Partida Rol por web

Trabajo sin descanso en la nueva fórmula incluyendo extracto de llantén y otras hierbas desinflamatorias, las mismas que mezclo con la fórmula original para potenciarla.

Una vez terminado mi turno (si no ocurre nada en el interín) me pongo en marcha hacia la casa de Iago con un poco de la nueva fórmula para mi amigo.

Tras cumplir tu horario de trabajo te despides del profesor Mckrill y te diriges a casa de Iago. Son cerca de las 4 de la tarde y puedes notar el hambre a pesar de todo.

Tras caminar un poco llegas al edificio en el que Iago vive, la puerta del portal está abierta y te viene un rico olor a estofado, tus tripas rugen fuertemente mientras llamas a la puerta y tu compañero abre, suspirando.

-No hacía falta que vinieras -Comenta enseñándote la nota que le diste

¿En serio? Entonces no querrás esto tampoco. Es una formula mejorada, no sólo desinflama, sino que realmente calma el dolor y el escozor, es bueno también para las quemaduras.

Ya en serio Iago, te conozco hace más tiempo del que tu recuerdas, dime ¿Qué te pasó? Reconozco el maltrato cuando lo veo. Tal vez ya no sea el poderoso mago que fui antaño, pero al menos aún soy tu amigo y me preocupo por ti y si hay algo que pueda hacer para ayudarte, por favor, permíteme hacerlo. - digo en tono conciliador mientras me ruge el estómago producto del hambre.

Vamos Iago, sabes que puedes contar conmigo. - agrego con evidente preocupación en mi voz. 

Iago mira la crema por un momento como si fuera la salvación pero parece reacio a hablar del maltrato. Su mirada se aparta, se muerde el labio de lado y solo te vuelve a mirar cuando tus tripas rugen.

-Uhm... ¿Quieres entrar a comer? He hecho un poco de cous-cous...

Gracias, en verdad estoy famélico amigo mío. - digo dejando de presionar a Iago.

¿Necesitas ayuda con los platos? Es lo menos que puedo hacer para agradecer tu amabilidad.

Tras ayudarba Iago a poner la mesa, me siento a almorzar con él y empiezo a relatarle mis primeras impresiones del pueblo y su gente, empezando por los niños que se burlaron de mi y terminando en el incidente de los antiguos lacayos de Scar y el hijo de Hercúles.

En verdad Iago, yo no buscaba problemas, pero esos tres se pusieron locos y bueno, no me iba a amilanar, así que los hipnotice para poder mantenerlos bajo control, nada serio, sólo les mostré una imagen de Mufasa rugiendo.

Un truco básico y me sirvió, al menos hasta que llegó el hijo de Hercúles y bueno,  allí me toco recurrir a la actuación para hacerlo ceder, el asunto es que al final les agüe la fiesta y evité que siguieran embriagándose en la calle.

Yo no digo que no puedan tomar, pero si van a hacerlo, pues que lo hagan en casa dónde no corren riesgo de sufrir algún accidente. - digo mientras empiezo a recoger el servicio.

Por cierto, la comida estuvo deliciosa. Mil gracias.

Bueno y ¿qué tal tu día amigo mío? - pregunto en tono afable mientras empiezo a lavar la vajilla.

Iago no hablaba mucho mientras juntos poniais la mesa, serviais la comida y procediais a degustarla; no parecía ser el charlatán de antes o quizá es que le gustaba escuchar porque la verdad era que te prestaba toda su atención.

Ante el tema de Hercules Junior y las hienas pareció tensarse un poco pero no dijo nada, solo te dio un leve gracias por felicitar su comida.

-No debes agradecerlo. Un puñado más no es una carga -Comentó, viendo como empezabas a lavar y apresurándose en apartarte suavemente, negando- Déjalo, no es necesario, yo lavaré -Dijo arremangándose, mostrando también moratones en sus brazos- Mi día... Pues... Ya sabes... Trabajando

Aunque Iago no dijo nada, su reacción ante la mención de Hercúles Junior fue más que suficiente para mi, pero no se lo haría saber por obvias razones.

Mientras ayudaba en lo que podía a Iago, empecé a hablarle sobre mi trabajo...

Pues la verdad es que aunque mi jefe escun poco excentríco, la verdad es que me cae bien y esta nueva ocupación me permite usar mis talentos para ayudar a las personas.

En verdad me lo estoy tomando nuy en serio, quién sabe, quizá con algo de suerte sea el primer paso para convertirme en un sanador respetado.

Si eso sucede es probable que los demás finalmente aprendan a pasar la página. Cuando eso suceda me gustaría que te conviertas en mi aprendiz y asistente.

Obvio te voy a pagar un sueldo, el cual espero que te resulte aceptable. - comento con alegría.

-Me comentaste que tu jefe era ese loco de Mckrill ¿No? -Comentó como si obviara el hecho de que había ido a comprar allí-Hace unas buenas cremas... Si tanto te gusta el trabajo quizá puedas reinsertarte pronto y cumplir tu sueño de hacerte sanador -Comentó sonriendo levemente- Aunque a mí la medicina no me gusta mucho... Creo que me he acostumbrado ya a limpiar y restaurar alfombras

Bueno, si cambias de idea, mi puerta siempre estará abierta, ya lo sabes, recientemente me han ofrecido un pequeño huerto de hierbas medicinales.

Ese proyecto me va a tener un tanto ocupado, pero una vez que el huerto este listo, ya el resto es sólo mantenimiento, prometo invitarte cuando este listo. - digo con una sonrisa amable, al tiempo que terminamos las labores propias de la cocina.

Mil gracias por la comida mi amigo, pero se está haciendo tarde y quiero aprovechar los últimos rayos de luz para dar un paseo por el parque, eso me relaja mucho.

Nos vemos pronto Iago. - digo estrechando firmemente su mano.

Iago agradeció mucho tu ayuda a la hora de recoger, parecía cómodo contigo a pesar de todo lo que habías hecho en el pasado.

-Me ha agradado tu visita -Anunció mientras colocaba el último plato en el armario, girándose a mirarte al escuchar tu plan- Uhm... Ten cuidado con el parque al anochecer, más si te enfrentaste a las hienas y a Herc... 

Tranquilo, sé como manejarlos, aunque prefiero no tener que hacerlo, son jóvenes e impulsivos, pero no son tan malos como ellos creen. - digo con una sonrisa tranquilizadora.

Tras despedirme de Iago, me pongo en marcha hacia mi casa, cortando camino por el parque con la esperanza de cruzarme con Amira.

Tras haberte despedido de tu compañero y haber salido del Orfanato/Reformatorio/Internado que Lottso rejentaba te dirigiste hacia tu casa con una extraña sensación que te comía por dentro.

Lottso tenía un comportamiento extraño o al menos parecía a la defensiva contigo; los hijos de los héroes estaban desbocados y los villanos siendo maltratados; en una ciudad donde todo parecía tener que ser feliz y purpurina como bien dijo Davy parecía haber una leve corrupción.

Estaba anocheciendo cuando llegaste al barrio de los reinsertados que, para variar, estaba vacío; todos estaban en sus casas, posiblemente temerosos de salir a pesar de que hacía una noche digna para pasear.

Al día siguiente debías volver a la tienda de Mckrill por lo que debías decidir si querías subir al apartamento o investigar un poco más la colorida y feliz ciudad.

Vaya noche que hace, creo que daré un paseo. - pienso mientras me dirijo hacia la zona en la cual habitan las personas más importantes de la ciudad (entiéndase el barrio rico)

Sabía que era cuestión de tiempo para que me topara con cualquiera de los antiguos héroes, pero la verdad, eso me tenía sin cuidado, pues si ellos seguían siendo quienes fueron en el pasado, lo peor que podría pasarme era que me lanzaran una mirada de desprecio.

Y hasta donde yo sabía, las miradas no matan, a menos que se trate de medusa claro está.

Tales Town en la noche no tiene nada que ver con como es durante el día. En las calles hay tranquilidad, silencio, calma... aunque ese ambiente de cuento de hadas con luciérnagas, estrellas y demás sigue en el aire...

Todavía no es una hora tardía y hay un mínimo de gente por la calle que ya vuelve a casa, silbando por acabar su jornada de trabajo.

El parque está prácticamente desierto cuando lo cruzas para ir a la zona alta de la ciudad, solo un barrendero que termina de limpiar la poca suciedad del día sigue todavía por allí.

Mientras caminas observas cómo las últimas personas ya vuelven a su hogar, trabajadores estirándose, agotados de su día a día, deseando cenar algo rico y meterse en sus casas.

TalesTown parece apagarse gradualmente llegada la noche... Pero toda ciudad tiene vida nocturna ¿Verdad? Solo debías buscarla... Y seguro que en el barrio de los héroes la encontrabas.

Caminaste hasta llegar a la cruceta central que te indicaban los distritos marcados por el símbolo de una varita mágica, una alfombra voladora, un tridente, un rayo y una garra.

¿A cuál irías?

Pongo rumbo hacia el distrito de la alfombra voladora.

Esto tal vez no sea una buena idea, pero si quiero enterrar a mi viejo yo, lo mejor es que confronte mis demonios más temprano que tarde. - pienso mientras sigo el camino que me conduce al barrio de las mil y una noches.

Voy caminando con tranquilidad observando con detenimiento las calles del distrito.

Tras haber decididido tu destino te diriges al Distrito de las Mil y una Noches.

El sitio parece bastante tranquilo, con pisos altos y casas bajas según la calle en la que te encuentras. Es un lugar grande aunque... no ha perdido ese encanto que tenía Agrabah... Puestos en las calles, ahora cerrados, que conducen a tiendas de fruta, especias, telas, dulces de vuestra tierra...

En las ventanas no se escucha a nadie pero si hay varias luces encendidas y no hay ni un solo alma en la calle que puedas ver a simple vista.

El sitio te recuerda demasiado a tu casa... al antiguo olor del hogar que te embriaga y te trae recuerdos buenos y malos a la vez...

Me detengo un momento en la calle e inhalo una gran bocanada de ese dulce olor a desierto que tanta añoranza me causaba al tiempo que cojo mi bastón desde el cento del callado.

En verdad tengo mucho daño que reparar, ojalá y lo logre. - digo en un susurro mientras oteo la calle con una sonrisa algo triste en el rostro.

Caminas aun más por las calles, embriagado por el olor y distintas sensaciones que éste te produce, oteando todo lo posible por si algo se te escapara cuando, en un cruce, puedes ver a tu izquierda una enorme mansión. No es el Taj Mahal en sí pero... no dudas en saber quién vive ahí.

Un par de guardias parecen vigilar en el exterior aunque en realidad... Parecen estar jugando a un juego de cartas, aunque...

-¿Tienes un 3? -Pregunta uno

-No. Así que muevo al caballo y me cuento veinte -Dice el otro

-¡No entiendo este juego! -Exclama el otro tirando las cartas

-¡Pero no las tires que son de alquiler! -Gruñe el otro

Y mientras esta escena ocurre ante tus ojos un leve olor llega a tu nariz, un olor a perfume. Si alzas levemente la mirada desde tu posición podrás ver como una figura con una capa negra salta el muro todo lo silenciosamente posible dando el hecho de que carga algo en un brazo.