Partida Rol por web

Tierra sin Fé

Heraldos de la Oscuridad

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29/09/2009, 09:29
Iolaeden Raldimar

Iolaeden arqueó suavemente sus cejas doradas. No le dejaba de hacer gracia lo jactanciosa que era civilización guerrera, a pesar de que los Elegidos los estaban aplastando como si fueran insectos.

Entonces, el General de un ejército tan poderoso, con unos guerreros tan valientes... alguien que tiene a su disposición ingenios de guerra, navíos voladores, cañones y hachas. ¿Cómo es que no ha conseguido sacar aún a un sólo trasgo de palacio de una patada en el trasero? Iolaeden hablaba sosegadamente, dándole un tono pesaroso a sus palabras. Suspiró. ¿Qué nos dice del palacio? ¿Qué accesos tiene? ¿Sería posible infiltrarse desde el sistema de alcantarillado, por ejemplo? ¿Posee entradas secretas que él pueda desconocer?

Notas de juego

Victor, tú haces de poli bueno y yo de poli mala xD.

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01/10/2009, 09:36
General Sifrad

El General miró a Iolaeden, manteniéndole la mirada.

Porque, pese a todo, nuestro trabajo es defender a nuestra gente, y desconocemos el alcance de su poder, y lo que seria capaz de hacer a la ciudad si se ve atacado. Por eso no hemos intentado nada aún.

En cuanto al palacio... tiene varias entradas y salidas posibles, además de la puerta principal y la de servicio. Tiene un túnel que va a parar a un piso franco 'abandonado' del distrito caravanero, y otro, con una salida mucho más alejada, que va a dar a las montañas.
Por el alcantarillado... se tomaron medidas para que no se pudiera colar nadie a los patios, pero imagino que no será mucho problema para ustedes.
Si lo necesitan, alguno de nuestros guerreros ha sido guardia de palacio, una vez dentro les orientaría sin problemas, pero antes deberíamos capturar a uno de sus seguidores, para conseguir información mas precisa... y lo más veraz posible. Normalmente van en parejas o tríos, así que si les interrogamos por separado podriamos contrastar sus versiones.

De todos modos, estaria bien hacerlo lejos y rápido, para que no les de tiempo a echarlos de menos y nadie oiga el interrogatorio.

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18/10/2009, 20:11
Barahir Leithian

Barahir asiente con gesto serio.

Podemos ocuparnos de ese interrogatorio.

Cambia una mirada muy significativa con Ioladen; cualquiera que conociera - mejor que el capitán - el pasado de aquellos enviados divinos, sabría que ambos tienen muchos recursos y una amplia experiencia en "interrogatorios". Una ceja se frunce, bajo la sombra de su capucha. El enviado de Mâskhara piensa rápido y con agudeza, siempre para desgracia de sus enemigos, pero no acostumbra a darse prisa en expresar en voz alta sus ideas.

Tan solo la sonrisa torcida de Barahir, bien conocida ya por la cicatriz de Loviatar, mostró que sentía cierta satisfacción hacia esa parte del plan. Las cosas tomaban forma y no pintaban bien para cierto sucio trasgo. Si Ioladen escrutara con la perspicacia habitual aquellos ojos marrones, incluso creería que hay algo más paseando por su mente, alegrando su expresión. Una idea más, un juego propio, porque... nadie dijo que tuviéramos que compartir todo, ¿verdad?

Con serenidad, el mago muestra su conformidad con lo escuchado y asiente una vez más, dejando la palabra a su compañera y dando la charla - por su parte - terminada.

Notas de juego

¡¡Estreno pj!!

Siempre me pareció que el anterior Barahir hablaba demasiado =P

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19/10/2009, 08:45
Iolaeden Raldimar

Iolaeden alzó una ceja dorada en dirección a Barahir. ¿Podemos ocuparnos? parecían preguntar sus ojos azules, divertidos y desdeñosos a partes iguales. No. Ella se ocuparía. Cada tarea tenía su herramienta adecuada, y en los "interrogatorios" ella no tenía rival. Pero ese era un asunto que sólo incumbía a ellos dos: Sifrad no tenía por qué saber nada. Así que devolvió la mirada al anciano guerrero, ladeando la cabeza y esbozando una radiante sonrisa.

Claro dijo con un voz que era dulce como la miel. Sólo díganos dónde podemos encontrar a esos hombres o qué lugares suelen frecuentar. Y un mapa del palacio y de la ciudad tampoco vendría mal. Oh, y ¿contamos con la colaboración de sus hombres si la necesitamos?

Notas de juego

Bienvenido Lurith.

Pero hombre, no lo cortes con el mismo patrón que Dammon xD.

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19/10/2009, 09:20
General Sifrad

Sifrad miró a los dos elegidos un instante, con una mirada de perro viejo.

Me siento como si tratase con el Diablo. Al menos, éstos son el mal menor... Bueno, eso espero. Al menos no nos llenarán el reino de trasgos.

Finalmente suspiró.

Bien... esos sectarios suelen merodear por toda la ciudad salvo los cuarteles, aunque se les ve mas por el distrito mercantil, la zona este de la ciudad... hablando a la gente que viene y va sobre su dios, y todo eso.

Se levantó y se fue a un armario próximo Los mapas del palacio y la ciudad los debo tener por aquí... por alguna parte Dijo buscando por unos cajones

Tras unos segundos, dio con ellos Ah, aqui están Cerró el cajón y os entregó dos tubos de pergamino, uno bastante más grande que el otro.

Muy pocos en la ciudad, aparte de los sectarios, simpatizan con el Primer Siervo, y normalmente son rebeldes o gente que por alguna razón no está contenta con el Imperio o el gobierno de la ciudad.
No es el caso de los soldados, que rara vez están en contra del Imperio, además, hubo unos cuantos muertos durante su ataque, así que supongo que... Si, que podéis contar con el ejército. Ojo, el ejército. En la Guardia hay mucha gente y muy buena, pero también hay algunos matones que no son de fiar.

Se levantó de nuevo Bien, voy a asignaros algunos soldados para que os guíen y os acompañen, por lo que pudierais necesitar. Sería útil un grupo pequeño... tres soldados, por ejemplo? De los mejores. No podrán hacer gran cosa contra el trasgo, pero ay del sectario que les pretenda plantar cara.
Les pondremos uniformes normales del ejército, para que no den la nota por la calle.

Notas de juego

No tengo el mapa a mano, este meidodia lo busco por casa

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20/10/2009, 15:48
Barahir Leithian

Barahir asintió levemente mientras aceptaba los tubos de pergamino sin fijar la mirada en ellos. Sus ojos no abandonaban al General.

Mantenía el silencio con gesto imperturbable mientras el otro hablaba. A decir verdad, Iolaeden podía darse cuenta de que el mago ya había obtenido todo lo que quería de aquel viejo militar. El inexpresivo rostro ocultaba cierto matiz de indiferencia y desdén. De cara al General Sifrad, no obstante, el silencio respetuoso del otro hombre no era más que una educada muestra de su atención.

Cuando el interés de Barahir en ese encuentro amenazaba con tocar fondo, una de sus cejas se levantó de improviso. La sugerencia de una escolta armada tuvo, al menos, la virtud de causar cierta pequeña reacción en su cara.

Agradecemos infinitamente su oferta, General Sifrad. Esos soldados supondran una inestimable ayuda.

Las cálidas palabras contrastaban, en cierta medida, con la frialdad de su gesto. Sin embargo, hacía ya mucho tiempo que había aprendido a ocultar esas pequeñas incoherencias al ojo de cualquier observador. Para el experimentado comandante, lo único visible era la fachada de buenos modales y suave voz.

Para Ioalaeden... bueno, no hay nada malo en dejar que vea más allá.

Vuestros tres hombres podrán encontrarnos en el distrito comercial, pues ese parece un buen lugar por donde empezar dirige una mirada a su compañera, buscando una confirmación de su parecer tal vez incluso tomemos alojamiento en ese sector.

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20/10/2009, 16:39
Iolaeden Raldimar

Iolaeden no mudó la expresión. Barahir sabía tan bien como ella que estaban alojados en la taberna que les habían indicado los guardias de la entrada: Las Seis Puertas. Su paso por las puertas de la ciudad no había pasado desapercibido, y era probable que la conversación llegara a los oídos de Sifrad si es que no había llegado ya. Pero Barahir no se habría ganado la confianza de Maskhâra por su ingenuidad. Tendría sus razones para actuar como lo hacía.

Y ahora que lo pensaba deberían tener cuidado de ocultar sus rostros. Pronto serían más conocidos que en Athkatla y cuantas menos explicaciones tuvieran que dar, mejor. Ellos debían elegir cuándo actuaban a cara descubierta y cuándo no. Y desde luego, en ese menester su compañero tendría mucho que decir.

Notando el sutil tono de cortante impaciencia de su compañero y sin tener ella misma nada más que añadir, se levantó del asiento sin más ceremonia. Se echó la capucha por el rostro y la capa por encima de los hombros, para esconder el símbolo del Látigo Servicial.

Sí, nos encontraremos con ellos dentro de una hora, donde nos digáis. Mientras mi compañero y yo haremos averiguaciones por nuestra cuenta. Y General, me siento impresionada por vuestra entereza. Quizá os interesaría formar parte del Nuevo Orden que va a llegar a vuestro mundo. Sin que ello suponga dejar de proteger aquello que tanto amáis. Más al contrario: quizá lo necesitéis. Meditadlo.

Notas de juego

Uve, aquí estaba el mapa de la ciudad. Teníamos un enlace en la página anterior. Estaría bien que editaras el dibujo para saber dónde cae el distrito comercial, y dónde está la posada de las Seis Puertas. Yo he asumido que no está en ese distrito porque no nos hemos cruzado con ningún acólito, pero si estoy equivocado, corrígeme.

Quizá por eso no lo encontraste por casa, te confiaste que lo tenías subido y pasaste de guardarlo.

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22/10/2009, 23:34
General Sifrad

Acerca del alojamiento... como vean, pero preferiria que estuviesen localizables, al menos háganos saber donde se hospedan si cambian de lugar.

A Iolaeden la respondió con la habitual educación del caballero.
Todo lo que sirva para que este Imperio sobreviva a lo que se avecina será bienvenido, dama. Una guerra no se gana sin sacrificios y sin pérdidas, por pequeñas que sean, asi que... no sé lo que pensará el Emperador, pero yo pienso que tendremos que comenzar a escoger las cosas que estamos dispuestos a perder desde ya mismo...
Más tarde si quiere hablaremos de ello, con más calma.

El General os acompañó afuera, indicándoos donde podríais esperar. Os indica un lugar en los barrios bajos, cerca del cuartel.
Los matones sectarios evitan a menudo esa zona, y cruzándola podrían llegar a la zona Norte del distrito comercial, evitando pasar cerca del distrito gubernamental, que sí está mas vigilado, y las raras veces que el trasgo sale del Alcázar, merodea por el Muro Interior.

También os advierte de pasada, como anecdóticamente, que podríais tener un encontronazo con más de un matón por los barrios bajos, más para que lo sepáis que porque vaya a ser verdaderamente un problema.

 

Notas de juego

El dichoso mapa acabado...

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23/10/2009, 15:46
Barahir Leithian

Volveremos a vernos, General. Le mantendremos informado y esperaremos lo mismo de usted.

Barahir sonríe ligeramente; la clase de sonrisa de quien sabe guardarse su motivo de satisfacción. Ya en los exteriores del cuartel, el hechicero tiende la mano en forma de despedida al General. El gesto parece poco propio del distante mago, pero tal vez su protocolo con un alto mando humano sea muy distinto a la cercanía que pueda mostrar con un montón de simples medianos.

Puerta del Oeste tiene lo necesario para sobrevivir a estos duros tiempo, General. Con hombres como usted al mando, el ocaso de otros se volverá vuestro amanecer.

Sería difícil asegurar si el súbito cambio en la expresión del militar se debió a las palabras o al contacto de su mano. La reacción no fue muy distinta de la que se hubiera esperado si un relámpago hubiera pasado al General a través de los dedos de Barahir.

Hasta pronto y no tema, podrá contactar con nostros tan a menudo como quiera.

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23/10/2009, 16:30
Susurro Sigiloso
Sólo para el director

A la orden de su amo, Susurro Sigiloso hizo uso de su poder más básico; el que le permitía comunicarse el que empuña o corromper a nuevos dueños.

A lo largo de los años, la espada se había hecho experta en mostrar a los hombres lo que estos más ansiaban. Con suerte y paciencia - y el arma tenía de ambos - algún día eso le permitiría escapar del hechicero que le había confinado en aquella forma. Algún día...

Por ahora, prefería acatar sus mandatos, y el General recibió telepáticamente claras imágenes de la gloria y el poder que sobrevendrían en un futuro no muy lejano. Riqueza y éxitos aprovechando de su fuerza para imponerse a la situación. Tomando el puesto que merecía. Pero siempre con Barahir al lado.

Sin embargo, rara vez Susurro Sigiloso atendía los llamados de Barahir de buen grado, y esta vez no fue una excepción. Junto con la prometedora imagen de éxitos y poder, la espada transmitió una segunda sensación: inquietud. Tal vez las ambiciones del General fueran fáciles de explotar y el mago se saliera con la suya, pero cierta parte de su naturaleza quedó descubierta por las aviesas intenciones de su espada.

Las promesas calaron hondo en el viejo militar, pero algo le dijo que aquel hombre de palabras amables y ropajes negros no era menos inquietante que la mujer de siniestra sonrisa.

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23/10/2009, 16:44
Barahir Leithian
Sólo para el director

Notas de juego

La idea es dar la orden (mentalmente) a mi espada y que ella lo haga. Es el poder más básico de las armas inteligentes: transmitir ideas, sensaciones o similares telepáticamente.

Perdona si cojo mucha manga dando por supuesto reacciones del pnj, todo se puede editar. Tal y como he descrito tengo mis propios medios para atraer al General hacia mi, pero usando mi espada de intermediaria pocas cosas salen exactamente como planea Barahir.

Si te parece, te dejo la interpretación de lo que he causado.

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27/10/2009, 09:20
Director

Sifrad asintió a las palabras de Barahir un poco escamado y pensativo. Se le veia algo inquieto mientras los Elegidos salían por la puerta del Cuartel.

Los barrios bajos no eran muy diferentes de los de cualquier otra ciudad de Faerûn, con unos cuanto mendigos aqui y allá, y menos luces de 'cristales' y más faroles comunes y corrientes, más baratos supuestamente.
Las calles aún lucían algunas muestras de la vieja gloria de la ciudad, por ejemplo todas las calles estaban empedradas, y se conservaban, aunque mal, algunas fuentes y edificios del bello estilo arquitectónico que dominó la ciudad antaño. Los desconocidos parecían atraer las miradas, pero aunque las gentes del distrito parecerian muy dispuestas a tratar de sacarles el oro, nadie se acercó, posiblemente temiendo justamente lo que los Elegidos eran.

Barahir pensaria que tal vez en la zona oriental del barrio fuera diferente, pues estando cerca de la zona comercial estarian más habituados a ver extranjeros que en esta parte del distrito.

No les hicieron esperar demasiado en el lugar indicado, tres soldados se acercaban por una calle armados con todo el equipo: Hacha, escudo, y uno de ellos con uno de esos extraños tubos metálicos, los otros dos, en su lugar tenian lanzas cortas.

 

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05/11/2009, 16:52
Barahir Leithian

Barahir no podía extrañarse de las recelosas miradas que recibían después de la experiencia con el trasgo que habían vivido aquellas gentes. A menos que se equivocara - y rara vez me equivoco - esos recelos cambiarían pronto. Los Elegidos y los Dioses a los que representan traerían fe, esperanza, poder y nuevas ambiciones. La plebe tenía mucho que aprender y sus ojos dificilmente podían vislumbrar lo lejos que llegarían sus ambiciones pronto. A Maskhara no le gustaban los mediocres, ni los que se conformaban con lo que tenían. Cuando se lo enseñara, al pueblo tampoco le gustaría ser mediocre, ni conformarse. Al menos a los que fueran merecedores de tal favor.

Viendo llegar a los soldados, Barahir sonrió. Los medios comenzaban a llegar a sus manos - a nuestras manos, se corrigió mentalmente- y las piezas se disponían sobre el tablero.

Llegáis puntuales. Nuestra primera tarea será encontrar a uno o dos de esos adeptos descerebrados que tiene el trasgo.

Miró a Iolaeden, confirmando el plan, y después a los soldados, apremiándolos a aceptar la orden. Aunque el ladino mago sabía bien cómo motivar y convencer a un subalterno, con vistas a sacar lo mejor de él, esta vez su costumbre a ser obedecido sin tardanza por cualquier hombre a sus órdenes pudo más.

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05/11/2009, 17:54
Iolaeden Raldimar

Iolaeden recorrió el camino tal y como había salido del encuentro con el general de aquella ciudad fronteriza: embozada y silenciosa. Había llegado el momento de actuar con discreción, para no levantar la liebre antes de tiempo. Si había algo en aquella Tierra sin Fe más peligroso que un Elegido, eso era sin duda un Elegido advertido. Iolae no quería encontrarse bajo ningún concepto a un trasgo rodeado de esbirros con un repertorio adaptado a los dos rivales que tendría que combatir. En ese aspecto, se alegraba de contar con la ayuda de Barahir. Un Elegido de un dios más belicoso, como Gáragos, podría echarlo todo a perder. El trasgo tenía la ventaja del terreno y habría que andarse con cautela.

Sifrad nos dijo que los seguidores del Elegido de Magubliyet se concentraban por aquí asintió Iolaeden, yendo al grano sin ninguna ceremonia. ¿Conocéis algún sitio donde podamos encontrar a un par de cultistas y llevarlos a un reservado sin levantar mucho alboroto? A uno, idealmente, en el que no nos molesten los oídos indiscretos incluso si sube el volumen de la discusión.

Se le ocurrió una idea y volvió la cabeza hacia Barahir.

No conozco el alcance exacto de tus habilidades. Pero si raptamos a un par de hombres para interrogarlos, ¿podrías disfrazar a este par de guardias para suplantar a los cultistas y que no los echen de menos? O si lo prefieres, déjame a mi el interrogatorio y quédate tú con ellos para tener más controlada la situación.

Notas de juego

Pues eso, que vamos a curarnos en salud. No quiero que el trasgo se entere de que estemos aquí ni de que están abduciendo a sus fieles. Cuanto menos lo vea venir mejor ¿no?

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08/11/2009, 03:12
Barahir Leithian

Barahir sonrió. Parecía hacerle gracia la petición de Iolaeden. Con un gracioso gesto y una leve reverencia, contestó:

Mis talentos están a vuestro servicio.

Su expresión cambió rápidamente, recuperando la seriedad y mostrando que meditaba sobre el asunto.

En todo caso sería mejor que no nos demoráramos en esa "conversación". En ese tipo de actos, rara vez el Elegido de Mâskhara hacía referencias que no fueran veladas. Parecía más una costumbre adquirida que una necesidad, en la discreta presencia de tan prácticos compañeros.

Al final se encogió de hombros, sonriendo.

Como quieras. Lo cierto es que preferiría  que dejaras a esos cultistas enteros y presentables. Nadie los echará de menos si regresan con una sonrisa en los labios y la boca bien sellada.

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11/11/2009, 09:32
Director

La pareja de Elegidos, con sus tres guardias como "escolta", pasearon por los barrios 'difíciles' de la ciudad, hasta que se aproximaron a la zona comercial. Por allí ya habia algo más de guardias 'comunes', pero tampoco es que estuviese lleno... y más que patrullas eran parejas de guardias que montaban vigilancia en algún cruce por si pasaba algo cerca, tampoco tenial moral como para pasearse por los barrios bajos buscando problemas que solucionar. Suficientes se encontraban cotidianamente simplemente quedándose de guardia en un punto.

En una plazoleta, un hombre estaba subido a un barril, ataviado con ropas de color pardo y una capa morada. Otro que estaba vestido de igual modo aguardaba a su lado. Se habia juntado algo de gente alrededor, que escuchaba al 'predicador'

...¿Y cuánto mas poderosos seremos? Si un solo trasgo ha sido capaz de poner en jaque nuestra ciudad, ¿Hasta donde llegaría nuestro Imperio con semejante poder? Abrid los ojos...! Es un trasgo, pero y que? Es demasiado lo que nos ofrece a cambio de la fe en Maglubiyet como para que no merezca la pena, poder para ti Dijo señalándolos de uno en uno para ti y para tí, para dejar de ser simples gotas de agua... y gloria para el Imperio...!

Desde luego como orador no era gran cosa, pero ahí seguían, comiendole la cabeza a la gente...

La plazoleta era pequeña y habia juntado unas veinte personas, habian cerca un par de tenderetes de pieles, y ningún guardia a la vista salvo los vuestros.

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11/11/2009, 09:56
Iolaeden Raldimar

La Cicatriz Verdadera de Loviatar escuchó la predicación de los hombres desde la profundidad de su capucha. Algo dentro de ella rebullía como un torrente ígneo. Sin haberlo advertido, sus mandíbulas se habían tensado. Tuvo que aflojar consciente las manos cerradas en un puño. El deseo de infligir dolor a aquellos blasfemos era intenso. No les inflingiría una muerte rápida y vengativa. Sería lenta y atroz. Cuando les enviase a los Nueve Infiernos lo encontrarían el Paraíso comparado con lo que les habría hecho en vida.

Su respiración se había hecho trabajosa y jadeante. El pecho le subía y bajaba con violencia. Iolaeden Raldimar y estaba fuera de si. Todo dentro de ella pugnaba por blandir sus conjuros más poderosos y desatar una matanza. Se tuvo que recordar por qué estaba aquí. Quién era ella y por qué Loviatar la había elegido: su paciencia para tejer hilos, como afanosa araña. ¿Realmente la había cambiado tanto el encuentro con su diosa?

Acaba con esto, Barahir le pidió la loviatarita en un susurro, rechinando los dientes. Tú podrás actuar con mayor discreción. Porque como lo haga yo, no vamos a tener ni con lo que lanzar un hechizo de hablar con los muertos.

Notas de juego

Creo recordar que el Embaucador tenía un montón de cosillas de encantamiento ¿no? Si no se te ocurre nada, pide colaboración a Iolaeden, que ya se serenará y planearemos algo juntos.

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11/11/2009, 20:59
Barahir Leithian

Barahir paseaba con ritmo sereno mientras se acercaban a aquel pretendido predicador.

El mago sonreía con gesto misterioso mientras escuchaba las palabras procedentes de una lengua tan poco dotada. Incluso la dudosa majestad de un barril quedaba grande para un líder de masas como aquel. La escena divertía al hombre de ropajes negros más que producirle cualquier otra emoción.

Iolaeden no sentía lo mismo, y al fin y al cabo no se le podía culpar. Asintiendo a la petición de su compañera, Barahir amplió la sonrisa y le mostró un maduro tomate, que emergió de las profundidades de la manga de su túnica. Nadie podría haber dicho de dónde sacó el conjurador ese fruto, pero sin duda uno de los cercanos tenderos no echaría en falta tan poca cosa. Sin dejar de deslizar el tomate entre sus dedos con gran destreza, el mago guiñó un ojo a uno de los soldados con gesto cómplice, antes de alejarse de los que le acompañaban para acercarse al grupo que escuchaba todos esos disparates.

¡Sandeces! la imperiosa voz del conjurador detuvo el discurso del tipo. Toda la congregación le miró en unos instantes, atraido por la violenta irrupción, y la atención de esa plebe no parecía disgustar al mago.

¿Prometéis poder para el Imperio de la mano del mismo trasgo que, admitís, tiene en jaque a la ciudad? ¡Habláis de poder cuando vuestro trono es un barril y vuestra lengua titubea!

Las preguntas e imprecaciones de Barahir no daban cuartel al predicador. No le daba oportunidad de emitir respuesta, aún si su lenta mente hubiese tenido alguna probabilidad de seguir el ritmo de un cerebro muy superior y una lengua más afilada.

¿Maglubiyet os ha prometido gloria igual que la prometéis a estos ciudadanos? Barahir comienza a mirar más a los plebeyos que al interpelado. Estos hombres necesitan verdades... con sus manos gesticula, señalando y exaltando los ánimos ... no necesitan Dioses cuyo representante en esta buena tierra es un sucio trasgo y cuyo profeta es un idiota subido a un tonel.

El volumen de su voz había ido subiendo y Barahir ya se dirigía directamente al grupo de ciudadanos.

¿Haréis caso a las mentiras de este vil siervo de trasgoides o le bajaréis los humos? No necesitáis de él ni de su fe. Demostradle el poder que ya tenéis derribándolo de su tribuna.

Las palabras del orador fueron embrujadoras. Los ojos brillaban y sus manos gesticulantes parecían manipular los sentimientos a su antojo.

Dos tomates habían aparecido en manos de dos de aquellos plebeyos, aún cuando ni ellos sabían cómo les habían llegado. Desde un lugar con privilegiada perspectiva, Iolaeden vio a Barahir en su ambiente. El mago se estaba diviertiendo con eso.

Notas de juego

Sugestión en grupo.

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11/11/2009, 22:29
Iolaeden Raldimar

La tensión se disipó en el rostro de Iolaeden Raldimar hasta transformarse en una sonrisa. La pantomima que había montado Barahir resultaba de lo más hilarante. Y no sólo eso. Proporcionaba unas buenas oportunidades de atrapar a esos dos. El Elegido de Mask no le había decepcionado en absoluto.

La Cicatriz Verdadera le hizo un gesto imperativo a los guardias disfrazados para que la acompañaran. Avanzó discretamente por el lateral de la calle y se situó una manzana más allá... en la dirección que pudieran tomar unos predicadores a la fuga. El asomo de un plan se empezaba a formular en su mente. Se harían pasar por adeptos de Magubliyet que ofrecieran una vía de escape a otros compañeros de la multitud ofendida. Con las prisas y el miedo que tendrían encima no se lo pensarían dos veces antes de seguir a una figura embozada que les dijera "por aquí"...

...y caerían directamente en las fauces de la loba.

Los labios carnosos de Iolaeden formaron una deliciosa sonrisa que mostraba una dentadura perfecta. Hubiera sido una sonrisa preciosa sino hubiera estado tan carente de alegría y tan cargada de anticipación macabra.

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14/11/2009, 11:33
Director

La gente que les escuchaba, empezó poco a poco a cambiar de opinión, y si es que de verdad les estaban escuchando con atención sincera, cambiaron su parecer y empezaron a increpar a los voceros del trasgo, acusándoles de traidores, vendidos, vagos y mil cosas más, que en ocasiones ni siquiera venian al caso.

Cada vez se les acercaban más, y el que estaba debajo del barril sacó una espada corta para defenderse y mantener a raya al montón de gente antes de que se envalentonaran demasiado...