humo. Y es que probablemente los dos estaban rememorando lo mismo. No obstante, Tezuka ya no se ponía vergonzoso ni nervioso por aquello, y disfrutaba con el rubor de su novia.- Apaga y ven. Que hace frío.

- Mandón - refunfuñó antes de acercarse a la cama y meterse en ella junto a Tezuka, tapándose hasta el cuello.

Era cierto que hacía frío, pero lo más gracioso era que lo dijera él que seguía sin camiseta. Sabía, o creía saber, que en realidad lo hacía porque la turbaba pero aunque ella hubiera querido contraatacar a aquella técnica rastrera aún estaba demasiado incómoda con ese tipo de cosas como para hacerlo.

Por lo menos el hecho de estar en la misma cama no la incomodaba en absoluto, de hecho le encantaba así que cogió uno de los brazos de Tezuka y lo pasó alrededor de su cintura, disfrutando de su proximidad y su calor.

- ¿Qué película es?

La abrazó y le empezó a hacer caricias tras darle un beso en la mejilla. Miraba, cómodo, la pantalla del ordenador, cuando Yukino le preguntó por la película:

- Moby Dick o algo así.

No había escuchado nada sobre el argumento de aquella película, y lo cierto es que era lo que más igual le daba de toda aquella situación. Aun estando tranquilos, relajados, juntos en aquella cama, se encontraba feliz y cómodo. Le gustaba el contacto de Yukino, el olor y sentir su respiración. 

- ¿La has visto?

Se sentía como un gato, cómoda bajo las caricias de Tezuka. Aquel era un cálido San Valentín, el primero para ella, y la verdad es que lo estaba disfrutando. El asunto del ladrón había quedado relegado a un rincón de su mente donde languidecía bajo los mimos de su novio.

- Mmmm - murmuró perezosa mientras se colocaba mejor para recibir sus caricias -. ¿No es la de la ballena? Pero no, no la he visto.

Tampoco le importaba mucho. Sabía que no acabarían de ver la película, bien porque se dormirían o porque pasarían a otras cosas.

Empezaron a verla. Al parecer era antigua - había una de Chris Hemsworth del 2014, pero le habían dado a esa- y en versión original. 

Genial. No me voy a enterar de nada.

Si su parte racional tenía pensado hacer caso a la película para poder comentarla luego con Yukino, ésta opción quedo totalmente relegada a un quinto plano. Llevaban solo diez minutos y ya estaba bostezando. Miró de reojo a Yukino. ¿Estaría prestando atención?

- Ne. ¿Kotaro duerme profundo?

La versión original tenía un encanto especial pero no era precisamente lo más adecuado para aquellas horas. La voz sedante del capitán y las caricias hipnóticas de Tezuka no ayudaban precisamente a que Yukino prestara atención al diálogo por no hablar de las imágenes que se habían grabado a saber cuántos años atrás. 

A aquellas alturas le quedaba claro que había una ballena y lo que llamaban un ballenero y mucha gente que perseguía la gloria y el dinero embarcándose aunque las posibilidades de que les costara la vida fueran elevadas.

- Normalmente sí - no quiso decir que por qué lo preguntaba porque lo intuía.

Buena noticia para Tezuka, que pareció espabilarse ligeramente. Se dio cuenta de que había parado de hacerle caricias, por lo que regresó a ello. Eso sí, con otro objetivo en mente.

- Ne.- volvió a repetir.- ¿Te apetece...?- le dio un beso en la mejilla.- ¿...jugar un rato?

Estaba preparado. Como dijera que sí no pensaba perder ni un segundo de ello.

Y por supuesto Tezuka puso en palabras sus pensamientos, insinuándole sus intenciones de "jugar". Hubiera aceptado incluso irse a dormir con tal de no seguir fingiendo que seguía la película mientras forzaba a sus ojos a mantenerse abiertos. Así que se giró hacia él entre sus brazos, dando la espalda a la pantalla.

- Mmmm... - ronroneó antes de depositar un beso en sus labios y sonreír tímidamente -. Hai.

Entre besos, caricias, abrazos y pasión lo más silenciosa posible, Yukino y Tezuka hicieron el amor una segunda vez, mucho menos tensa que la primera. Por hora y media jugaron con el placer adulto, hasta que, exhaustos, volvieron a tranquilizarse. La película, una de las más largas de la historia del cine, seguía escuchándose de fondo.

El primero en caer dormido fue Tezuka, cuya respiración se fue pausando hasta llegar a ser tranquilizadora. Apenas entraba luz por las persianas bajadas de la habitación. 

Todo estaba en silencio, hasta que en el primer piso de la casa, Yukino pudo escuchar un ruido. Fue como si un jarrón se hubiera hecho añicos contra el suelo. Tezuka continuaba placenteramente dormido.

Tras el encuentro amoroso ambos quedaron satisfechos pero agotados. También era tarde y el calor y la comodidad ayudaba a dormirse, como pronto se evidenció con la respiración profunda y pausada de Tezuka. Por parte de Yukino estaba en aquel duermevela en que los pensamientos pasan de la coherencia a la fantasía. El sonido de las olas que marcaba el final de la película había empezado a colarse en su cabeza llevándola poco a poco al sueño cuando un sonido discordante la despertó.

Tardó unos segundos en comprender lo que había oído, algo que por contra su corazón, que latía desbocado, había entendido desde el principio. Era un jarrón rompiéndose en el piso de abajo. Sacudió a Tezuka, asustada.

- Tezuka, Tezuka, despierta - le susurró con urgencia, pálida como un fantasma y con los ojos muy abiertos. Tal vez fuera sólo una exageración, quizás fueron las palabras de su padre que habían ido filtrándose a su conciencia sin darse cuenta o tal vez simplemente era demasiado miedosa pero el caso era que de repente tenía miedo, con su mente hipotetizando acerca de un visitante misterioso y peligroso -. ¿Has oído eso? Creo que alguien ha roto un jarrón en el piso de abajo...