Partida Rol por web

Las dos saltaban haciendo el mínimo ruido posible mientras ahí abajo seguían besándose, disfrutando del momento privado. Hayane tenía lagrimitas saliendo de los ojos por la felicidad. Al notar algo de movimiento, Mei y Otoya miraron un momento hacia arriba pero las chicas habían sido suficientemente rápidas como para esconderse. Al ver que habían sido cosas suyas volvieron al fantasioso mundo.

- ¡Esto es genial! ¡Genial! Oi, ¿y ahora qué hacemos?

Ya no podían bajar porque se les oiría, ¿no? ¿Deberían cortarles ya el rollo? ¿Dejarles más tiempo a solas? ¡¿Y si se quedaban allí mil años?!

¡Por los pelos! Se habían apartado justo en el momento en que los dos tortolitos se separaban, llegando a ver cómo la frente de Otoya antes de apartarse de la barandilla sin ser vistas. Se llevó un dedo a los durante unos segundos, soltando una de las manos que sostenía su amiga y volvió a asomar la cabeza. Perfecto, habían vuelto a su mundo rosa*.

- Pues esperamos cinco minutos y luego bajamos hablando en voz un poco alta para darles tiempo a separarse y a actuar con normalidad, así no pensarán que les hemos sorprendido.

Hayane, que por unos instantes había entrado en pánico, pareció calmarse y aliviarse ante la resolución de Yukino sobre qué hacer a continuación. Asintió nuevamente, intentando mirar a su hermana y Otoya por algún huequecito de la torre. Sonrió para sí al ver que parecían seguir disfrutando del momento.

Por fin serás feliz del todo, Mei. Después de tantos años.

Aunque quizás no pudiera compararse con la felicidad de Mei, Hayane también lo estaba. Habían sido muchos años de ver las miradas de su hermana hacia Otoya intentando encontrarse con la del chico, de ver la mirada melancólica por las noches, verla soñar despierta y ver cómo intentaba comportarse como un adulto y centrarse en la realidad. Había sido duro, pero finalmente los deseos de ambas hermanas se habían hecho realidad. 

Ya casi habían pasado cinco minutos cuando Renji las llamó desde el otro lado:

Renji:- ¡Ne! ¿Habéis visto qué pequeño se ve a todo el mundo desde aquí? ¡Son como hormigas!

Pletórica, Hayane se dirigió hasta la zona de escaleras, misma posición que el chico y le plantó un beso en la boca. Corto pero al fin y al cabo un beso que le dejó totalmente congelado.

Hayane:- ¡Hai!

Dijo contenta. Y después de ello empezó a bajar las escaleras.

Aunque seguramente no fuera en el mismo grado que Hayane lo cierto es que compartía su felicidad por Mei. A medida que se habían ido conociendo con la rubia había comprendido los secretos y las penas que guardaba en su corazón y era por ello que se alegraba tanto de que Otoya la hubiera puesto en primer lugar antes que su sueño, porque aquello era realmente lo que su amiga necesitaba. Además, Otoya era como un hermano para ella, Tezuka era su novio..., en realidad eran casi como una familia.

Pasaron un rato observando la ciudad hasta que Renji les llamó y empezaron a dirigirse hacia las escaleras, momento que Hayane aprovechó para acabar con la estabilidad de cualquiera, en concreto con la del chico, dándole un beso. La mandíbula de Yukino se desencajó. ¿Habría entrado en razón o simplemente se había contagiado de la felicidad de Mei?

No pienses en eso, se dijo antes de poner los ojos en blanco y marcharse escaleras abajo murmurando para sí algo de que era la aguanta velas oficial de París.

No hacía falta hablar alto para llamar la atención de la nueva pareja, porque Hayane ya había hecho suficiente ruido bajando los escalones como para alertar a todos los turistas a diez kilómetros a la redonda. Renji se había quedado todavía congelado arriba y de todas maneras si bajara y en cualquier caso les hubiera pillado ni se habría enterado. 

Otoya y Mei se habían girado, tan pegados que no se podía adivinar a simple vista que sus manos estaban unidas.

Hayane:- ¡Vamos! ¡Vamos! Que son capaces de irse sin nosotros. 

Y siguió bajando las cientos de escaleras. Otoya y Mei se miraron un instante antes de empezar a acercarse a la escalera y a Yukino a quien, sin esperárselo, encerraron en forma de sandwich entre los dos.

Otoya:- ¿Dónde está Yukino? ¿La has visto?- bromeaba Otoya aún aplastándola al tiempo que Mei reía divertida.

Era difícil hacer como que no se había enterado de nada pero a la vez transmitir en una mirada que imaginaba lo que había sucedido puesto que en su momento Otoya le había contado lo de la cita y, en caso de no haber visto el beso, estaba claro por la proximidad entre ellos que había salido viento en popa.

Así que simplemente les sonrió con alegría antes de empezar a bajar las escaleras, momento en que se vio aprisionada entre los dos, que parecían interesados en hacerla desaparecer del mapa.

- Ui, qué graciosos estáis...Yukino me ha dicho que os diga que le gusta respirar - ironizó al tiempo que les daba suavemente con un codo a los dos.

Riendo, descendieron todos los pisos de la Torre Eiffel, a sabiendas de que sería un recuerdo eterno. Tras ir allí, toda la clase con profesores incluídos fueron hasta el museo del Louvre. El resto del día lo echaron en su interior, contemplando las maravillosas obras de arte que se encontraban.

Por la noche, la puerta de la habitación sonó casi justo cuando se iban a acostar y cuando Yukino abrió, descubrió que se trataba de Otoya.

Otoya:- No quiero ser pesado, pero... ¿puedo pasar o puedes avisar a Mei?

Entendía perfectamente la situación de Mei y de Otoya pero lo que se estuvo preguntando durante todo el día era si Tezuka y ella eran tan obvios. Tanta miradita mal disimulada resultaba divertida y visible para todo el mundo y recordando que todos lo habían deducido no pudo más que pensar que el amor era inocultable.

No les había preguntado nada a ninguno de los dos porque le parecía obvio así que había seguido como si nada, divirtiéndose y mirando el móvil de vez en cuando, deseando ver un mensaje de Tezuka aunque sabía que no lo habría. ¿Qué hora debía ser en japón?

En eso estaba, calculando que debía estar a punto de amanecer en el país del sol naciente, cuando unos golpes en la puerta la distrajeron. No le sorprendió para nada encontrarse a Otoya ahí de modo que le abrió la puerta de par en par y le indicó en un gesto de cabeza que podía entrar.

- Quizás mejor que me vaya a buscar un zumo a la máquina.*

El chico sonrió ampliamente ante la perspectiva de poder pasar un rato a solas con Mei. Cuando Yukino cerró la puerta él ya estaba abrazándola y levantándola ligeramente en el aire. Otoya era así. Se conocían desde hacía demasiado tiempo como para seguir actuando con cautela. Sin contar con que era bastante impulsivo y abierto.

Una vez que la chica llegó a la máquina, se encontró con Momoshiro recogiendo un refresco también. Al verla le dedicó una sonrisa simpática.

- ¿También con sed? Estos refrescos están riquísimos.- comentó echando un trago.- ¿Qué tal te lo pasas? Tenemos que hacernos una foto para el anuario del año que viene.

Se había marchado por el pasillo, sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida mientras lanzaba su monedero al aire, haciéndolo tintinear, y volviéndolo a recoger. Fue entonces cuando, al llegar a la máquina, vio a Momoshiro, el cual la vio antes de que pudiera evitarlo. En realidad no tenía ningún problema, era uno de sus amigos y la había ayudado bastante al principio en el club de tenis, pero no quería que se enterara del motivo que le había llevado a abandonar su habitación.

- Ah, hai, me apetecía algo fresco antes de ir a dormir - comentó mientras miraba los diferentes tipos de zumo con un dedo sobre los labios, sopesando cuál debería escoger -. Muy bien, París es precioso y sí, tenemos que hacernos una foto con todos - le comentó con una amplia sonrisa -. ¿Qué tal tú?

Bueno, en realidad había pensado en hacérsela ellos solos. ¡Los compañeros de tenis que dieron la gran victoria a su instituto! Aunque aún no hubiera pasado.

- Yo... bien.- comentó. Era algo duro estar en París, un sitio al que sabía que Mei siempre había querido ir, sin tener una relación más allá de la amistad con ella. Le habría gustado subir a la torre Eiffel con ella, pero decidió que mejor que fuera con sus amigos. Se obligó a sonreír- Algún día volveré y ganaré el gran Slam de tenis de aquí. Y me acordaré de todos vosotros.- comentó tras darle un nuevo trago a su bebida- ¿qué quieres hacer tú?

Aquel "bien" había sonado forzado incluso para ella. Sabía o imaginaba por lo que debía estar pasando Momoshiro quien, con amor o sin él, había querido a Mei lo suficiente para convertirla en su novia. Estaba seguro de que se preocupaba por ella e incluso la echaba de menos aunque quizás aquello cambiaría si se enteraba de lo de Otoya. Se preguntó si lo sabría pero obviamente no dijo nada.

- Tienes un gran sueño - respondió con una tenue sonrisa, sintiéndose realmente incómoda por la pregunta que le había hecho. Mientras su amigo hablaba había sacado un zumo de melocotón, que en aquel momento abrió para darle un sorbo -. Yo...la verdad... es que no tengo ni idea - reconoció componiendo una mueca -. Lo he pensado mucho pero no lo sé, por más que le de vueltas la verdad es que no lo tengo claro.

Le colocó una mano en el hombro, sonriendo de forma amistosa.

- Seguro que encontrarás lo que más te guste.- dicho aquello se despidió.- Bueno, nos vemos mañana. ¡Duerme bien!

Y sin más, se marchó hacia su habitación.

La verdad es que envidiaba a las personas como Momoshiro y Otoya, tenían un objetivo claro, un sueño marcado y lo perseguían a toda costa. Su vida no era fácil pero sus decisiones sí porque la meta estaba clara. Por su parte la verdad es que no tenía ni idea. Se había pasado tanto tiempo cuidando de todo el mundo que no lo sabía. Aunque cuidar de las personas se le daba bien. Quizás debería empezar a plantearse algo por el estilo, desde luego nada tan ambicioso como los sueños de sus compañeros.

- Buenas noches.

Tras despedirse de él, revisando una vez más el móvil por si tenía un mensaje de Tezuka, se marchó hacia su habitación, esperando no encontrarse con ninguna escena privada.

Cuando Yukino regresó a la habitación, Otoya ya se había marchado. Realmente había ido solo a dar las buenas noches y no querían importunar a Yukino que debería de estar muy cansada después de caminar tanto y bajar toda la Torre Eiffel. 

Ya en el interior, Mei estaba justo a punto de acostarse. Se sonrojó ligeramente, sin siquiera empezar la conversación. Luego se echó y se arropó:

- Ahora entiendo cómo te debes de sentir cuando te veo con Tezuka-nii.

Otoya y Yukino eran hermanos y lo cierto es que daba algo de vergüenza siquiera pensar en aquel tema de las relaciones. Mei estaba algo avergonzada pero también tenía esa mezcla de felicidad y ganas de contarlo todo a su amiga.

Yukino ya se había cambiado, sin dirigirle más que una simple sonrisa a su amiga al llegar, cuando Mei dejó caer aquella frase que al principio la confundió. Tardó un rato en hacer conexión de ideas, justo en el momento en que ella también se metía en la cama, como aquella vez en el hotel de los Aoi.

- ¿Te sientes avergonzada cuando nos ves? - bromeó con suavidad -. En realidad me alegro muchísimo por vosotros...parece que soy un buen cupido - soltó una risita corta antes de decir -. Es como si Ittoki-kun fuera mi hermano y ahora es como si tú fueras mi hermana por muchísimos motivos. De algún modo es como si ahora todo estuviera bien.

Sonrió divertida ante el comentario de la vergüenza aunque Yukino no pudiera verla desde aquella posición. 

- Pues un poco...

Medio bromeó. Era cierto que seguía haciéndosele raro que Tezuka pudiera tener novia y que además ésta fuera Yukino, pero por otro lado le encantaba que ambos estuvieran juntos. Hacían una pareja muy buena y se complementaban el uno al otro.

- Y sí. La verdad es que ahora es como si todo encajara.- ¡Se sentía tan feliz! ¡Otoya se le había declarado! ¡Le había dicho que la quería!  ¡Se habían besado y sujetado las manos! ¡Con Otoya!- Está... muy bien.

Así que a Mei le daba vergüenza verles juntos. Bueno, en realidad era algo que podía comprender, en parte porque ella también se sentía rara al estar saliendo con el hermano de sus amigas y no poder compartir con ellas nada de lo que sentía. Aunque claro, cabía la posibilidad de que tampoco lo hubiera hecho de otro modo. Se sonrojó vivamente al recordar la noche que habían pasado juntos. No, aquello no se lo diría a nadie.

- Qué alivio, ahora dejarán de pensar que estamos juntos.

La chica le miró:

- ¿Eh? No creo que Ittoki diga nada por el momento. Sería muy... sería bastante escandaloso y yo creo que perdería muchas fans. Las grupis siempre sueñan con que él salga con ellas.

O eso pensaba. Quería hablar y compartir sus asuntos con Yukino, pero le daba un poco de vergüenza. Sin embargo, si no lo hacía con ella, ¿con quién lo haría? Ciertamente era su amiga más cercana y Hayane era una bocazas...

- Ne, Yukino.- se estaba poniendo coloradísima- Ittoki...- ¿Besaba genial? ¿amaba la sonrisa del chico? ¿Olía genial? ¿Cantaba fantástico? ¿Se había sentido con él como nunca? ¿Le encantaba besarle?- Es genial.

¿Eso que salía de la cama de Mei era humo?

- Oh, vaya...

Se llevó una mano a la frente al escuchar que no diría nada al respecto acerca de su relación. ¡Vaya! Ella que estaba deseando quitarse aquella etiqueta de encima y ahora resultaba que la gente continuaría hipotetizando. Ahogó un suspiro. Cabía suponer que si a Mei no le importaba y a Tezuka tampoco estaba bien, aunque no le acababa de gustar.

De repente vio la cantidad de humo que salía de la cama de Mei y tuvo que contener la risa. ¿En qué estabas pensando, cosas ecchi?, pensó para sí, enarcando una ceja.

- Eso parece, ¿verdad? - se limitó a decir, aunque en su tono se hizo evidente la risa contenida -. ¿Quieres un vaso de agua? ¿Un cubo? ¿Te llevo a la ducha?