Partida Rol por web

El hombre que venía caminando hacia los tres se detuvo cuando la palanca con la que lo golpeó Daniel quedó incrustada en la mitad de su cabeza. La sangre emana, negra, oscura, espesa hasta tapar esos "bonitos" ojos marrones.

-Aahh... ahhh...

Son los sonidos que el tío hace antes de caer de costado y perderlo de vista detrás del mostrador. Ese mismo mostrador del que provenía el sonido goteante que no habíais llegado a identificar. Entonces se escucha el ruido de desgarro y masticación. Un segundo quejido se agrega al del hombre que cayó.

Pero desde donde estáis no se vé nada.

Muere sea lo que seas... Digo al ver caer el cuerpo al suelo. Chicos ahi debajo hay otra cosa de esas y mi palaca está en la cabeza de ese cabrón. Me alejo un poco del mostrador para juntarme de nuevo con los demás.

¿Alguna iniciativa? No deberíamos gastar balas como dijimos...

Los soldados se fijan en lo que pueda ser útil pero que no se encuentre detrás del mostrador, locación que por lo pronto, prefieren no mirar.

En la panadería casi todo está como la realidad: descompuesto. Sin embargo hay dos bolsas de harina que están intactas. No es pan pero puede servir para hacer pan. Hay además una heladerita que en otro tiempo tendría postres y eso ocupa un rincón, pero ahora, sin electricidad, abrirla puede ser un verdadero asco.

Pero siempre se puede intentar ver que hay ahí.

 Sin dejar de mirar al mostrador por si acaso lo que hubiera debajo intentara atacarme, me acerco lentamente a los sacos de harina y cojo uno.

Espero que sirva para algo... Pienso saliendo de la tienda con la misma precaución, el saco al hombro y la pistola apuntando.

Daniel saca una bolsa y se retira de la tienda, es seguido por sus dos compañeros. Afuera reina la soledad y desolación. Ahora repasan con la mirada los otros lugares que no han revisado.

Hay una peluquería, un despacho de abogados que se llama, al menos un cartelito dice, Joseph W y Michael Barl (seguramente eran los abogados que trabajaban allí), un bar y luego está la carretera, por si queréis salir del pueblo hacia otro sitio.

También hay varios edificios de departamentos por allí.

-Dudo que logremos encontrar nada mas, lo mejor sera salir por la carretera hasta encontrar otro refugio donde podamos atrincherarnos, quisa tengamos suerte y encontremos otro grupo de supervivientes

digo examinando el revolver, revisando las balas y colocandolo de nuevo en la fornitura

-Como usted diga señor

 Salir de aquí es lo prioritario desde luego, pero necesitamos provisiones. Vamos a entrar al bar. Mismo procedimiento. Digo sopesando la vara de metal y preparandome para volver a usarla.

Abridla, digo poniendome delante con el arma preparada.

Las puertas del bar se abren, con cautela y las armas preparadas, como en cada paso que el equipo ha dado desde el holocausto que se ha producido en el mundo.

Nada sale a atacarlos.

Los soldados entran y ven una barra larga, con muchos taburetes alineados delante de ella. Hay además varias mesitas en donde los que venían al bar podían sentarse y también comer algo. Detrás de la barra, hay una caja registradora, un estante lleno de bebidas. Muchas se han roto contra el suelo y el alcohol se ha evaporado hace tiempo, pero otras están en perfecto estado.

Hay una puerta doble metálica que seguramente dá a la cocina, una pequeña pero que debe existir ya que el bar también sirve comidas según una pizarra que reza:

"Hoy lunes plato especial, carne con patatas. Acompáñela con una Bud bien fría"

Dentro de este local lo único que reina es un silencio de sepulcro.

 Les hago un gesto a los demás para que entren. Avanzo con cautela y señalo a las puertas de la cocina para indicar que ahí es donde vamos.

Vamos formando un circulo, para cubrirnos todos las espaldas y tener 360 grados de visión del lugar, así nada podrá sorprendernos.

Entran a la cocina y dan un rápido vistazo. No hay zombies dando vuelta. Hay una pequeña cocina, una máquina lavaplatos, una heladera de puerta doble y un triturador de basura. Además se encuentra un mueble lleno de vajillas: platos playos, hondos, cacerolas, todo bastante sucio pero sin rastros de la podredumbre que afecta la ciudad.

El piso es de mosaico blanco y negro y las paredes son color crema. Hay una puerta más que puede conducir a la parte de atrás del bar, una especie de segunda salida.

 Señalo a la heladera con la mano e indico con dos dedos que la abran mientras yo espero delante con la barra, por si hay algo dentro.

Mas le vale a una de esas cosas no estar ahí dentro en vez de algun tipo de dulce que pueda devorar...

La heladera es abierta y los soldados retroceden. El olor a podrido es impactante pero simplemente proviene de un gato. Más bien, de lo que fue un gato. Tiene un ojo salido, la mitad del cuerpo comida y los gusanos reinan en sus orejas.

Por fortuna, el virus no afecta a los animales, así que este minino no se volverá a levantar. Lo malo es que aquí no hay comida. Queda comprobar esa puerta trasera o volver por donde han venido.

Uno de los soldados vuelve a cerrar la puerta para evitar seguir contemplando el espectáculo gatuno.

 Me tranquilizó no encontrar nada horrible dentro de la neverita, pero la expectativa de seguir sin comida no era algo ameno.

Veamos en la parte de atrás... Pienso mientras sigo indicando con gestos que habrán la puerta mientras yo me preparo para recibir lo que pueda salir de allí.