Partida Rol por web

¡Uf! Menos mal que tenía hambre. Estar los dos mirando al plato sería demasiado raro.

- En mi cuarto.- respondió el chico acompañándola al piso de arriba.

La habitación de Tezuka estaba como siempre, impoluta, ordenada y con aroma a él. La cama estaba hecha pero sin edredones puestos a pesar de que el frío ya se empezaba a notar por las noches.

- He... cambiado las sábanas. Luego pongo la manta si tienes frío. 

Qué extraño silencio. Ambos en su habitación, solos en casa, sabiendo que dormirían juntos tras hacer dos semanas que ni se vieron.

Era la cuarta vez que entraba en la habitación de Tezuka y aunque casi todas las veces su presencia ahí había ido acompañada de nervios por uno u otro motivo, no tenía nada que ver con aquella vez, en que miraba la cama del chico cohibida, buscando una respuesta inteligente a su comentario o aunque no fuera inteligente, algo que rebajara la tensión que ella por lo menos sentía porque Tezuka parecía relajado.

- Ah, claro, gracias - buscó desesperadamente en su interior algo que añadir y como era común, encontró justo lo que no debería decir para relajar el ambiente -, pero no creo que estando juntos...durmiendo juntos tengamos frío - su yo interior estaba destrozándose la cabeza contra la pared -. Digo...hace calor, ¿no? ¿O soy yo? ¿Vamos a cenar?

"Pero no creo que estando juntos...durmiendo juntos tengamos frío".

Ha dicho de primeras "estando juntos". ¿A qué se refiere?

 "Digo...hace calor, ¿no?"

¿E-E-Eso es una insinuación? ¿O solo coincidencia?

"¿O soy yo?"

Insinuación. Insinuación. ¿Pero y si no lo es? ¿Debería decir algo ocurrente? ¿Ir hacia ella? ¡¡Qué hago!!

"¿Vamos a cenar?"

- Hai.

¡Bien! ¡A eso sí supo qué contestar! Bajaron las escaleras y mientras Yukino esperaba sentada en el salón, Tezuka le llevó la comida con una presencia fabulosa.

- Espero que te guste.

Pronto dejaron el ambiente caldeado de la habitación de Tezuka - o caldeado en su propia imaginación - para ir al salón, donde se quedó sola pensando que era una suerte que Tezuka no reparara en sus lapsus. Espera, ¿o sí estaba reparando en ellos? ¿Y si estaba alucinando colores con lo que Yukino le decía y no sabía qué responder? Seguro que a aquellas alturas estaba pensando que era tan pervertida como Fukiyose y no era verdad. ¡No lo era!

Hizo un puchero para sí. Era un desastre, hiciera lo que hiciera era imposible que se relajara porque su cerebro estaba lleno de dudas, miedos, curiosidad y deseo. Y obviamente eso estaba logrando que quedara en evidencia pero era muy difícil retractarse sobre todo porque eso podría dar lugar a más malos entendidos así que decidió seguir fingiendo que no había dicho nada.

Volvió a sonreír cuando Tezuka llegó, como si un titiritero hubiera tensado los hilos que sujetaban las comisuras de sus labios.

- Tiene muy buena pinta - aquel era un terreno en el que se sabía manejar así que decidió tirar un poco más de la cuerda antes de equivocarse de nuevo -. Pero ya probé tu comida en el restaurante y estaba deliciosa así que estoy segura de que esta vez también... y aunque no lo estuviera tengo demasiada hambre después de hacer tanto deporte. Pero seguro que lo está - se apresuró a añadir tras aquella verborrea, llevándose un poquito de comida a la boca -. Ajá, ¿ves? Delicioso.

No tenía nada de hambre pero debía disimular y no dejar a Yukino comer sola entre palabra y palabra. Así pues pinchó un trozo de carne y se la metió en la boca. Ciertamente le había quedado rico.

- Gracias. - Al contrario que Yukino, si se ponía nervioso le apetecía menos entablar conversación.- ¿Quieres... quieres ver una peli luego? 

¡No sabía de qué hablar! Pero al decir aquello a lo mejor Yukino se pensaba que no quería subir a la habitación.

¿Ver una peli? ¿Era lo que quería? Siguió comiendo para no expresar con la mirada las dudas que la asaltaron. La verdad es que ese día había hecho mucho ejercicio y estaba segura de que en breve le pasaría factura. Si se ponía a ver una película, a pesar de que le apetecía mucho acurrucarse con Tezuka en el sofá, existía la posibilidad de que se durmiera y entonces, ¿no pensaría Tezuka que no quería? ¿Quería? No quería que creyera que no quería. Aquello era un lío.

- Como prefieras, lo que te apetezca está bien - acabó por decir, con un leve encogimiento de hombros al cual había intentado dotar de la mayor calma del mundo.

Le daba igual. No. No le daba igual. Esos debían de ser típicos movimientos femeninos con algún tipo de mensaje cifrado. ¿Pero eso quería decir entonces...? ¿...entonces? ¿ENTONCES QUÉ? 

Como no diga algo pronto se pensará que ni la he escuchado.

Intentó contestar con la mayor tranquilidad posible.

- No. Es lo mismo. Tampoco me apetece mucho. Lo decía por ti.- Bien. Buena salida de aquel embrollo. ¿No?- Si quieres tomar un baño o algo, puedes.

Facepalm interno.

Genial. Realmente genial. Estaba mejor callado.

Vale, empezaba a tener la ligera sospecha de que Tezuka también estaba nervioso. Frunció el ceño al escuchar su última frase, dedicándole una mirada evaluadora mientras intentaba tragar la propia vergüenza nacida tras el comentario de su novio y cuyo significado no creía comprender del todo.

- No, estoy bien...Oye... - movió un poco la silla hasta quedar a su lado y tomarle la mano -...es que si vemos una película quizás me quedo dormida - acabó por decir con una sonrisa -. Y yo no sé que... - se calló, ruborizándose furiosamente, la indiferencia fingida destruida por completo. Bajó la mirada hacia sus manos unidas mientras el tartamudeo y la timidez acudían a su voz-...no sé....no sé...bueno...qué vamos a hacer...no quiero estar dormida...ah...¿estás tan nervioso como yo?

Dejó que Yukino se acercara y le sujetara la mano. Estaba contento de no tener que comer más porque no le cabía por ningún lado. Le sorprendió que al final ella también estuviera nerviosa. Hablar sobre aquel tema era de lo más incómodo.

Le acarició la palma de la mano con el dedo pulgar.

- Hai.- confesó. ¿De qué serviría mentir? ¡Si se le debía de notar!- No había pensado... bueno sí, pero no como algo principal, quiero decir que... si estás cansada, o-o no... simplemente si no quieres o...- aquello era peor que entrenar con Fukiyose. Y en algún lugar de la ciudad, Fukiyose estornudó.- Si quieres dormir yo estaré feliz de dormir contigo.

Se recogió el pelo detrás de la oreja con la mano libre, sintiendo la piel arder bajo las yemas de sus dedos. Claramente estaba tan nerviosa que no sabía cómo Tezuka no lo había notado. quizás porque estaba ahogándose en sus propios nervios como para advertir los de su novia.

Le miró a través de sus pestañas, aún con la cabeza un poco gacha y las mejillas, la nariz y las orejas totalmente sonrosadas.

- No, bueno, es decir, no sé si lo quiero, me da un poco de miedo que duela mucho aunque... - no siguió. Decir que por otra parte deseaba más que besos era demasiado vergonzoso. Se encogió levemente de hombros y con aquel gesto el pelo volvió a deslizarse fuera de la sujeción de su oreja. El rostro le ardía pero en contraste tenía los dedos de las manos muy fríos debido a los nervios -. ¿Qué quieres hacer?

¿Qué quería hacer? Bueno, por una parte estaba claro. Tenía a una chica asombrosa delante, estando a solas en su casa y con la que mantenía una relación seria. Si además se juntaba que hacía más de quince días que no se veían... Pero decirlo claramente sería como obligar en parte a Yukino y no quería nada de eso. 

- Naturalidad.- Y eso era cierto.- Quiero que esto salga lo más natural posible.

Era mucho pedir. Nerviosos estaban un rato y lo estarían en un futuro también.

- Quiero... quiero darte seguridad y protección. Aunque sé que puedes valerte por ti misma. No sé si me explico...- se rascó la barbilla con un dedo, pensativo. Se estaba yendo por las ramas. Yukino no le había preguntado aquello.- Quiero seguirte.

De forma fugaz recordó toda la historia con Mashima y en un momento de absoluta certeza supo que no había estado tan nervioso cuando se suponía que iban a hacerlo. No. Estaba nervioso con ella porque era Yukino. Por algún motivo eso la hizo sentir extrañamente bien mientras escuchaba las palabras de Tezuka, promesas de ternura a medio formular que la envolvían en un cálido abrazo.

Y en un gesto natural, correspondió aquellas palabras con un abrazo físico, eliminando la distancia que los separaba como si con aquello pudiera comprimir la vergüenza hasta hacerla desaparecer. Se quedó así un rato corto hasta que los latidos de su corazón se apaciguaron un poco, momento en que se separó de él y le miró a la cara con un atisbo de duda. alzó la mano derecha entre los dos, a la altura de sus ojos.

- ¿Puedo tocarte? Nada demasiado... - hizo un gesto indeterminado con la mano. Él había prometido seguirla pero ella no sabía qué hacer. ¿Qué tal empezar suave? - , lo prometo.

Era la primera vez que una chica le decía algo así. Había escuchado "barbaridades" cuando era admirado en la época del tenis, pero de ahí a que en plena intimidad Yukino le pidiera aquella petición fue cuanto menos sorprendente. ¿Por qué se sentía presa en aquellos momentos? Pero no era como una cacería de la que huir. Más bien todo lo contrario. 

Al cabo de unos segundos se dio cuenta de que Yukino esperaba una respuesta. 

- Hai.

La verdad es que no sabía si Tezuka la había entendido cuando decía lo de tocarle, esperaba que sí porque si el chico creía que iba a empezar a toquetearle como una fresca es que no sabía que Yukino estaba hecha de una pasta que tendía a escandalizarse con esas cosas.

Su mano avanzó hasta reseguir los labios blandos de Tezuka para luego reseguir la línea de sus hombros. Le había tocado los hombros cuando fueron de vacaciones y el pecho, pero no había sido en un gesto premeditado como aquel. Parecía tan concentrada en aquello que daba hasta risa ver su cara, con la nariz arrugada y los ojos fijos en su mano que en aquel momento se había colado dentro de la camiseta de Tezuka y ascendía hasta sus pectorales. La dejó ahí, sintiendo los latidos acelerados del corazón de Tezuka, acompasados con los suyos.

- Ah...yo... - quería decirle que se sentía consumida por la vergüenza en aquellos momentos, que pedirle que tomara la iniciativa a una mojigata como ella era demasiado puesto que no sabía o no podía seguir. Le faltaba la confianza para hacerlo. Pero en lugar de eso le besó. No supo por qué ni cuando había empezado a acercar su rostro al de él pero se fundió en aquel beso mezcla de pasión y bochorno antes de separarse un poco ofuscada -. Sigue tú.

Decir que estaba recibiendo aquello con tranquilidad habría sido una nueva mentira. Cada movimiento de Yukino le provocaba un escalofrío superior y el aquel beso despertó todos los sentimientos y sensaciones ocultos anteriormente en Tezuka.

"Sigue tú"

No tuvo que oírlo dos veces. Pero allí estaban demasiado a la vista. De alguna manera se sentía con poca intimidad en aquel lugar. Por ello, la besó y mientras lo hacía la levantó en brazos sin esfuerzo. Subió por las escaleras con ella, mirándola a los ojos

Pensar empieza a ser complicado.

Una vez en la intimidad de su habitación, la bajó hasta colocarla de pie. Ella le había tocado debajo de la camiseta, pero no creía que devolver aquel gesto fuera muy caballeroso por su parte. Por lo tanto decidió pasar la mano por su espalda sin darse cuenta de que así tendría acceso fácil al sujetador. Se fundieron en un nuevo beso, apasionado. Muy apasionado. La respiración de ambos se aceleró. Entonces el broche de la espalda de Yukino hizo click.

Aquel fue el comienzo de una noche innolvidable para ambos. 

Cuando los primeros rayos del sol llenaron la estancia, Yukino empezó a despertarse de un sueño. Tezuka estaba detrás de ella, abrazándola, vestido solo con unos calzoncillos.

Vagos recuerdos de la noche anterior habían acudido a la mente de Yukino cuando ésta había empezado a deshacerse de las brumas del sueño. Era extraño pensar en ellos sabiendo que debería sentir vergüenza pero sin que ésta fuera capaz de alcanzarla al rememorar las caricias de Tezuka o cómo por fin se habían amado de aquella forma carnal reservada para los adultos. Al terminar, exhaustos, satisfechos y por su parte muy dolorida, había ido a lavarse un poco, poniéndose el pijama al terminar, y lo siguiente que recordaba era estar despertándose a su lado.

Decir que estaba cansada era poco. Le dolían todos los músculos del cuerpo, incluso algunos que no sabía ni que existían, y no sabía si era por el deporte o por la actividad que habían llevado a cabo durante la noche. Por eso, aunque su cerebro empezaba a aclararse, su cuerpo se negaba a moverse, exigiéndole más horas de descanso. Se desperezó un poco pero ante la tirantez de sus músculos enseguida volvió a quedar acurrucada, con la espalda contra el pecho de Tezuka, emitiendo un quejido adormilado.

Poco a poco las sensaciones y recuerdos de la noche anterior fueron cobrando vida en la memoria de Tezuka. Sentía a Yukino entre sus brazos y ello le evocaba tranquilidad y una felicidad para nada comparable.

Había sido una noche genial. No perfecta desde luego; ambos estaban nerviosos y no sabían qué hacer en determinados momentos. A veces la vergüenza se asomaba a partir de pequeños rubores y en otras ocasiones la confianza era tal que solo existía la complicidad e intimidad. Había sido nuevo, especial, único y totalmente repetible.

Al escuchar el miniquejido de Yukino abrió ligeramente los ojos, encontrándose con su nuca. 

- ¿Estás bien?- le susurró.

Escuchó las palabras de Tezuka acurrucándose más contra él a modo de respuesta. Vagamente se preguntó si estaría asustado por si le había hecho daño. Esperaba que no, pero le gustaba que se preocupara por ella y, como le había dicho la noche anterior, la protegiera.

- Tengo los músculos agarrotados - optó por responder, mucho mejor que decirle que le dolía todo, especialmente...Se giró, hasta quedar con la cara pegada a su pecho -. Y tengo sueño - su voz de dormida daba fe a sus palabras -. ¿Tú estás bien?

Continuó rodeándola con los brazos, depositando un beso en su cabeza, aún con los ojos cerrados y con el cuerpo totalmente relajado.

- Mejor que bien.

Le contestó con plena sinceridad. No quería moverse de aquel lugar. Quería permanecer así toda la mañana, todo el día, todo el año si fuera posible. Yukino era cálida y suave. Su aura desprendía tranquilidad por todos los costados. 

- Te quiero.

Y no era porque hubieran hecho todo aquello la noche anterior. Era por el todo. Porque estar con ella era lo mejor que le había pasado en la vida. Era, para él, la persona perfecta.

Sonrió cuando le respondió que estaba mejor que bien, reparando divertida en que los músculos de la cara no le dolían. Por algo se empezaba. Pasó sus brazos alrededor de su cintura, quedando uno de ellos aplastado entre el cuerpo de Tezuka y la cama, pero no parecía importarle.

- Yo también a ti.

Le dio un beso en el pecho, algo que hacía unas horas le habría provocado oleadas de vergüenza sin fin pero en aquel momento simplemente le causaba un agradable cosquilleo en los labios. Quizás, cuando salieran de aquella burbuja, volvería a sentir vergüenza por cada mínima cosa pero en aquel momento era necesario algo más que un beso para causarle aquel sentimiento.

Lo que sí era cierto es que de algún modo el haberse entregado el uno al otro los había acabado de unir. Cualquier inseguridad que Yukino hubiera podido experimentar se había evaporado aquella noche porque se querían de un modo que había quedado grabado en su piel.

- ¿Qué hora es?