Partida Rol por web

Intentas encontrar la entrada al edificio pero te encuentras que tres portales pueden ser los adecuados. No sabes cual elegir y se está haciendo de noche.

Por lo menos ves la placa de la calle y los números de los portales, además sabes que la pluma ha caído de un 4º piso.

La calle es Avda. Noches de Arabia y los números 8 12 y 14. Tenías la suficiente información como para volver al día siguiente o preguntar a Roz. Aunque siempre te quedaba el "Pito-pito Gorgorito"

Ya me tocaría volver al día siguiente después del trabajo. Por ahora ya tenía bastante con lo que sabía.

Me hubiera encantado comprobar si se trataba o no de mi buen Iago.

Tenía mucho que redimir y este podía ser un buen lugar para empezar.

Definitivamente irías al día siguiente a comprobar si Iago era el dueño de esas plumas que caían; ahora tocaba volver a casa y prepararte para un día de trabajo, posiblemente duro. 

Regreso a casa con muchísimas dudas y algo raro en mi corazón, algo que no había sentido en muchos años. Esperanza.

Tras preparar una exigua cena y darme una buena ducha me retiro a descansar, no sin antes preparar mi despertador.

Comiste tranquilamente, con el sentimiento de esperanza en tu pecho y feliz de poder comer algo decente tras tantos años en el infierno. Así que una vez tuviste la barriga llena solo te quedó echarte en la cama y disfrutar de una cómoda y suave cama de 1'50m de anchura.

Una música, horrible a tu parecer, te despierta de tu calmado y dulce sueño lleno de… lo que sea que tú sueles soñar. 

Desde la ventana escuchas a la gente de Tales Town riendo, cantando... Parece un poco vomitivo.

Pareces estar algo aturdido, te cuesta recordar incluso donde estás hasta que te incorporas y sales de la habitación encontrándote a Roz sentada en la cocina, tomando lo que parece un café y con un paquete en la mesa. El susto de encontrarte a ese ser a buena hora de la mañana de frente no te lo quita nadie y ella ni siquiera levanta la vista del informe que está leyendo.

-Buenos días. Espero que hayas descansado. ¿Estás listo para tu nuevo trabajo? –Te pregunta sin mirarte hasta que tiene que volver a hablarte- Espero que recuerdes lo que te dije de las acciones. ¿Debo recordártelo?

La noche fue bastante tranquila y fresca, al menos comparada con mis anteriores noches de sueño en el infierno, mi sueño fue bastante intranquilo, pues encontrar la pluma de Iago revolvió en mi una serie de recuerdos que me atormentaron e intrigaron a la vez.

Mi sueño me condujo a la época en la que era el gran visir de Agrabah y como manipulaba todo a mi alrededor para que las cosas se hicieran según mi voluntad, recuerdos de una vida pasada que ahora quería dejar atrás, recuerdos de mi prisión en esa condenada lampara. Una experiencia que no iba a repetir ni por todo el oro y magia del mundo.

Al escuchar esa condenada música que más parecía una cacofonía salvaje, me levanto somnoliento y marcho hacia la cocina, es allí en buca de algo de beber, sin embrago lo que encontré allí fue más que suficiente para espantarme el sueño. Allí estaba ella, justo en medio de la cocina. Roz preparándose un café como si fuera lo más natural del mundo.

Intento ocultar mi desagrado por la visita inesperada lo mejor que puedo y con una sonrisa dulzona me acerco a ella par responder su pregunta.

Sólo hay una cosa que no recuerdo bien y es lo de reportarme, cómo es que debo hacerlo, enviaran a alguien por mi o debo ir a ver a las hadas, por lo demás todo esta claro. ¿Podrías recordarme como hacer mi reporte e indicarme en dónde queda mi nuevo trabajo? - pregunto con amabilidad.

En verdad Roz no era lo más agradable que podías encontrarte en aquel lugar y menos de buena mañana cuando aún tu mente y cerebros no estaban del todo activos.

La mujer babosa no te miró cuando preguntaste, simplemente miró a lo suyo.

-Te reportas para que podamos firmar tus acciones aunque no te preocupes, te ayudaremos en el recuento -Dijo señalando la pared, donde había aparecido de repente un cartel en el que había una cuadrícula. Arriba estaba puesto tu nombre y luego había dos renglones. Uno de ellos tenía una carita sonriente y otro un diablillo; no pudiste evitar pensar que te trataban como a un niño

-Los reportes se hacen en la oficina que estuviste ayer así que no te debes preocupar. Si te retrasas sin justificación entonces sí que vendrán a por ti -Dijo sonriendo con malicia, estirando la mano para darte el paquete- Este será tu uniforme, puedes asearte y desayunar, yo te acompañaré a tu trabajo. ¿Qué tal se te da la venta?

Por favor Roz, soy Jafar o mejor dicho lo fui, ahora soy sólo Raziel, pero aún así podría vender arena en el mísmisimo desierto. - respondo mientras observo mi uniforme... (reacción pendiente por falta de descripción)

Tras vestirme con mi nuevo uniforme,  me reúno de nuevo con Roz en el comedor para ponerme en marcha al trabajo.

Por cierto bonita, ¿Esto va a ser cosa de todos los días o sólo de hoy? Y si tu estás aquí ¿Quiénes son las niñeras de los otros o es que recibo un trato especial por ser tu favorito? -  pregunto forzandome a sonreír del modo más encantador posible.

Cogiste el paquete que Roz tenía donde venía tu uniforme que se componía básicamente de un uniforme azul de los auxiliares actuales y una bata. En el lado derecho del pecho había la insignia de lo que parecía un boticario o algo parecido.

Cuando volviste ya vestido Roz te miró de arriba a abajo un momento para comprobar que todo fuera correcto y se puso de pie antes de contestar tus preguntas.

-¿A qué te refieres? ¿A venir a buscarte? No, hoy es excepcional, mañana lo harás tú solo. En cuanto te deje a ti ire a por los demás, no te preocupes por eso -Dijo seriamente, recogiendo sus papeles- ¿Estás listo? Puedes tomar algo de desayunar si quieres

El azul no me sienta para nada, pero bueno en mi cualquier cosa luce genial, después de todo no es la ropa sino el hombre que la usa lo realmente importante. -  pienso mientras miro mi uniforme con cierto desagrado.

Muchas gracias, eres muy amable por invitarme a tomar desayuno en mi propio comedor ternura. - digo en tono afable mientras hiervo algo de agua para prepararme un té y unas tostadas con mantequilla y mermelada.

Por cierto Roz, antes de ser nuestra niñera, ¿A qué te dedicabas? No es que sea de mi incumbencia ni nada, pero al menos me gustaría conocerte un poco mejor y si se puede, entablar una buena relación de amistad contigo. - digo sentándome frente a la mujer babosa.

Roz no dijo nada mientras te preparabas el desayuno, dejándote tu espacio e intimidad a pesar de estar ahí, al menos hasta que le preguntaste directamente sobre ella misma y alzó la vista del periódico, cerrándolo y doblándolo.

-Pues me dedicaba a vigilar a un incompetente balón de playa mal distribuído llamado Wazowsky. Un metepatas de cuidado que casi trae a la ruina nuestra empresa energética. Luego los mundos se unieron y me otorgaron la tarea de agente de la condicional. En verdad es más divertido.

Sonrío sincera ante el comentario de Roz, para luego dedicarme a ingerir mis alimentos, una vez terminado mi té y una de mis tostadas, decido indagar un poco más sobre mi situación actual.

Y Roz, podrías decirme a quién debo esta segunda oportunidad, me gustaría agradecérselo personalmente de ser posible o si no al menos con una carta, creo que es lo menos que puedo hacer por esa persona. - digo antes de empezar mi segunda tostada.

Una vez terminado el desayuno, me pongo de pie y sigo a Roz hasta el trabajo.

Durante el camino le hago una última pregunta, antes de desearle un buen día.

¿Alguna recomendación? ¿Algún lugar que deba evitar? - pregunto con una sonrisa.

Antes de salir por la puerta y mientras aún desayunas le preguntaste a Roz sobre quién te había dado la oportunidad, cosa que ella no dudó en contestarte.

-Se hizo una evaluación para ver si erais capaces de reformaros. Nadie en concreto os eligió pero participaron vuestras víctimas a la hora de votar. Supongo que deberás darle las gracias a Aladdin. -Respondió Roz que en cuanto vio que te acababas el desayuno se levantó para que salierais de la casa.

Una vez listo, con el uniforme puesto lo mejor posible seguiste a aquella agradable mujer babosa hacia la calle, abarrotada de personajes de cuento felices, con sus mocosos y sus mascotas. Madre escandalizadas esconden a sus niños al verte como si fueras a infectarlos con maldad o algo así; otros te miraban con pena y alguno se reía de tus pintas, un buen castigo como la humillación era lo justo para malvados como tú.

Roz te guio sin decir nada ni saludar a nadie en especial hasta que llegaste a tu trabajo, un boticario llevado por un hombre que parecía estar más loco que mucho de los villanos que habías conocido.

-¡Oh, Roz! ¡Bienvenida! ¿Este es mi compañero? ¡Qué agradable sorpresa! Soy el profesor McKrill, boticario. Antes trabajaba con peces pero ahora me dedico a medicinas... basada en peces... Las plantas no se me dan tan bien... ¡Por eso tú estás aquí! Alguien me dijo que solías jugar con química y alquimia. Seguro que te encantará trabajar conmigo

La respuesta de Roz me toma por sorpresa y tras digerir la noticia, respondo. - Aladdin, ya veo... - me dispongo a ponerme en marcha un poco pensativo. - Espero poder pagarte esto Aladdin. - pienso en completo silencio.

Mientras camino en compañía de Roz, observo con cierto malestar la reacción de las personas que nos rodean y aunque las miradas acusadoras me causan cierto malestar, no puedo evitar hacer una leve venia de agradecimiento ante las miradas compasivas.

Sin embargo, las miradas de regocijo hacia mi castigo son respondidas con absoluta indiferencia. Mi castigo no iba a ser perpetuo y yo lo sabía, esos tontos no.

Iba a encontrar mi redención y no iba a permitir que ellos se interpusieran en mi camino, sólo iba a hacerme a un lado y seguir adelante.

Una vez llegamos a la tienda, observo un tanto intranquilo a mi nuevo compañero, quien parece estar aún más loco que el mismísimo Frollo. 

Buen día, soy Raziel y estoy seguro de que podremos llevarnos muy bien. - digo tendiéndole la mano.

Y bien, ¿Con qué quieres que empiece?

Cuando tendiste la mano al profesor él no tardó en estrechar la tuya con ahínco.

-Es un placer tenerte, un placer, sí señor -Dijo entusiasmado, ajustándose las gafas- Creo que empezaré enseñándote todo. Sí, sí, sí

-Antes que nada, profesor, debe firmarme la hoja de conformidad -dijo Roz parando al hombre en seco que ya se te iba a llevar

-Oh, sí, sí, sí -Dijo el profesor rápidamente, firmando la hoja. Una vez hecho eso Roz te deseó suerte y se fue diciendo que si había problemas contactarais con ella- Bien ¿Listo? ¡Pues bajemos a mi sótano! Oh. ¿Alguna alergia?

Ninguna por el momento. - respondo escuetamente, mientras sigo al peculiar hombre por las escaleras.

Durante el.descenso intento tomar nota mental de todo lo que nos rodea, así como la distribución del lugar y cualquier otra cosa de interés.

Seguiste al Profesor Krill a su laboratorio, un piso más abajo. El lugar estaba alumbrado con luces brillantes y estaba lleno de probetas, cajones, utensilios típicos de boticario... Y muchas peceras... 

-Este es nuestro lugar de trabajo. Intentaremos curar enfermedades a base del estudio de los peces y... las cosas alquímicas o algo así que hagas tú. En general hacemos pruebas así que siéntete libre de experimentar. ¡Pero todo está contado! ¡No te lleves nada! Seguro que con tu historial de alquimista sabrás conseguir cosas muy interesantes.

Descuide profesor, robar no es lo mío, nunca lo fue, si en algún momento necesito llevarme algo a casa, pues lo pediré prestado. Ahor si me permite, creo que es hora de ponerme a trabajar. Por cierto. ¿Cuál será mi salario? - pregunto mientras reviso mi área de trabajo y empiezo a trabajar en un viejo remedio para la gripe.

Durante el resto del día trabajo apaciblemente y sin molestar a nadie.

Durante tu día pudiste ver que el Profesor Mckrill era raro de narices. Hablaba con los peces, experimentaba con ellos, hacía que brillaran entre chispazos... Parecía más un científico loco. Quizá también era un reinsertado o quizá solo estaba demasiado colocado de polvo de hadas.

Cuando acabaste tu trabajo y la hora llegó tu nuevo jefe se acercó de improvisto, sonriendo.

-Vaya. ¿Un remedio para la gripe? ¿Sin pescado? Tendremos que ver si funciona cuando esté acabado. Puedes volver a tu casa si quieres. Mañana estarás en tienda. Y si ves peces en el río avísame. ¡Necesito más peces infelices bajo del mar para estudiar los antidepresivos!