Partida Rol por web

Estaba muy enfadado. Le hervía la sangre y continuaba mirando al pasillo por donde ya se habían perdido los demás. Si no hubiera llegado Yukino podría haber continuado hasta ser expulsado. ¿O es que ya lo estaba?

- No importa.- le contestó. No quería repetir insultos hacia Mashima. Ni siquiera dichos en boca de otra persona. A Tezuka no le gustaba actuar de aquel modo porque la sola repetición le hacía enfadar.- Ve a por ese hielo. Creo que tengo una reunión imprevista.

¡Maldito rubio pesado y cruel! Se fue con las manos en los bolsillos, directo al despacho de Kototsu. Ahí vendría una riña, pero no sería una como las demás. De algún modo se esperaba un castigo superior.

Se quedó observando como se marchaba con un sentimiento de desazón creciente. De repente estaba desanimada y los ojos le picaban como si fuera a llorar, aunque no había lágrimas en ellos. Su parte racional insistía en que Tezuka era un buen chico, demasiado protector, y era por aquello por lo que no había soportado que una alimaña como Ayuzawa hablara mal de alguien, menos si era una amiga como Mashima, pero aún así su lado emocional no cejaba en repetirle que aquello era demasiado, que era Mashima, que no debería enfadarse tanto por una ofensa que le habían hecho a ella.

Sabía que pensar así estaba mal. De hecho, no podía estar más en contra de aquel tipo de pensamientos, se sentía despreciable por tenerlos. ¿Por qué no podía borrarlos de su mente? Se estaba convirtiendo en alguien mezquino y eso era algo que no aguantaba. Tenía que aclarar sus propios sentimientos pero estaban hechos tal embrollo que no era capaz de hacerlo.

Seguramente acabaría por arrepentirse de no haber acompañado a Tezuka a aquella reunión pero era incapaz de pensar con claridad en aquel momento así que se limitó a dejar que sus pasos se dirigieran hacia la enfermería.

No tardó mucho en llegar a la enfermería y que le ofrecieran un pequeño bloque de hielo para que Mashima se pudiera tratar. No se encontró a nadie por los pasillos dadas las horas que eran y cuando llegó a la biblioteca, su compañera estaba centrada en la lectura de un libro al que apenas había prestado atención.

- Arigató.

Dijo agradecida Mashima, colocando la palma de la mano en el bloque de hielo. La miró unos segundos. Algo parecía estar yendo mal en la cabeza de Yukino. Su mirada carecía del brillo y determinación con que se había ido en busca de "auxilio":

Seguramente me arrepentiré de esto.

- Oi. ¿Estás bien?

No tardó demasiado en cumplir con su tarea y volver a la biblioteca, sin que su mente dejara de dar vueltas a pensamientos que ni siquiera tenían palabras. En realidad, había llegado al punto de que eran tan confusos que ni siquiera los comprendía así que simplemente volvía a sentirse como el día anterior, desanimada, sólo que esta vez no sentía la urgente necesidad de hacer deporte y mantenerse ocupada, más bien quería irse a dormir ya.

Se había puesto a repasar las hojas de registro sin demasiado entusiasmo cuando Mashima le preguntó si estaba bien. Al principio la observó sin comprender, con cierta sorpresa, hasta que finalmente esbozó una expresión azorada.

- Ah cierto, no sé por qué no pensé en decírtelo. Cuando salí me encontré otra vez con Ayuzawa y con Tezuka, que parecía bastante enfadado y apunto de pegar a Ayuzawa. Al parecer dijo algunas cosas malas de ti y Ayuzawa le estaba provocando al respecto diciendo que si estaba enamorado de ti, creo que pretendía que le pegara para así poder forzar a Kototsu-sama a expulsar a Tezuka - ¿por qué lo estaba largando todo? tal vez porque quería ser mejor que los sentimientos que la embargaban. Si se esforzaba suficiente quizás podría sobreponerse a sus pensamientos mezquinos y egoístas. Tal vez si era lo bastante honesta... -. Pero llegó Kototsu-sama y aunque se separaron ahora creo que está con Tezuka y quién sabe cuál será su castigo.

Lo cierto es que escuchar que Tezuka se había casi peleado por ella la hizo sonrojar. Ese chico siempre era igual, demostrando que ella le importaba. Le estaría siempre agradecida por todo lo que hacía por ella, aunque ya simplemente le quisiera como amigo. Mejor un buen amigo que un amor platónico.

- No debería haberse metido en líos. Pero no tiene remedio.- cerró el libro finalmente.- ¿Y qué haces que no estás apoyándole?

Tanto estudiar con él, tanto ir a su cumpleaños, tanto desaparecer ambos de la vista de todo el mundo, y la chica no estaba apoyándole cuando le necesitaba. ¡¿Pero en qué estaba pensando Yukino?!

Se quedó mirando a Mashima totalmente desconcertada como si lo que ella dijera fuera algo que no tenía ninguna clase de sentido. Sólo que, si dejaba que su atribulada mente pensara un poquito sí lo tenía, de hecho tenía todo el sentido del mundo. Ella sabía que Tezuka la quería y ella amaba esa parte protectora de Tezuka. Le gustaba que fuera así, de modo que no podía reprocharle que se preocupara por Mashima porque era parte de su encanto.

- ¡Ah...! - se levantó de golpe, tirando la silla al suelo -. Ti-tienes razón. Hay algo que no funciona bien en mi cabeza - musitó en voz baja, llevándose la mano a la cara -. Lo siento, voy a tener que dejarte sola en la biblioteca. Cuento contigo, Mashima-sempai. Gracias.

Y tras aquellas palabras precipitadas se marchó a paso rápido del lugar, en dirección al despacho de Kototsu.

Mashima le observó irse, nada sorprendida de aquella respuesta ante su pregunta. Una vez se quedó sola suspiró y sonrió ligeramente mientras cerraba los ojos:

- Iaré, aré...

Para cuando Yukino quiso llegar al despacho de Kototsu, solo quedaba la parte en que Tezuka estaba siendo castigado y aceptando lo que le tocaba:

Kototsu:- Tal y como quedamos, te irás dos semanas a Hyotei. Ayuzawa kaicho ha mandado hacer uno de sus trajes para ti. Espero que te comportes y no dejes a Seigaku mal.

Tezuka:- Hai.

Kototsu:- Puedes irte, Kunimitsu. Y espero que sea la última vez que tengo que actuar de esta manera en contra de un alumno del colegio. 

Tezuka:- Gomé.

Justo en ese momento Tezuka, ya aparentemente más calmado y resignado, se levantaba dispuesto a salir de allí. Se sorprendió un poco al ver a Yukino en la puerta.

Tezuka:- ¿Qué haces aquí?

Sólo a medio camino reparó en que Mashima podría haber aprovechado su explicación para apresurarse en busca de Tezuka y agradecerle aquel acto pero en su lugar la había incitado a ella a ir tras él. Se detuvo en seco, con el corazón amenazando con escapársele del pecho. ¿Por qué lo había hecho? Aquella era la oportunidad de la chica para sobresalir, para sentirse importante y regodearse en el sentimiento de felicidad. Podría haber ido a agradecerle a Tezuka apropiadamente su defensa pero en lugar de eso de algún modo se lo había cedido.

Se giró hacia atrás, hacia el lugar donde estaba la biblioteca, totalmente confundida y con la mano convertida cerrada sobre el pecho, agarrando la tela de su camisa. ¿Podría ser que empezara a aceptar que Yukino tuviera sentimientos por Tezuka? Era imposible que lo hubiera hecho para librarse de ella tratándose de Tezuka así que lo único que se le ocurría era o bien que la chica se había resignado o bien que ya no le cayera tan mal y como agradecimiento por lo del hielo le hubiera cedido a Tezuka por aquella vez.

Gracias, Mashima. Elevó aquel pensamiento al cielo antes de reemprender la marcha hasta el despacho de Kototsu pero por desgracia llegó demasiado tarde, justo en el momento en el que el kaichou pronunciaba un castigo peor que la expulsión.

- Yo venía a... - la verdad es que se encontraba sin palabras. ¡No! no quería que Tezuka acabara dos semanas a merced de Ayuzawa y sus secuaces, la sola idea se hacía terrible. Así que finalmente dirigió la mirada hacia Kototsu, angustiada -. ¿Por qué sólo castigas a Tezuka? Para empezar fue Ayuzawa el que le provocó, Tezuka sólo lo sujetó y yo también estaba ahí y le desprecié. No me parece justo el castigo pero...pero si vas a castigarle por eso, etto...creo que yo también... me lo merezco...

La verdad es que había perdido coherencia y coraje conforme hablaba porque pasar dos semanas en el Hyotei en su caso sería mucho peor que en el de Tezuka seguramente pero fuera como fuera le preocupaba mucho la idea de que el chico acabara ahí solo, además de que aquello pondría a Fukiyose hecha una furia.

Kototsu no se sorprendió mucho de la petición de Yukino; porque era eso más que defender la justicia. ¿Había pensado detenidamente la chica lo que estaba diciendo? ¿Quería ir a Hyotei también junto a Tezuka? El chico frunció el ceño, molesto por la idea que Yukino había tenido.

Si bien, no era el único en creer que lo que decía la chica sería problemático.

- ¿Y crear más problemas allí? No gracias. Ya tenemos suficiente con Kunimitsu allí como para además mandarle al objetivo de Ayuzawa.- asunto zanjado. Su voz era segura y autoritaria.- Y ahora, si me disculpáis, tengo asuntos que atender.

Se ruborizó hasta las raíces del pelo al notar el tono tajante de Kototsu, cortando el tema de raíz y demostrando con sus maneras que lo que acababa de decir era una tontería. Bajó el rostro, ardiendo, avergonzada por haber propuesto algo que no sólo estaba claro que no iba a ser aceptado sino que además la hacía quedar en evidencia.

- Hai...gomen nasai... - cerró la puerta, algo escarmentada y mirando a Tezuka de reojo -. Vale - se adelantó antes de que dijera algo -, sé que no era una gran idea pero no puedes reprochármelo, tú hubieras hecho lo mismo y...no me gusta la idea de que estés ahí dos semanas...te pueden hacer la vida imposible y...no te veré cada día - acabó por decir.

¿Por qué aquello sonaba a disculpa y no por haber sugerido que la castigaran a ella también? Era como si estuviera intentando expurgar de su organismo todos los pensamientos negativos que había tenido y seguía teniendo.

Ciertamente se ponía muy kawai cuando se preocupaba tanto por él. Con ese sonrojo y esa forma de hablar, casi pidiendo disculpas por ser atenta. 

- No te preocupes.- comentó aguantando las ganas de sonreír por lo kawai que estaba, mientras le ponía una mano en la cabeza.- No me pasará nada y así aprovecharé para investigar. El ladrón entró en casa de un vecino hace dos noches. Si no quiero que sigan intentando apuntarme, lo mejor será investigar.- le revolvió un poco el pelo.- Anda, vuelve al trabajo. Ya te mandaré una foto con ese ridículo uniforme escolar.

En realidad comprendía lo que llevaba a Tezuka a quedarse con el lado positivo de aquello, así que no podía decir nada contra la sensatez de sus palabras. Investigar desde dentro quizás sería una buena idea pero, ¿qué posibilidades tenía de decir algo? Se encogió un poco de hombros, sin saber qué decir al respecto.

- En realidad fue Mashima-sempai la que me dijo que viniera...yo creo que empieza a aceptarme - aunque no supiera por qué -. Además ayer me dijo que te preguntara por lo que pasó en Alemania, me hice la tonta como si no lo supiera por en fin, eso, si te comenta algo se supone que me lo explicaste ayer - no quería marcharse aunque sabía que Tezuka tenía razón. Le miró, un poco indecisa, antes de darle un rápido y fuerte abrazo y marcharse rápidamente-. ¡Te enviaré mensajes cada día!

Las dos semanas que sucedieron a lo ocurrido aquel día fueron una nueva rutina. A pesar de que Yukino no tenía tiempo entre la biblioteca, los entrenamientos, los estudios, la casa y las clases, siempre encontraba hueco para responder a las palabras de ánimo enviadas vía móvil de Tezuka. El chico estaba llevando su castigo con optimismo. Apenas hablaba de ello pero cuando lo hacía siempre comentaba que no estaba yendo tan mal, bromeando sobre quedarse allí lo que restaba de curso. La relación con Mashima fue bastante más llevadera. Tampoco es que hablaran de cosas personales, pero el ambiente se veía algo menos tenso.

Y así llegó el último día de biblioteca, justo coincidiendo con la finalización del castigo de Tezuka y un día antes de los juegos deportivos del colegio donde Yukino debía representar a su clase. Había llegado la hora de la despedida de la biblioteca, si bien Mashima tendría otras dos semanas de voluntariado.

Mashima:- Oi. Ten cuidado mañana. Esas dos, Fukiyose y Kuroko, son unos monstruos cuando compiten entre sí. Me extrañó verlas llevarse bien en casa de Fukiyose, porque tienen una gran competitividad.

Poco a poco sus inseguridades y miedos se habían ido diluyendo en la misma bruma de felicidad que la invadiera el día del cumpleaños de Tezuka, tal vez porque su relación con Mashima se había relajado y de algún modo compartir aquellas horas con ella le había permitido desmitificarla. Incluso podía reconocer, aunque todavía a regañadientes, que la chica le caía bien, aunque dudaba que aquello fuera mutuo.

Por supuesto eso no quería decir que no se alegrara de que el voluntariado llegara a su fin, aunque en parte era más por otros motivos que por dejar de estar con la chica. Para empezar, coincidía con el fin del castigo de Tezuka y casi con el inicio del Festival Deportivo, algo que aunque la pusiera un poco nerviosa le entusiasmaba. Y por otra parte volver a tener un poco de tiempo libre o simplemente más tiempo para organizarse sus otros quehaceres era de agradecer. Quizás fuera gracias a todo aquello que aquel día se encontraba de un magnífico buen humor, alegre y risueña.

- Gracias por el consejo - comentó, sonriendo internamente al pensar que ella sabía qué había detrás de aquella competitividad -, creo que sencillamente disfrutan de esa sana competitividad, las dos adoran demasiado el deporte como para no disfrutar de un buen rival - y haré lo que pueda para hacerles morder el polvo, pensó entusiasmada. Ella también podía jugar a aquel juego, en realidad lo esperaba con más ansias tratándose de dos amigas suyas -. Bueno, me marcho, espero que vayan bien las dos semanas que te quedan. ¡Nos vemos!

Sin oponer mayor resistencia ante las palabras de Yukino, se despidió de ella. Ya fuera la estaba esperando Otoya como todas las tardes. Iba cargado con su guitarra y una siempre reluciente sonrisa. 

- Yukino, ¡tardona! ¿Qué pasa? ¿Te estás reservando para mañana y por eso vas como una tortuga?- bromeaba. Aunque llevaba esperándola un buen rato a él no le importaba.- Pero bueno, te perdono porque creo que he sacado una canción perfecta y la mandaré al concurso de talentos de Tokio.

No había planeado nada para aquella tarde más que marcharse con Otoya a casa, descansar y alimentarse bien con tal de estar en plenas facultades para el día siguiente así que iba con toda la calma del mundo cuando por fin llegó hasta el lugar donde la esperaba el chico.

- Puedes ser - respondió con un falso tono misterioso antes de sonreír ampliamente -. Oi, oi, ¿una nueva canción? ¿Me la cantas? ¿O me va a tocar esperar?

Negó con la cabeza un par de veces de forma enérgica, moviendo todo su pelirrojo y medio corto cabello.

- ¡Para nada! Tendrás que esperar como los demás.- ¿aguantaría tanto sin mostrarle la canción?- O hasta que la componga con música en condiciones.- terminó por admitir.- ¡Ah, sí! Y ha habido una reunión para decidir a donde vamos a ir de excursión. Ten.- le extendió un papel- Tienes que escribir aquí a donde te gustaría ir.

Se colgó del brazo de Otoya como había visto hacer a muchas chicas, sólo que en su cara era obvio que era una broma.

- Ne, ne, Otoya-kun, ¡qué cruel eres! - se las arregló para evitar la sonrisa que pugnaba por salir y en su lugar componer un puchero mientras le miraba a través de sus pestañas. Pero con el cambio de tema volvió la normalidad, soltándose del brazo del chico y mirando el papel en blanco -. No tengo ni idea...¿dónde has puesto tú? ¿A quién tengo que darle el papel?

- A Mei-chan.- Era obvio. ¡Si era la representante de la clase!- Y yo he puesto...- imitó el sonido del redoble de tambores y cuando terminó respondió a la pregunta.- ¡París! Sé que Mei-chan quiere ir allí y sería bonito.- corazoncitos flotaban alrededor de la cabeza del chico.

Le sacó la lengua ante su tono de "es obvio, ¿para qué preguntas?", pero estaba segura de que al chico le había pasado totalmente desapercibido.

- Claro, París, la ciudad del amor y de los enamorados - alzó las cejas un par de veces en un gesto pícaro antes de exagerar un suspiro dramático -. Qué lástima que yo no pueda ir allí con mi novio pero claro... - mientras hablaba había sacado un bolígrafo del estuche y había escrito la palabra "París" en el papel -...eso no quiere decir que no pueda pasármelo bien allí, ¿no? Disfrutaré del romance de la soledad - concluyó en tono bromista, luciendo una amplia sonrisa.