Partida Rol por web

Finalmente llegó el día del estreno de la obra teatral. Tenía lugar dos semanas antes de las vacaciones de verano y era el último momento de relax antes de la avalancha de exámenes. Todos los actores y ayudantes se encontraban entre bastidores. La obra estaba a punto de empezar y Yukino estaba vestida como una Julieta preciosa. El traje lo habían hecho los del club de costura y ciertamente era fabuloso.

En el teatro, el público terminaba de tomar los últimos asientos. ¡Pleno de audiencia! Padres, compañeros, familiares, profesores... todo el mundo había acudido sin querer perderse tan esperada actuación. ¡Qué nervios!

Chica 1:- ¡Cinco minutos para el comienzo chicos!

Parecía estar todo preparado, pero no era así. Cuando Yukino salió ya vestida y arreglada de su zona, se encontró con Tezuka en vaqueros y levantando al chico que se ocupaba de su ropa.

Tezuka:- Te he dicho que no pienso ponerme esa cosa.- obviamente se refería a las mallas.

Chico:- ¡Pero es lo que llevaba Romeo!

Tezuka:- Me niego.

Habían pasado dos semanas desde su cita y los momentos de intimidad habían escaseado. Eso no quería decir que no se hubieran visto, de hecho no hacían otra cosa que verse y hablar aunque no fuera con sus palabras; la obra de teatro les había robado todo su tiempo libre. Tal era así que habían tenido que aplazar lo de quedar para estudiar mientras ensayaban una y otra vez las mismas escenas, sintiendo como el peso de la obra recaía sobre ellos.

Era el día del estreno y Yukino tenía un obvio problema: aún no había decidido qué hacer con el beso. ¿Darlo o no darlo? Lo había ido aplazando y poniéndose nerviosa ante la perspectiva de actuar en público pero seguía con aquel pequeño gran problema pendiente. Sabía que a Tezuka le daba igual y que las chicas de teatro preferían beso pero, ¿qué había de sus preferencias? En aquel momento estaban bastante liadas.

Tampoco es que hubieran mantenido en secreto lo de estar juntos, había pistas para cualquiera que fuera lo bastante observador, o para cualquiera que estuviera con ellos el tiempo suficiente como era el caso de todos los del taller de teatro. No es que fueran inapropiados delante de los demás pero Yukino había pasado a llamar a Tezuka por su nombre y luego estaban sus miradas, que solían buscar al otro incluso cuando no estaban ensayando, correspondiendo el gesto con una sonrisa.

Aquello no era algo que supusiera una preocupación para ella en aquel momento pues andaba tras bambalinas, acomodándose el vestido sin haberse acostumbrado todavía a su forma.

- No puedes ir con vaqueros - comentó al escuchar la conversación, torciendo el gesto -. Sólo quedan cinco minutos, ya deberías estar cambiado - le reprendió con gesto preocupado y distraído mientras seguía acomodándose el vestido.

Aún sujetando en el aire al chico del vestuario, Tezuka miró a Yukno, alucinando con lo guapa que estaba. ¡Si hasta se enrojeció ligeramente! Un par de segundos más tarde bajó al chico, eso sí, de forma inconsciente y sin parar de mirar a la chica.

- Estás...- se limpió un hilillo de sangre que le empezó a salir por la nariz.- ... te queda muy bien.- se rascó la nuca y después comentó con cara de tristeza.- No quiero salir en eso... aprietan y pican... tampoco pasa nada por salir en vaqueros...

- Oi, ¿necesitas un pañuelo? Te sale sangre de la nariz - inocente de ella ni siquiera pensó que aquello pudiera deberse a su aspecto, aunque sí se ruborizó un poco ante el cumplido y le dirigió una tímida sonrisa -. Si sales en vaqueros yo no puedo salir así, Tezuka - otra vez había usado su nombre sin darse cuenta, demasiado azorada por el tema de conversación como para reparar en algo así -, iríamos demasiado diferentes. Aunque quizás yo me puedo poner mi ropa y ya está, los dos normal - comentó con aire pensativo antes de negar con la cabeza y sonreír -. Imposible, las chicas nos matarían. Tendrás que aguantarte, no te creas que este vestido es lo más cómodo del mundo tampoco. Me siento tan rara... Pero en un rato podremos quitárnoslo. Además, si lo hacemos bien apenas se darán cuenta de cómo vestimos.

La penúltima frase de la chica provocó que el chorro de sangre saliera despedido con más fuerza de ambos agujeros de la nariz del chico que pronto se tapó con ambas manos.

- ¡Voy... a cambiarme!

Se fue pitando y en menos de un segundo reapareció vestido como Romeo, gorro con pluma incluido y leotardos ajustados, sumando un moderno detalle en ambos agujeros de la nariz; las manos entrelazadas atrás, algo avergonzado por las pintas.

- Ya...

Yukino, que hasta el momento había seguido más pendiente del vestido que de Tezuka le dirigió una mirada preocupada al ver el nuevo chorro de sangre, pero no tuvo tiempo a decir nada que ya se había marchado, cambiado y vuelto a una velocidad increíble. La mandíbula se le abrió ligeramente por la sorpresa ante tanta prisa, quedándose parada en el sitio por varios segundos antes de sacudir la cabeza con confusión y dar un paso en su dirección con expresión preocupada.

- ¿Seguro que estás bien? Tu nariz...

Tuvo que hacer grandes esfuerzos por centrar su atención en aquello en lugar de en su aspecto porque se hubiera echado a reír. No es que no estuviera guapo, Tezuka siempre lo estaba, pero no era la indumentaria que más le favorecía, más que nada porque el Tezuka casi hosco que se presentaba normalmente ante la gente no cuajaba con aquella imagen tan, por decirlo de alguna manera, refinada.

Se quitó de un tirón los dos algodones de la nariz mientras la veía acercarse. No sería muy difícil actuar teniéndola a ella delante porque en sí iba a actuar. Dejó que ella terminara de acercarse mientras le contestaba:

- Hai. No te preocupes, Yukino. Es solo...- ¡¿Qué le iba a decir?! Mejor dejar pasar el resto de la frase con un beso. Se dobló un poco y la besó. Un beso rápido antes de que nadie pudiera verlos.- Sales primero.

En efecto, ahí apareció una de las chicas, corriendo para tirar de Yukino a escena.

Chica:- ¡Cuatro segundos!

Sus cejas se ondearon con curiosidad, curiosidad que Tezuka se apresuró a silenciar con un rápido beso que le hizo mirar rápidamente a los lados, algo incómoda aunque contenta al fin y al cabo. Le sonrió, avergonzada por su propio gesto de cerciorarse de que estaban solos pero tampoco pudo decir más puesto que una chica de teatro fue a buscarla y los nervios borraron cualquier pregunta o comentario de un plumazo.

¿¡Qué iba a hacer con el beso!? Acababa de sentirse avergonzada porque alguien, alguna amiga de hecho, pudiera verla besándose con Tezuka, ¿cómo narices iba a solucionar aquello ante el público? Piensa Yukino. Pero se le había acabado el tiempo de pensar.

Hizo una profunda inspiración, con los nervios a flor de piel y cuadró los hombros un par de veces antes de adoptar la actitud adecuada para Julieta. Que sea lo que tenga que ser. Y con un paso hacia adelante, sin mirar atrás, se adelantó hasta salir bajo la luz de los focos, en el escenario, observada por una multitud de personas cuyo número exacto prefería seguir ignorando.

El escenario era lo único iluminado, y una mudez total provenía del público. La obra había comenzado y Yukino no pudo empezar mejor. Los versos salían libremente de su boca, recordaba cada gesto, cada participación e incluso las líneas de los demás. Lo cierto es que estaba saliendo de forma fabulosa y tanto esfuerzo había obtenido sus frutos. Incluso cuando salía de escena observaba cómo Tezuka, al principio un poco ridículo, brillaba en el escenario. ¡Todos lo estaban haciendo genial! ¡El público estaba entregado y entusiasmado! Se asutaban cuando debían asustarse, casi ni parpadeaban ante duelos de espadas, en los momentos de tensión ni respiraban... ¿qué ocurriría en el momento culmen de la historia? Ahora mismo lo verían.

Yukino se encontraba en el balcón, pintado y adornado con flores reales. Estaba bastante más alto que en los ensayos y Tezuka empezó el diálogo abajo y empezó a subir hacia el balcón según convenía. Solo apartó una vez la mirada hacia Yukino en dirección al público con la frase "¿Continuaré oyéndola, o le hablo ahora?" y en cuanto llegó a su altura, soltó las frases que precedían al momento del supuesto beso. Miró a Yukino a los ojos, sintiendo que solo estaban ellos:

- Te tomo la palabra. -sujetó sus manos con las suyas, mientras la miraba directamente-  Llámame sólo “amor mío” y seré nuevamente bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser... Romeo!

Todos los actores y actrices se sumaron a la gente que miraba, expectante, lo que iba a suceder.

Casi no podía creerse lo bien que estaba saliendo, tanto que hasta podría haber olvidado la escena del beso. Pero lo cierto es que no, no la había olvidado, sólo que estaba tan centrada espiando cada detalle cuando no estaba en escena, deseando que todo saliera a la perfección mientras movía los labios al son de los versos recitados por los demás, que lo cierto era que tampoco había tenido tiempo para pensar.

Y de repente ahí estaba, observando a Tezuka subir y recordando inevitablemente aquella primera vez. Sabía que a él no le gustaba lo de la mano pero aunque estuviera de acuerdo no hacía falta saber que era una pésima opción; estaban totalmente de perfil al público y no habría forma de disimular el gesto.

Al final tuvo una idea, aunque no estaba muy conforme con ella. Mientras Tezuka llegaba hasta ella un tenue rubor había cubierto sus mejillas sólo de pensarlo aunque de cara al público sólo le daría credibilidad a su papel como Julieta, lo que nadie pudo interpretar como un gesto hecho a propósito fue el modo natural con que llevó su mano izquierda a la oreja, quitando de forma disimulada uno de los clips que mantenía su cabello alejado del rostro. Mantuvo la mano ahí, de modo que nadie pudo notar aquel detalle y así siguió hasta el momento del beso. Yukino empezó a inclinarse hacia Tezuka con el corazón latiéndole a mil por hora como si fuera su primer beso y justo cuando quedaban apenas tres centímetros para que sus labios se unieran movió ligeramente los dedos, permitiendo que el cabello escapara hasta tapar su rostro.

- Incómodo... - susurró antes de juntar sus labios con los de Tezuka y darle un intenso beso que el público nunca podría saber si realmente había tenido lugar o no.

Cuando volvió a separarse el cabello del rostro, sujetándolo tras la oreja, volvía a estar a unos tres centímetros de su rostro y retrocediendo, luciendo un poco avergonzada aunque nada que ver con lo realmente turbada e incómoda que se sentía en realidad.

El público, llevado por la intriga y la emoción, se puso en pie de forma inconsciente intentando encontrar el ángulo adecuado para ver el beso. Lo mismo intentaban todos los que andaban tras el escenario, totalmente intrigados por lo que pudiera estar sucediendo. ¿Y Tezuka? Tezuka era el primer sorprendido y el beso había resulado hasta uno de los más especiales que había tenido. Había sido intenso, secreto y al mismo tiempo público. Sus pulmones movían las mariposas que no paraban de revolotear en su pecho. Cuando se apartaron esos centímetros, llegado el momento en que Tezuka debía bajar de nuevo, la miró, totalmente sorprendido. Y antes de bajar le dijo en el mismo tono susurrante que ella empleó:

- Te quiero.

Segundos después estaba descendiendo para perderse por detrás del escenario, como Yukino debía hacer en cuanto el telón se hubo cerrado.

No pudo controlar su rubor. Daba igual lo que hiciera, podía forzar a su rostro a expresar anhelo y deseo por Romeo pero su piel clara enrojecía por Tezuka y sus palabras. De repente, ahí en aquel falso balcón, se olvidó del público mientras le miraba marchar con una sensación de desasosiego en la boca del estómago. ¡No quería que se marchara! La había dejado con un montón de pensamientos agolpándose en su cerebro y ninguno en su boca.

Esperó impaciente hasta el momento en que se cerró el telón, aunque tuvo que forzarse a bajar lentamente para no hacer ruido, deseando llegar hasta Tezuka, quien al parecer estaba rodeado de los del taller felicitándole por su actuación, felicitaciones que pronto se vieron trasladadas a su persona.

- Gracias - sus ojos buscaron los de Tezuka antes de sonreír, dando una respuesta que los del teatro pensarían que era acerca de sus comentarios de lo bien que les había salido pero que esperaba que tuviera mucho más significado para él -. Yo también... - leve pausa para que él lo entendiera antes de añadir para los demás -...lo pienso - seguía totalmente sonrojada aunque parecía relajada y feliz, lo primero totalmente fingido y lo segundo demasiado cierto como para ocultarlo -. Está quedando genial, al final fue una buena idea hacer esta obra, a la gente le está gustando creo.

Las chicas del teatro no paraban de saltar a la vez entusiasmadas por todo lo que estaba ocurriendo. Renji, ayudante del decorado, se sentía orgulloso de que todo estuviera saliendo a pedir de boca. Tezuka miró a Yukino cada vez que pudo y en respuesta le guiñó un ojo con el máximo disimulo posible.

- ¡El show debe continuar! ¡Go! ¡Go! ¡Go!

Y eso pasó, el show continuó hasta el final y cuando el telón se cerró finalmente, el público estalló en aplausos y más aplausos. ¡Había sido la mejor obra teatral hasta el momento! ¡Qué actores! ¡Qué escenario! ¡Qué guión! ¡Qué pasión, intriga y tragedia!

Como Yukino y Tezuka habían sido los últimos en escena, los demás vinieron corriendo para saludar al público una vez que se abriera de nuevo el telón. Tezuka sujetó de la mano a la chica por un lado y por el otro a Otoya, que había puesto la música al final aunque sin letra. Todo estaba listo para los saludos, pero Yukino se percató de un movimiento en la zona de bastidores. Desde su perspectiva podía ver a una sola persona, encapuchada, dejar un jarrón con flores en una de las mesas. ¿Qué hacía ahí? ¡Nadie tenía permiso para andar por ahí!

A pesar de lo bien que estaba saliendo la trama fue un alivio que el telón cayera con su final y volviera a alzarse para recibir los aplausos entusiastas del público. Para empezar porque les había gustado la obra, con su intriga, su pasión y su dramático final pero además porque toda la tensión y los nervios de actuar en público se habían disipado al culminar la función y ahora saludaba alegre y ya libre del miedo de equivocarse.

Estaba haciendo una inclinación entre sus compañeros de reparto cuando por el rabillo del ojo vio a alguien entre bastidores, alguien no autorizado. Sus cejas de contrajeron con confusión pero tampoco podía marcharse sin más del escenario siendo la protagonista así que esperó el tiempo necesario, dirigiendo miradas de reojo hacia aquella zona.

Cuando por fin empezaron a retirarse ella fue la primera en soltar las manos de sus compañeros y dirigirse hacia ahí, muerta de curiosidad.

Por suerte para Yukino, los saludos terminaron bastante pronto y cuando llegó a la zona donde se encontraba el jarrón con flores, la persona encapuchada acababa de salir por la puerta hacia los pasillos, con caminar tranquilo aparentemente.

Entre las flores había una nota con la letra de Tezuka:

No debo meterme en líos. Pelearse no está bien.

Toda la alegría que sentía se paralizó en el momento en que leyó la nota, sintiendo como palidecía mientras aquellas palabras cobraban significado para ella, un significado que nada tenía que ver con lo escrito. Tezuka tenía razón. Aquello era algo personal para él, no sabía si las flores eran para él o para ella pero estaba claro que fuera quien fuera deseaba que el chico comprendiera el mensaje.

No se esperó a que llegara Tezuka, no dijo nada, simplemente cerró el puño, con la nota arrugándose entre sus dedos y salió corriendo detrás de aquella persona, sujetándose el vestido para que no le entorpeciera la carrera.

La rapidez de reacción fue fundamental para Yukino. Gracias a ello pudo ver la dirección que tomaba el supuesto encapuchado por los desiertos pasillos. ¡Giró a la izquierda! Yukino corrió y ello produjo dos consecuencias: la primera fue acercarse más al encapuchado, pero la segunda fue llamar la atención y alertarle debido al sonido de sus zapatos.

El supuesto ladrón se percató y comenzó a correr también. Cuando llegó a la altura de las escaleras pegó un salto para ganar tiempo. Si Yukino quería alcanzarle debía imitar sus movimentos. ¡¿Podría llegar?!

Los malditos zapatos hacían el suficiente ruido como para levantar ecos por todo el pasillo así que no era de extrañar que el chico misterioso la hubiera escuchado. Maldijo por lo bajo pero no tenía sentido ahora intentar ser más sigilosa de modo que siguió corriendo a pesar del calzado.

Quizás, si lo hubiera pensado un poco, no habría imitado el salto del ladrón con los zapatos pero no tuvo tiempo de pararse a reflexionar de modo que simplemente, haciendo gala de su agilidad, le imitó, sujetándose las faldas del vestido para no enredarse las piernas con la tela. Fue una suerte que lo consiguiera, estaba claro que los entrenamientos con Fukiyose habían dejado sus piernas torneadas y fuertes incluso para aguantar aquello.

Siguió corriendo sin más, forzando sus piernas a ir todo lo deprisa que podían.

Las escaleras dieron paso a un larguísimo pasillo por el que Yukino fue ganándole aún más terreno. ¡Los entrenamientos de Fukiyose eran milagrosos! ¡Si aquello era un chico más alto con piernas más largas, era alucinante que alguien tan pequeño como Yukino pudiera estar dándole alcance!

Sobre la mitad del pasillo, donde había varios bancos donde algunos estudiantes se sentaban en los minutos de descanso, el supuesto ladrón los movió de manera que fueran un obstáculo para Yukino. ¡¿Conseguiría la chica continuar avanzando?! ¡Casi le tenía! ¡CASI!

La idea de obstaculizarla con los bancos hubiera sido buena si no fuera por el valioso tiempo que le hacían perder al ladrón. Se subió el vestido hasta donde permitía la decencia y saltó por encima del primero de los bancos en un gesto tan elegante y limpio que bien le hubiera merecido un aplauso en clase de educación física.

- ¡Detente! ¿¡Por qué haces esto!?