Partida Rol por web

Cuando Juzoh bajó del carro, Kaede se acomdó un poco mejor entre los fardos, tratando de dejar sitio a Zantetsu. Se notaba cansado, pero tener la oportunidad de reposar mientras avanzaban había sido una gran suerte. Le hizo una seña a Yuki y Akari para que se acercasen a él, y en voz baja les relató lo ocurrido.

- Nada más salir de Kyoto, comprobamos que nos seguían -explicó-. Un hombre, sólo, escondido entre la maleza. Pero Zantetsu-sama lo detectó y le hicimos hablar. Tenía la misión de informar de nuestros movimientos... así que está claro que nos espían desde el principio.

Se detuvo un momento, preocupado, y miró al viejo ninja.

- Era un hombre de Kyoto, habían amenazado a su familia. Pero conseguimos que les diera información errónea a nuestros enemigos, y nos emboscaron después con menos hombres de los necesarios. Cuatro ninjas, les derrotamos con facilidad y uno de ellos nos dijo que Kagami había partido hacia Edo. Igual que vosotros...

Miró con gravedad a Akari y Yuki. Aquello dejaba muy claro que estaban en el camino correcto, y sus enemigos lo sabían. Luego se encogió de hombros y sonrió mirando a la guerrera rubia.

- Así que nos pusimos en marcha a toda prisa para alcanzaros. No iba a dejarte sola a merced de ese bruto... ¿verdad, hermanita? -pero la sonrisa se esfumó de su rostro enseguida-. Sin embargo, no encontramos a Moriya. El maestro Shigen continúa buscándole. Puede hablar con los gatos, aquello fue bastante sorprendente, pero bueno... supongo que era de esperar después de ver lo que el viejo Okina hace con las tortugas.

Luego pareció un poco alarmado.

- ¿Y vosotros? Por el camino oímos que os habíais enfrentado a unos occidentales extraños o algo así. ¿También os emboscaron?

–No estaba sola– dijo haciendo una seña a los hermanos Ichijo. La joven hizo una mueca antes de poner cara-palo, imitando a su hermano Moriya, agravando la voz –Además, cada uno ha de enfrentarse a su destino.

La expresión de Yuki volvió a la normalidad, pero avanzaba pensativa. No habían podido encontrarlo. Aquello era malo... aunque no necesariamente preocupante. Al fin y al cabo, ellos habían pasado mucho tiempo buscándolo cuando su padre... Bueno, Moriya sabía no ser encontrado. Sería simplemente eso.

–No, no fue una emboscada exactamente. Al menos no desde su punto de vista. Les poseyeron... Afortunadamente logramos reducirlos y atarlos sin matarlos y Akari sacó a los demonios de su interior. Ellos no hicieron nada malo. Pero eso fue después de separarnos de Okina...

La joven dio un vistazo atrás, para situar a la lechuza y posando la mirada en Zantetsu y Kaede comenzó a explicarles rápidamente la historia, en voz baja para qeu el animal no pudiese oírlos. A su vez, hizo un gesto a Akari y Juzoh para que se acercasen a escuchar su teoría,.

–Esa lechuza nos sigue casi desde el principio. Okina se dio cuenta y pensó que Kagami la había mandado y nos dijo que fingiésemos que no nos dábamos cuenta... Se separó de nosotros para comprobar si le seguían a él, pero el animal no se ha separado de nosotros...hasta anoche. Pero esta mañana, justo cuando habéis llegado, ha vuelto a aparecer. –La guerrera miró a Akari antes de continuar. No le gustaba un pelo lo que iba a decir, pero había grandes posibilidades de que tuviese razón–. Empiezo a pensar que Kagami se ha enterado de nuestros planes e intentará optar por la solución de impedir que Akari cierre la puerta.

-  Entonces debemos protegerla, pues vendrán a por ella - dijo Zantetsu sin levantar la mirada, oculta por el sombrero. - Sigo pensando que no deberiamos viajar acompañados. 

El viejo siempre hacia lo mismo, al menos eso parecía para la gente que no le conocía. Pero lo cierto era que ninguno de aquellos era ninja, y eso le causaba cierto pesar a Zantetsu. Tanto talento y desperdiciado por los bushidos y por los occidentales y sus estúpidas modas. 

La comitiva de viajeros avanzó con paso ligero y se incorporó a la Tokaido. En poco tiempo, habían dejado atrás Minakuchi y enfilaban con decisión el camino a la provincia de Owari. No había tiempo que perder, y menos después de haber averiguado Zantetsu y Kaede que el enemigo estaba sobre su pista. Aunque a varios de ellos les preocupaba viajar junto a aquellos transportistas inocentes. Tal vez su compañía no haría que Kuro y Reiko estuvieran más seguros, si no todo lo contrario. Pero en cualquier caso, todos agradecieron poder ir un trecho montados y no tener que caminar.

Habían recorrido ya casi media hora de camino cuando Juzoh estuvo a punto de pisar algo y se detuvo con una exclamación de sorpresa.

- ¡Una tortuga! -exclamó con una sonrisa. Al grandullón le encantaban los animales.

Sin embargo, de pronto cambió el gesto y se agachó a recogerla, intrigado. La tortuga no era grande, aunque en la manaza de Juzoh parecía aún más pequeña. Se la acercó a los ojos entornados.

- Parece que... lleva algo escrito en el caparazón -dijo-. Aunque la letra es rara, me cuesta leerla. "¿Edo...?"

Se acercó al resto de viajeros, que estaban en el carro y a lomos de los caballos, y les enseñó el animal. Efectivamente, sobre el caparazón de la tortuga podían leerse dos palabras escritas en rojo, con una caligrafía apresurada. Las palabras eran "Alejaos" y "Edo".

Mira, interrogativa, a su hermano cuando se baja del carro y decide caminar. Con lo poco que le gusta caminar... pero también tiene bien corazón y sus otros dos compañeros están agotados por el largo viaje a caballo. No porque hayan recorrido mucho trayecto, sino porque lo han hecho todo el día. Lo extraño es que no les alcanzaran antes. Comienzan a avanzar a buen ritmo, se preocupa un poco por Juzoh, pero siempre puede subir a la carreta cuando se canse.

Es entonces cuando Kaede y Zantetsu explican lo ocurrido. Tiene mala pinta, sí... Que Kagami ya sepa de sus planes le dice que hay ojos en todos lados, y puede que la lechuza sea uno de ellos. Al fin y al cabo, siguiendo lo que hacen los otros Dioses Guardianes, Kagami podría hablar con los pájaros, ¿no?

-¿Creéis que viene a por mí? Bueno, es cierto que conseguí cerrar la puerta hace un año, pero fue con la ayuda de todos. Eso sí, me preocupa estar siguiendo el mismo camino que Kagami. Eso significa que nos está pisando los talones y que nos alcanzará en algún momento. Nuestra misión sigue siendo la misma... debemos encontrar a la Dama. Y no debéis preocuparos por mí más de lo que os preocupáis por vosotros. Todos somos objetivos.

No llevan mucho tramo recorrido cuando Juzoh se entretiene con algo del suelo. Al mirar, descubre una tortuga entre sus manazas. Okina, sin duda.

-¿A ver? Pásamela.

Extiende la mano para leer el mensaje que hay escrito en el caparazón. Parece que lo ha escrito con prisa y es una advertencia. Se la enseña a Yuki.

-Mira.

Yuki refrenó el caballo ligeramente para poder ver lo que Akari le enseñaba. El rostro de la chica se ensombreció. No podían continuar con los comerciantes, eso estaba claro... aunque dejarlos solos habiendo viajado juntos tampoco era apropiado. ¿Qué hacer?

–Creo que es hora de separarnos? –susurró a la onmyoji. Los motivos por los que había que alejarse estaban claros: había enemigos, pero aún tenían que encontrar a la esquiva Dama del Invierno. O aandonar su búsqueda y cerrar la puerta una vez más. Aunque fuese de forma provisional y luego tuvieran que investigar para cerrarla definitivamente.

-Esperaremos al siguiente pueblo, cuando Kuro-san y Reiko-san ya estén fuera de peligro. Les hemos dado nuestra palabra de defenderles de los samurais de ayer. Además, si la lechuza es un seguidor de Kagami, encontrará raro que nos separemos y nos desviemos del camino. No deben sospechar que sabemos que no podemos dirigirnos a Edo. Pero hay más caminos.

Mira a los demás.

-Descansad, porque esta noche fingiremos que vamos a la cama, pero continuaremos nuestro viaje al amparo de la noche.

Aunque viajar de noche con ese clima nunca es buena idea.

Juzoh se rascaba la cabeza, mientras continuaba mirando a la pequeña tortuga. Su gesto indicaba que algo no acababa de cuadrarle.

- Pero... ¿cómo ha conseguido encontrarnos? Sólo es una tortuga...

Miró a Akari.

- ¿Y si quiere decir justo lo contrario? -susurró-. ¿Que nos alejemos de aquí y nos demos prisa en llegar a Edo...?

En la parte delantera del carro, Reiko lanzaba miradas de soslayo al grupo que hablaba detrás entre susurros. Se notaba que no quería importunarlos, pero también parecía intranquila al notar su inquietud. Se volvió con delicadeza.

- ¿Va... todo bien? -preguntó, mientras echaba una mirada nerviosa a los alrededores.

-Pero no vamos allí, ni nos acercamos - no dice el destino real, por si las moscas.

Con un mensaje tan ambiguo lo único que pueden hacer es cumplir su objetivo y recorrer el Camino Sagrado del Monte Fuji. Y el Monte está a unos 200 km de Edo. Deben continuar su camino, aunque sea por carreteras secundarias y por bosques. Si consiguen despistar a la lechuza, será todo un logro.

En ese momento, Reiko-san les pregunta si todo va bien.

-Sí, todo va bien, Reiko-san - sonríe.

Juzoh se encogió de hombros. Lo más probable era que su hermana tuviese razón, y además no podían hacer otra cosa. ¿Pero qué podía haberle pasado a Okina para que tuviera que mandarles aquél mensaje apresurado? ¿Habría sido él realmente quien lo mandaba o los enemigos que les acechaban habían imitado su estilo usando a aquella tortuga? En cualquier caso, Juzoh se guardó a la tortuguita en un bolsillo.

- En fin, qué pena... -dijo-. Parece que me voy a perder montar en carro, después de todo.

Y siguió andando con su tetsubo al hombro, echando miradas preocupadas a su alrededor.

–Eso es tan tortuga normal como lechuza normal lo que nos sigue, Juzoh

Maldita lechuza... 

Era la primera en su vida que Yuki sentía el deseo de atacar a un animalillo aparentemente inofensivo. La chica se tuvo que controlar una vez mas para no salir en pos de aquel pajarraco espía... Al fin y al cabo, si el desaparecía ya no había de que preocuparse ¿no? Pero claro, Kagami lo notaría. La mente de la guerrera daba mil vueltas, meditando sobre el asunto y preguntándose que haría su padre en su lugar, cuando Reiko comenzó a mostrarse inquieta, aunque ni la mitad de lo que se sentía ella.

–No te preocupes, Reiko–dijo tratando de sonreír mientras, con un movimiento de las riendas, adelantaba el caballo para ponerlo a la altura de la joven. –Simplemente estamos un poco nerviosos. La hermana de Akari y Juzoh necesita ayuda y... bueno, a veces, aunque hagas todo lo posible quieres hacer aun mas, aun mejor y más rápido.

De nuevo, Yuki conseguía evitar una pregunta incómoda sin mentir. ¿Sería aquello lo que Gaisei llamaba "hacer política"? Con todo, no se sentía cómoda con la situación, y comenzó a hablar con la chica para distraerla, intentar ignorar a la lechuza y, sobre todo, ver si podían evitar que los comerciantes fuesen inmediatamente a Edo. Si era posible que esperasen un poco en un pueblo previo. Quizás pudiesen hacer negocios y, cuando marchasen de nuevo, todo habría terminado.

–Reiko san, Kuro san, si no es indiscreción, ¿vivís en Edo o vais a llevar algún encargo? Estar siempre viajando debe ser duro ¿no?

El transportista no volvió la cabeza hacia Yuki, pero sonrió sin apenas mover los ojos.

- En realidad somos de Kagawa, en el norte de Shikoku -dijo, refiriéndose a la isla más pequeña que hay al sur de Honsu-. Heredé el carro de mi tío, que vivía en Kyoto, y nos hemos dedicado a este negocio desde entonces. Además, hay más caminos y rutas aquí, en la isla grande. Es más rentable, así que nos mudamos. Pero nos gusta.

Aquella fue toda la explicación que el grueso hombre, parco en palabras, consideraba que debía dar. Pero estaba claro que la pregunta de la guerrera le había agradado. No debían interesarse por ellos muy a menudo.

El grupo siguió viaje entre conversaciones parecidas, más o menos animadas. Les bastó para saber que Kuro y Reiko se dirigían efectivamente a Edo a hacer entrega de un cargamento de maderas finas para las reparaciones de uno de los templos de la región. Que el negocio era duro y sacrificado, pero que gracias a él vivían bien. Que no tenían mala opinión de los gaijin, al menos de los que no iban a Japón a tratar de estafar o aprovecharse de la población. Y que habían sido padres, pero habían perdido a su única hija cuando era un bebé a causa de una fiebre persistente.

Cuando ya caía la tarde, Zantetsu y Kaede despertaron sintiéndose descansados y fuertes otra vez. Para guerreros como ellos, dormir entre fardos era casi un lujo. No pasó mucho tiempo hasta que llegaron por fin a la frontera entre las provincias de Omi e Ise. Una larga muralla de madera las separaba, y para continuar viajando por la Tokaido había que atravesar un gran control de guardia protegido por guerreros de ambos daimyos, una especie de puesto fronterizo entre provincias. Los carros y los viajeros se apelotonaban normalmente allí, esperando a que los guardias comprobasen que sus documentaciones y permisos de viaje estaban en regla. Pero aquél día la cola era más larga de lo habitual. No tuvieron que esperar mucho para enterarse, por las conversaciones airadas de algunos viajeros de la cola, de que el puesto fronterizo estaba cerrado. Nadie podía atravesarlo para ir a Ise.

Zantetsu se puso rápidamente al día. Agradeció a los dueños del carro el viaje, sacó un Koban y se lo dió al hombre. - Gracias por el viaje, espero que no te cause esto más problemas de los que te ha causado el viajar con nosotros.

Se giró hacia los demás.

- Deberíamos irnos, y deberiamos hacerlo ya. Si hay alguna manera de pasar al otro lado, no debería de ser en este carro. Si nos estan buscando nos atacarán, y cuando más lejos estemos de esta gente, menos peligro pasarán. 

Desperté renovado, me estiré, agradecí por el descanso y bajé del carro. Tras enterarme de las nuevas mi semblante se puso serio. -Concuerdo con que debemos irnos, pero también creo que si hay peligro en Edo y Kagami esta aquí, dejar viva a esa lechuza a esta altura es indistinto. Edo puede ser peligroso para nosotros pero si no nos adentramos nuestra misión podría fracasar, creo que deberíamos dividirnos de nuevo, unos para buscar a la dama blanca, otros para auxiliar a Okina-sama- En ese momento recordé las palabras de Shingen respecto a hablar con los animales. Dentro de mi poseía a un dragón, acaso podría dominar a reptiles inferiores? O al menos comunicarme con ellos. Lo que más se asemejaba a Seryu por ahora era una serpiente, así que bajé del carro y me concentré en encontrar/llamar una.