Partida Rol por web

Poca gente pasaba por la biblioteca y si lo hacía era principalmente porque Mashima Yumi se encontraba allí. Acudían muchos chicos a llevarse libros de forma aleatoria, pidiéndole siempre a Mashima, y pasando bastante de Yukino, que les alquilara el libro. Intentaban hablar con ella, pero la chica simplemente respondía de forma cortés.

Cuando no había nadie se hacían compañía en silencio, la sentada al lado de la otra. Mashima se entretenía dibujando retratos al azar, algo que hacía con mucha facilidad y maestría. Lo cierto es que se le daba muy bien dibujar. El silencio era tenso e incómodo, aunque como se encontraban en una biblioteca, tampoco era extraño permanecer mudo. Encima la ventana, para poder entretenerse, estaba lejos de donde se encontraban. 

Entonces Mashima se dirigió a ella, eso sí, sin mirarle y centrada en su dibujo:

- ¿Qué ves en él?

Las personas iban y venían haciéndole el vacío como si ni siquiera estuviera allí pero aquello no le importaba, no siendo Mashima quien estaba a su lado acaparando toda responsabilidad sobre su tensión. Siguió sentada con rigidez y la mirada al frente, sin su habitual sonrisa, preguntándose si debería sacar los libros y ponerse estudiar. Le parecía mentira que hacía sólo...¿cuánto había pasado desde que había empezado aquella tortura?..., como fuera, le parecía mentira que hacía rato se sintiera de tan buen humor.

Entonces, de forma inesperada, la chica la increpó con aquella pregunta. no le gustaba. Estuvo pensando muy seriamente en no responderle pero al final un atisbo reticente de compasión se abrió paso. Mashima san era, en verdad, un poco masoquista.

- Todo - una mirando el dibujo, y la otra al frente, como si no hablaran entre sí, era extraño. Dos chicas tan diferentes enamoradas de la misma persona -. Es su forma de ser gentil, lo tosco que es a veces al hablar con los demás, ese fondo inseguro, su lealtad... - todo. Veía todo en Tezuka, las cosas buenas y malas y todas ellas le gustaban -. Se preocupa por los demás y cuida de la gente aunque no se lo pidan, incluso si eso significa que a causa de su secretismo la gente le pueda odiar...

No lo dijo pero en su mente siguió enumerando. Su sonrisa no tan común, el brillo divertido de su mirada, incluso cómo le tocaba la cabeza como si fuera una cría por más que fuera algo que odiara. Sus besos...Todo aquello formaba parte de Tezuka y a ella le gustaba tal cual era.

Continuó centrada en el dibujo, trazando las líneas que harían de cejas, sin interrumpir a Yukino, por mucho que quisiera cortarla. Le dolía todo aquello pero necesitaba saber qué impulsaba a la de segundo año para intentar comprender qué impulsaba a Tezuka. Porque ambos habían desaparecido el día del cumpleaños del chico. Todos le buscaban y cuando reapareció fue con ella.

¿Por qué? Si podía llamar la atención de tantos chicos, ¿por qué justamente al que quería atraer le resultaba imposible? Entendía los motivos de Yukino, pero para Mashima era algo diferente. Lo que más le gustaba de Tezuka era el tener la certeza de que él no le haría daño. No era por lo apuesto que era, ni por su olor, ni su forma de ser en general; lo que amaba de Tezuka era el hecho de que la tenía en cuenta y siempre había tratado de apoyarla y hacerla sentir mejor. ¿Era aquello un motivo suficiente para estar en rivalidad con otra persona? ¿Estaba siendo Mashima una cobarde?

Suspiró. 

- Puedes ir a entrenar. Te cubriré.

De repente ya no se sentía enfadada con Tezuka, sólo anhelante de encontrarse entre sus brazos. Volvía a sentirse insegura porque cuando Mashima le había preguntado aquello inevitablemente se había preguntado qué veía él en ella. ¿Qué tenía de especial? ¿Qué tenía que no tuviera Mashima en mayor grado? Nunca había sido una persona particularmente insegura y sentirse así la ponía triste.

- No, ni hablar, es también mi trabajo, entrenaré después - seguía mirando hacia adelante mientras apretaba los puños sobre su regazo -. Nunca me había sentido tan insegura como cuando te tengo cerca - confesó al fin con seriedad y un deje melancólico en la voz -. Eres preciosa e inteligente - eso estaba claro, había visto sus notas - y siempre pareces tan serena... A veces quiero caerte bien y que seamos amigas porque eres su amiga y porque creo que eres buena persona - sabía que era una de las pocas personas que no se había hecho a un lado tras lo sucedido con el tenis -. Pero cuando te veo me da la sensación de que me voy a ahogar y todas las preguntas que nunca me he hecho salen a flote porque me siento inferior... - sus ojos bajaron para mirar sus manos. Era una suerte que Tezuka no estuviera ahí para escuchar todo aquello, no le gustaba sentirse tan débil -...y entonces no quiero ser tu amiga porque me duele, como si hicieras añicos toda mi autoestima y me siento de una bajeza increíble por sentir celos... - sus puños se cerraron con más fuerza, blancos por la tensión. Odiaba aquel sentimiento despreciable -. Pero hagas lo que hagas no puedo odiarte o despreciarte, no puedes caerme mal, porque le quieres y eso es algo que sin lugar a dudas entiendo.

Si bien continuó con su expresión, trazando líneas en el papel y aparentemente tranquila, lo cierto es le que había sorprendido la confesión de Yukino. Ciertamente no se esperaba un tipo de confesión como aquella. Al parecer, ni siquiera Yukino entendía qué podía ver Tezuka en ella. ¿Qué tenía Yukino que no poseía Mashima y encima en gran medida? 

Sencillez y honestidad.

Aquello era justamente de lo que carecía Mashima. No era nada sencilla y su mente estaba plagada de inseguridades y turbulencias. Precisamente ello la llevaba a no ser honesta consigo misma. ¿Quería tanto a Kunimitsu o era huir del miedo? Se estaba empezando a sentir incómoda con aquella conversación. Tampoco le hacía feliz ver cómo una persona se sentía mal a su lado. 

- No. No entiendes nada.- había dejado de dibujar. Se levantó, dispuesta a ir a ver que todo estaba en orden. No podía estar sentada.- Dile... que te cuente lo de Alemania.

No le gustaba que nadie supiera la verdad de aquello, porque la hacía rememorar momentos tristes y dolorosos. Pero Yukino estaba equivocada en todo. Allí la única persona insegura y con temores que llegaban a ahogarle era Mashima. En eso sí la superaba.

De repente quería ir a entrenar a tenis y no por escapar de aquella conversación o de Mashima, simplemente porque necesitaba quemar toda aquella energía nerviosa que se había adueñado de ella. Yukino no era una persona de llorar, tal vez porque tampoco acostumbraba a exponerse lo suficiente como para que la hirieran, pero en aquel momento sentía que necesitaba hacer algo, había hablado demasiado, había mostrado demasiado de sí misma, había desvelado cosas que ni siquiera se había atrevido a poner en palabras en pensamientos y ahora se ahogaba por ello.

Desvió un momento la mirada hasta la espalda de la chica al mencionar Alemania pero sólo asintió de forma silenciosa. Tezuka se lo había contado en confidencia y no quería que Mashima se sintiera traicionada por él diciéndole que Tezuka ya se lo había explicado.

¿Cuánto quedaba para terminar? Se sentía alterada y turbada y de lo único que tenía ganas era de correr hasta agotarse.

Al fin llegó el momento de salir. Como era de esperar, no se habían vuelto a dirigir la palabra, cada una sumida en sus propias reflexiones. Tal y como había pensado hacía bastante, Yukino quería desahogarse corriendo o haciendo ejercicio físico, y quizás fue esa necesidad la que le llevó de forma automática hasta las pistas de tenis donde sus compañeros seguían entrenando, pero había algo raro.

No parecía estar cansados ni forzándose. Apenas sudaban y parecían relajados en presencia de Fukiyose que estaba seria - en actitud de capitana- pero con la mirada algo perdida. Les acababa de mandar dar tres vueltas a las pistas y antes incluso de dar una, uno de los chicos se acercó:

- Taicho, ya hemos dado las vueltas.

Fukiyose:- ¿Eh? Oh, sí. Perfecto. Buen trabajo. Podéis iros a la ducha. 

Ni siquiera se percató de la llegada de Yukino. Botaba una pelota de tenis de forma distraída.

Había forzado a sus pies a andar de forma tranquila cuando por fin se marchó de la biblioteca pero al salir por la puerta no dudó un segundo en salir corriendo hacia la pista de tenis, sujetándose la falda para que no se levantara con el movimiento. Iba a ir directa a los vestuarios a cambiarse de ropa cuando reparó en el ambiente extrañamente relajado y en la mirada de Fukiyose, que de algún modo le devolvió al momento en que todo se había liado de forma irremediable.

Lo cierto es que no estaba de humor para charlas, sólo quería forzarse hasta el límite para quitarse aquel ponzoñoso sentimiento que se había extendido por su interior desde que hablara con Mashima pero aún así... Antes de darse cuenta ya se había acercado a Fukiyose y le había robado la pelota que botaba, acaparando su atención.

- Quiero que me entrenes duro hoy, Fukiyose-sempai, para compensar que no sé cuanto podré venir durante las próximas dos semanas - le dirigió una amplia sonrisa, sin querer mostrarse como realmente se sentía -. Y quizás así puedas quitarte de la cabeza la tontería de estar celosa de Aoi-san. - aventuró en voz baja.

La mano de Fukiyose continuó haciendo como que botaba la pelota hasta que se percató de que ésta realmente se había esfumado. Al mirar a su ladrón se encontró cara a cara con Yukino, si bien siguió muy calmada.

- Oh, Kazehaya. Buen trabajo hoy.- Comentó de forma distraída.

Luego continuó escuchándola sin entender muy nada, aún con la imagen de aquella pelirroja en la cabeza. Hasta que una lucecita se encendió ella. Arrugó la frente, casi formando una línea recta con las cejas.

- ¿La conoces?- Aoi... ¿de qué le sonaba?- Corramos juntas.

Y sin más empezó a correr para dar vueltas a la pista.

- Y no estoy celosa...

Abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta de que la capitana ni siquiera se había percatado de su ausencia hasta el momento. ¿Tan afectada estaba? Sin embargo no dijo nada por el momento, asintiendo ante la idea de correr y siguiéndole el ritmo a Fukiyose, aunque lo que ella realmente deseaba era hacer un sprint. No, lo que deseaba era acabar tan cansada que no pudiera ni siquiera levantarse. Era extraño pero cierto.

- La conozco, es la prima de Haruka-chan. Y Fukiyose-sempai, ni siquiera te has dado cuenta de que no he venido al entrenamiento y de que la gente se ha dedicado a jugar y no a entrenar y yo lo he descubierto en treinta segundos así que o estás celosa o estás enferma y aunque no pareces encontrarte bien dudo que sea la segunda opción.

¡¿Cómo que no había ido a entrenar?! ¡¿Jugando en vez de entrenando?! ¡¿Aprovechándose de su capitana?! El humor salió por las orejas de Fukiyose cuyos ojos habían cambiado a un brillo maligno. Se vengaría de todos ellos. 

Cuando menos lo esperaba, Yukino fue atacada en la frente por un toque de dedo fuerte que sin duda le dejaría marca:

- ¡No vuelvas a faltar a un entrenamiento!

Yukino parecía conocer a aquella chica y seguía empeñada en que estaba celosa. ¿Celosa? ¡¿Ella?!

- ¿Por qué iba a estar celosa yo? Solo porque Sakura haya pasado más tiempo hoy con esa chica que conmigo en todo el verano. Y solo porque sea alta, falsamente dulce, de origen no asiático y encima le guste mi novia no significa que yo esté celosa.- el color de la cara de la chica, conforme iba diciendo aquello y se iba enfadando más y más, había ido aumentando en color morado. Necesitabas correr- Incrementa el ritmo.

- No ha sido por gusto, ¿sabes? En realidad es por tu culpa. Te vi haciendo el idiota espiando a Aoi-san y a Kuroko-sempai y al llevarme la mano a la frente se pensaron que me presentaba voluntaria para ayudar en la biblioteca estas dos semanas - se quejó con un deje de malhumor inaudito en ella mientras se frotaba la frente con una mano -. Por eso he venido aunque sea tarde.

Fukiyose siguió insistiendo en que no estaba celosa pero sus palabras la delataban. O no lo sabía o no quería reconocerlo pero se notaba el veneno en su voz. Aceleró la carrera pero no era suficiente. Necesitaba más.

- Acelera tú, no te estás esforzando suficiente, estás distraída - le recriminó. Por algún motivo el enfado que antes había dirigido hacia Tezuka ahora había ido a recaer en Fukiyose, aunque no tuviera más sentido que la necesidad de quemar aquellos sentimientos amargos. Necesitaba cansarse más -. ¿Cómo sabes que le gustan las chicas? Vino de vacaciones con nosotros y a mí no me pareció en ningún momento que fuera el caso, es más, se sonrojó bastante cuando le presentaron a Tezuka así que si tengo que juzgar diría que también va detrás de mi novio antes que de la tuya - ahora realmente parecía enfadada. Como si hubiera dejado atrás su fachada tranquila para dejar escapar parte de sus pensamientos aunque fuera de aquel modo tergiversado.

Estaba notando que Yukino parecía bastante enfadada por algo. Estaba dejando salir la rabia y desde luego su parte mandona y demoníaca estaba saliendo a flote. Al final estaba demostrando, sin querer, las dotes que Fukiyose buscaba para el futuro capitán del club de tenis. Fue fácil seguirle el ritmo, incluso aumentarlo sin apenas despeinarse:

- Por favor, que estás hablando con tu capitana. Nunca me quedaré atrás. ¿Eres capaz de seguirme si aumento la intensidad?- y eso hizo, la sobrepasó ligeramente a ver si la alcanzaba y volvía a ponerse a su nivel.- Bueno, a lo mejor le van los dos tipos. Hay gente muy rara.- ¡Y eso lo decía ella!- ¿Y se puede saber a ti qué te pasa?- era obvio que algo le pasaba porque la tranquila Yukino había dejado paso a su antítesis. Se la veía bastante contrariada y dudaba que fuera porque Fukiyose se negara a aceptar que estaba celosa.- ¿Tezuka?

Fukiyose aumentó de nuevo el ritmo. Empezaban a correr a gran velocidad para tratarse de un simple entrenamiento, imposible de mantener teniendo en cuenta que estaban hablando, pero de algún modo seguían. Yukino no tardó en volver a situarse junto a ella, ahogando sus pensamientos con el fuerte sonido de su respiración y sus pasos.

- Sólo estoy enfadada por lo de la biblioteca, no tiene mayor importancia - mintió a medias. En realidad tenía que ver con la biblioteca pero el forzoso voluntariado no era exactamente el motivo -. Como sea, aunque fuera verdad que Aoi-san siente algo por ella, Kuroko-sempai nunca te haría eso.

A ese paso acabarían siendo un borrón por la gran velocidad a la que iban. Cualquiera que las viera se pensaría que estaban compitiendo o algo por el estilo.

- ¿Quién ha dicho que Sakura me haría algo? ¡Yo no!- comentó de forma exagerada. Ciertamente estaba molesta porque pasaban poco tiempo juntas y encima tenían que disimular mientras que con Aoi no había por qué mantener distancias y eso no le gustaba. Sin contar con que Aoi era una chica atractiva a su modo- Y no deberías enfadarte por esas cosas. Igual que no deberías mirar por la ventana en clase.

- No, claro, no has dicho nada pero aún así estás celosa - refunfuñó mientras seguía corriendo. Probablemente era una de aquellas extrañas veces que estaban hablando como amigas de igual a igual, curiosamente las dos encontrando su manera de quemar los sentimientos negativos con aquella loca carrera, intentando expulsarlos junto al sudor -. Ha sido sólo un momento y sí, tienes razón, no debería dejar que nada de esto me afectara, ¿verdad? - no había dicho "enfadara", se le había colado la palabra "afectara" porque era como en verdad estaba -. Seguramente sea por volver a empezar las clases- respondió de forma vaga.

Quinta vuelta y seguían tan tranquilas, intentando cansarse para expulsar los miedos o los malos sentimientos. Malos sentimientos que Yukino expresó sin querer, llamando aún más la atención de Fukiyose que ya antes había dudado que la chica se encontrara enfadada con ella por haberla distraído sin querer en clase. 

¿Afectar?

- Dudo que estés así de enfadada por perderte entrenamientos.- la miró de forma suspicaz.- ¿Qué está pasando aquí, Kazehaya? Aunque la respuesta a cualquier cosa será la misma: no. No debes dejar que nada te afecte. Y...- le dio un pequeño empujón amistoso.- No-estoy-celosa. Y lo repetiré una y otra vez hasta que me canse de hacerlo.- ¡¡¡Sí que lo estaba!!! ¡¿Por qué no podía alegrarse de que Sakura hubiera encontrado por fin a una jugadora alta para los últimos partidos?!- ¡Mira! Ahí están de nuevo.

Vestidas con ropa de deporte y recién salidas del gimnasio, Sakura con un balón de baloncesto en las manos y Aoi a su lado con palidez de agotamiento, charlaban en dirección a la puerta principal del colegio.

Necesitaba aumentar el ritmo.

- Vamos. No te quedes atrás.

Ella también siguió corriendo, apretando al máximo y aunque aún no estaba lo bastante cansada el hecho de que Fukiyose viera a través de ella la alteró un poco. Trastabilló, perdiendo el aliento y aunque logró volver a su nivel notó cómo le costaba.

- No quiero hablar de ello - ¿para qué? ¿Para decir que era una persona insegura y despreciable? Mashima la hacía sentir mal y no porque fuera cruel con ella, era simplemente por su presencia, ¿qué podía hacer con aquello? Sabía la respuesta. Aguantarse y madurar. Pero de saberlo a hacerlo iba un buen trecho -. Has pensado... - empezó, intentando normalizar su respiración de nuevo -...que tal vez...Kuroko-sempai podría sentirse igual cuando nos ve...juntas?

Frunció aún más el ceño por las largas que le estaba dando Yukino. Debía de ser algo bastante gordo para que no quisiera hablarlo.

Luego le cantaré las cuarenta a Tezuka.

E iba pensando aquello cuando la hipótesis de Yukino la hizo olvidar todo lo demás. Nunca antes lo había pensado y lo cierto es que tampoco lo había hablado con Sakura. Ella parecía siempre feliz de que Fukiyose hubiera encontrado a una gran jugadora, a la futura capitana y sobretodo a una amiga de verdad con quien poder compartir los secretos que tanto le quemaban. Se quedó pensativa. A lo mejor Sakura había encontrado en Aoi algo parecido. ¿Le habría contado lo suyo?

- Ne...- empezó, recogiéndose el cabello en una coleta para que dejara de molestarle, pensativa.- ¡¿Crees entonces que nos espiaba?!

Se había vuelto a poner a la altura de su capitana, algo aliviada por el hecho de que hubiera dejado correr el asunto que la tenía así y quizás incluso empezando a perder aquel molestado malhumor que la acompañaba para cambiar a un estado anímico más pensativo.

De hecho, tanto era así que volvía a sentirse cómoda con aquel ritmo e incluso le parecía que aún podían correr un poco más rápido.

- De ninguna manera, ella no parece ser de las que haría eso - musitó para sí misma mientras sacudía una mano ante su cara -. Eso es típico de Fukiyose-sempai. Pero recuerdo cuando nos encontró en el centro comercial. Kuroko-sempai te preguntó directamente si estábamos en una cita, creo, y parecía algo celosa. Ella es mucho más directa que tú, por eso no iría espiándote sin más.