Partida Rol por web

Estaba intentando ver algo allí dentro cuando el grito del enterrador me hizo pegar un bote del susto. Mierda... nos ha descubierto.

Mi mano ya volaba hacia la cabeza de Teo por atraverse a proponerme tal cosa pero la detuve en el aire, por una vez parecía que el pequeñajo había tenido una buena idea, si conseguía subirse al alfeizar quizá pudiera ver mejor el interior o incluso colarse dentro para saber qué era eso brillante que había visto Ramiro.

- Venga canijo, rápido. -Le dije poniéndome a cuatro patas.

Me subo a su lomo, mientras le susurro:

-Parece que estés acolchado...

Me cuelo por la ventana...

El enterrador llega dando zancadas hasta Ramiro y se planta frente a él, a unos cuantos pasos de su cabaña. Es un tipo alto, delgado, de piel morena y oscuros cabellos. Sus ropas humildes están completamente cubiertas de polvo y barro.

—¿Qué mierdas hacéis aquí, criajos? —dice con una mueca— ¿A dónde han ido los otros?

Gregorio empieza a mirar para todos los lados por encima de Ramiro intentando localizar al par que había visto hace unos momentos por aquí, pero se muestra algo nervioso al no verlos. 

Eh... No lo sé —contesto al hombre, poniendo cara algo triste—. Creo que este sitio le da miedo... Pero hemos venido a preguntarle, sobre nuestro padre, y sobre lo que ha pasado... Vos no sabéis nada, ¿no? Es que no queremos quedarnos huérfanos... Pobre padre... *snif...

Diciendo esto, me pongo a hacer pucheros, a ver si así saco algo... Aunque sea distraer al tipo.

Me intento escabullir por la ventana, pero hago algo de ruido... no mucho por eso.

- ¿Quieres espabilar de una vez? -Le solté con la cara roja por el esfuerzo de estar agachado con mi hermano encima. Me levanté todo lo rápido que pude al notarme más liviano y al oír el ruido que hacía entrando por el ventanuco.

- ¿Qué ves, qué ves? Dime algo... ¿qué ves? ¿Encontraste lo que brillaba?

La cabaña parece todavía más pequeña y vacía desde dentro. No hay mucho sitio donde buscar ni tiempo, así que algo nervioso por el ruido que has hecho agarras rápido el anillo que visteis desde afuera escondido en el sucio jergón. Se trata nada menos que de un anillo de oro con el escudo de la familia del conde grabado.

El sepulturero pone mala cara a tus palabras y te observa con sus profundos ojos negros.

—¡No sé de que diablos me hablas, yo no sé nada! —dice molesto por algún motivo—. Ahora march…

En ese momento suena un leve ruido que sale de la cabaña y Gregorio se queda rígido y aguantando la respiración. Te aparta bruscamente al instante y echa a correr hacia su cabaña.

Antes de que tu hermano pueda contestarte oyes las pisadas de alguien que se acerca rápidamente a la cabaña.

Me meto el anillo en la boca, e intento salir de allí sin hacer nada de ruido.

Brinco otra vez sobre la espalda de mi hermano.

-Vamonoj de ajquí, que paguece que he engcontrado aggo... arre arre

Me estaba sacudiendo las enrojecidas rodillas cuando me giré rápidamente escuchando con atención... aquellos ruidos parecían los pasos de alguien caminando deprisa, seguro que era Ramiro que venía a saber qué hacíamos... pero aún así y por si acaso no era él, lo mejor era apurar a Teo y largarnos de allí rápidamente.

Estaba a punto de llamarle cuando apareció saltándome a la chepa, lo que casi consigue que me pusiera a gritar.

- Serás borrico... Espabila que alguien se acerca, será mejor que salgamos por pies. -Le bajé de mi espalda de un empellón.- ¿Se puede saber qué tienes en la boca?

Sonrío enseñando el escudo del anillo entre los dientes.

-Gi me pegas, me lo tragagué. -avisé-

Me quedo embobado mirando lo que asoma entre los dientes de mi hermano.

- Vayaaaa.... ¿qué es eso? Enséñamelo. -Le dije dispuesto a sacárselo si era menester a golpes.

Aprieto los labios con fuerza mientras niego con la cabeza:

-Ejh mio...

—¡Eh, espera! ¡Sabéis algo! ¡La vida de nuestro padre está en peligro! —chillo enfadado, intentando no sólo distraer su atención, sino también queriendo sacarle lo que sabe. Su reacción, desde luego, no es la normal.

No obstante, cuando se da la vuelta, no puedo más que poner cara de disgusto. Parece que mis hermanos han fallado y han hecho alguna. Espero que hayan encontrado algo que nos permita sacarle algo de información, o me temo que acompañaremos a Padre en su funesto destino...

Ramiro intenta sacarle algo de lo que ocurre al hombre como puede, pero el ruido que hizo Teodorico hace que sea imposible siquiera entretenerle. El sepulturero se lanza nerviosamente para ver que está ocurriendo y descubre a los otros dos hermanos merodeando por su cabaña y medio discutiendo.

—¡¿Qué habéis venido a hacer aquí, hideputas?! —gruñe con suma violencia mientras agarra el pescuezo de Pedro—. ¿Alguien os ha dicho algo de mí, eh? ¡Vamos, hablad!

Evidentemente esta no es la reacción que cabría esperar de una persona normal en un momento como este. No sabéis que es lo que le pasa, pero parece un loco dispuesto a cualquier cosa. En lo poco que lleváis en este lugar nunca anteriormente oísteis que gozase de esa fama el tipo.

—¡Soltad a mi hermano! —grito al hombre cuando agarra a Pedro de la pechera. Claro qué, con lo ceporro que es Pedro, poco más que agarrarle podrá hacer.

Al ver su reacción anterior y la de ahora, y antes de que alguno de mis hermanos meta más la pata, le digo— ¡Vos sabéis qué ha pasado! ¡Sabéis que mi padre no es el culpalble! ¡Contádnoslo, por favor! ¿No os da pena dejar huérfana a una familia? Por favor, no podemos perder a Padre, Madre está enferma, y sin él, no sabría lo que podría pasar con ella...

Cuando digo esto último hago pucheros, intentando darle pena y que cante. Estoy seguro de que sabe algo...

Estaba a punto de quitarle a la fuerza a Teo lo que tenía en la boca cuando sentí cómo me agarraban por el pescuerzo. Mierda, nos han pillado... teníamos que habernos largado corriendo. Si salimos de ésta le voy a dar tal zurra a Teo... Me revolví con furia para soltarme de la mano que me agarraba sin prestar atención a las palabras de Ramiro.

- Suéltame, suéltame... no hemos hecho nada -le grité al sepulturero mientras me debatía a base de patadas y puñetazos.