Partida Rol por web

Señor...si me prermite me gustaria ir adelante...mientras ustedes me cubren los flancos...digo sin dejar de apuntar hacia afuera...no se porque me sorprende que no haya ni uno solo de esos podridos ahi fuera...pero por si las dudas no bajo la guardia..."La Muerte Viaja Rapido"...

Ocupo mi lugar en el flanco izquierdo del Soldado de Infantería, mientras espero que el Teniente se ocupe de guardarme las espaldas desde la retaguardia del pequeño grupo que formamos.

Enfilando el estrecho callejón, guardando las espaldas y flancos de cada uno avanzáis despacio, con mucha cautela y mirando en todas direcciones. Las calles por las que pasáis están totalmente desiertas, sólo hay basura. Ni cadáveres, ni zombies y por supuesto ni supervivientes...

Empieza a soplar un viento del suroeste, un viento tórrido, que casi quema y que hace que la temperatura suba rápidamente, el equipo os empieza a pesar y tenéis mucha, mucha sed.

Cuando enfiláis la calle de la bolera, al doblar la esquina os detenéis en seco al verlo:

La bolera y varios edificios contiguos han ardido hasta los cimientos. Sólo quedan las estructuras metálicas: vigas, algún muro y puertas tendidas en el suelo. Parece que se desató algún fuego en su interior (alguna granada o explosión) y claro... no había nadie para apagar el fuego, en este mundo los bomberos ya no existen.

Así que hasta que no llovió o algo hizo de cortafuegos, el fuego no se detuvo. Os sentías afortunados, ya que de no haberse detenido, la ciudad entera podía haber ardido, con vosotros dentro.

Los restos del incendio no humean, ni siquiera huele a quemado, lo cual os hace pensar que se apagó hace meses. A decir verdad, no sabríais decir cuánto tiempo lleváis encerrados. Aunque siempre es agradable respirar aire limpio y sentir el viento dándote en la cara, aunque el de hoy no sea el más propicio.

Susurro:

- "Va a ser difícil encontrar algo útil aquí. Tal vez deberíamos de sopesar otras opciones." -

Podemos quedarnos en esta ciudad buscando cosas o podemos irnos, yo sigo pensando que contra mas lejos mejor... pero se me ocurre que esas cosas también se hayan ido, en algún sitio tienen que estar.

¿No deberíamos tener un centro de operaciones cerca? El que dirigiera el asalto a esta ciudad, quizás nuestro equipo de radio...

- "Tal vez en el centro de control haya mapas, o una radio, o material utilizable. Por otro lado, pronto vamos a necesitar provisiones. Deberíamos de pensar en lugares con comida no perecedera y que no hayan sido saqueados." -

estoy de acuerdo...pero lo mejor sera buscar provisiones de camino hacia la central...cualquier tienda o casa con buen aspecto podria tener algo...tambien hay que racionar lo que tenemos...y hay que tener cuidado...los podridos pordrian aparecer en cualquier momento

- "Ojalá tuviéramos silenciadores, ya hemos visto que el ruido de los disparos los atrae desde largas distancias..." -

Muy bien, buscaremos provisiones en el camino hacia allí. En marcha, mantenemos esta formación.

Cada vez el espíritu de lucha me iba invadiendo más, la sensación de poder ser atacados en cualquier momento llamaba a mi formación militar y dejaba atrás lo demás. Salir de aquí y conseguir información es lo primero, luego, sobrevivir.

Mantengo mi posición en la formación mientras sigo avanzando lo más silenciosamente posible.

Avanzáis sigilosamente, como si fuéseis espectros. A vuestra izquierda se escucha un sonido. Todos permanecéis alerta mientras el vello de la nuca se os eriza como tantas y tantas veces antes.

El sonido es de tipo metálico, distinguís perfectamente lo que parece ser una lata o algo similar siendo arrastrado por el suelo. Cuando os acercáis más y asomandóos con cuidado véis que se trata de una rata del tamaño de un zapato que juega con una lata de refresco. Falsa alarma. Seguís avanzando por la calle principal, a los lados hay varios comercios con el cierre echado. Una peluquería, un despacho de abogados con un cartelito verde en el que apenas se distinguen los nombres. Un tal Joseph w-- y Michael Barl-- , eso hace que os sonriais. Al menos esta hecatombe ha traído algo bueno. Ya no existen los picapleitos.

Al mirar hacia los comercios de la derecha os encontráis con un bloque de pisos bastante alto, en los bajos hay una panadería pintada de color rosa, bastante cursi por cierto y junto a ella un pequeño establecimiento con la palabra - Teddys- , desde fuera distinguís una barra de madera con varios taburetes. Es un bar.

Le susurro a mi superior en voz bajísima y casi al oído:

- "Señor, necesitamos comida, puede que en la panadería o el bar quede algo." -

no creo que haya mucho en la panaderia...pero quisas en el bar...

digo poniendo atencion en los alrrededores...

- "Teniente, si usted vigila la calle, el Soldado Legland y yo exploraremos el bar en busca de comida y bebida..." - Susurro casi al oído de nuestro líder.

Entraremos todos, nadie se queda solo. Primero a la panadería y luego al bar, no perdemos nada por mirar...

Les hago un gesto con la mano hacia la puerta de la panadería. A los lados, abriré la puerta.

Me pongo a un lado, mientras Legland se pone al otro y el Teniente abre la puerta de la panadería.

me coloco del otro lado...tomando posicion con mi arma...en cuanto la puerta se abra sere el primero en entrar

Con ambos soldados a los lados de la entrada, mirando en todas direcciones, nerviosos pero siempre preparados, siempre alerta. Daniel examina la puerta y al observar que no tiene ningún cerrojo ni candado, empuja la puerta sin más a la par que gira el picaporte. La puerta abre con un chirrido, seguramente por las semanas que lleva sin ser usada. Eso hace que os reconfortéis y penséis que al menos no habrá muchos de esos cabrones dentro.

Una corriente de aire rancio, viciado, os golpea en la cara al abrir. Un olor nauseabundo , a algo que no lográis distinguir. ¿En el interior?, un suelo blanco formado por baldosas de gran tamaño, bastante horteras a vuestro entender, con un mostrador metálico de cristal con pequeñas bandejas llenas de pastelitos y sandwiches casi descompuestos.