Partida Rol por web

Emilia salió de sus recuerdos al escuchar hippy trajeado. A pesar de sus pelambreras, iba bien vestido, así que sonrió antes de responder. Aunque seguía con los brazos cruzados a la altura del escote, por si acaso-. Uy, no sé, no sé. Como dije antes, yo tengo que ver el género. A ver si luego va a ser un adefesio de reloj y no queda bien en mi salón. Que no es una figurita que puedas esconder, es un aparato bien grande -En un principio, nunca habría esperado que gente con clase como los Rocks tuvieran algo feo. Pero, vistos sus modales y excentricidades, cualquier cosa podría encontrarse debajo de esa sábana- Suena bonito, eso sí -Aunque no sé yo si esta familia merece nuestro dinero después de todo esto.

Iba mirando a todas partes. La mayoría de la gente, menos la muchacha alocada, estaba sin agobiarse. Llevaban a saber cuánto tiempo ahí esperando y ¿les parecía algo normal? Había sonado un reloj bien alto y los anfitriones seguían sin aparecer-. Esto no es de recibo, ¿eh? Esto no es de recibo -murmuraba para sí misma. Estos nos han encerrado, nos van a robar y solo Dios sabe qué más querrán hacer con nosotros. Ay, ay, ay... Mira que podría estar yo en Galicia tan ricamente ahora.

Salvador miraba para la joven morena, realmente se había convertido en la persona más "particular" de la subasta, especialmente por su tendencia a perder los papeles y a sacar de quicio al resto de los presentes...

"Reiniña"! Tómateme una tila, mi corazón! Que se te va dar un parrús!!....Le dijo a la bella e indefensa Judith. A quién se le ocurre venir a una subasta toda "endrogada". Pensó para sus adentros.

En ese momento el sonido del reloj de cuco interrumpió todo pensamiento y reflexión. Salvador, curioso como el solo, se acercó al objeto oculto bajo la manta...

- Anda! Un reló de esos de pajarito!!.  Acercó el dedo a donde el suponía que estaría la figurita del cuco, y comenzó a hacerle carantoñas al objeto tapado. Ey!, Pajaritoooo!, Pajaritooooo! Saca la minga pa'que te la vea, pajaritooooo!!!

-Ehh¡¡Cabezon,no imaginaba que te gustara ver "mingas"-dijo solo por pasar el rato y molestar al Sr Cabezon.

Efectivamente, Salvador quitó la manta que había encima del reloj de cuco, y frente a ellos se pudo ver el objeto que ocultaba. Era un curioso reloj de cuco tradicional suizo. Nada del otro mundo, pues aparentemente no poseía mucho valor.

Pero el cuco no había vuelto a salir a pesar de las caricias que le hacía el del bigote.

Daniel llevaba un rato abstraído en sus pensamientos cuando el sonido de aquel reloj rompió su ensimismamiento. De golpe y como de una manera impulsiva, el joven parecía haber pasado una mano por el bolsillo interior de su americana. Entonces se quedó observando a sus compañeros de encierro, alguno parecía interesado en aquel reloj, pero la mayoría no le estaban prestando demasiada atención, no más que al hecho de que estuviera pasando el tiempo.

Vaya, por el sonido no esperaba que fuera un reloj de pie.

Entonces se percató de que el señor Cabezón, fiel a su estilo, se había acercado sin miramiento alguno a tirar de la manta y solicitando de manera un tanto obscena al objeto que le permitiera ver sus entresijos, con nulo resultado. Así que una vez había conseguido retirar la sábana que cubría el objeto, decidió acercarse él también junto a Salvador para observar más de cerca los detalles del primer objeto que salía a la luz en aquella subasta cada vez más extraña.

-Vaya, don Salvador, ¿a usted también le gustan estos cacharros? Un tío mío era relojero, y de críos nos dejaba a mis primos y a mí curiosear y enredar con aquellos ya estropeados sin remedio. Siempre me fascinó la complejidad y exactitud de sus engranajes. Estos trastos son auténticas obras de ingeniería, ¿no cree?

Mientras esperaba una respuesta, se dedicó a seguir observando con detalle la decoración de la parte superior de aquel reloj.

Nerviosa, molesta, e implacable, la chica dio un par de vueltas alrededor de la mesa, de brazos cruzados, boca ladeada por la frustración y dientes ligeramente apretados. Desvelar un objeto de aquella manera, miro bastante firme al cabezón salvador, tanto decir y luego el era el mayor hipócrita de aquella sala, defendiendo el buen comportamiento como todos y actuando como niños malcriados, y encima parecía que le afirmaran que su furia no estaba justificada. Su respiración contenida por un momento salió como suspiro - relájate Judith, calma, no caigas en su juego de ridículos minutos consentidos.

...pero quitar la sabana sin más, hace bien poquito le habían reprochado a ella que quisiera actuar sin los dueños, y la actuación del cabeza pesada ese, era bien recibida. Sin duda, ese ambiente era desagradable.

Después de que Salvador retirara la sabana dejó a la vista un reloj de cuco que parecía bastante antiguo. Ese objeto, aunque aunque podría quedar bien en su casa de campo, no le interesaba en absoluto.

Seguía observando y notó el malestar de Keith en su cara, pero desde el jardín le parecía lo normal en ella?

Guido se acercó a Daniel y le puso la mano el el hombro.
Bonito, ¿verdad?. ¿Se te ocurre alguna manera de pasar el tiempo hasta que alguien salga a recibirnos?

Doble S escucho a la señora divagar con una sonrisa poblaba en su rostro, después de todo el había provocado esa conversación, pero no esperaba que fuera tan aburrida, aun así se mantuvo estoico hasta que termino de hablar y el resto empezó a hacer de las suyas.

-Je... -Se le escapo sin querer al ver como el humano, acorralado olvidaba sus propias reglas y empezaban a destapar trastos viejos y como acto reflejo hecho mano al bolsillo en busca de un pitillo con la mala suerte de que había olvidado que ahora estaba sin posibilidades de fumar y ya llevaba lo menos... mas de diez minutos puede que el doble, el tiempo ahora le era un tanto ajeno. Así como lo que estaba pasando en aquella casa que no parecían desear mantenerlos encerrados e incomunicados.

Y con pensamientos tan oscuros y nerviosos como esos que empezaban a agolparse en su mente, se decidió acercar al objeto pequeño en mitad de unos y otros. Mientras que los demás parecían distraídos en banales conversaciones, el prefirió ocupar su banal tiempo en seguir mirando debajo de las faldas de los objetos, supuestamente en subasta.

-Se han preguntado, ¿Si tal vez todo esto no sea mas que una broma? Un preludio a la subasta real, donde evalúan a sus clientes ¿Si son capaces de mantener sus ideales o luchar por lo que desean?-Hable bajito, mientras observaba.

Desde su sitio,al fondo de la estancia,ve como destapan el reloj de cuco haciendo oidos sordos a su comentario.Es un reloj antiguo,y parece de calidad,aunque no puede asegurarlo.Tambien ve como disimuladamente el viejo de la barba se acerca a la mesa y mira debajo de la sabana que tapa un pequeño objeto.

-¿Interesante?-pregunta Jesus,que se ha acercado silenciosamente al barbudo.

El sonido del reloj de cuco hace despertar a Angelo, que se había quedado... pensando en sus cosas en una silla mientras esperaba a sus amigos. Un poco desorientado, se levantó tratando de disimular que acababa de quedarse frito en medio de toda aquella gente. Cuando se dio cuenta de lo que eso significaba, palpó rápidamente sus bolsillos en busca de su dinero. Menos mal que no le habían quitado nada.

Caminó tranquilo por la sala, mirando a su alrededor, tratando de enterarse de lo que allí estaba pasado. ¿Cuánto tiempo estaban tardando los anfitriones? ¿Cuánto tiempo se habría quedado él dormido? Era mejor no hablar con nadie ni preguntar, que ya había descubierto que aquí la gente se levantaba a la primera...

-Ehh¡¡Cabezon,no imaginaba que te gustara ver "mingas"

Mira..., fué a hablar el calorro!!!... ¿Podrías sacar un pañuelito para comprobar si el agujero este sigue virgen? Dijo Salvador cláramente molesto al tiempo que señalaba la portezuela por donde debería salir el pajarito.

Al momento se acercó Daniel e intentó mantener una especie de conversación... Salvador con el mosquéo del comentario de Heredía, se limitó a contestar.

- Pssss, el mío tenía una funeraria, y también nos dejaba hurgar en el género, mirar en su interior y curiosear.... eso si estaba bien, y no mirar una" mierdarelojes..." Dijo en un tono bastante desagradable.

Emilia siguió vagando por las turbulentas aguas de sus recuerdos cuando las voces de los demás invitados la devolvieron a la realidad. Y comprobó, para su sorpresa, que el reloj de cuco había sido descubierto. Se llevó la mano a la boca, en gesto de sorpresa y alarma, pero sus ojillos brillaban de curiosidad y se acercó unos pasos a verlo mejor.

- Sin duda, una pieza hermosa, pero nada que ver con el de mi madre -concluyó, perdiendo todo el interés. Además, Don Cabezón estaba soltando burradas y cochinadas, así que decidió apartarse un poco y seguir al hombre que tan amablemente le había dado conversación. A Emilia le había encantado ver que se mostrara tan interesado en sus historias.

- Bueno, señor mío –le respondió mientras el hombre tenía la cabeza metida debajo de la sábana-, si es esa la prueba que nos quieren hacer, ya imagino el resultado. Veo a muchos por aquí que seguro que lucharán con uñas y dientes por lo que más quieren –aseguró la mujer, caminando por detrás de él.

No se inmiscuyó en lo que el viejo estaba mirando, sino que fue directa al objeto número tres, aquel que la jovenzuela le había impedido ver antes, y se agachó para ver qué contenía.

Daniel se sintió terriblemente decepcionado por la respuesta del señor Cabezón, especialmente por el comentario despectivo hacia los relojes.

Pensaba que este hombre, a pesar de su aspecto, podía ser una persona amable y cercana. Pero no, al final va a ser cierto que todos estos empresarios y peces gordos son igual de desagradables...

Mientras llegaba a esta conclusión sobre Salvador Cabezón, Guido se acerco a él. No habían vuelto a intercambiar palabras desde la espera en el jardín, y agradeció que acudiera de nuevo para reanudar la conversación y olvidar por un momento la grosera respuesta del hombre del bigote.

-Pues no sé, esta sala no nos da muchos recursos para matar el aburrimiento durante la espera. ¿Te sabes algún chiste? A mi me encantan los chistes malos: cuanto peores son, mejor.

Se sentía un poco estúpido por su propuesta, pero la espera se estaba haciendo demasiado larga, hasta el punto de llevar a Daniel a proponer la primera idea que le había pasado por la cabeza al oír la pregunta de su compañero.

Al destapar la tela, Emilia se manchó con los restos de los mocos que Salvador había dejado ahí pegados y que la anciana había olvidado.

Emilia se irguió de nuevo, con expresión de inmensa curiosidad, solo para cambiarla tras comprobar el regalito que se había llevado consigo.

- Agh, qué asco, por Dios –dijo, sin saber muy bien de dónde había salido tal cochinada. La mujer no había llegado a ver a Don Cabezón dejando sus restos nasales en la tela negra, así que solo pudo pensar que ya estaban así antes de que llegaran-. No me puedo creer que los Rocks sean tan marranos. Mucha reputación y mira de qué les sirve.

Negando con la cabeza, en un gesto mezcla de incredulidad y exasperación, alargó la mano y agarró el trozo de tela más cercano que tenía, el del objeto número dos. Sin fijarse ni siquiera en lo que hacía, pues solo tenía en mente quitarse la porquería de encima, tiró de él y se limpió los mocos ajenos que se le habían quedado pegados.

Guido estaba pensando en algún chiste o anécdota cuando de repente se dio cuenta de que la señora había tirado de la sábana sin querer.
-Creo que al final no va a hacer falta buscar diversión. Poco a poco parece que va a venir por si misma.
Se echó hacia atrás buscando una pared donde apoyarse mientras seguía viendo algo parecido a "El Camarote de los Hermanos Marx".
Volvió a dirigirse a Daniel mientras su sonrisa se dibujaba en las comisuras de sus labios
-Ahora es cuando vendría bien que volvieran las bandejas de comida y bebida

La muchacha que había decidido dejar un mayor margen a esas Calañas, vio incrédula que tras mirar el objeto número tres, destapaba el dos, por el regalito del cabezón. Cada vez más molesta, se sentía insultada por los malos anfitriones que le había tocado.

La chica que había visto en directo la guarrería del tipo, sonrió - parece que el guarro adorna y las ratas que intentan hacer trampas recogen los adornos, parece que veo claro un bonito emparejamiento entre cabezones.

Si eso seguía así, esa subasta parecía poco más que una penosa burla hacia los interesados.