Partida Rol por web

Podeis ver en Santiago el odio, el dolor y la maldad, un juego de sombras se levanta alrededor de el, sombras de maldad y su mirada es la de un asesino, la de un demonio, la del peor de las pesadillas soñadas...

En realidad es atemorizante y logra intimidarte, eso es lo que el quiere

Antes que Francisco pueda responder el posadero os interrumpe amablemente haciendo una venia

Señores caballeros...Y os obsevra Al parecer el cansancio se apoderaba de ustedes pues han dormido durante toda la luz del sol..¿Deseais comer o beber algo?, Casa Velasco os invita

Cuando por fin el sirviente se levanta forzosamente, me acerco poco a poco a él Bienvenido, mi sirviente... pienso para mis adentros.
Me acerco para poder susurrarle al oído de una manera muy clara y concisa:
Yo, soy tu amo... No obedecerás a nadie más que a mí, Ahora escucha con atención lo que voy a encomendarte. Entrarás en este pequeño refugio, bloquearás la entrada y no permitirás que nadie entre excepto yo. Sabrás de mi llegada porque golpearé la puerta cinco veces, entonces y sólo entonces abrirás.

Una figura se incorpora forzosamente, mientras montones de arena alojados en sus múltiples cavidades empiezan a chorrear. El sonido de ligamentos podridos aplastados contra el hueso carcomido envuelven al ser mientras se levanta. Me acerco a su rostro.

Tras unos breves momentos, doy media vuelta y me dirijo hacia la pareja, cuando paso cerca de Lady Maeve le miro a los ojos unos segundos en contestación a su pregunta y me cubro con la capucha.

¿Porqué se extrañarán tanto de la muerte si forman parte de ella?¿Y si pudieran amar a alguien y la Muerte se lo arrebatara, no dudarían en desafiarla?

Sin volver la vista atrás me acerco a mi montura mientras de lejos la fantasmagórica figura empieza a estirar sus articulaciones.
Esta bien, partamos, la noche es muy larga y muchas las preguntas

Despues de una tranquila caminata, bastante larga por cierto logras llegar a la entrada del castillo donde sois recibido por un caballero guardia, alcanzais a observar el establo pero no logras reconocer los caballos de vuestros amigos vastagos

Señor Alain Dice sorprendido al verte y observa detras tuyo ¿Ha cruzado usted solo el bosque? ¿Y los demas?...

Luego baja la cabeza avergonzado Disculpadme, seguid, el Baron ha de estar esperando

Y señala la puerta por la cual cruzais directamente al castillo

Aquel ser, a la orden de Lucius se arrastra con dificultad mientras que un olor a podredumbre le embarga de pies a cabeza y sin mediar palabra se ubica en la puerta del sepulcro tal cual guardia manteniendo un jadeo semejante a la respiracion.

Se tambalea pero nuevamente se situa firme dirigiendo su mirada a Lucius

Hola, maese posadero. Ciertamente estábamos cansados. Muchas gracias por no haber sido molestados dice Daniel mientras le da las 2 monedas de oro al posadero y esto como agradecimiento y le da una propina.

Daniel tiene previsto irse esta misma noche de Navahermosa, pero nunca se sabe cuando puede ser necesario tener un posadero contento disponible.

No queremos nada de comer, gracias, vamos a salir ahora mismo. En principio, no pretendemos volver, pero nunca se sabe... Por cierto, maese posadero... que es ese ruido?

Con un profundo suspiro, mezcla de resignación por el título de "señor" y de alivio por no haber coincidido de nuevo con la beligerante salvaje, paso donde me indica el guardia.
Gracias por vuestra amabilidad. De modo que aún no han llegado mis "compañeros". Habré de esperarlos dentro, ¿no?

Entro en las dependencias del castillo donde estuve la noche anterior, con sigilo y prudencia. Nunca se sabe cuando puedes tener un mal encuentro. Ni donde puedes enterarte de algo si no te ven a tiempo..

Ya sobre mi montura, miro casi de reojo al extraño humanoide y asiento ligeramente con la cabeza.

Te encuentras con mayordomos, guardias y damiselas que van y vienen, caminas por el pasillo siguiente a la puerta, llegas a esta y intentas abrirla pero esta cerrada por dentro

Francisco al despertar nota la sed que no puede ser saciada con otra cosa que no sea la sangre fresca y caliente. El abrir los ojos le supone iniciar una nueva jornada nocturna atormentado por un ansia de vitae que le corroe el cuerpo y le insta a buscar alimento. Sin embargo, se controla y logra que su voluntad se imponga sobre sus instintos. Al levantarse se frota los ojos y queda unos segundos cabizbajo, abrumado por la terrible carga que supone ser un Tzimisce, un demonio orgulloso de su estirpe y encumbrado a las más altas cotas de lo que significa ser vampiro, nacido y elegido para gobernar sobre las demás líneas de sangre. Pero su orgullo le hace asimilar rápidamente esto y se pone en pie para vestirse y prepararse junto con su fiel escudero Ricard.

Sin embargo nota una ausencia en la habitación, su compañero y sirviente ha desaparecido. Francisco, intranquilo, registra la habitación tras acabar de vestirse y ponerse la armadura, pero al no hallar nada que le indique lo sucedido con su escudero, sale a preguntar al posadero.

Ante las palabras de Don Daniel, emite un gruñido de aprobación y se muestra parco en palabras, con la expresión turbada por la desaparición. No era raro que Ricard le dejara a solas durante su descanso, pues era en las horas diarias cuando su fiel escudero se dedicaba a asuntos que el propio Francisco no podría resolver durante el día. Pero el sirviente siempre regresaba para esperar el despertar de su amo.

Tabernero, no deseo ni comida ni bebida, tan sólo saber si ha visto salir a mi escudero. Debería haberme guardado en la habitación pero no se encuentra allí y es raro eso en él. Y a propósito, ¿que es ese ruido que se escucha en la calle?

Es extraño. Si el barón nos espera como ayer, ¿por qué está cerrada esta puerta? Me giro hacia uno de los muchos sirvientes con los que me he cruzado para preguntar hacia dónde debo dirigirme: -Perdonad. He sido convocado por el barón a una audiencia esta noche. ¿Podríais indicarme dónde debo dirigirme?. La puerta de la sala donde estuve anoche está cerrada.-

Me retiro de Santiago con un escalofrío recorriendo mi espalda. Sin herencia humana...

La mirada de Lucius hace que mis músculos se activen. Me dirijo a mi montura y, una vez acomodada sobre el corcel, observo a mis dos compañeros y al ser que guarda la puerta del sepulcro.

¿Se quedará ahí, vigilando?

Sujeto fuertemente las riendas de mi caballo preparado para espolearlo en cuanto los demás parezcan listos para partir. Miro durante un instante el "ser" que Lucius ha levantado con desprecio y aún algo de ira que intento controlar.
Nigromante, como él... oscuras manipulaciones... retuercen y moldean sin control ni piedad. Nunca más.
La oscuridad a mi alrededor se sigue moviendo y algunos retazos de sombra se agitan alrededor del cadaver viviente como desafiándole.

Percatándome de la hostilidad de Santiago me dirijo por primera vez a él desfiante: Hazlo y no sabrás dónde esconderte del amanecer cuando llegue...
Cosa que para mí sería un placer. Mi paciencia empieza a llegar a su fin con este tipo...
Tras aguantar la mirada de desprecio hacia el Lasombra me giro hacia la dama
No temáis, se encargará de mantener nuestro refugio a buen recaudo hasta nuestra llegada. Debemos partir cuanto antes expreso mientras espoleo ligeramente a mi corcel.

Miro a Lucius sorprendido ante sus atrevidas palabras, la oscuridad me pertenece, muestra respeto a quien te permite habitarla...
No malgastaría mi tiempo en "eso".
La oscuridad se retira a medida que empiezo a avanzar con mi caballo hacia el bosque y me rodea acercándose en ocasiones a los caballos de Maeve y Lucius

Una sonrisa se dibuja en mi rostro En ese caso, la Muerte me pertenece, muestra respeto a quien te permite vivir en ella. Pienso ahora mientras recupero mi tranquilidad habitual a la vez que avanzamos.
Debería preocuparse más en estar alerta por si nos tienden de nuevo una emboscada en lugar de jugar con sus sombras... pienso a la vez que me acerco más a la montura de Lady Maeve y la observo amigablemente.

Ahora que avanzamos hacia el castillo dejo de prestar atención a los dos vampiros que me acompañan. Mi pensamiento se pierde en el recuerdo de anoche, y de mucho más atrás, tras deleitarme unos segundos aparto mi mente de la idea de verter la sangre del caballero que insultó al Barón para concentrarme en el camino.
Las sombras fluyen a mi alrededor incomodando visiblemente a los caballos, en ocasiones separándose de mi para volver a juntarse.

Miro a Lucius de reojo. Querría entablar conversación con él...había tantas preguntas que quería formularle! Era tanta la curiosidad que despertaba en mi!! Pero en estos momentos, con la oscuridad de Santiago pululando a nuestro alrededor, todos los músculos de mi cuerpo se pusieron en tensión, dispuestos al galope, atentos a cualquier movimiento que se produjera a nuestro alrededor, las riendas de mi caballo fuertemente sujetas en mis manos.

Espero que no se vuelva a repetir lo de anoche... Espero que Ricards se encuentre a salvo.

Observando a Santiago de reojo me aproximo al corcel de Lucius. ¿Qué creeis que quiere el Baron de nosotros? Yo he de proseguir mi viaje cuanto antes...