Partida Rol por web

Cuando Lady Gilliane me responde que mantiene su confianza en mi para a continuación indicarme que todavía le quedan reuniones pendientes llego a creer que es así, pero inmediatamente sus siguientes palabras lo desmienten. Esas reuniones me están vetadas dándoseme una ocupación donde no siga molestando a los nobles. Estar con la soldadesca, donde pasare completamente desapercibido y no se silenciará cualquier comentario por parte de cualquiera que vista la librea de los Glover.

Respondo con un lacónico. – A sus órdenes Lady Gilliane.

Doy media vuelta dirigiéndome al acuartelamiento de los soldados de la Casa Glover pese a saber que no pasare para nada desapercibido ni conseguiré ninguna información útil ya que nadie hará referencia a ningún tipo de rumor donde pueda oírlos. He reafirmado mi compromiso con la Casa Glover y soy esclavo de mi palabra.

La milicia de los Glover pasa la mañana de diverso modo, divididos esencialmente en grupos en función de las actividades que están realizando. No son pocos los que se limitan a descansar y pasar el rato haciendo gala de una pesarosa inactividad. En su mayoría son los reclutas que provienen de los lugares más alejados de los dominios de los Glover, pues parece que no han encontrado nada qué hacer en un lugar que, en cierto modo, les es extraño. 

Otros, cuyas caras son bien conocidas para el maestro de armas al ser en su mayoría soldados de la guarnición permanente de los Glover revisan sus armas y realizan el mantenimiento de su equipo. Algunos están junto al grupo restante, ejercitándose en el uso de las armas o dando consejo a los soldados más bisoños.

Deambulando por la zona, se cruza en tu camino uno de los sargentos de la hueste de los Glover, aparentemente sin nada que hacer. — Señor — Saluda con un asentimiento de cabeza. Es lo más parecido a un responsable que hay en las cercanías, quizá sea un buen candidato para comenzar a indagar.

Apenas había terminado su breve conversación con Aden Forrester cuando se acercó a ella Arlan Woods, siempre claro y directo, sin andarse con rodeos, algo que la dama de Bosquespeso agradeció pues en momentos como aquellos le hastiaba el exceso de pompa y formalidades.

—Me parece una excelente idea —respondió con un suspiro —El maestre Robert os proporcionará el mapa que requerís y daré la orden de que os cedan el paso a las habitaciones superiores. Confío en que sepáis elevar la moral de los hombres, temo que el exceso de ocio alimente semillas que no deben germinar de ninguna manera. Llevaos a quien queráis con vos pero os hago responsable directo de las acciones de la bastarda de la Isla del Oso. Cierto es que que actuó con valentía ante el asalto pero también que su impulsividad podría llegar a causar más problemas que bondades si no es controlada de forma adecuada.

Gillian buscó con la mirada a su cuñado quien aún padecía de un brazo dañado. Con un gesto de la cabeza, lo invitó a acercarse a ella. Los Glover también tenían cosas que hacer.

Marya alzó las cejas ante la petición de Arlan. Quería saber todo sobre el castillo y ver desde los lugares más altos todo el terreno, quería saberlo todo…Pero le constaba que había dado mucho de sí mismo y sus hombres en el campo de batalla. Se estaba ganando la confianza de la joven, desde luego. No podía evitar cierta desaprensión por los encuentros sociales, las reuniones y las conversaciones; había un traidor en el lugar, eso seguro. Los libros que leía nunca contaban mentiras, decían lo que había en ellos y ya está. Muchas veces, contaban la historia del vencedor, claro, no era tan tonta. Pero contaban historias sin ocultar detalles, porque si fuese a los lugares de esas historias, todo el mundo repetiría lo mismo que los libros. Esa era la verdad oficial.

Por lo tanto, Marya, una sombra de su madre, se movía aquí y allí tras haber dedicado un breve pero valioso tiempo a asistir a los soldados con heridas menores.
-¿Creeis que los hombres del hierro pedirán un rescate por…?.-No se atrevió a terminar la frase.- ¿Es así como trabajan?

Vuestro pintoresco grupo se dirige al campamento principal del ejército después de que el maestre Robert confiara a Arlan Woods uno de los mapas de la zona, haciéndole especial hincapié en que se lo devolviera en buen estado. Aunque sería más fácil tratar de elevar la moral de las propias fuerzas de los Glover, ni todas ellas están en un mismo punto, esto es algunas en la fortaleza y otras en el campamento, y sabéis que Aden Forrester anda supervisando a los que están en el castillo. Sabido esto, el campamento es vuestra mejor opción. Además de ello, probablemente captéis algún rumor o retazo de información que pueda ser de ayuda para vuestros propósitos.

No son pocos los soldados que se limitan a descansar y pasar el rato haciendo gala de una pesarosa inactividad. En su mayoría son los reclutas de otras casas, pues parece que no han encontrado nada qué hacer en un lugar que, en cierto modo, les es extraño. O puede que, simplemente, no hayan recibido órdenes de hacer nada, lo cual puede ser sospechoso.

Otros, por su parte, revisan sus armas y realizan el mantenimiento de su equipo. Algunos están junto al grupo restante, ejercitándose en el uso de las armas o dando consejo a los soldados más bisoños.

Jonelle caminaba en silencio, una vez llegó al campamento miró a su alrededor visualizando las diversas actividades a las que se dedicaban los hombres, los más activos se ejercitaban, otros revisaban sus armas, y una gran mayoría se dedicaba a...¿no hacer nada?... La mujer tenía una muy pobre opinión sobre las actitudes de los presentes, más no lo hizo constar, en su situación más le valía no agriar más su carácter, de nada serviría, y tampoco podía hacer movimientos bruscos, de lo contrario sus heridas podrían llegar a abrirse e infectarse.

La mujer caminó y miró por el campamento a los soldados, una manera de entretenerse y sumarse a la inactividad circundante, buscaba algo que hacer, quizás unirse a una conversación o echar una partida de dados, cualquier cosa que mereciera la pena.

Halbart Glover estaba ahora confundido, sintiendo que era el único que desencajaba en todo aquello, todos hacían lo mejor que podían y el estaba ahí, cómo una planta sin mero objetivo de adornar el salón.

Sumido en sus pensamientos, notó cómo su cuñada le hacia un gesto con la mirada para que se acercara, había ignorado las conversaciones entre ellos, así que solo cumplió con el designio de Gilliane, tal vez esperaría a ver que sale de su boca, para tomar una decisión que designe los pasos a seguir en su futuro próximo. 

Camino acompañado flaqueado por Karlon y por mi hijo. Gracias al mapa del maestre y a las observaciones que he hecho desde la torre me he dado una idea de cual es nuestro situación. Si queremos dar una buena batalla, debemos estar preparados.

-Hijo, ve por los hombres y diles que se preparen. Si ya terminaron de descansar y de repartirse el botín y de alistar su equipo, seguro que estarán listos para hacer su guardia.- Dejo, que por mi tono los soldados escuchen. Necesito que sepan que los hombres a mi cargo están a salvo y han ganado algo. -Y dile al hijo de Kevin que llegando a casa le daré su propia cabaña para el y la pequeña Nelly puedan tener sus hijos. Su flecha fue la primera en matar a esos Kraken, así que será recompensado. Anda, vete, y que todos se preparen.- Dejo que el muchacho avance un momento y cojo aire.

-Y ustedes, holgazanes.- Grito dirigiéndome a las tropas -¡Firmes! ¡Recompongas sus unidades y alisten sus equipos! Que todo el que no este herido que de un paso al frente. Recompondremos sus unidades. Para dar una buena pelea antes de que lleguen nuestros refuerzos. Ese botín sera nuestros y nuestros hermanos de la playa. No de un grupo de señores que vengan a salvarnos como señoritas. Aquí, tenemos la ventaja sobre esos Kraken, esto el norte y el bosque. Así que si dejan de holgazanear y se preparan podrán reclamar su derecho de saqueo cuando llegue el momento. Aquí esos calamares no pueden usar ni si brujería ni sus trucos. Y si no pregúntenle a esta bastarda. A pesar de ser una mujer, logro matar al jefe de uno de ellos y se encargó de volver por su recompensa. Entonces, ¿son menos que una mujer o no les interesa volver a casa con su recompensa?.

Mientras deambuláis por el campamento tratando de comprender qué es lo que allí pasa, las voces de Arlan Woods no tardan en congregar a buena parte de los hombres. Aunque por filiación la mayoría de ellos son de su casa o de otros habitantes del bosque, por lo que eviddentemente le conocen, no son pocos los soldados de otras casas que observan la escena con curiosidad. Las palabras, lanzadas con dureza e intensidad tienen en gran medida el efecto deseado. Los hombres no titubean antes de volver a sus quehaceres con renovadas ganas, incluso un buen grupo de los que antes se encontraban inactivos buscan algo que hacer. Un veterano tiene a bien llevarse a algunos a practicar con sus arcos en las cercanías. De hecho, parece que incluso ha calado en mensaje en otros soldados de los Glover y los Karkstark.

Sin embargo, por autoritario que sea Arlan Woods, sus palabras realmente no han llegado al corazón de los hombres y más que insuflarles sinceros ánimos les ha hecho avergonzarse por su desdeñosa actitud. Los hombres necesitaban que se restaurara su voluntad por luchar, no más órdenes. Pese a ello, es indiscutible que con la mente ocupada en otras cosas, no tendrán tiempo para darse a la molicie o a pensamientos indeseables. Es una solución temporal, aunque buena y probablemente dure el tiempo que tardéis en idear algo mejor.

Jonelle mientras pega la oreja a las partidas de algunos soldados escucha a un hombretón de los Bolton, el mismo que iniciara los pulsos durante el banquete, mencionar una pelea con los hombres de los Whitehill en el almacén. Por su forma de hablar no parece que haya sido una mera bravuconada, un encontronazo entre soldados pendencieros. ¿Qué motivos se esconden detrás?

Tras cumplir con el cometido encargado por su padre, el joven Adler se dirige a este una vez concluído su discurso.

— Padre, hay huellas de carro alejándose por el camino. Y nadie ha visto salir un carro del pueblo en todo el día. — Revela con cierta intriga, esperando que su padre tenga una deducción que explique aquello.

El interior del torreón aún huele a humo tras haberse impregnado este en las cortinas y las paredes, mostrando algunas de ellas el tiznado rastro de las llamas. Pese a ello, Rogar Bolton prefiere confiar en la seguridad de la fortaleza y habitualmente se le encuentra por las cercanías. 

Vuestros severos semblantes no le pasan desapercibidos, por lo que no duda en encontrarse con vosotros, manteniendo un tono cortés y de habilidosa cautela. — ¿Una mañana atareada? — Pregunta. — Podría envidiaros, teniendo algo qué hacer. ¿Hay alguna irregularidad, mis estimados Glover? 

Gillian suspiró al escuchar las palabras de su hija, sin mirarla directamente a los ojos hasta que al fin reunió fuerzas para enfrentarse al semblante de la joven, quien estaba mostrando una gran entereza a pesar de las circunstancias de los últimos días. No le cabía duda de que sufría por la ausencia de su padre y hermanos pero aún así, se había preocupado por atender heridos y asegurarse de que todo el mundo estaba bien.

—Es posible que acaben pidiendo algo a cambio, sí —respondió al fin aunque todavía no había llegado ningún mensaje, lo que oscurecía sus presagios.

—Halbart, tenemos que hablar con los señores norteños —dispuso cuando su cuñado se acercó finalmente hasta ellas —No me gusta la desidia y la indiferencia que muestran, como si esto no fuera con ellos, así que debemos averiguar qué ronda por sus cabezas...

En ese momento llegó hasta ellos el joven Rogar Bolton con una actitud que difería de la de Whitehill y Karstark. Gillian cogió aire mientras entrelazaba las manos por delante de su vestido.

—Siempre hay algo que hacer en un castillo —afirmó con el rictus serio —¿Habéis visto a Lord Whitehall o Lord Karstark esta mañana? —inquirió entonces —Espero que al menos estén con sus hombres...

El comentario del soldado Bolton hace que la bastarda preste aún más atención al tipo, pues todo lo que rodea el almacén, una zona sensible en vista de los últimos robos, le interesaba -...¿Los hombres Whitehill peleando en el almacén?...Vaya les queda energía después de la batalla... ¿Por qué discutían?... ¿Y contra quién?... - pregunta abiertamente la mujer con muestra de despreocupación, intentando hacer un acercamiento a la soldadesca

El hijo de Woods se acerca entonces a su padre, el cual había movido a los hombres para que se prepararan en caso de conflicto, actuando con dureza y haciendo la comparación con la bastarda, la cual estaba segura que en cualquier momento le diría algo desagradable, cual era su costumbre.

- Si hay ruedas de carro en el suelo, es que un carro ha pasado por el suelo... - razonó la moza, estaba claro que creía firmemente en las evidencias -... Si nadie lo ha visto puede ser que los vigías no hagan bien su trabajo o el carro estuviera escondido en el bosque... O que haya llegado un carro a la fortaleza... Más opciones no se me ocurren... - dijo Jonelle cruzándose de brazos, tampoco era una gran pensadora, quizás hubiera otra explicación plausible.