Partida Rol por web

La prisión tenía una superficie de 1,8 km cuadrados. Su perímetro era bastante amplio, unos 0,9 km de largo por 2 km de ancho. Tenía un acceso principal, la puerta doble por la que salieron con Barret en la primera rapiña junto a él y un acceso trasero. Éste servía para el Director de la Prisión, los guardias y los camiones de provisiones.

Denzel suponía que podría haber otros accesos, aunque no tenía idea de cuáles eran. Era bastante terreno que cubrir. Además había cuatro torres de vigilancia, cada una en los vértices del edificio. Moe siempre dejaba a un tipo en cada una que iban rotando en turnos de seis horas.

Denzel pensó por dónde empezar mientras vió pasar a un chiquillo jugando, casi se sobresalta debido al enorme silencio. El niño levantó su pelota, le sonrío y siguió camino. Tendría unos siete años.

Lo del niño le hizo recordar a Linda, eso no fue algo del todo agradable, porque el crío le hizo pensar en ese otro niño, el que quizás no nacería. Pero ya había muchas cosas que hacer, mejor no pensar en tantas cosas.

Son las dos menos cuarto de la madrugada. Gore, Jules, Silvia y un tío llamado Red (que ha venido por invitación de Denzel) están en las puertas de la prisión. Barret mira los exteriores y cuando cree que es momento les dice:

-Vale, tomen cada uno los lentes nocturnos. Por lo pronto sólo los usaré yo que conduciré el camión cisterna. Gore, sube con Jules atrás y Red tú conmigo adelante. Tomen estas linternas pero no las usen sin pedirme permiso, ¿vale? Recuerden que los podridos ven, no ven demasiado bien a veces pero ven.

Barret entrega una linterna y un par de lentes nocturnos a cada uno y les dá órdenes de apearse en el camión.

– Buen día a todos. Mientras intento evaluar su estado de animo.

Antes de subir al camión compruebo el arma tenga el seguro puesto y que la cinta que asegura el sable a la vaina bien atada. Si se me cae y enciendo la linterna lo mismo salgo por la ventanilla.

Espero a que suba primero Jules mientras reviso mi equipo para no sentarme al lado de Silvia.

Confirmo que lo llevo todo, y sonrío a ver a dos personas que no conocia.

-Buenos días, soy Jules.- Dije sonriente, mientras escuchaba a barret dar ordenes, para variar.

Apartando de mi cabeza los pensamientos sobre niños decidido ir a ver a Moe para pedirle permiso para revisar mañana el perímetro externo, buscar fallas en la seguridad y ver como solucionarlas. Necesitaré su permiso y que se avise a los de las torres de vigilancia, no sea que alguien se ponga nervioso y me vuele la cabeza

Ademas que me iría bien algún arma, solo por si acaso aunque los podridos no vienen hasta la prisión

El Cisterna arranca, manejado por Barret, quien tiene encendidos los lentes de visión nocturna. Las puertas de la prisión se abren y dejan pasar al enorme vehículo para luego cerrarse a sus espaldas y seguir protegiendo la seguridad del interior. La noche es bastante cerrada, apenas se vé una media luna entre muchas nubes de tormenta. El viento ulula con fuerza haciendo mover las copas de los árboles.

Red, otro de los ocupantes del vehículo, aprovecha para presentarse.

-Soy Red. No tenía mucho que hacer así que vine, pero... no sé. Espero que nos salga bien. De todas formas, soy bueno con las armas, si tienen que huir, estén seguros de que cubriré sus culos lo mejor que pueda.

Le alargo la mano a Red.

– Confiemos en que no tengamos que disparar ya que significaría que nos habían rodeado. Además de que atraeríamos muchos mas.

Ahora pensará que soy un pacifista incapaz de matarlos cuando mi prioridad es nuestra supervivencia.

Suspiro algo cansada apollada en las paredes del camión.

-¿Falta mucho?-

El ingreso a la ciudad es silencioso. Nadie vé nada excepto Barret pero él les dice que no deben prender todavía los lentes de visión nocturna.

Sólo se siente el sonido del motor, ronroneante. Entonces se produce un Plaf!!!

Barret dice:

-Pisamos a dos, no os preocupéis. ¿Alguno quiere un pitillo?

Red acepta uno y, con la luz del mechero, al menos se vé algo. Pero eso dura hasta que Red enciende su cigarro, después le ofrece a sus compañeros uno.

No es una cosa que nunca he hecho y no veo motivos para comenzar.

Aunque tengo que reconocer que es todo un detalle los fumadores los atesoran como oro.

– Muchas gracias pero no he fumado nunca y no sabría apreciarlo debidamente.

Moe autorizó a Denzel a salir a explorar el perímetro de la prisión, acompañado de dos hombres, temprano al otro día. Ahora eran las dos de la mañana, dos y cuarto en realidad, y el hombre estaba teniendo problemas para dormir. Los de la rapiña ya habrían partido y en su celda, vacía, el silencio era un compañero incómodo y el sueño uno inexistente. Vió la luna entre los barrotes, la media luna se escondía en densas nubes de tormenta.

No parecía que iba a ser una buena noche...

Me remuevo incomodo en mi cama incapaz de dormir, la verdad que razones no me faltan, la rapiña en la que querría haber participado, mi hija y su situación. Si eso sobre todo, querría decirle que lo tenga, que lo querremos pese a como es el mundo, pero es una decisión que ha de tomar ella.

Finalmente me levanto, paseare un poco a ver si así me entra algo de sueño, pero no por el patio, algún guardia inquieto podría pensar que se ha colado un podrido.

Voy paseando por las zonas comunes que deben estar vacías a estas horas de la noche, no podemos mantener los generadores funcionando 24 horas asi que ahora no hay luz, y con las nubes de tormenta ocultando la luna esta todo muy oscuro, asi que ando lentamente llevando la mano por la pared, no creo que camine mucho tampoco

Turner comenzó a caminar por los pasillos de la prisión en medio de la casi total obscuridad reinante. Por un momento solamente se oían sus pasos, aunque atenuados ya que el hombre precisamente no quería hacer ruido. Entonces oyó algo más, una especie de siseo.

Provenía del fondo del pasillo por el que transitaba, la puerta que comunicaba al patio central.

Red guarda sus cigarrillos. El camión cisterna sigue viajando un buen tramo, luego de un tiempo, comienza a aminorar la marcha. Se oye la voz de Silvia hablando desde un walkie.

-Barret, hay muchos podridos a la vista. Cambio.

Silvia está atrás, subida a la escalerilla y se le ha permitido encender los lentes de visión nocturna. Está comunicandole a Barret que hay muchos muertos en el camino.

-¿Nos prestan atención? Cambio -contesta el oficial.

-No pero son muchos, el problema será cuando bajemos. Cambio y Fuera.

Barret toma un desvío. Decide detenerse dentro de lo que antiguamente fue una escuela y que está a una cuadra de la locación a la que se dirigen. El cisterna se para finalmente.

-Prepárense, en cinco minutos voy a entrar con camión y todo a la Estación. Red y Gore van a entretener a los muertos y Silvia y yo cargaremos el combustible. Jules te quedas en el camión por si algo sale mal, ¿copiado?

Preparo mi fusil para la posibilidad de que nada mas bajar tuviéramos que disparar aunque confió que con el sable pueda hacerles frente.

– Estoy preparado Barret cual será el punto de recogida. Llenar también el deposito del camión por si tuviéramos que recorrer mas distancia.