Partida Rol por web

—Que alegría verte hermano...

Yuki llegó con una sonrisa en el rostro y lo primero que hizo fue acercarse a Moriya y asir sus manos a modo de saludo. Se quedó unos segundo mirándolo como si no lo pudiese creer y luego miró a Kaede. Por fin estaban los tres juntos. La chica separó las manos dejando en las de su hermano un colgante circular de madera de cerezo. El colgante tenía una luna grabada a bajorelieve y una inscripción en cirílico en el dorso. A juzgar por los regalos que había hecho a sus hermanos y maestro, Yuki había tenido bastante tiempo libre en Rusia.

Había muchas cosas que decir pero no era el momento apropiado. Yuki se inclinó saludando al resto de los presentes y dedicó una sonrisa amable a la onmyoji.

—No te quites mérito Akari-sama. Lo que hiciste fue digno de elogío

No sería tan digno de elogio si ahora estaban todos alli reunidos de nuevo. - Pensó el viejo, solitrio, que se colocaba en una esquina alejada de todas las miradas, apoyado contra un muro y con el rostro parcialmente cubierto por el sombrero de paja. No quería llamar la atención, él no era un héroe, tan sólo era un viejo ninja de una provincia lejana.

Tampoco es que aquello de la puerta le interesara demasiado, estudiaba a cada uno de los presentes, sus movimientos, sus puntos aparentemente fuertes y los que podrían ser debilidades. Había demasiados niños, demasiados adolescentes. Seguramente que muchos estarían influidos por los occidentales, ese Amano... no le gustaba un pelo. Ese peinado...

Al llegar al templo junto con mi hermano y el gran gigante que había a su lado me detuve, en cuanto Yuki se apartó de Moriya me acerqué y le tome la mano pero por encima de la muñeca, por el antebrazo mientras colocaba la otra mano en el hombro. Moriyta nunca había sido muy demostrativo y yo me estaba dejando llevar por la felicidad del encuentro.

-Me alegro mucho de volver a verte y saber que contamos con tu fuerza, como ha estado tu vida hasta ahora?- pregunté para luego apartarme y hacer una reverencia a los demás presentes.

-Es un placer, mi nombre es Kaede- dije saludando a todos para luego mirar hacía atrás, esperando que el maestro Okina se acercara.

Finalmente llegaron al templo y prácticamente casi al mismo tiempo que el resto.Se alegraba de que todos estuviesen alli.Conocía a unos más que otros, pero lo importante es que cuantos más fuesen más probabilidades habría de cerrar esa puerta.

-Hola a todos- con una humilde reverencia saludó a todos los presentes-.Me alegro de que estéis bien.Cuánto tiempo, hermanos Ichijo- no sabía que decir.Le llenaba de tanta esperanza todos esos rostro alegres y enérgicos.Esperanza de poder cerrar la puerta de una vez por todas y poder vivir una vida de paz y tanquilidad.

-Muy amable Akari- respondió ante la invitación de la joven con otra rápida y ligera reverencia-.Un placer conocer a las caras nuevas, me llamo Lee, para servirles- saludó a modo de reverencia a los que desconocía de igual manera que a los que conocía, todos los allí presentes, los consideraba amigos por el mero de hecho de poner sus vidas en juego para cerrar la puerta.

Si bien la cara de Moriya se contrajo cuando de manera súbita e inesperada Yuki le cogió de la mano. Casi desencajándose la mandíbula, sus ojos revelaban quizás algo a ojos observadores.

Pero esa información murió rápidamente en ellos, y dio un paso atrás mirando lo que tenía en la mano.

Luego, sin esperárselo Kaede hizo algo parecido, y no pudo evitar la cara de molestia y repulsión, dando un paso atrás.

Quizás fuera que era fiel a las tradiciones que decían que en Japón, incluso a los familiares, no se les tocaba de manera pública, o puede que simplemente se sintiera terriblemente incomodo.

Pero si bien se mostros retraído, no contesto con malas palabras a ninguno.

Me alegro de veros bien. Ahora, centrémonos en lo que tenemos entre manos.

Dijo girándose y ocultando su rostro a sus hermanos, y volviendo la vista al templo. Apretó el paso, visiblemente incomodo por lo sucedido. Y preguntándose donde estaba el viejo Okina.  

Yuki miró a Kaede y le sonrió. Moriya había sido hasta más amable que de costumbre. Yuki se rió mentalmente imaginando que hubiese ocurrido si le hubiese saludado a la indecente manera que tenían sus familiares biológicos. En aquel momento vio a Amano y puso mala cara. Lo recordaba. Era el tipo que no había movido un dedo en el combate y que les había dejado tirados... si hubiese sido por él, todo se habría perdido.

Disculpad —dijo al percatarse de que no se había presentado a los nuevos. La joven se inclinó de nuevo saludandolos—  Soy Yuki. Hermana de Kaede y de Moriya. Encantada

—Si me lo permitís... —El serio y alto individuo con el uniforme de los shinsengumi entraba al templo acompañando de otro joven con el mismo uniforme, del llamativo Amano con su kimono rosa, y de otra muchacha joven con el pelo recogido atrás en una especie de cola de caballo. Los cuatro formaban un grupo dispar: 

El Shinsengumi se inclinó a modo de saludo de forma bastante formál: —Para quién no me conozca, yo soy Washizuka Keichiro, con puesto de capitán dentro de la guardia imperial de shinsengumis de Kioto.— Lo dijo como si hubiese soltado este discurso cientos veces: —Este de aquí...— Señaló al otro joven con unifome shinsengumi a su lado: —... es mi ayudante investigador Kojiroh Sanada. Espero la misma deferencia hacia él que aquella con la que me tratárais a mi.—

—Mi ayudante no ha sido informado aún del asunto que nos ha traído aquí, así que sugeriría que le confundiérais con información esporádicas sobre el portal y lo que ocurrió.—Hizo un gesto de indulgencia hacia el grandullón de Juzoh: —No te ofendas, amigo. Es que no quiero confundirla... digo... ¡confundirle! —Hubo un extraño momento de tensión en el aire, y una gota de sudor apareció en la frente del Capitán.  —... por lo menos hasta que Genbo nos diga por qué nos ha convocado aquí y mi compañero shinsengumi pueda asimilar toda la información de una sola vez y de la misma fuente.—

(...)

—Ah, si, disculpad. Y este es nuestro viejo amigo Amano, al que muchos ya conocéis, y aquí su nueva amiga...Eh... Perdona ¿cómo dijiste que te llamabas?— Se dirigió a la chica de la coleta que había venido con ellos.

Durante las presentaciones, Kojiroh no emitió ni una sola palabra. Simplemente se limitó a observar a cada uno de los integrantes del nuevo grupo, tratando de quedarse con cada mínimo detalle de cada rostro y tratando de ver más allá de lo que el simple físico podía transmitir. Aquello lo hacía de manera inconsciente, ni siquiera era su intención centrar tanto su atención en identificar a las personas que veía por primera vez, pero su instinto le obligaba a ello.. como tratando de guardar en su memoria cada rostro que veía por si en un futuro esta aparentemente trivial información pudiese servirle de algo. A veces incluso su mirada podía ser dura y afilada, tanto que lograba intimidar y causar falsas impresiones a la persona que observaba.

Cuando fue consciente de aquello, Kojiroh desvió la mirada y la centró en el paisaje, tratando de evitar caer nuevamente en aquella extraña manía. Debía admitir que los alrededores del templo eran preciosos.. sin duda adoraría vivir allí, ajeno al resto del mundo y sin más preocupaciones que dejar vagar su mente mientras observaba el interminable transcurrir del tiempo. Quizás pudiese una vez que cumpliese con su personal misión.. hasta entonces solo le quedaba soñar con cómo podría ser vivir así.

Su atención no se hubiera desviado de aquel idílico paisaje si no hubiese sido por el craso error de Washizuka. ¿De verdad aquel hombre al que tanto admiraba y en el que tanto confiaba podía cometer tantos errores en tan poco tiempo? Rezando interiormente porque solo ella hubiese sido la única persona del grupo que se hubiese percatado de aquello, echó una dura mirada al capitán y pasó a intervenir tratando de solucionar el error.. o al menos distraer la atención y evitar el frío silencio que se había formado.

-Encantado - Dijo tratando nuevamente de imitar la voz masculina. No era la primera vez que lo hacía, y ya casi lo dominaba al completo. No había sido tarea fácil, pero ser tan observadora también tenía cosas positivas - Como bien ha dicho Washizuka-sama, mi nombre es Kojiroh - En ese momento hizo una leve inclinación a modo de respeto - Espero que podamos realizar la misión que se nos encomienda con éxito, daré mi mejor esfuerzo por ello.

Tras aquella leve presentación, pues no hacía falta extenderla más gracias en cierto modo a la realizada por Washizuka, volvió a alzar la parte superior del cuerpo, colocándose en posición firme y recta, y esperó a que llegase el anfitrión del templo o a que sus compañeros siguiesen hablando. Aún así, antes de todo aquello, se encargó de dedicarle una nueva mirada seria a Washizuka.

No metas más la pata.. por favor..

Amano no dejaba de echar miradas de reojo al joven que acompañaba a su viejo amigo Washizuka, hecho que seguramente hizo que no se fijara en la mala cara de rubia muchacha que parecía gustar el contacto físico en exceso.

Por algún extraño motivo, o no, eso hecho sí se grabó en su memoria.

Os presentó a Hibiki, hija de Genzo Takane, el afamado maestro forjador de armas. - en ese momento se quedó un segundo en silencio y su rostro, generalmente alegre, se entristeció. - Genzo falleció hace unos días y es un tema que deseamos tratar con vosotros una vez nos reunamos todos.

Según entre en el templo observe a cada uno de los miembros que habían sido convocados a la reunión, los más pintorescos los reconocí por la historia que me había relatado Amano de hace dos años. La verdad es que los presentes formaban un grupo bastante peculiar, presentaban todos rasgos bastante distintos.

- Encantada de conoceros. -Añado con una inclinación después de la presentación de Amano.- Espero que la reunión llegue a buen puerto.

No digo nada más, realmente podía deducir los motivos que podrían haber vuelto a unir a este grupo pero también podía estar totalmente equivocada. De todas formas por las reacciones de algunos veo que puede haber rencillas entre los presentes pero no me gusta meterme en asuntos ajenos.

Yuki miró con curiosidad a la extraña pareja. ¿Porque se ponían tan nerviosos por un error sin importancia? El chico que por su voz aflautada debía de ser muy joven, le había lanzado una mirada asesina. Bueno, igual daba. Tenían todos el mismo objetivo. Cerrar de una vez por todas la puerta. Incluso aquel inútil de Amano. Si por ella fuese cerrarían la puerta...con él dentro. 

No pienses esas cosas Yuki... no es propio de ti—se recriminó mentalmente la chica. —Todo el mundo puede redimirse

Mientras los asistentes a la reunión se presentaban y charlaban antes de empezar, se levantó una brisa fría que movió las ramas de los árboles del patio. Los que llevaban menos ropa, a pesar de estar acostumbrados a las inclemencias del tiempo, empezaron a darse cuenta de que sería mejor abrigarse si el tiempo continuaba así.

Justo entonces el padre de Akari y Juzoh, Genbo, apareció en el lugar para darles la bienvenida. Iba vestido como sus dos hijos, con sus ropas ceremoniales de onmyoji, y su rostro era serio y adusto.

- Sed todos bienvenidos al Templo de la familia Ichijo -dijo-. Mi nombre es Genbo y soy el cabeza de familia. Aquí nos encargamos de mantener el equilibrio entre el mundo de los vivos y lo que hay al otro lado del velo, como bien sabréis. Celebro que hayáis podido venir todos y que estéis aquí tan pronto. Con el asunto que tenemos entre manos, el tiempo es oro...

Hizo un gesto para que todos pasaran al interior. Hacía mucho menos frío dentro, los hermanos Ichijo habían preparado muy bien el lugar de la reunión. Sobre los tatamis de una amplia sala se había dispuesto una serie de mesas que formaban un círculo, y ya había preparados varios cuencos para té sobre ellas, uno por cada asistente a la reunión. Los sirvientes de los Ichijo se encargarían de atender al grupo.

- Por favor, tomad asiento -pidió Genbo-. Tenemos té para todos, pero quizá alguno de vosotros desee algo diferente. Si es así, que no dude en decirlo. Estáis todos en vuestra casa.

Y se hizo un lado para permitir a los visitantes ir tomando asiento en los lugares que eligieran.

El gigantón se mantuvo junto a su padre adoptivo, como una de aquellas estatuas gigantes que podían verse a las entradas de algunos Templos. En silencio, y caminando tras él, parecía una versión ampliada de Genbo Ichijo. Antes de que todos entraran en la sala donde descansarían y beberían, se mantuvo a un lado para cederles a todos el paso, y luego entró tras ellos. Quizás quería asegurarse de que nadie se quedaba atrás.

-Para aquellos que no me conozcan - dice al ver que se están presentando los demás para aquellos que no se conocen -, mi nombre es Akari Ichijo y soy onmyoji de este templo. Cualquier cosa, podéis acudir a mí.

Se acerca a Hibiki al haber escuchado que ha perdido a su padre hace poco.

-Lamento tu pérdida. Habrá un lugar especial para él en las oraciones.

No le da tiempo a decir nada más pues su padre aparece en escena para pedirles que se acomoden en la sala preparada especialmente para esa reunión. Vuelve a comprobar que está todo dispuesto y deja que los invitados entren primero y luego entra ella junto con su hermano. Se dirige a su lugar y espera a que todos se sienten para hacerlo ella también.

Una vez que el dueño del templo hizo su aparición todos pasamos a seguirlo y llegar a la estancia que se había preparado para todos nosotros.

Admiraba la construcción del lugar mientras repasaba en mi cabeza nuestra misión, ser el grupo de personas que se encargaría de equilibrar las cosas en este mundo y en el otro me parecía un motivo noble, algo que hace un año hice por cosas del destino pero algo a lo que ahora me dedicaría por vocación y por saber que era lo mejor.

Además como poseedor de uno de los guardianes, era lo que me correspondía.

Les demostraré cuanto he crecido hermanos...

Una vez en la habitación acepté el té y esperé que Moriya se siente para ponerme a su derecha, procurando que Yuki ocupara el otro lado.

Agradeciendo la hospitalidad y las palabras del recién llegado Genbo, se adentra junto a los demás, escogiendo un sitio al azar y sentándose junto al resto.

-Siento haber escuchado eso Hibiki, rezaré por tu padre- consoló de alguna manera a su compañera, sin duda no era agradable perder a un ser querido.Puede que Lee no tuviera padres, pero tenía gente que apreciaba como tal y por supuesto a todos sus hermanos, todos ellos le habían acompañado y enseñado a lo largo de toda su vida.

-Así es señor Genbo.En primer lugar le agradezco a toda la familia Ichijo que nos acoja en su templo.Además, me gustaría saber más detalles de la misión cuanto antes si no es mucha molestia.¿Cuándo partiremos, haremos grupos, nos enfrentaremos al mismo enemigo al que nos enfrentamos antaño?- todo ese tipo de preguntas y más era las que se planteaba Lee antes de poder comenzar debidamente aquella importante misión.No obstante, el monje no se mostraba impaciente, sino con una férrea compostura, seria y como siempre con mirada decidida.Siempre le gustaba saber lo máximo posible de aquellas cosas.

Yuki se sentó al otro lado de su hermano Moriya. La joven sirvió el té a sus hermanos y al otro guerrero que tenía a su lado. La tradición mandaba que fuesen las mujeres las que lo hiciesen y así lo hizo. Finalmente se sirvió a ella y escuchó las palabras del grupo, las preguntas de Lee, las condolencias a Hibiki que apoyó con una inclinación de cabeza... Yuki archivaba mentalmente toda la información en su cabeza, así como las caras de los nuevos miembros de aquel variopinto grupo. Finalmente tras posar con delicadeza la taza en la mesa se atrevió a hacer la pregunta que había estado dando vueltas a la cabeza desde que se enterase de lo ocurrido.

¿Están completamente seguros de lo que ocurre? ¿Qué señales hay y, sobre todo, cómo es posible que la puerta vuelva a abrirse? La sellaron...

Discretamente, Washizuka esperó a que Hibiki, Amano y Ka... Kojiroh encontraran un lugar en el que sentarse para de inmediato seguirles y colocarse junto a ellos. Luego, cuando los sirvientes fueran a prepararle una taza para el te, simplemente la rechazaría amablemente con un gesto de la mano.

Parecía que el Shinsengumi no quería llamar la atención, pues no añadió nada más a los comentarios de los demás. Quizás esperaba a que Genbo fuera al grano sin más dilación. O puede que, simplemente, no tuviera nada más interesante que decir por ahora.

Moriya no fue de los primeros en entrar, y cuando lo hizo se sentó alrededor de una mesa y sin darse cuenta sus hermanos estaban allí con él, sentados a ambos lados.

El se preguntaba muchas cosas, y pocas tenían verdadera importancia, estaba seguro de que las respuestas a las cuestiones que de verdad eran vitales llegarían solas.

Agradeció el té que Yuki san había puesto para él, y bebió tranquilamente. Entre otras cosas, porque creía firmemente en que aquel Onmoji tendría mucho que contarles.

El ya tenía información sobre lo que estaba pasando, lo que significaba que tenía una idea clara de cómo podían ir las cuestiones que allí se trataran.

Mientras sentía el peso de su espalda en sus talones firmemente apretados el uno contra el otro en la posición de seisa su mente iba una y otra vez mas allá de aquella sala de madera, volviendo al frio de afuera a una persona que sin duda debía de estar en aquella reunión, y que él había tomado como portavoz de los sucesos que tendrían allí lugar, y que sin embargo no estaba por ningún lado.

Okina, el viejo maestro, uno de los cuatro guardianes estaba fuera de la sala. Y aunque no temía por la vida del viejo, pues era un hombre sabio y capaz, si que le preocupaba su falta.

Pero guardo un inmutable silencio. Mirando al hombre que se había erigido en portavoz además de en anfitrión, y esperando que el tema fluyera solo.

Con paso firme e incluso elegante, Kojiroh entró en el templo y tomó asiento colocándose en seiza sobre uno de los cojines que se encontraban dispuestos en la sala. Su forma de sentarse no era menos elegante que su caminar, y la rectitud de su espalda ni siquiera se vio alterada en el momento en el que aceptó el té que le servía uno de los asistentes. Luego, tras volver a echar una rápida mirada a la disposición en la que se habían sentado cada uno de los integrantes del grupo, miró hacia el frente de forma fija y esperó a que el anfitrión diera paso a la explicación del por qué habían sido llamados. El té permanecía sobre la mesa, siendo completamente ignorado por la chica que solo lo había aceptado para no ser irrespetuosa con el anfitrión.