Partida Rol por web

Ves como los defensores caen intentando cortar los garfios que intentan derribar el muro de defensa.

Las flechas rojas de lo nómadas no tienen piedad y los aldeanos están indecisos, Ves a Sierpes como Habla con los hombres mientras descarga flechas y corta cuerdas, sin duda intentando subir la moral, pero los aldeanos son dominados por el pánico y huyen de la posición.

Todos los que pueden abandonan el muro evitando el foso y callejeando para llegar hasta el palacio. Al Ashad debe de estar gozando la batalla, sus hombres nisiquiera han echo amago de perseguir a los defensores, al contrario, avanzan despacio, pisando firme. Sin duda para él, esto es un juego.  

Las tropas de Zalab - Albashid se comportan de manera extraña, no persiguen a los defensores que huyen sino que vuelven al grueso principal del ejercito y avanzan lentamente.

Parece ser como una burla de que es tan poderoso, que puede aplastaros cuando quiera.

Viendo que no duraran mucho mas, busco entre las ruinas algun trozo de papel con la esperanza de poder escribir en el un mensaje a Sierpes.

Al bajar y ver pasar los campesinos huyendo, me asomo a la ventana y les grito que vuelvan a la muralla o yo mismo les matare. Esperando que eso les disuadiese sigo buscando el papel y algo para escribir en el, un carboncillo de algun mueble quemado tambien valdria.

Justo cuando acabas de decirles que vuelvan y ocupen sus posiciones el muro es derribado por los jinetes nómadas. Las tropas empiezan su entrada triunfalmente, como si ya hubieran ganado y fuera el desfile de conmemoración.

Escribo rapidamente "Aqui, azotea" mientras subo corriendo a la azotea para contemplar la maltrecha muralla.

Al llegar arriba busco a Siegfried para lanzarle la tablilla cerca de donde este.

Veis como Darksneider os lanza una tabla desde la azotea de un edificio colindante a palacio, uno de los aldeanos os la acerca. en ella pone: Aquí, azotea.

Dark: Ves como los aldeanos llevan el trozo de tabla a Sigfried y Sierpes está con él. sin duda entre tanta gente era dificil encontrarle. 

Mientras las tropas nómadas avanzan hacia el foso.

Desde lo alto del edificio agito los brazos para que me vean. Paso la mano degollandome el cuello y señalo al "Caudillo" (o donde creo verle) de los nomadas. Me agacho denuevo, dejando ver solo la cabeza para ver si me contestan y han recibido el mensaje.

Busco a los tiradores y doy la orden de disparar al caudillo
en cuanto lo vean, que todos concentren el fuego el, tomo la tabla que me dan y
escribo “entendido” para luego darla y que vuelva a Dark…

.-Espero que las estrategias del noble den mejores resultados que mi escarazmuza en la entrada al valle. Si flaquean de la misma manera los aldeanos huire dejandolos a todos tirados-. Sierpes se fija en el caudillo y se prepara con su arco

Zalab -Albashid penetra en la ciudad sentado en un trono adornado con una tela para protegerle del sol. Su ejército ha llegado hasta el foso. Donde antes había estacas ahora solo hay arena, el foso ha sido tapado por completo y las tropas caminan por encima como si nunca hubiera existido.

Su malvada risa llega hasta vosotros.

-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, míseros mortales habeis osado desafiarme. Os felicito. JAJAJAJAJAJA.-Sentado en su trono continúa.-Yo soy Zaleb Albashid, líder de las tribus nómadas del este y representante de Jag´Mat en este mundo....¡¡OBEDECEDME, RENDIOS AHORA Y VIVID O.... RESISTIROS Y MORID!!.-

Los aldeanos están indecisos, después de todo nadie vendrá a ayudarles, solo les queda la vida. 

Mientras sigo agazapado, me fundo con la piedra de la azotea y espero a que el "trono" se pare. Evaluo la posicion de sus lugartenientes, seguramente fuesen facilmente reconocibles y memorizo el numero de ellos. Ese seria mi objetivo principal de als escaramuzas.

El lider comienza a dar un discurso un tanto desmoralizante. Si psicologicamente no mantenemos a los aldeanos, habremos perdido antes de empezar siquiera la batalla.

Almenos mi grupo de "guerrilla" no podra escucharle desde el desvencijado sotano

Deslice el arco melnibones de mi espalda y cargue una flecha. Me quede apuntando mientras esperaba a ver la reaccion de mis compañeros, no dejaria que ganase la puya verbal, si las cosas iban mal le meteria una flecha entre los ojos.

Alzo la voz para que me escuchen los aldeanos y también el
caudillo enemigo:

-“Acaso la espada
envainada y tu trono te da poder? Que clase de rey guerrero viene en su trono a
la batalla y no lidera a los suyos en el frente o las defensas, las palabras
intimidantes solo son para afianzar tu debilidad, pero aquí te recibiremos para
combatir con todas nuestras fuerzas, no es así?”- levanto el hacha…

.-¡Siii!-. Sierpes levanta el arco respondiendo al discurso de Siegfried

-Locos, mi poder es mucho mayor de lo que podais imaginar. Jag´Mat el destructor no necesita afianzar sus palabras al igual que yo no necesito desenvainar la espada para ganar esta batalla.-Zalab se levanta de su trono y chasquea los dedos.-Solo este gesto sería suficiente para acabar vuestra pequeña revuelta.- 

-“Pues ya chasqueaste
tus dedos y aun estamos aquí parados, eso demuestra la gran mentira que tu dios
es y una persona así solo merece la muerte y ella misma caerá con la forma de
las armas de todos los aquí presentes”-

La situación está tensa, tanto los aldeanos como las tropas de Zaleb esperan que uno de los dos líderes se alze sobre el otro.

-!NECIO¡-La ira del caudillo del desierto era palpable.- Enviarás a tus hombres a la muerte por tu orgullo.-Zaleb alza los brazos para que todos, amigos y enemigos le presten atención. -Hombres del oasis escuchadme. ¿Seguireis a este loco hacia vuestro final?.

La muchedumbre murmura en voz baja esperando.

-“Aldeanos seguirán
escuchando a este ser o acaso pelearan por su libertad?!”-

Viendo que la cosa estaba muy igualada, antes de que pudiese rebatir a mi compañero y cambiar la opinion de los campesinos solte la flecha.

La flecha perecia algo defectuosa, pero volo hacia su objetivo.

Acto seguido cargue otra flecha en el arco y me prepare para abrir fuego contra los lugartenientes.

La flecha sobrevuela las cabezas de los nómadas en dirección a su blanco, parecía que no iba a impactar desviándose de su trayectoria pero en el último momento la flecha se clava en una cortina de arena a escasos centímetros de la cabeza de Zalab Albashid. La arena cae y con ella la flecha.

-Insolentes no podeis matarme, yo soy el elegido, yo reinaré en las tribus nómadas del este.-

-!MATADLOS¡, a todos.- 

Los aldeanos, ante la demostracción de poder, ven su valor mermado e indecisos se mantienen en la muralla.