Partida Rol por web

Subes hasta el muro viendo como la nube de polvo que se produjo al caer el muro ha desaparecido dejando un macabro espectáculo. Los cuerpos mutilados en agonizantes posturas yacen en la teñida arena de sangre, mientras los últimos supervivientes se protegen valerosamente en la entrada de una cueva comprendes que sus días han llegado a su fin. No puedes hacer nada por ellos ni por tus compañeros. 

Depronto una flecha roja como la sangre pasa a tu lado con un silvido de muerte. Maldición, exclamas irritado. Mientras contemplabas el campo de batalla, un grupo de nómadas con arcos te acorrala a un lado y otro del muro. No puedes continuar y no puedes volver. Te agachas cubriéndote detrás de un barril contra la pared maldiciendo este día, que sin duda, será el fin para todos. 

Vuelves a pasar por el mismo sitio otra vez, maldices estos túneles y decides tomar otro camino. Al cabo de un rato vislumbras un destello, la luz del día se refleja en las paredes y corres hacia ella. El aire caliente te golpea en la cara y ves el cielo, el azul cielo del valle con la ciudad a tus pies.

Te das cuenta que has salido por una de las aberturas de las paredes por encima del palacio. El patio del palacio se ha teñido de rojo y muerte. Mires donde mires hay aldeanos pudriéndose al sol, unos despellejados, otros han tenido más suerte y solo les falta la cabeza. A tus piés un grupo de nómadas se afanan en entrar en una cueva, pero los pocos aldeanos que quedan resisten valientemente, sinduda es por donde entraste. Tus compañeros no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir, ates o después las fuerzas les fallarán y serán degollados o peor, mutilados y desangrados como animales.

Aunque la vida de un esclavo no es fácil y has visto muchas injusticias, sientes su pérdida. Tu mente vaga por los recuerdos de aquellos valientes que continuan luchando  intentando recordar sus caras cuando una brillante punta de flecha se posa en tu mejilla. Lentamente te das la vuelta y compruebas que cuatro nómadas te apuntan con sus arcos, mientras otros dos, espadas en mano, se acercan con cautela. Por detrás ves como un enjambre de antorchas circulan por los túneles.

Sin duda este es el fin, para todos.   

Observo la situacion para hacerme una idea de lo que me expera. Agarro mi bolsa personal y saco el garfio con la cuerda. Puede que todavia haya una opcion...

 -“Por la gloria guerreros, hasta el final!”-.grito lanzándome con mi hacha en cuanto ya no resistan las filas. Parece que no volveré a ver a mis hermanas ni a mi pueblo, pienso antes de lanzarme al combate…

Los pensamientos se cruzan por la mente de Sierpes mezclados con el dolor de su mejilla ¿Ahora que pasaria?; ¿Volveria a ser un esclavo?¿Le matarian sin más? Cualquier final le resultaba negativo pero el instinto de preservación se impuso. El no era un heroe como otros del grupo. Lentamente fue bajando su hacha .-Me rindo-. Le dijo a los nomadas

No te culpas por elegir esa opción, la supervivencia es un instinto. Ves como los nómadas hablan entre sí en un dialecto que no conoces. Te extraña que ya no sean tan ofensivos y más te extraña aún que bajen sus arcos por completo, pero, lo más raro es que las flechas que portan no son rojas.

Levantas la vista hacia ellos en un atisbo de comprensión cuando el retumbe del sonido de un cuerno restalla por las paredes del valle. Una oleada de soldados entran a galope mientras gritos de guerra acompañan al cuerno. Ahora lo comprendes todo, son los nómadas que senera fué a buscar.

Delante de la primera línea puedes ver a una figura femenina alzando la voz que resuena en el valle.

Por tu cabeza pasan rápidamente las imágenes de tu familia, tu hogar y piensas desilusionadamente que nunca podrás recuperar lo que te pertenece. La afilada punta de una lanza te hace reaccionar antes de alcanzarte el rostro agachándote y propinando un barrido con el hacha alejando la distancia del enemigo.

La breve frase de aliento es acogida de buena gana y la carga seguida por todos. La valentía es una cualidad noble y estos hombres hacen gala de ella, es una pena que terminen aquí. El cansancio no dejó lugar a dudas que en poco tiempo todo se acabaría. Haces un movimiento descendente partiendo la cabeza de uno a la mitad, el hacha parece pesar tres veces más y te cuesta sacarla precipitadamente para desviar el ataque de otro. Las filas se han roto y cada uno lucha desesperadamente por su vida. Durante un momento la batalla se detiene ante el bramido de un cuerno que atraviesa los túneles de la montaña y llega hasta el valle. El zumbido característico de unos cinco arcos al disparar por la espalda te hace sonreir, ya no sentirás nada, todo acabó.

El zumbido pasa a tu lado clavándose en los nómadas, otra ráfaga de flechas hace hueco entre las filas dejando la entrada despejada permitiendo al sol entrar de nuevo. Hombres, nómadas corren desde el interior del tunel hacia la salida cantando el tañido del acero. Sales al patio donde se concentra la batalla, tu vista pronto se fija en una mujer que alza la voz por encima de la batalla.  

Estas dispuesto a intentar otra opción, sacas la cuerda y el garfio calculando la distancia cuando una flecha atraviesa el barril rasgando el hombro. Otra flecha más destroza la madera de tu cobertura dejándote al descubierto. La sangre se te hiela, los arqueros ven tu precaria posición, sin cobertura en lo alto de un muro de cinco metros, un blanco fácil. Poco a poco te levantas y de una patada los restos del barril se estrellan contra el suelo. No puedes escapar ni ocultarte, eres un ratón atrapado en una caja. El arquero tensa poco a poco el arco, crees que han apostado si te daría en la cabeza.

El roce de la roja madera de la flecha contra el arco de hueso produce un escalofrío en tu columna. Cierras los ojos resignándote al final y oyes tu propia respiración. Te preguntas si ya estarás muerto cuando el sonido de un cuerno retumba en el valle. Los gritos de guerra se apoderan del patio, pero por encima de ellos se alza una voz femenina.   

Comprendes que esto no puede seguir así. La formación se ha roto y cada uno lucha por su vida en un intento de supervivencia. Las garras chorrean sangre, la sangre de hombres empapada en el metal.

No hay salvación posible, piensas mientras le atraviesas a uno la garganta con las garras, el cansancio es fuerte y no podrás aguantar mucho más. Desvias una espada con el guante derecho mientras el izquierdo se hunde en su pecho. 

Maldición, la espada se ha travado impidiendo moverte, esquivas hincando una rodilla en el suelo un ataque intentando desatascar las garras. Pero es imposible el ángulo de la espada enemiga no deja dudas, partirá tu cabeza en dos, ya no sientes ninguna gana de luchar, solo esperas que sea rápido.

Un zumbido pasa al lado de tu oreja clavándose en el estómago del nomada que suelta la espada agarrándose al ástil que le sobresale de la túnica. Una lluvia de flechas hace hueco entre las filas de los nómadas dejando entrar la luz del sol y el bramido de un cuerno resonando por toda la caverna.

Un grupo de hombres corre hacia la salida con renovado espíritu de lucha junto a nómadas salidos de dentro de la caverna. Ves a Sigfried saliendo al exterior y sigues sus pasos a tiempo de ver una batalla campal en el patio del palacio donde una mujer se hace notar por encima de los demás.   

Senera entró a galope al palacio, la desteza en el manejo del arco era magistral. Su cintura se giraba y doblaba para obtener el mejor ángulo de tiro. En el centro del patio un círculo de soldados fieles rodeaban a su líder mientras la guerrera aguijoneaba con su arco las mermadas filas. -Zalab Albashid, lucha como un verdadero líder o serás encadenado y ejecutado de acuerdo a las leyes nómadas.-

Sonrío al escuchar la voz de la líder de estos valerosos
hombres, retomando las fuerzas y volviendo a luchar abriéndome paso hasta
llegar a la plaza para ver que es lo que ocurre…

Pasada la tension inicial y el subidon de adrenalina solo le queda el dolor de la flecha .-Que alguien me quite esto. Por favor-. Se apoya en la pared de la cueva un poco mareado

En el centro y formando un círculo se hayan las fuerzas de Zalab Albashid. Las tropas nómadas intentan acceder al círculo ropinedo su formación pero es imposible. Parece que la batalla ha llegado a un punto muerto.

Senera te reconoce y cabalga hacia tí.-Gracias Siegfried por todo lo que has echo, has demostrado ser un líder digno, aunque lamento no haber llegado antes.- 

Los nómadas te conducen hacia la salida. los restos de cuerpos de aldeanos se mezclan con el de los nomadas. Ves a Auderico y Tony como se reunen contigo alegres de verte a salvo. 

Salís al patio donde Siegfried y Senera hablan.  

-Estoy contenta de que hayais sobrevivido, aunque..-dice mirando hacia el círculo de escudos y lanzas formado por los nómadas.-parece que va a llevar más tiempo del deseado.- 

Al final, volveis a estar todos reunidos, un respiro en la batalla os deja un momento de reflexión.

Parece que las hordas nomadas están acabadas pero nunca se debe bajar la guardia en una batalla. 

Me levante un tanto trastocado. Crei que moriria, pero el destino dio un giro que posiblemente me habia salvado. Vi a Serena y sus hombres acabar con la revuelta y capturar al hechicero, y todo ello como si ese tio no fuese muy poderoso. Sin duda Serena se guardaba algun truco bajo la manga.

-Bueno, parece que si cumpiste tu parte del trato- Dije mirando a Serena fijamente- Por una vez, creo que me alegro de verte.

Esboce una sonrisa torcida al recordar que habia abandonado a los guerrilleros y ella sin embargo habia cumplido.

Quizas no era tan profesional como creia... Sentimientos que no deberia tener habian hecho que fuese directo a mi muerte. No volveria a pasar. Sin hacer caso de los muertos y heridos, pregute sin verguenza alguna.

-Bueno, es hora de que nos digas donde encontrar ese tesoro que prometias.

Mire en redondo para ver si alguno del grupo habia caido en la batalla. Asi seriamos menos a repartir...

-“También estoy contento de verte a ti a tu ejercito, nos han salvado
la vida-codeo a Dark despacio- la
batalla aun no termina, su formación es fuerte, quizás si tuviésemos fuego o
algo que rompiese sus defensas, mi estrategia era buena causando las mínimas
heridas, el estiércol infectaba la parte afectada, peros sus defensas fueron
mejores que las armas que pudimos forjar, si hubiese alguna forma de abrir sus
defensas, podríamos lanzar una ola de flechas mas al menos”-

-Las defensas están bien constituidas con esos escudos sobrepuestos uno encima del otro, tardaríamos mucho en abrir una brecha y perderíamos muchos hom....-

Antes de terminar la última palbra un temblor sacude la tierra, delante de los escudos aparece la criatura de arena y piedra avanzando hacia vosotros. Al parecer os ha detectado como líderes y busca vuestro exterminio.

-Un elemental de tierra.-Senera hace recular al caballo.-Así es como dominaba mediante el miedo a las demás tribus.-

Detrás del elemental a un grito unísono, el resto de tropas deshacen su impenetrable escudo y cargan. Al parecer la batalla llegará a su fin y será reñida.