Partida Rol por web

Sin duda fue una auténtica sorpresa - y nada agradable- para Mashima encontrarse justamente ahí con aquella chica. Permaneció recta, elegante a su manera, como una niña bien educada consciente de que tenía mucho más que aportar, al menos con respecto al físico, que la novata que acababa de aparecer ante ellos. Tezuka continuó con las manos en los bolsillos, en su posición normal, aunque si bien dio las gracias a Yukino, provocando que Mashima alzara ambas cejas al comprobar la cercanía con que se hablaban:

- Arigató, Yukino.

Al verse saludada por Kazehaya, Mashima no pudo más que intentar disimular su molestia, si bien no era una gran actriz:

Mashima:- Buenas tardes, Kazehaya-san.

La situación habría resultado bastante incómoda de no ser porque no tardaron mucho en estar acompañados. Una voz familiar llamó a Yukino:

???:- ¡Kazehaya!- se trataba de Fukiyose, que en vez de vestido se había decantado por unos vaqueros cortos oscuros. Detrás de ella toda la familia de ella, hermanas, madre y padre, la seguían.- No esperaba verte aquí.- comentó haciéndose la seria y sorprendida mientras hacía con sus dedos en la cabeza la forma de orejitas de gato.

La hermana pintora de Yui saludó a Mashima, que ahora parecía bastante más cohibida.

Le estaba costando horrores mantener la sonrisa en su sitio viendo el frío recibimiento de Mashima, aunque seguía dispuesta a tragarse sus miedos e incomodidades por Tezuka. Miró a uno y a otro, esperando a que alguien encontrara las palabras para cortar la tensión cuando una voz la llamó.

Fukiyose. Seguramente nunca se había alegrado tanto de verla, de hecho tuvo que aguantar las ganas de correr a abrazarla por interrumpir aquel momento pero eso fue hasta que hizo los signos de conejito. Se ruborizó desde la barbilla a la frente, como si hubieran empezado a llenar su cabeza con zumo de tomate.

- Fukiyose-sempai - a pesar de la vergüenza le dirigió una amplia sonrisa. Se lo dejaría pasar porque seguía demasiado agradecida por su presencia allí. Saludó a toda la familia de su capitana antes de volver a dirigirle una mirada de reojo a Fukiyose, acercándose a ella mientras hablaban con Tezuka para murmurar, alzando levemente los labios por un extremo y sin perder la sonrisa -. No te separes de mí, por favor, Mashima-sempai tiene pinta de querer matarme en cuanto Tezuka se gire.

Las hermanas mayores de Fukiyose hablaban de forma distendida con Tezuka, felicitándole y comentándole lo que había crecido. Los señores Kunimitsu salieron a reunirse con sus amigos de toda la vida, riendo y haciendo comentarios amistosos. Fukiyose permaneció al lado de Yukino, sonriendo y contestándole de igual manera que la chica le había hablado para disimular:

- ¿Qué dices? Si Mashima-san es adorable.- se notaba en ella un tono de ironía bastante acentuado.- Seguro que son imaginaciones tuyas.

Señora Kunimitsu:- ¡Vamos todos al jardín trasero! ¡Hemos preparado una merienda! 

Empezaron todos a entrar en la casa, a excepción de Mashima, que se aferró más al cuadro. Obviamente no se esperaba aquello. La hermana pintora de Yui le preguntó que si no avanzaba:

Mashima:- Ie... en realidad solo pasaba por aquí para felicitarle...

Hermana:- ¿Eso es un cuadro? ¿Por qué no se lo has dado?

Mashima:- No está del todo bien hecho...

Por detrás apareció Ryoma, el primo de Tezuka. Había aumentado en masa muscular y con la camiseta de tirantes que llevaba daba algo de miedo.

Ryoma:- ¡Oi! ¡Tezuka! ¿Ya hay comida?

Tezuka:- Hai.- comentó sin extrañarle la pregunta de su primo.- Vamos. Entrad todos.

Fukiyose tiró de Yukino para el interior. ¡Ni siquiera había felicitado a Tezuka! 

Tezuka:- Vamos, Mashima. Únete.

La petición directa de Tezuka fue suficiente para que ella terminara de  aceptar, algo cohibida y seria, pero como era costumbre en ella, tampoco se notó gran diferencia. 

El jardín estaba preparado con una mesa con comida y bebida, música, una barbacoa y la gente de pie. Como era bastante amplio no había problema y la gente podía charlar en pequeños grupos. Mei y Hayane estaban allí y sonrieron a Yukino.

Vale, aquello iba a ser peor de lo que pensaba porque no se trataba de una fiesta con los amigos de Tezuka, era una fiesta con su familia. Yukino acostumbraba a saber cómo tratar con los adultos pero aquello era ciertamente intimidante, si quiera sabía si conocían su existencia. Además, estaba el hecho de que al parecer Mashima no estaba invitada pero muy a su pesar Tezuka la hizo pasar. Se preguntó si alguien sería capaz de ver a través de su sonrisa y encontrar a la Yukino acobardada que había debajo.

Por suerte, ahí estaban Mei y Hayane, hasta las que se acercó haciéndole un gesto a Fukiyose para que fuera con ella.

- ¡Hola! - el alivio en su expresión era evidente -. Tezuka no me contó nada de esto - añadió mientras el rubor volvía a atacarla -. ¿Podríais...eh...guardar mi regalo en vuestra habitación o en la suya? No quiero que lo abra delante de la gente.

Hayane fue a cogerlo de primeras, encantada, pero Mei al final se le adelantó. Probablemente ahí hubiera algo personal y no estaba segura, pero Hayane podía caer en la tentación de abrirlo mientras lo llevaba a lugar seguro.

- Yo me encargo.- se giró y entró en la casa tras dedicarle una leve sonrisa.

Fukiyose miraba de forma muy fija algo en el fondo. Estaba totalmente concentrada en ello y había permanecido callada y sin escuchar lo que Yukino había hablado. Suerte para ella, porque sino era capaz de soltar algo vergonzoso. A ese tiempo llegó Ryoma hasta ellas, revolviendo el pelo de Hayane que le fulminó con la mirada. 

Ryoma:- ¿Quién es esa?- preguntó mirando hacia Mashima, la misma persona en la que Fukiyose parecía estar concentrada- Es muy guapa. 

Al final la hermana artista llevó a Mashima hasta Tezuka, que en ese momento había dejado de hablar con el señor Fukiyose. La conversación en sí duró poco, hasta que Mashima se vio obligada a cederle el regalo envuelto. Tezuka lo abrió y vocalizó un gracias, haciendo como que lo examinaba detenidamente. Cualquiera podría jurar que Mashima estaba algo sonrojada y avergonzada. 

Fukiyose:- Lo sabía.- murmuró Yui para sí, sin darse cuenta de que estaba acompañada todavía.- Gran jugada. Menuda competencia...

Finalmente Tezuka se alejó de ellas, con el cuadro entre el brazo y su costado, acercándose ahora a Yukino y compañía, aunque realmente solo se dirigió a Kazehaya:

Tezuka:- Oi, ¿y mi regalo?

Agradeció a Mei con una sonrisa que se ocupara del regalo, más aliviada ahora que el peligro había pasado aunque todavía sintiéndose fuera de lugar. Por lo menos parecía que la familia de Tezuka no mostraba interés en ella así que empezó a relajarse al lado de sus amigas, sin mayor intención de moverse de allí hasta la llegada de Ryoma.

- Mashima Yumi, es compañera de clase de Tezuka - le informó tras saludarle.

¿Se acordaba de ella? Lo cierto es que el chico había cambiado mucho en cuestión de meses y aunque podría considerarse atractivo imponía bastante. Por su parte, al contrario que Fukiyose, estaba evitando a toda costa mirar en dirección a Tezuka porque la idea de observarle con la belleza de Mashima no le atraía para nada. Vale, eran amigos pero la chica ya le había dejado claro que no le caía bien de modo que no valía la pena por parte de Yukino intentar congraciarse con ella. Incluso podía considerarse una suerte que Yukino fuera lo bastante buena, indulgente e insegura como para que no intentara poner a Tezuka en contra de Mashima, más sabiendo lo que sabía que había sucedido.

Por desgracia, el comentario de su amiga la hizo mirarla, viendo de nuevo lo guapa que era. Algo se removió en su interior, provocando que una fina línea apareciera en su mente como muestra de lo compungida que estaba. ¿Cómo podía Tezuka siquiera considerarla atractiva cuando semejante belleza le iba detrás? Pero te quiere a ti, se dijo.

- ¿Qué quieres decir? - le preguntó a Fukiyose, apartando la mirada de aquella escena para centrarla en su amiga y distraer sus pensamientos de aquellas ideas que no la favorecían para nada. Y en eso estaba cuando la voz de Tezuka la distrajo. Le miró, con el rubor tiñendo sus mejillas de forma permanente antes de dirigir un rápido vistazo al cuadro. Su regalo no valía un pimiento en comparación, a pesar de que aún no había visto lo que había ilustrado Mashima pero fuera lo que fuera estaba claro que le había dedicado más tiempo y esfuerzo que ella -. Em, Mei-chan se lo ha llevado pero...em...no vale gran cosa - acabó por decir, con un atisbo del azoramiento que sentía reflejándose en sus facciones -. No sabía que era tu cumpleaños, no tuve mucho tiempo - añadió a modo de explicación con un leve encogimiento de hombros, obligando a su sonrisa a permanecer en su rostro. 

Es su día, no le preocupes, se repitió como un mantra. Empezaba a antojársele como una velada difícil. Quería estar con Tezuka para celebrar su cumpleaños pero se sentía tan terriblemente incómoda e incluso fuera de lugar que le estaba costando un poco dejarse llevar por el ambiente festivo. Sólo tengo que seguir esforzándome para que se haga realidad, se animó a sí misma.

Justo cuando Fukiyose abría la boca para informar, tuvo que cerrarla sin pronunciar sonido alguno, fingiendo un bostezo. Empezó a hablar con Ryoma de cosas poco importantes como la universidad, el verano, los helados... al tiempo que Tezuka fruncía el ceño extrañado. Entonces sin previo aviso le sujetó la mano:

- Eso habrá que verlo.

Había notado la inseguridad en Yukino. Ya se conocían desde hacía demasiado tiempo como para adivinar sus pensamientos. Entendía que le molestara la presencia de Mashima allí, pero no podía ser descortés. Tiró de Yukino hacia el interior de la casa y por suerte, nadie a excepción de Fukiyose - que exhibió una sonrisa dulce de comprensión y ternura- se dio cuenta de ello.

Subieron por las escaleras, encontrándose de camino con Mei, que le informó a su hermano, después de que le preguntara, que ese regalo lo había puesto encima de la cama de su habitación, lugar al que el chico se dirigió rápidamente.

Estaban a solas, por fin, desde que volvieran del hotel.

- ¿Dónde está mi regalo?- volvió a preguntar, haciendo algo de teatro, como que no lo veía por ningún lado.

Se dejó llevar, riendo divertida por la reacción de Tezuka mientras le pedía que dejara de tirar de ella de esa manera, aunque obviamente sin tomárselo a malas. Estaba segura de que podía pasárselo bien, más viendo que él estaba feliz e incluso juguetón.

Volvió a reír cuando, una vez en su habitación, el chico hizo como que no veía el regalo de modo que esta vez tuvo que tirar ella de él hasta la cama, poniéndole la caja en las manos.

- ¡No, espera! - le cortó viendo que empezaba a desenvolver el papel. De repente estaba nerviosa y sonrojada pero de un modo distinto al de antes. Le daba demasiada vergüenza exponerse a él de aquella manera de forma directa. Sin decir nada sacó el móvil y envió el vídeo al móvil de Tezuka, dirigiéndole de vez en cuando miradas de reojo y sonrisas tímidas -. Vale, ahora ya está todo tu regalo - anunció cuando el móvil del chico sonó, anunciando que había recibido el vídeo -. Pero yo salgo fuera, no quiero ni verlo - estaba claro por la cara de vergüenza suprema que ponía que no quería estar presente mientras Tezuka fuera descubriendo uno a uno sus sentimientos expuesto de aquel modo -. Te espero justo fuera de tu habitación.

Y antes de que pudiera pararla se escabulló de ahí, apoyándose en la puerta y con el corazón latiéndole a mil por hora.

Extrañado y divertido, Tezuka escuchó sin mover ni un dedo las palabras de Yukino, y continuó callado e inmóvil hasta que ella hubo salido de la habitación. La última visión que tuvo Yukino del chico fue una sonrisa divertida.

Y la primera visión que tuvo Yukino cuando la puerta se abrió de nuevo, fue un chico algo sonrojado, con los ojos algo bañados en lágrimas y una sonrisa dulce. Se arrodilló en el pasillo, junto a ella, y la abrazó con fuerza.

- Arigató... Yukino. Por aparecer en mi vida.- le susurró.- Y por elegirme.

Se estaba poniendo cada vez más nerviosa esperando ahí fuera y aunque por un lado agradecía que la puerta no dejara escapar ningún ruido - no soportaría escucharse cantar - lo cierto es que tampoco tenía ninguna pista de cómo iban las cosas. Quizás debería haberle explicado qué quería decir todo lo que había en la caja, tal vez en ese momento estaba pensando que por qué narices Yukino le había regalado un montón de basura sin sentido.

Se estaba trenzando un mechón de pelo, sin saber si debería entrar cuando la puerta se abrió, haciendo que perdiera ligeramente el equilibrio hacia atrás. No tuvo tiempo de alzar la mirada para ver la expresión de Tezuka cuando éste la abrazó con pintas de estar a punto de echarse a llorar.

Durante un momento se quedó tan petrificada que no pudo corresponderle pero finalmente le dio un buen abrazo para después tomarle la cara entre sus manos y mirarle fijamente, un poco preocupada.

- Sabes, creo que prefería que te rieras por mi cara de vergüenza del vídeo - musitó, insinuando una sonrisa insegura. En realidad parecía que el problema es que le había gustado demasiado, eso no se lo esperaba. Se acercó a él para depositar un suave beso en sus labios y cuando se separó parecía simplemente feliz, tranquila, sin inseguridades ni timidez -. Feliz cumpleaños, Tezuka.

Sonrió con dulzura. La verdad era que la cara de Yukino le había parecido simplemente adorable. Dejó que lo besara, la besó de nuevo, y volvió a sonreír ante la felicitación, antes de hacerle una caricia en la mejilla y la volvió a besar. 

Pero esos momentos no iban a durar siempre, claro estaba. Era el cumpleaños de Tezuka y el rey de la fiesta no estaba en ella. Cuando se escuchó a alguien carraspear, y ambos se separaron, Fukiyose estaba apoyada de lado en la pared del pasillo, mesándose las puntas del pelo, mientras sonreía de forma "inocente" si bien de inocente no había nada.

Fukiyose:- Te están buscando, Tezuka. Pero si queréis puedo decir que estáis ocupados...

Lejos de alejarse, Tezuka permaneció completamente pegado a Yukino:

Tezuka:- Estaría bien, sí. 

Una parte consciente de su mente registró el hecho de que no debería seguir sentada en el suelo con el vestido puesto que se lo iba a arrugar y/o ensuciar, pero era una parte tan pequeña que la que restaba siguió disfrutando del beso y de la proximidad de Tezuka como aquella noche en la azotea del hotel.

Y así estaba, perdida en sus labios, cuando un carraspeo logró devolverla a la realidad. Se quedó mirando a Fukiyose, parpadeando en un intento fallido de adoptar la indiferencia de Tezuka pero obviamente su rostro traicionó sus sentimientos. Intentó separarse un poco pero lo cierto era que el chico la abrazaba con tanta fuerza que no tenía espacio de maniobra.

- Ne, Tezuka, Fukiyose-sempai tiene razón, deberíamos bajar - comentó con voz suave antes de dirigir la mirada hacia Fukiyose. Entrecerró ligeramente los ojos en su dirección con una mirada suspicaz -. No volverás a hacer lo de las orejitas, ¿no? Porque estoy segura de que Tezuka tiene pegamento y te puedo pegar los dedos...y ya no podrás machacarme al tenis.

Al tiempo que Tezuka, a regañadientes, se apartaba y se despeinaba un poco más el pelo, Fukiyose alzó ambas cejas ante el comentario de la más joven. De forma teatral se señaló:

- ¿Yo? ¿Pero por quién me has tomado, Kazehaya-san?- Y antes siquiera de que pudieran siquiera coger aire para responder, dijo muy rápido antes de dejar una estela de polvo tras de sí al tiempo que hacía dos veces a cámara super rápida los movimientos de las orejitas:- ¡Orejas-de-gato-nyah!

Tezuka, que ayudaba a Yukino a levantarse, estaba asombrado:

Tezuka:- Cada día está peor... y tú estás muy guapa hoy. 

Le arregló un poco el pelo, pues se lo había despeinado momentos antes y se encaminó abajo junto a Yukino.

La ráfaga de viento dejada por Fukiyose le echó el pelo hacia atrás, aunque sólo tuvo tiempo de soltar un "eh" de falsa indignación antes de asentir a las primeras palabras de Tezuka y observarle con timidez ante las segundas, sin saber muy bien cómo corresponder al cumplido sobre su atractivo.

- Tú siempre estás guapo - dijo al fin, recordando la tarde anterior en que inevitablemente le había estado observando entrenar.

Se dejó arreglar el pelo como una niña pequeño aunque haciendo lo mismo con el de él, más por el placer de tocarlo que porque realmente estuviera despeinado. Y, finalmente, mucho más dispuesta a enfrentarse a la multitud de abajo, se dirigió hacia ahí con Tezuka.

Lo cierto es que no lo pasaron mal. Todos fueron presentados entre sí. A Yukino ya la conocían las hermanas de Fukiyose por lo que quedó más como una amiga de ellos que como la novia de Tezuka. Y más o menos pasó lo mismo con Mashima. Hablaron en pequeños grupos, comieron y rieron hasta ya entrada la noche, momento en que se fueron yendo y Tezuka decidió acompañara a Yukino a casa.

Sujetos de la mano en medio de una noche de verano estrellada, caminaron por las desiertas y tranquilas calles de la ciudad. Hablaron, rieron y sobretodo disfrutaron del momento. 

Una vez llegaron al portal de la chica, Tezuka le dio un beso de despedida y se la quedó mirando. Lo cierto es que no quería despedirse. Cada rato que pasaba con Yukino se le pasaba como si fueran segundos y la mera separación le provocaba una sensación de desamparo desconocida con anterioridad.

- Oi... estaba pensando... que quizás estaría bien si un día... durmiéramos juntos.- dormir, no dormir, lo que surgiera. Lo cierto es que él simplemente estaba pensando en no separarse de ella y sentirla a su lado al despertar.- Creo que no ronco como Renji-kun.

Al final la velada fue un éxito, a pesar de que se pasó unos cuantos minutos persiguiendo a Fukiyose discretamente pero se lo pasó genial. Estuvo hablando con Mei, riendo con Hayane, dejándose tomar el pelo por Fukiyose y sobre todo, intercambiando miradas con Tezuka. No es que todas sus inseguridades se hubieran disipado al llegar ahí pero si algo tenía claro era que a pesar de sus defectos, Tezuka la quería tanto como ella a él y eso tendría que ser suficiente para su autoestima.

Cuando la reunión se fue disipando, Tezuka se ofreció para acompañarla, charlando de forma distendida por las poco iluminadas calles de la ciudad, disfrutando del cielo estrellado y de la agradable brisa que disipaba el calor húmedo de los meses estivales. Vagamente se dijo que tendría que decirle a su padre en cuanto pudiera que tenía novio, estaba claro que empezaba a ser algo demasiado obvio. Sólo esperaba que no creyera necesario darle la charla, su abuela ya lo había hecho hacía un año y había sido cuanto menos bochornosa.

Se despidieron con un beso, aunque ninguno de los dos dio el paso que los separaría hasta el día siguiente. En su lugar siguieron mirándose, sonriendo como los tontos enamorados que eran.

- Oh...ah... - dijo un poco sorprendida. Dormir juntos...Vaya. Es decir, ¡vaya! En realidad tenía que ser turbador pero sumamente agradable. ¿Cómo sería dormir con Tezuka? Sólo había dormido con su hermano cuando él tenía miedo. Mentira, cuando ella tenía miedo -. Sería...genial - acabó por decir con una tímida sonrisa -. Aunque no sé si a mi padre le parecería demasiado bien, en realidad no le hace mucha gracia que vaya con chicos - puso los ojos en blanco, recordando cuán suspicaz se había puesto cuando a principio de curso había ido al karaoke.

Siempre podía decir que se iba a dormir a casa de Hayane y Mei pero, ¿los padres de Tezuka le dejarían? Además, ¿mentir por alusión no era mentir igualmente? Le parecía que ya lo había hecho muchas veces últimamente y que le debía un poco de sinceridad.

Pareció agradecido y feliz por la respuesta de Yukino aunque no pudo evitar alzar las cejas, algo asombrado por el comentario acerca del padre. Obviamente él no había pensando en comunicarlo ni en casa ni en ningún sitio, pero al parecer, Yukino pensaba todo lo contrario. ¿Cómo se iba a tomar bien el padre de Yukino que fuera a dormir con un chico? 

- No contaba con que fuera a saberlo tu padre.- admitió. No la estaba incitando a mentir ni nada por el estilo, pero creía que mantener la intimidad aparte de la familia tampoco era mentir.- Pero bueno, si lo ves así... ya me dirás si te deja.

Era cierto que Yukino era más joven que él y que al ser una chica quizás la tuvieran más vigilada o protegida, y esas cosas se le olvidaban porque él tenía libertad para hacer todo aquello. Tendría entonces que esperar al "no" del señor Kazehaya para terminar de convencerse de que aquello no pasaría en bastante tiempo. Le puso una mano en la cabeza y le dio las buenas noches:

- Buenas noches, chibi-chan.- bromeó.

- ¿Y dónde pensabas dormir? - preguntó con curiosidad. Frunció un poco el ceño cuando adivinó por su actitud que el chico esperaba un no por respuesta -. Mi padre es muy protector conmigo desde que murió mi madre - explicó torciendo el gesto. Lo cierto es que ella se hacía responsable de su familia más que su padre -excepto por el factor económico, por supuesto - y tal vez en parte por eso su padre había generado una especie de dependencia hacia Yukino y no le gustaba la idea de que un chico la alejara de él -. Si se entera de que le he estado ocultando que tengo novio no le va a gustar y de eso se va a enterar tarde o temprano de modo que si no quiero que me trate como a una niña a la que puede prohibir este tipo de cosas es mejor afrontarlo de cara y como una adulta - concluyó, mostrando su lado maduro y práctico. Le sacó la lengua cuando le dijo chibi-chan, aún pensando en la conversación pendiente con su padre. Definitivamente iba a dormir con Tezuka -. Buenas noches, cumpleañero.

A la mañana siguiente, cuando Yukino bajó a desayunar se encontró con su padre haciendo lo mismo al tiempo que leía unas notas escritas a mano. Sonrió a su hija y le indicó que tenía preparado el desayuno:

- Buenos días, Yukino. ¿Qué tal? 

El titular del periódico que descansaba sobre la mesa era bastante llamativo:

" El ladrón de la ciudad continúa sus andanzas"

El anónimo ladrón que lleva meses provocando el caos y la incertidumbre en la ciudad ha vuelto a actuar. Probablemente aburrido de no ser pillado por la policía, el anónimo ladrón ha aumentado la dificultad de sus hurtos, llevándolos a un nivel bastante más preocupante: el allanamiento de morada.

Eso es. Después de un breve descanso durante el verano en el que las aguas se habían calmado, la sombra que todos buscan y nadie encuentra ha vuelto a actuar, internándose ahora en casa de una familia pobre en las afueras, llevándose los pocos utensilios de valor y dejando tras de sí una nota en la que comunicaba su decisión por no abandonar sus actos delictivos y dirigiéndose directamente a la policía como una "panda de incompetentes".

Se estaba sirviendo cereales con leche de forma distraída, pensando nerviosa en cómo decirle a su padre lo de Tezuka cuando las llamativas letras atrajeron su atención de forma irremediable. Siguió leyendo mientras su expresión pasaba de sorprendida a ceñuda al ver como el ladrón, fuera quien fuera, se volvía cada vez más atrevido y transgresor.

- ¿Os sirvió algo de lo que os dije? - preguntó, distraída de forma momentánea mientras hundía la cuchara en el tazón y la sacaba rebosante de leche y cereales -. Ah, papá, quería hablar contigo... - ahora o nunca. Podía inventarse cualquier excusa y salir por la tangente, hacer como decía Tezuka y mantener a sus padres al margen pero su conciencia de niña buena y los profundos lazos familiares que la unían a su padre y a su hermano le dijeron que no era lo correcto. Se ruborizó de forma delatadora pero parecía tranquila al hablar con él -. Estoy saliendo con un chico, Kunimitsu Tezuka, el hermano de Mei y Hayane - su tono de voz había surgido calmado y casi tan maduro como su padre podría esperar. No soy una niña pequeño, soy adulta y tomo mis propias decisiones, pensó con decisión -. Me ha invitado a dormir en su casa - bueno, eso no lo sabía porque se había escapado sin darle respuesta pero esperaba que fuera así -, no te importa, ¿verdad?

Siguió comiendo cereales como si tal cosa aunque el corazón le latía a mil por hora por haber revelado todo aquello a su padre. Era horriblemente similar a cuando su abuela le preguntó si ya había mantenido relaciones sexuales y le dio la charla. Aquello sería mucho más fácil de tratar con ella. Pero por el amor de dios que estaban en pleno siglo XXI y esperaba que su padre fuera comprensivo porque sino, bueno, tal vez tendría que hacerlo de escondidas, por más poco que le gustara.